Familia y Televisión, parte 3

las familias y el consumo de medios

SÍNTESIS DE LA INDAGACIÓN SOBRE LAS FAMILIAS DE LOS NIÑOS PARTICIPANTES

Los datos acerca de la composición de las familias de los 80 niños participantes (30 de Cali, 30 de Pereira, 10 de la comunidad paez y 10 de la comunidad afrocolombiana), fueron recopilados por medio de un cuestionario breve que se hizo a cada niño. Se consignan aquí los datos arrojados por estos cuestionarios.

La información sobre las familias de los niños participantes en la investigación tiene dos propósitos: Por una parte, buscar qué tanto algunos de los indicadores de cambio socio-cultural en la familia colombiana mencionados en la introducción, son visibles en estas familias.

Por otra, nos interesa explorar e interpretar datos que permitan cotejar la situación sociocultural de los diferentes grupos familiares -en cada estrato y zona rural- con los hábitos y elecciones de consumo mediático de los niños, sus competencias de lecto-escritura, y las distintas formas de construír significados en relación con los discursos e imágenes de los medios.

Como un aspecto complementario a este último, la interrogación sobre ocupaciones de los padres y tiempos de permanencia de ellos en el hogar, apunta a examinar cuestiones relativas a si están o no presentes, para acompañar a sus hijos en las actividades como ver televisión, disfrutar de sus preferencias musicales, o leer.

Es decir, esta información es un punto de partida para indagar formas de “mediación” de los padres y madres. La parte correspondiente a los sicodramas retomará algunos de los elementos inicialmente planteados aquí.

Las Familias en las Zonas Urbanas

Registramos mayor tendencia a familias monoparentales en los estratos bajo y medio. Mayor ocurrencia de ausencia del padre, también en los mismos estratos. Más familias extendidas en los estratos bajos: se convive con abuelos, tíos, sobrinos, otros parientes, y en algunos casos con inquilinos.

Aproximadamente la mitad de los hogares de EM conviven con otros familiares, pero en menor proporción que en el EB. El mayor número de madres que no trabajan, o «amas de casa», se encuentra en los estratos bajos.

De ellas, las que hacen trabajo remunerado fuera del hogar, están dedicadas a ocupaciones que no requieren un buen nivel de escolarización: como venta de fritanga, peluquería, o trabajo doméstico en la casa de otra familia. Una pequeña proporción de las madres que no salen de su vivienda a trabajar organizan pequeños negocios independientes como venta de productos alimenticios, o fabricación artesanal de objetos como veladoras, por ejemplo.

La figura de la empleada doméstica, quien realiza los oficios de la casa y en muchos casos cumple las funciones de madre sustituta, no aparece en los hogares del EB, y en muy escasa proporción ( 5 de 20 hogares), y en calidad de trabajadora de tiempo parcial, en el EM.

Cuando la madre no está, en los sectores populares, los niños quedan con los parientes; únicamente un caso en el EM reportó permanecer solo en casa.

En los estratos altos la mayoría de madres trabajan. Son profesoras de colegios, profesionales empleadas o independientes, como trabajadora en una inmobiliaria, sicóloga o abogada, arquitecta, diseñadora , o jefe de su propia empresa.

Esta disparidad con las madres de los sectores populares pone de presente no sólo las diferenciación social en términos de las posibilidades de acceso a la escolaridad , a una profesión universitaria, y al empleo, sino también el alto valor simbólico que -proporcional a la escala social- la mujer asigna a su cualificación, su ubicación en el mundo laboral, y su independencia económica.

Los anteriores datos sugieren que las madres de estratos medio-altos y altos pasan menos tiempo en casa con los hijos, lo cual en muchos casos se reduce al horario de la noche.

La compañía de la madre es sustituída por los servicios de las empleadas domésticas, más de una en las familias de mayores ingresos. Sin embargo, habría que examinar en qué proporción de casos el tipo de trabajo de la madre, sea académico, administrativo, o de empresaria independiente, le permite cierta flexibilidad en el horario de trabajo, lo cual es factible en rangos más altos de la jerarquía laboral, pero -a la vez- quizá se dificulta también en los cargos medianos y altos con el Estado o la empresa privada, regidos por horarios convencionales y dedicaciones muy intensivas.

