El País que Imaginan los Niños, parte 3

NOTICIEROS
Competencias de los niños para preparar un noticiero

Puede decirse que una de las actividades realizada por los niños con más entusiasmo -durante los talleres- fue la simulación de producir un noticiero de TV. Entendieron el ejercicio fácilmente, y se aplicaron a efectuarlo con una rapidez sorprendente, sin necesidad de explicaciones extensas o detalladas por parte nuestra sobre cómo proceder.

Esto sucedió en todos los estratos, desde los populares hasta los altos. Lo cual nos lleva a preguntarnos cómo el aparente desinterés de los niños por los géneros informativos es inversamente proporcional a la emoción que les produce ser ellos los que emiten, protagonizan o «actúan» las noticias.

El noticiero fué grabado en audio, y escuchado con los niños después de su registro. Lo oyeron con gran atención e interés. La única excepción en cuanto a construír la dramatización con habilidad histriónica y con una especie de hiperactividad, fue el grupo paez. Aunque lo hicieron, la representación teatral no parece ser una actividad con la cual este grupo de niños, dentro de su cultura, esté familiarizado.

Debe señalarse, eso sí, que las competencias entre los niños urbanos y los rurales para la «construcción» de sus noticieros varían significativamente, aspecto que abordaremos en este capítulo.

Es oportuno «oir» un fragmento del noticiero preparado por los niños del estrato alto de Cali:
Lamento informarles que asaltaron el banco Bancafé. Apuñalaron a 9.999.999 millones de guardias. Violaron a 39.000 billones de secretarias, ahorcaron a 9.999 gerentes y se robaron 9.999 millones de libras. Se acusa que el que hizo esto fué Charlis A.

También drogaron a 30 clientes. Creo que robaron un BMW último modelo. Pusieron una granada causando la destrucción de medio Bogotá. También lograron sacar bastante información para robar otros bancos. En caso de emergencia favor llamar al 5568132.

La dramatización del noticiero permitió evidenciar las competencias que tienen los niños sobre las rutinas informativas de televisión y radiales: tanto de los formatos, como de los roles de los diferentes profesionales involucrados.

Emularon la fragmentación, la velocidad y la hipérbole. También reprodujeron el «conocimiento» que ofrecen los noticieros: sintético, no un saber propiciado por causas-relaciones-contextualización, o una oferta de argumentos para la comprensión de los hechos.

La lógica del accidente, la sorpresa o el directo televisivo, no el recurso a una lógica de la duración, son las «técnicas» que dominan la televisión y el video, y que regulan la relación de estos medios con sus audiencias |2|.

Una gramática de los noticieros unifica las nociones de «país»
Tabla de noticieros vistos

La velocidad del ritmo noticioso, la brevedad de las notas y las deficiencias en la contextualización de los hechos tiene su correlato en la presentación simplificadora de determinados temas que hacen la mayoría de los noticieros de los sistemas regionales y nacionales de la televisión colombiana.

En los discursos de los niños entrevistados, de todos los estratos, fué clara la satanización de la palabra «guerrilla». Esto puede analizarse en relación con lo que Germán Rey, investigador y crítico de TV de El Tiempo, ha escrito acerca de que «los medios han creado todo un imaginario de guerra, subrayando con énfasis dramáticos ciertos comportamientos, y desvaneciendo otros».

El hace relación al surgimiento y desarrollo de una prensa nacida de la oposición liberal-conservadora, historia que es a la vez el registro de la intolerancia colombiana. Cabría preguntarse aquí qué papel , y por medio de qué dispositivos la televisión prolonga o redefine e incentiva con formatos espectacularizados, la trayectoria de intolerancia de la prensa escrita de este país |3|.

El único caso de noticiero en el que la guerrilla no es mencionada explícitamente en el discurso de los niños es Zaragoza. En consonancia con el hecho de no nombrarla, destacamos que en este grupo no aparece como «la mala» de los relatos noticiosos.

Sin embargo hay que registrar dos de las noticias mencionadas por los niños, las cuales tendrían a la guerrilla como actor implícito: «El Ministro Esguerra no quiere despejar Remolinos del Caguán», y «Hay soldados secuestrados en el Chocó».

