Manejo de la Ira en Niños

Manejo de la Ira en Niños

La ira es una emoción que se presenta tanto en niños como en adultos, pero es importante que desde pequeños los padres aprendan a manejar estos episodios de ira y de esta manera los niños gestionen de mejor manera esta emoción que, como lo sabemos, no es fácil de manejar para ninguna persona.

Es importante también entender que no todos los niños responden igual ante una situación, de la misma manera que es imposible que no la sientan; la clave está en aprovechar esos episodios de ira para enseñarles a canalizar, manejar y controlar esta emoción.

 

Guía para Papás: ¿Cómo Manejar la Ira en Niños?

Lo primero es saber identificarla, tanto los padres como los propios niños. La ira se puede manifestar de diferentes maneras, con resentimiento, irritabilidad, agresividad o furia, ante una situación que no les gusta, que les genera enfado o que les provoca frustración.

Un niño puede manifestar su ira de dos formas, la interna y externa. En la forma interna la adrenalina de su cuerpo aumenta, al igual que su presión sanguínea y ritmo cardiaco. La externa, que es la más fácil de identificar se manifiesta cuando el niño tensa los músculos, eleva el tono de su voz hasta llegar a gritar. Un niño durante un episodio de ira puede además de gritar, insultar, golpear, lanzar objetos y romperlos.

Te vamos a compartir 3 pasos para que, como padres, les ayuden a los niños a manejar estos episodios de ira y gestionar sus propias emociones:

1. Mantener la Calma

Los padres, cuidadores o el adulto a cargo del niño deberán mantener siempre la calma ante un episodio de ira. Nunca se debe igualar el comportamiento del niño, es decir, los padres no deben responder ante la ira con más ira. No se recomienda gritar, ni maltratar al niño, tampoco golpear o romper las cosas. Recuerden que el ejemplo es la mejor manera de enseñar.

Entendemos que ante un episodio de ira es difícil controlarse, pero los padres o cuidadores están en la obligación de hacerlo. Nunca se debe confundir con que un padre no pierda la cabeza en episodios de ira con padres permisivos. Cuando los padres logran mantener la calma será más fácil gestionar la ira de los niños.

2. Niños Deben Aprender a Reconocer sus Emociones

Hace parte de la inteligencia emocional que los niños deben aprender, es un proceso que les permite aprender a reconocer sus emociones para que así mismo puedan auto controlarse. Si los padres se enfrentan al primer episodio de ira de sus hijos deberán esperar a que el niño se calme para luego puedan hablar sobre lo que ocurrió. Durante la conversación los padres deben estimular al niño para que explique por qué reaccionó así ante la situación de inconformidad y cómo se siente después del episodio de rabia.

Este paso es fundamental para que los niños aprendan a reconocer esta emoción, especialmente si es la primera vez que la sienten. Cuando el niño aprende a reconocer sus emociones, es más fácil para él hablarlo y de esta manera gestionarlo.

Y es que no se trata de que el niño nunca siento ira o rabia, se trata de que aprenda a controlar sus emociones; a no dejarse llevar por la ira hasta tener rabietas, momentos de agresividad o que llegue a ofender a las personas.

3. Enseñarles a Actuar sin Ira

Lo primero es que entre padres y niños identifiquen qué les provocó la ira, después ayudarles a encontrar maneras sin ira con las que puedan solucionar ese problema. Es ideal que los padres les muestren a los niños las ventajas de solucionar sus problemas sin ira. Y cuando los niños tengan en donde logren controlar su ira los padres deberán reforzar positivamente su comportamiento.

Estrategia del Semáforo para el Auto Control

Se trata de una técnica en la que los niños aprenden a regular sus emociones. El rojo es para parar, el amarillo para pensar y el verde para actuar. Cuando el semáforo está en rojo significa que debemos parar para reconocer nuestros sentimientos y emociones, el tener esa conciencia de la emoción nos permitirá actuar mejor.

Una vez reconocimos la emoción, pasamos al amarillo, es el momento de pensar sobre cuál es la mejor respuesta ante la situación que tenemos en frente y nos genera esta emoción. Luego sigue el verde, es decir, que llegó el momento de actuar, ya con la emoción regulada nuestra acción será mejor.

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