Igualmente, una investigación de tipo etnográfico centrada sobre estos temas podría arrojar información más fina sobre cuánto del tiempo de estar en casa pasan realmente los padres -papá y mamá- con sus hijos, o cuánto de este tiempo igualmente se dedica a asuntos relativos a su trabajo remunerado. O sea, en qué grado el hogar se convierte en un segundo lugar de trabajo, aunque aparentemente, en términos de horas, los padres estén en la casa.

En el caso de los varones, es igualmente en las clases altas donde, en una muy pequeña proporción, (2 de los 60 niños urbanos) al papá le es posible gracias a su condición de empresario independiente, regular autónomamente los tiempos del día en que puede permanecer en casa.

Los restantes cumplen rutinas más o menos similares, de regreso vespertino al hogar. El tipo de ocupaciones de los padres de estratos populares pueden ser conductor de taxi, de bus, mecánico, albañil, panadero.

En el EM aparece una mayor proporción de trabajo independiente, en labores como zapatería, sastrería, ventas. En el EA se registran mayoría de trabajadores independientes en el agro, confecciones, productos manufacturados, construcción, transporte; los empleados trabajan en sectores de algún prestigio, como el Tribunal, las Empresas Públicas, Bavaria o una universidad estatal.

En las Zonas Rurales

Las áreas que de diversas maneras están separadas de los centros urbanos, no sólo en número de kilómetros sino en las formas de poblar su territorio y de tejer lazos humanos, presentan interesantes diferencias con los grupos de Cali o Pereira, así pudiéramos pensar que sus formas de vivir y entender el mundo puedan estar cerca de los estratos populares de las ciudades. Como lo vamos a ver aquí, en lo que respecta a los hábitos familiares, las franjas que organizan el día son otras, y así mismo menos rígidas que las de la ciudad.

Cuando los trabajos en los que participan los habitantes de las dos comunidades, Zaragoza y Pueblo Nuevo, tienen que ver con el medio natural -agricultura, madera, minería- los ritmos que marcan la jornada laboral son más los del día y el sol, que los del comercio, la industria o las rutinas del tráfico.

La comunidad negra cerca de Zaragoza da evidencia de ser un grupo relativamente estable de cuatro generaciones. Ocho niños viven con ambos padres, un caso sin su papá, y uno con la abuela. Todos viven con hermanos. El 50% tienen más de 3 hermanos. El 70% viven además con parientes, pero en ningún caso con personas ajenas a su familia.

Los 7 padres y 2 padrastros (total de 9) trabajan y aportan al hogar. El 70% trabaja en corte de madera, que algunos combinan con trabajo en minería. El 20% son empleados de la arenera que hay en la localidad.

El 10% son empleados del municipio de Buenaventura: fontaneros. La mayoría de los padres permanecen en la casa sólo en la noche, y una pequeña proporción en la segunda mitad de la tarde.

No hay empleadas domésticas. Cinco de las 10 madres trabajan en minería, 2 como empleadas en hogares infantiles, y 1 como vendedora en una tienda. Unicamente 2 están dedicadas al hogar. En el caso de las madres que trabajan en minería, están llegando a la casa hacia las 4 o 5 de la tarde.

Examinemos ahora los datos de la comunidad paez. De un grupo de 15 niños entrevistados inicialmente, sólo el 46% viven con ambos padres. En el 33% de los casos se da la familia nuclear completa, sin presencia de parientes. En los demás (77%), se dan familias extendidas pero con frecuencia uno de los padres no está.

Hay casos (20 %) en los que los niños no viven con ninguno de los padres ni con hermanos, sino con parientes. Las razones mencionadas para explicar las ausencias son: «mi papá se fue con otra mujer»; abandono de la madre, y padre que trabaja fuera de la población, en el Proyecto de Educación Bilingüe del CRIC; los padres murieron cuando la niña era pequeña,y el hermano mayor se fué a la guerrilla.

Se evidencian entonces más «combinaciones» que en la familia urbana. Las razones específicas de este grupo están relacionadas con el conflicto social y la participación en la organización indígena.