Ambas aludían a las negociaciones que a la sazón se desarrollaban con el gobierno, para resolver la entrega por la guerrilla de dos grupos de soldados retenidos en las dos zonas mencionadas del territorio nacional. Como en el caso de Zaragoza el asistente de investigación pidió a los diez niños por separado que -además de la dramatización del noticiero- cada uno elaborara una lista de «noticias buenas» y «noticias malas», hubo abundante material empírico para documentar la relativa invisibilidad de la guerrilla, y su no señalamiento como chivo expiatorio del conflicto social, en las percepciones del país que tiene este grupo rural afrocolombiano.

La otra palabra clave, protagónica en los noticieros y a la vez el término que casi con unanimidad los niños podían explicar en los listados de personajes y hechos, fué «narcotráfico».

En la página siguiente puede consultarse el cuadro que se configura registrando los tipos de noticias que los niños seleccionaron para cada uno de los 8 noticieros. Puede identificarse una “agenda pública” genérica |4| conformada por un número finito de tópicos, aunque ordenados y jerarquizados en diferentes combinaciones. Estos tópicos son, en orden de importancia:

1. la delincuencia y la inseguridad
2. la guerrilla,
3. la farándula, las reinas.
4. los accidentes (de tráfico, aéreos ).
5. el narcotráfico.
6. el deporte, reducido exclusivamente al fútbol.
7. los desastres naturales (temblores, deslizamientos de tierra).

En los casos en los que se produjo el mismo número de notas sobre dos temas distintos, damos prelación en la enumeración, al item que -evaluando el conjunto de la información empírica sobre el país- tiene mayor peso en los discursos de los niños.

Si, como vimos en el capítulo anterior, en la percepción de la ciudad cada grupo configura su propia «versión», o arma para sí una ciudad distinta, la mediación de las noticias, en contraste, estructura un «país» con elementos de significación fijos, que se reiteran de un grupo a otro, y reaparecen insistentemente, según puede explorarse en el cuadro presentado.

Sin embargo, hay que registrar que -pese a la repetición de la misma serie finita de temas noticiosos- pueden evidenciarse diferencias de énfasis en asuntos específicos. Esto es indicador de aspectos de la vida social que son más relevantes para unos grupos de niños que para otros; lo cual, por supuesto tiene qué ver con sus circunstancias socio-culturales.

Sorprende, en una primera mirada, cómo en las representaciones de país configuradas por los noticieros tienen un espacio enorme, y son reiteradas con tanta frecuencia, las alusiones a la delincuencia y la inseguridad: aparece el robo de niños, mencionado incluso más de una vez en varios noticieros. Otras situaciones incluídas son robos, atracos a bancos o empresas, asesinatos, secuestros y bombas.

La política -ejemplo revelador- no la incluímos como un tópico específico de esta agenda, porque se reviste de dos connotaciones reduccionistas: Uno, sólo aparece fusionada con el narcotráfico. O sea que éste escamotea o cubre el espacio que podría haber sido destinado a otras referencias al sector político.

Dos, se restringe a las figuras de los políticos -Samper, Pastrana-, lo cual reduce la esfera política a su representación en forma de individuos cuya imagen se hipertrofia con relación al resto de la comunidad. Se «vedettiza» el ámbito en lugar de permitir pensarlo como un campo de actuaciones y negociaciones colectivas.

Ejemplo de esto es que los niños del EB de Pereira al único político que nombran es a Juan Carlos Gaviria, hermano del ex-presidente pereirano, por ser un caso que tuvo repercusiones en el ámbito nacional, y posiblemente porque su secuestro fué ampliamente cubierto por los medios centralizados y regionales, y abordado además con elementos narrativos referentes al drama familiar y personal.

Unicamente en los estratos altos urbanos de Cali y Pereira se plantea que el país es afectado por las decisiones y acciones de sus gobernantes. En el primer caso el presidente Samper, siendo entrevistado, responde que ha renunciado «para que el país no se vaya a la mierda». En el noticiero de Pereira hay una nota en la que accede a la vicepresidencia Carlos Lemos, tras la renuncia de Humberto de la Calle.

