Cómo Afrontar una Enfermedad Grave

Asumir una Enfermedad Grave

Cuando a tí o un miembro de tu familia le dictaminan una enfermedad grave, incurable, el mundo se derrumba. Asumir una enfermedad grave no es fácil, más allá de las complicaciones de la misma enfermedad, la situación personal y familiar cambia de tajo.

Se empiezan a recurrir a más opciones médicas, algunos acuden a las plantas medicinales, medicinas alternativas, rezos, conjuros; todo tipo de posibilidades; porque lo que realmente se quiere oír es que el primer diagnóstico ha sido equivocado.

Muchos, por fortuna, se aferran a algo Superior, aflora la fe. Otros en cambio pierden la fe, acuden a la magia y a un mundo de rituales que lo que hace siempre es empeorar la situación y desestabilizar aún más la parte emocional y económica de la persona y sus familiares; y es que cada uno busca la manera de asumir una enfermedad grave.

Con el paso de los años o por constitución orgánica todos llegaremos algún día a ser pacientes, tendremos que enfrentarnos a alguna enfermedad pasajera o permanente (crónica) que ineludiblemente nos llevará a la muerte. Es por eso que sea lo que nos llegue o diagnostiquen debemos aceptarla como parte de nuestra realidad humana, esto nos ayudará a asumir una Enfermedad Grave.

El dictamen de una enfermedad grave por lo regular conduce al dolor, la desesperación, el desasosiego, a tener miedo o quizás pánico de lo que no se sabe que pasará, al futuro y por supuesto al fin. El pensamiento de la muerte empieza a ocupar un lugar especial en nuestro pensamiento.

Pero, aunque parezca increíble, el dictamen de una enfermedad grave puede llegar a cambiar tanto nuestra actitud, que nos convertirá en los mejores seres humanos; nos podemos convertir en ejemplo de fortaleza, superación y hasta admiración, quien lo diría, podemos alcanzar la verdadera felicidad.

Consejos para Asumir una Enfermedad Grave

Recuerda que puedes sacarle provecho a tu enfermedad, podemos volvernos más fervorosos, unir a través de nuestro diagnóstico a la familia, aprender a ser más responsables de nuestros actos y adquirir la plena madurez de la vida. Muchos son los enfermos que se han convertido en verdaderos ejemplos de vida.

Lo ideal es perderle el miedo a la muerte, afrontándola, casi que retándola; abraza tu enfermedad y aprende de ella; esta actitud positiva puede incluso llevarte a experimentar milagros de vida que ni la misma ciencia puede dar explicación; recuerda que a través de la fe también existe la sanación. Un diagnóstico médico no es una sentencia de muerte, tu actitud frente al problema puede cambiar de plano cualquier diagnóstico.

Otro buen consejo es tratar en lo posible de estar activos; si la enfermedad lo permite es importante que no abandones tus amigos, no te encierres en sí mismo mucho menos “te eches a morir en tu cama”; busca actividades y haz que tu familia te involucre en ellas.

El cine, una buena obra de teatro, un musical, unas ricas onces con tus amigos; todo ello puede convenir para que tengas un esparcimiento diferente a la carga que trae la enfermedad de por sí. Recuerda que la actitud positiva es la salvación tanto para la mente, como para el cuerpo y el espíritu.

Los sicólogos aconsejan que no te alejes de la realidad, habla de tu enfermedad y de tu proceso, tratamientos, inconvenientes, caídas y bajones; pero también habla de cuando te sientes bien optimista, que tuviste una noche sin dolor, que tu medicamento está haciendo efecto.

En fin, involucra a tu gente con lo que estás viviendo, sin hacerte el mártir, sólo vive tu propia verdad con responsabilidad. Aprende a vivir con tu enfermedad, no huyas de ella, mucho menos la ignores; porque eso si conlleva la fatalidad.

Vive la vida que tienes con intensidad, acude a tus buenos recuerdos, fotos, videos, música; sin caer en la nostalgia, ni en la depresión; también es recomendable vivir el día a día con intensidad sin olvidar dar las gracias al Creador por un día más de vida entre los tuyos.

Libérate de los malos recuerdos, de los resentimientos, odios y frustraciones; no es hora de alimentar tu espíritu con lo que te pueda perjudicar aún más.

Si las condiciones lo permiten, lee, escribe un diario de vida; escribe todo lo que sientas y vives; cuéntale a tu gente a través de tus escritos cuánto los quieres; pero también cuando los llames o te visiten habla de cosas positivas, diles que los amas, que estás agradecido con ellos; no guardes tus sentimientos; ellos te lo agradecerán siempre.

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