En la mayoría de familias el padre trabaja. En 2 casos el padre está ausente por muerte y abandono del hogar. Hay una mención de que «mi papá se la pasa acostado».

Las ocupaciones más usuales consisten en la siembra y procesamiento de fique, trabajo en la huerta, o empleos en función de la comunidad, como promotor de salud, y educador en el Proyecto de Educación Bilingüe del CRIC.

Los niños cuyos padres viven con la familia expresan que están en la casa durante la tarde y en la noche.

De 8 madres trabajadoras, 6 lo hacen en la huerta casera; 1 es promotora comunitaria de salud; otra ayuda a las vecinas en los oficios domésticos. El 50% de las mamás que sí viven con sus hijos, permanecen en su casa la mayor parte del día, y el resto durante la tarde o parte de la tarde, o en la noche.

Como en el 77% de los casos del grupo analizado existen familias extendidas, se puede asumir que los niños siempre están acompañados por algún adulto. Pero de hecho, en la observación directa constatamos que en varios hogares los adultos se van al campo y los niños están solos al regresar de la escuela, en las primeras horas de la tarde.

Sólo en un caso hay una empleada doméstica; pero se trata de un pequeño negocio de venta de almuerzos. Como hay una relación de «comadres» entre las mujeres, el niño entrevistado no la señaló como «empleada».

EXPLORACIÓN DE IMÁGENES DE FAMILIA CON LOS NIÑOS

¿Cómo perciben los niños esta institución, en la cual situamos esperanzas para la reconstrucción del tejido social hoy? ¿En qué medida y de qué maneras participan los niños de los distintos niveles socioeconómicos y regiones, de los cambios socioculturales que están transformando los modelos tradicionales de pareja y de familia? ¿De cuáles familias nos habla la televisión? ¿Cómo son descritos por los niños, las mamás y papás que habitan los hogares «puestos en escena» por las ficciones semanales? ¿Qué va de Los Picapiedras a Los Simpsons? Y en el caso de nuestros programas nacionales, cómo ven a Padres e hijos? ¿Qué valoran los niños, al describir los roles de los diversos miembros de la familia? Estas son algunas de las preguntas que han animado nuestra exploración.

Los hilos conductores del análisis pueden sintetizarse en cómo perciben los niños el mundo de los adultos, qué papel juega la televisión en la construcción de imágenes sobre familia, y qué tipo de semejanzas y diferencias establecen los niños entre las figuras de familia de la televisión y las de su propia experiencia familiar.

Y, a manera de pregunta articuladora de varios de los aspectos enunciados, nos interesa cómo influyen tanto la programación, como la situación misma de ver televisión, o sea la «televidencia», en las dinámicas de cambio sociocultural por las que atraviesa la familia contemporáneamente.

Aquí hay dos niveles a explorar: por una parte, hacer seguimiento a si los cambios en los mensajes televisivos tienen eco en las familias de carne y hueso.

Por otra, qué transformaciones genera la presencia del televisor en el hogar y en las relaciones interpersonales: roles, relaciones de poder, estilos de comunicación , usos del tiempo, organización de los diferentes espacios domésticos, otros.

Es decir, desplazar la pregunta sobre los «contenidos», hacia la situación en sí de «ver TV», qué incidencia tiene en la familia.

La Propia Familia en Foco: demasiado idealizada para ser cierta

Lo que los niños dicen de su familia espontáneamente toca como primer tema los modos de ser. Tanto niños como niñas mencionan a sus padres con expresiones como «chévere», «me mima», «no me pega», «no me regaña», «juega conmigo», «meda muchísimas cosas».

Unos pocos mencionan que el papá o la mamá les ayuda a hacer las tareas. Sólo más adelante, y no en todos los casos, saldrán alusiones a imágenes menos idealizadas de papá y mamá.

Las descripciones de los padres varones incluyen: noble, sincero, comprensivo. Es notorio que en el EA son más frecuentes las alusiones a que: «me quiere mucho», «me arregla lo que se me daña».»Es cariñoso, tierno», «Juega conmigo», «Conversa conmigo».

Dos ideas se asocian al padre en todos los estratos: es el trabajador por excelencia, y da plata/»me compra lo que quiera». En el EM de Cali aparece la sugerencia de que el papá recomienda a los niños que estudien «para ser algo en la vida»,e incluye a las niñas, animándolas para que sean «doctora» o «enfermera».