Notamos que el ámbito de las decisiones políticas no aparece en los imaginarios de los otros noticieros como un espacio nítido y fundamental cuando se trata de pensar el país. Está ausente en ellos la noción de un sector especializado de los ciudadanos, un gobierno/Estado que decide sobre lo que afectará los diversos grupos de población que conformamos la nación colombiana.

Aún para los estratos altos de Cali y Pereira podemos decir que es débil la presentación en los noticieros de la política como un espacio de debate y decisiones sobre los asuntos de interés público. Como correlato de lo anterior, la función de «mediadores sociales», o de tribuna de encuentro y diálogo público entre los distintos sectores que conforman la colectividad, que debe ser propia de los sistemas de medios democráticos, no tiene lugar en los noticieros de los niños |5|.

En relación con la función de «tribuna pública» de los medios, hay que evaluar cómo lo local no aparece como asunto destacable. La información sobre cada ciudad, lo que interesa y afecta a todos los ciudadanos de manera más inmediata, no es contemplado.

Hay dos excepciones: una, por lo irrelevante, permite confirmar esta omisión de los noticieros analizados, y no es significativa en términos de lo que se va a plantear enseguida: los niños de Zaragoza incluyen una noticia de su entorno, y es que una tractomula mata a un hombre sobre la carretera Panamericana, en la vecina población de Triana.

La segunda es una muy breve entrevista incluída por los niños paeces sobre “no dañar la naturaleza”. En este caso sí abordan un asunto vital para ellos. Sin embargo, la nota se queda en un nivel genérico, no la relacionan con su propia localidad o con los habitantes de Pueblo Nuevo.

Los niños del campo casi no incluyen en los noticieros sucesos referidos a su ámbito cotidiano. Los robos, crímenes, violaciones o tráfico de drogas que narran en sus notas, ocurren en las ciudades, no donde ellos viven.

Su comunidad no es pensada como posibilidad noticiosa, ni aún en el caso de los paeces, quienes con alguna frecuencia han sido objeto de información televisada, a causa de las tensiones ejército-guerrilla en su propio terruño. Durante el período de realización de los talleres, las dos tomas de poblaciones cercanas a Pueblo Nuevo, que causaron bastante destrucción, fueron ampliamente difundidas por los canales nacionales y regionales de TV.

De manera similar, los niños de las ciudades descartan la información local. Estos datos hacen pensar en cómo han aprendido el modelo de noticiero convencional, en el cual el campo ni la ciudad -el territorio real donde el televidente habita y se mueve- aparecen como objeto de debate ciudadano, como espacio de preocupación y diálogo que compete tanto a los sujetos que deciden, como a las audiencias que habitan esos territorios.

Podemos arrojar la hipótesis de si la ciudad y el campo que muestran los noticieros son virtuales, una ciudad y un campo que no son los de «la gente como uno». Que no tiene nada qué ver con los lugares donde el poblador común y corriente de los barrios se mueve, donde él o ella van, donde laboran, los lugares que frecuentan cotidianamente.

El campo y lo local son sustituídos o hechos visibles sólo cuando están fusionados con fenómenos del país que son : «violencia», «inseguridad», «accidentes» «desastres», «contaminación».

Lo local, -sea rural o urbano- lo que es «común a todos», el asunto que podría actualizar la función de los medios como gestores de espacios de encuentro y diálogo sobre las distintas opciones que afectan a los grupos de carne y hueso, no es percibido como posibilidad informativa por los niños.

No puede desestimarse el cambio socialmente muy significativo que han introducido los noticieros de los canales regionales.

Pero aún así, el hecho de que los noticieros diseñados por los niños escasamente le concedieran espacio al debate sobre su propio contexto inmediato, es indicador de los modos como piensan las funciones de las franjas informativas: regidas por lógicas de la novedad, de lo trágico, de los relatos sobre formas extremas de violencia, marginando valores noticiosos como la proximidad con la cotidianidad de las audiencias, o sea, su grado de implicación con lo que la información narra.

Antes de cerrar el análisis de la «agenda pública» instalada por los distintos grupos de niños, haremos algunas precisiones, haciendo referencia -en un ejercicio comparativo- a dos noticieros: el de los niños del EM de Pereira, pertenecientes a una comunidad de clase media- media urbana, y el de Zaragoza, comunidad rural pobre.

Los de Pereira estructuraron su noticiero de la siguiente manera: Un bloque de hechos relacionados con la crisis política del 8000: «cuando el Presidente iba a renunciar», «el Presidente está metido en problemas de mafias», y «Humberto de la Calle ya no es vicepresidente»; también se puede incluír aquí el hallazgo de droga en el avión de Samper; el segundo bloque tiene qué ver con la guerrilla y hechos terroristas: la aparición de la guerrilla en un barrio local, el asesinato de Alvaro Gómez, y un petardo que derribó conexiones telefónicas en Neiva; el tercer bloque hace referencia al robo de niños; y la «agenda pública» es completada con accidentes como el derrumbamiento de un edificio en la galería de Pereira, y también de tránsito, imagen complementada con el tema de los trancones.

En este noticiero observamos referencias bastante al día con los hechos acaecidos durante el momento en el que se realizaron los talleres. O sea, no un saber vago sobre problemas «atemporales» del país, sino datos exactos sobre personajes, lugares y sucesos. Los protagonistas políticos fueron citados con nombres propios.

Para el caso de Zaragoza haremos referencia a los listados de noticias que los niños escribieron individualmente. En contrase con el estrato medio de Pereira que acabamos de describir, su noción de país está esbozada predominantemente por dos «items»: la delincuencia-inseguridad, y los accidentes.

Delincuencia-inseguridad:

-»Capturaron atracadores en Cali»
-»Descubren casa que lava dólares»
-»El grupo Gaula encontró un niño secuestrado»
-»Pusieron bomba en edificio»
-»Un señor se llevó un niño»
-»Secuestran niños y los esconden hasta que los rescate la policía o los padres»
-»Asesinan persona para robarle la plata»
-»Robo en Buenaventura»
-»Cogieron ratero atracando un banco»
-»Estalló bomba en Medellín»
-»En Cali asaltaron un banco»
-»Estalló una bomba, hubo muertos»
-»Hubo un robo en Cali»
-»Roban, matan, violan, asaltan bancos»

Accidentes:
-»Un taxi cogió una niña»
-»Una señora atropelló un niño»
-»Le pegaron un tiro a un niño»
-»Una tractomula mató un profesor de Triana»

Primero que todo, la impresionante lista de hechos trágicos enumerados por los niños deja percibir un desconocimiento de sucesos recientes concretos, que puedan nombrar y relatar, los cuales son sustituídos por nociones generalizadas -y hasta cierto punto clichés- sobre el clima de conflicto de varios órdenes que se vive en el país.

Se trata, más que de «noticias» únicas, de sucesos de frecuente ocurrencia, referidos quizá a diario tanto por los medios como por la gente, y por ello más bien en la categoría de «atemporales» que acabamos de mencionar.

Sin embargo -por otra parte-, no podemos dejar de preguntarnos si esta visión trágica puede ser explicable por su condición de niños que no perciben aspectos positivos y potencialmente esperanzadores, sino más bien los sucesos que «arman» un territorio y una imagen de la vida del país fundamentalmente problemática: la serie de lavado de dólares, tráfico de drogas, niños asesinados o secuestrados, bombas, «rateros», robos, accidentes de tráfico y violaciones que han descrito los niños de Zaragoza es realmente una lectura de Colombia que requiere atención como problema investigativo y como situación humana.

De alguna manera complementario a la imagen que acabamos de describir, y en relación con la percepción que tienen los niños de su lugar en la sociedad, debe registrarse aquí que en Zaragoza incluyeron en los listados de «noticias buenas» escritas por cada niño, un tema indicador de diferencias de este grupo respecto a los otros: la noción de los gobernantes o el Estado como una esfera que debe ofrecer lo que podríamos llamar bienestar social, pero con una connotación particular.

Las menciones fueron las siguientes: «Samper regaló ropa a los niños», «El Presidente Samper nos está ayudando», «Samper dió una ayuda a los colombianos», «Andrés Pastrana regala comida», y «Los médicos alivian a los niños». En estas oraciones se reúnen su autopercepción de sectores excluídos de los beneficios del Estado, con la concepción de una especie de «asistencia social» que remediaría su condición de pobres.