Esto habla de las aspiraciones de los padres a la escolaridad y la movilidad social, y la definición del rol de las hijas no fundamentándose únicamente en el matrimonio como meta, y transpasando los límites de los quehaceres hogareños.

Los adjetivos para las mamás son: amable, cariñosa, buena, inteligente. En el EB se menciona a la madre como la que les dedica tiempo, tiene el almuerzo listo, es cordial con los amigos, hace favores, «contempla» a los niños, en el sentido de la caricia física, los recoge del colegio.

En los casos en los cuales los niños conviven con los abuelos se habla de ellos como afectuosos, pero también unos pocos niños los caracterizan como regañones, o que les pegan.

La pregunta de cómo les gustaría que fuera su familia dió lugar a aspectos que antes no se habían mencionado. Los rasgos desfavorables en las apreciaciones de los niños se refieren a «me trata muy duro», «mi mamá es durita conmigo», «mi mamá se pone triste o brava», «se enoja mucho».

Se debe destacar que en los estratos bajo y medio hay menciones frecuentes que describen a la madre como que «no es alegre»,o mantiene «triste» o «aburrida».

Esto deja entrever las condiciones de dificultad en las que las madres de los sectores situados en los niveles más bajos de la escala socio-económica, desempeñan los roles sociales que se han asociado a la feminidad, a la maternidad y a su condición de esposas o compañeras afectivas.

En lo que respecta a los padres, los niños de los estratos bajos y medios expresan que «no nos dedica ni un minuto de tiempo», «no juega con nosotros»,y también hay algunas menciones de que «es regañón».

En uno o dos casos cuentan que su papá «se emborracha». Es significativo que en el EA se acepte que también a veces el padre es «regañón y «bravo», «malgeniado», «terco», «se desespera por todo» pero, como hemos anotado, los niños se refieren con mayor frecuencia a ocasiones de cercanía física con el papá: juegos, conversaciones, salidas.

Otros elementos problemáticos de las familias aludidos por los niños se enumeran a continuación: En el EB se menciona conflicto en relación con los hermanos, o con los inquilinos. Nombran el no obtener algo que piden como negativo, y las niñas «que se metan en mis cosas».

La queja generalizada sobre el malestar que producen los regaños, y otras clases de maltrato, se abordará por separado en la parte dedicada a violencia intrafamiliar.

En el EA de Cali se generaliza la descripción idealizada de las familias. Tan sólo emergen inicialmente algunas alusiones a que las mamás regañan. Como aspectos desfavorables sólo se mencionan la obligación de acostarse temprano, y el no obtener permiso para salir cuando se portan mal o no hacen las tareas.

Las familias parecieran no tener conflictos mayores, y los episodios menores de roces mencionados se dan entre los hermanos. Los niños del EA de Pereira expresan de manera muy fuerte su deseo de que ambos -mamá y papá- no trabajen tanto y pasen mayor tiempo con ellos.

Los niños intentan hablar positivamente de sus familias. Sin embargo, cuando nombran sus deseos y cuentan anécdotas familiares, salen a relucir aspectos asociados a una vida familiar menos armoniosa.

La actividad en la cual los niños debían contar una historia, y también la del sicodrama, arrojaron más información sobre aspectos críticos de las familias que lo que logró la interpelación directa sobre el tema.

Popularidad de los Programas de Situaciones Familiares

En el EB de Cali, al oír que iban a ver Los Picapiedra, los niños estaban dispuestos a quedarse hasta después del mediodía; rompiendo las reglas familiares sobre la hora de llegada a la casa. En una sesión anterior -trabajando con historietas- se fueron bajo el pretexto de que los regañaban. Con la TV el comportamiento fué totalmente contrario.

La actividad en la cual se reunió la información de esta parte de la investigación; incluyó proyectar y ver con los niños fragmentos grabados de programas de ficción sobre el tema de la familia. En cada caso se vieron por lo menos dos, de acuerdo con las preferencias del grupo de niños, exploradas previamente.

Los niños del EB de Pereira mostraron mucha animación cuando se les anunció que ibamos a hablar sobre televisión. Son muy ágiles para responder por programas vistos, aunque su ortografía y escritura sean deficientes.