Además de los temas de delincuencia-inseguridad, accidentes y «asistencia social», los otros que aparecieron en los listados de Zaragoza fueron el narcotráfico y la guerrilla, pero con una frecuencia mucho menor: 4 menciones del primero: «Capturaron los jefes del narcotráfico», «La policía cogió turistas con droga en el estómago», «Contrabando de drogas a Estados Unidos», y «Un fiscal de Cali dió penas muy bajas a los Rodríguez».

Las dos alusiones a la situación de orden público y la guerrilla ya fueron citadas antes; «El Ministro Esguerra no quiere despejar Remolinos del Caguán» y «Hay soldados secuestrados en el Chocó». Las notas mencionadas en este párrafo son atípicas dentro del conjunto, y las referidas a orden público y al fallo jurídico sobre los Rodríguez fueron escritas por dos hermanos, uno de los cuales ya hemos explicado que demostró un manejo excepcional de los asuntos informativos.

Sobre los noticieros de los dos grupos rurales -Zaragoza y Pueblo Nuevo- debe registrarse que son más simples, de mucha menor complejidad que los de las ciudades: el número de notas fué menor, y cada nota mucho más breve y sin elaboración.

Posiblemente los niños del campo tengan menos familiaridad con los noticieros emitidos por la televisión porque los ven menos, como es sugerido por el sicodrama de Zaragoza, donde los adultos hacen de la recepción del noticiero un rito especial durante el cual los niños se van de la sala a hacer otra cosa.

Tanto en Pueblo Nuevo como en Zaragoza los dos noticieros producidos evidencian pocas competencias de estos niños respecto del género; y menor reproducción de los formatos convencionales. Un ejemplo de esto es la exclusión de cualquier nota sobre farándula en ambos grupos rurales; cosa que los de las ciudades tuvieron esmero en reproducir; emulando una práctica convencional de los noticieros que se emiten en Colombia hoy, y con más énfasis en los de la mañana.

La información que tienen los niños, un «relato confuso»|6|.

Retomemos la reflexión de G. Rey, en la cual examina la información transmitida y puesta a circular durante el Proceso 8000. Afirma el investigador que en este proceso predominó la lógica de destacar el acontecimiento; a lo que se refiere como «publicidad», equivalente a hacer público algo.

Aunque señala los rasgos positivos de esta publicidad -hacer visible lo que estaba pasando; y a la vez permitir que emergieran ciertos vicios de la sociedad colombiana y de la clase política-; califica al recuento mediático como «un relato confuso que se va construyendo con rasgos provenientes de todos los géneros».

La idea de «relato confuso» encaja admirablemente en nuestra lectura de la información que manejan los niños sobre el país. Construyen versiones de un país en crisis, con problemas agudos que ellos son capaces de nombrar; con una noción de futuro más bien incierta y desesperanzada; pero todo este conjunto es «armado» por los niños de manera caótica y fragmentaria, sin relaciones claras entre hechos, o explicaciones consistentes.

Puede entonces aquí retomarse la evaluación de los medios explicitada por G. Rey teniendo como ejemplo el 8000: la televisión espectaculariza y confunde. Aunque llama él la atención hacia la necesidad de explorar los matices aprovechables; -y no sólo los problemáticos- de la espectacularización.

En el caso de los niños participantes en esta investigación, el desinterés de los sectores medio y bajo; y de los pertenecientes a las comunidades rurales, por el Proceso 8000; contrasta con el extremado interés y emotividad evidenciados en el estrato alto urbano de Cali por estos hechos; y su rechazo explícito y fuerte a la figura del Presidente Samper. G.

Rey ha señalado las diferencias -entre distintos sectores sociales de Colombia- de su percepción del proceso; y llama la atención sobre grupos de ciudadanos para los cuales este problema o no existió; o fué marginalizado como no prioritario frente a necesidades más urgentes.

Así mismo, registra la «saturación informativa» reportada por ciertos grupos. Habla de la «visibilidad del proceso preferentemente entre las clases medias y altas de las ciudades»; y declara la existencia de «severas diferencias entre la caracterización que los medios hacen de los actos del gobierno; y las apreciaciones que de ellos tienen los ciudadanos».

Tales diferencias las remite a los factores de clase social, concepciones político-económicas, y las separaciones entre regiones y centro, entre otros. El tema de fondo que subyace a esta discusión es el de poner en relación el proyecto o proyectos informativos de los medios; con los diferentes procesos de recepción de los grupos de audiencias, socioculturalmente diferenciados.

La televisión parece entonces cumplir débilmente con la función de informar a los niños sobre los procesos de decisión política en el país; hecho que de todas maneras deberá ponerse en relación con la pertenencia de los niños a determinados grupos sociales; y la posición de estos grupos respecto de los sectores hegemónicos y decisorios en los contextos regional y nacional.

Un “país” no globalizado?

Sólo dos de los 8 noticieros tienen notas referidas a información internacional. En el caso del estrato medio de Pereira, sobre la aparición de OVNIS y extraterrestres en una ciudad de E. U. En el noticiero del estrato alto de Cali hay una alusión al viaje- inversión a Marte.

Es significativo que las dos noticias que no tienen qué ver con el país se refieren al universo interplanetario; que ha sido construído y alimentado por las ficciones del entretenimiento audiovisual transnacional.

En el noticiero del estrato alto de Cali sí abundan las alusiones a los Estados Unidos. Los niños mencionan «los viajes de Samper a E.U.»; que «el Presidente ha ordenado poner una bomba en los EE.UU, en la ciudad de Washington»; y también incluyen una entrevista a la esposa del Presidente Bill Clinton.

Estos son indicadores de su «lectura» de esta nación como un referente que tiene peso en las decisiones políticas colombianas. En el listado de noticias escritas individualmente en Zaragoza, hay una mención de los EE.UU; esta vez como lugar de destino del contrabando de drogas.

Sin embargo, las excepciones citadas, y teniendo en cuenta las salvedades que hemos formulado; más bien ponen de presente la escasa sensibilidad de los niños frente a la información internacional. Por una parte; nos recuerda que la cobertura de los hechos internacionales en los noticieros colombianos es extremadamente deficiente.

Por otra nos remite a plantear la pregunta sobre el supuesto papel de «ventana al mundo» que cumple la televisión. Como vemos por los noticieros producidos; las parcelas del planeta por fuera de los límites de la nación no parecen ser relevantes para la mayoría de los niños.

En consonancia con el hecho de que tienden a afirmar que hay mayor violencia e inseguridad en las ciudades más grandes; -los de Pereira nombran a Bogotá y los de Cali a Medellín;- puede decirse que en el ámbito de la información los estratos bajos y medios no compartirían un «imaginario globalizado».

Y en el caso del estrato alto el país es visto como una especie de satélite de los EE.UU. No hay indicadores de que comprendan mínimamente los nuevos bloques de poder; los reagrupamientos de naciones, la conformación de multinacionales, fenómenos éstos con efectos en la economía, en la política; y en otros aspectos de la vida social.

Un dato interesante de evaluar en este contexto es cómo en el estrato bajo de Cali hay dos notas muy breves sobre «una bruja» y «un espíritu»; que aparecen -ambos- en el barrio. Lo citamos por su singularidad, ya que fué el único caso en el que «se filtraron» dos relatos pertenecientes a culturas tradicionales; -mitos populares, oralidad-en el formato del noticiero, claramente interiorizado por los niños como un rito de la modernidad en su lenguaje; temas pertinentes, formas narrativas y velocidad.

La excepción permitió ver cómo el conocimiento del formato del noticiero por los niños, les hizo excluír -autocensurar-; lo no sancionado como «apropiado» a las convenciones del género.

Aunque quizá este dato se pudo discutir en la parte referente a la “agenda pública” del noticiero; que configura los items pertinentes y los no pertinentes; lo incluímos aquí en tanto nos remite a pensar las relaciones entre tradición-modernidad.

Los niños saben con claridad cuáles son las narraciones que el noticiero televisivo permite; porque se adecúan a lo que ya ha configurado las expectativas de las audiencias. Por lo tanto evitan incluir relatos que no se conforman a esa lógica.