Los programas sobre temas de familia como Los Picapiedra, Padres e hijos, y Los Simpsons son conocidos por los niños urbanos; quienes hicieron alusiones a otros episodios además del visto durante los talleres. Este tipo de programas tiene bastante popularidad.

En oposición a las narrativas de acción, se presume que las series «blandas» son más bien planas y sosas, y que no tendrían mucha aceptación. Sin embargo los niños declaran que las ven, y demuestran su conocimiento de ellas.

En la misma lista pueden incluirse otras como la dominical vespertina Dejémonos de vainas; y al subir en la escala social las preferencias se tornan hacia las comedias de situaciones familiares de factura norteamericana; tipo Full House ( transmitida también como 3×3).

Esto corrobora lo manifestado explícitamente por los niños en una investigación empírica previa desarrollada en Cali; en la que ellos expresaron su deseo de ver programas que les enseñen cosas para la vida, como relacionarse con los demás |14|.

Hay una demanda sentida por los niños y pre-adolescentes, y un claro disfrute, de narrativas basadas en pedagogías de la vida cotidiana; que enseñen a interactuar y a sortear las dificultades tanto pequeñas como graves en sus situaciones personales, familiares; y del grupo de amigos: cómo afrontar una rivalidad en el contexto del barrio, «declarársele» a una novia, relacionarse con un adulto amigo de la madre; o hacerle frente al pánico de conocer otros niños en un nuevo colegio.

Sabor a limón, Clase aparte y Conjunto cerrado son algunos de los recientes intentos, en Colombia; por emular el éxito de audiencias logrado por De pies a cabeza, basado en la fórmula de combinar fútbol, melodrama y situaciones comunes de niños y adolescentes.

Desde el emporio Disney, su canal exclusivamente dedicado a audiencia infantil; ha recogido esta demanda con series de excelente producción, del tipo de Babysitters club, y Ready or not?, que también llegan a nuestras pantallas mediante los diversos sistemas de cable, parabólica o TV directa.

Recuérdese también otra serie de factura norteamericana, transmitida en América Latina como Los años maravillosos; que ha tenido mucha popularidad en sus diversas etapas y formas de transmisión |15|.

La constatación del gusto que tienen los niños hacia programas que les enseñen cómo actuar en la vida cotidiana; implica repensar la oposición entretenimiento-educación, fundamental para no hacer televisiones educativas de ghetto; o llegar a la situación en la que las televisiones comerciales deleguen todo intento de responsabilidad sobre los contenidos sólo a a los circuitos de televisión pública.

Por el contrario, esta hibridación entre goce y aprendizaje llega a la sensibilidad de audiencias masivas.

La investigadora colombiana Elizabeth Lozano ha analizado cómo los seriales melodramáticos funcionan con la lógica narrativa del mito. Por lo tanto, pueden constituirse en discurso pedagógico distanciado de la narrativa «instruccional» prescriptiva.

Ha analizado el caso de las telenovelas mejicanas de Sabido (1975-1982) transmitidas por Televisa, diseñadas ex-profeso con contenidos instruccionales; pero aprovechando creativamente las potencialidades pedagógicas del melodrama, y de los dramatizados en general.

Este planteamiento genera perspectivas muy interesantes y aprovechables por los creativos, guionistas, productores, programadores y entidades que determinan políticas de comunicación |16|.


|14|. El trabajo aludido los categorizó como «programas sobre situaciones humanas», los cuales, según lo expresaron tanto los niños como padres y educadores, tienen una gran aceptación, y son deseados por ellos como parte del menú televisivo: LOPEZ, M., Televisión, familia y escuela en Cali, Informe final sin publicar, Cali: ATC- Universidad del Valle, 1996.
|15|. Puede verse el piloto de CENPRO, de De pies a cabeza, que recoge en alguna medida la «historia» de este tipo de programas.
|16|. LOZANO, Elizabeth, «Melodramatic Television Serials: Mythical Narratives for Education», Communications, The European Journal of Communication, vol 18, 1, 1993, y «The Force of Myth on Popular Narratives», en Communication Theory, 2:3, August 1992.

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