La televisión: sin eficacia informativa?

Tomando como fundamento los conocimientos fragmentarios y débiles que -en diferentes grados-; tienen los niños sobre el país y el mundo, enfatizamos varios hechos. Primero, la recepción diferenciada de los sucesos por los distintos grupos; segundo, la necesidad de explorar los nuevos modos específicos de acceder al conocimiento, que la televisión le demanda a los espectadores infantiles; y tercero, la necesidad de insistir en la duda frente a la eficacia per se de la televisión como dispositivo de información y educación.

El potencial informativo y de apertura hacia el mundo no conocido por experiencia directa que tiene la televisión; quizá requiera de la búsqueda de otros lenguajes y formatos que no se agoten en las cifras sensacionalistas o la noticia estilo video-clip sobre hechos insólitos.

Los medios podrían fomentar en los escolares la capacidad de explorar y conocer sus realidades locales, regionales, del país, transnacionales. La televisión debería «conectar» al niño con su sociedad.

Puesto que la infancia es un período clave de definición de valores y comportamientos; los medios pueden propiciar que los niños comprendan, aclaren o tomen partido sobre los asuntos; acerca de los cuales ellos y ellas oyen hablar en la radio y la televisión, ven en los titulares de prensa, o sobre los temas que comentan los adultos que los rodean.

Requiere esto de otras formas de apelar a las audiencias que no sean la fragmentación y la velocidad?. Habría que ensayar modalidades especiales de diálogo con los públicos infantiles?

Los noticieros para niños y jóvenes que se transmiten diaria o semanalmente en algunos países europeos como Holanda, Suecia y Gran Bretaña; quizá podrían aportar algunas luces sobre lo anterior.

Si -como ha escrito Meyrowitz (1986) – los medios electrónicos nos han hecho perder nuestro viejo y cómodo «sentido de localización»; es justamente esta reorganización forzosa de la relación tradicional entre el espectador, el espacio y el tiempo; lo que la televisión tendría que aprovechar para posibilitarnos ver y entender aquéllo que pasa donde y cuando no estamos presentes.

La televisión no tiene «eficacia educativa» por sí sola. Los proyectos pedagógicos deben trabajar estrategias de comunicación con las audiencias infantiles; que posibiliten la interacción con otras instancias sociales mediadoras -familia, sistema escolar, organizaciones comunitarias-; cuya intervención se requerirá para que el potencial educativo de las tecnologías de la comunicación pueda actuar.


|2|. Ver VIRILIO, Paul, “El último vehículo”, en Videoculturas fin de siglo, Madrid: Cátedra, 1990.

|3|. Los dos textos de Germán Rey, en los cuales se centra la argumentación aquí son “Visibilidad y corrupción: los medios de comunicación en el proceso 8.000”, Santafé de Bogotá: mimeo, 1996 y “Política y medios de comunicación en Colombia” Revista Contribuciones 2/1996.

|4|. En “La política bajo el formato televisivo”, Luis Alberto Quevedo plantea “el papel productivo de la televisión en lo que se refiere a la formación de la agenda pública, la construcción de escenarios sociales y políticos, la instalación de cierto debates y la legitimación y deslegitimación de temas y personas”, en SCHMUCLER, Héctor y MATA María Cristina, (Coord.), Política y comunicación, Córdoba, Argentina: Universidad Nacional de Córdoba, 1992, p. 15.

|5|. Ver CURRAN, James, “Mass Media and Democracy: a Reappraisal”, en MC QUAIL, Dennis y CURRAN, James, Mass Media and Society, Great Britain: Edward Arnold, 1992, pp. 82 – 117.

|6|. A partir de este momento del capítulo se destacan elementos analíticos que articulan la reflexión sobre los noticieros a los hallazgos posibilitados por las otras estrategias investigativas utilizadas en la parte referente a “país” (los diálogos, listados y mapas). De tal manera que -aunque estas tesis se expliciten más nítidamente hacia el final, deseamos insistir en que las interpretaciones presentadas comprenden todo el conjunto de los datos descritos en este capítulo.

Lea: El País que Imaginan los Niños

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