Sección Editorial: La Imagen del Médico

Es a todas luces preocupante e inaceptable el concepto que expresan algunos medios de comunicación sobre el cuerpo médico, particularmente en lo atinente a su conducta moral y social. Alegremente se tipifican actitudes médicas reprobables en el ejercicio profesional, dando a entender que los hechos presentados son de común ocurrencia en la vida diaria.

Es así como el público televidente observa en casi todas las telenovelas y dramatizados un mal llamado “médico” violador de elementales normas de ética y de decencia profesionales. Valgan algunos ejemplos recientes, tomados al azar. En un caso en el cual el fementido “médico” falta a la verdad desvergonzadamente al sostener ante un marido engañado, que el embarazo de su esposa infiel, era producto de una inseminación artificial lograda con gametos de éste congelados con anterioridad, a sabiendas de que el verdadero padre del nuevo ser no era el burlado paciente. Como paga de esta grave falsedad, la esposa del “médico” recibió complacida un obsequio valiosísimo.

En otra telenovela, después de una lánguida negativa, el personaje que encama al “médico”, cedió ante la presentación de un cheque girado a su favor por una cuantiosa suma, por la cual vendió un certificado falso en materia altamente especializada, al diagnosticar en él una supuesta locura de la madre de dos niñas con el fin de arrebatarle injustamente la patria potestad sobre ellas.

En una tercera serie, era el propio “médico” de la película, animado por un prolongado interés pasional frente a una bella joven recientemente embarazada por otro enamorado furtivo, quien le sugería infructuosa e insistentemente a la paciente a modo de “solución a su problema”, el aborto como el mejor medio para quedar libre de compromisos incómodos.

Similares a los anteriores, son innumerables los libretos imaginados por quienes manipulan la televisión con el ánimo comercial de conseguir amplia sintonía, así sea denigrando en forma generalizada de la ética de una profesión respetable pero irrespetada por libretistas y actores que personifican a médicos indignos.

No es la intención asumir posiciones moralistas a ultranza para preguntarse qué imagen se podrá estereotipar en la mente del público sobre los médicos como gremio, cuando éstos practican o los hacen practicar conductas antiéticas al tiempo que ninguna de ellas merece siquiera una mínima sanción en el desarrollo de la trama escenográfica?

Infortunadamente no es esta la única imagen desestabilizadora de la moral y las buenas costumbres que en mala hora se ha infiltrado en la televisión colombiana y en la de tantas otras naciones del mundo llamado civilizado.

Si en algo pudiéramos contribuir a la deseada e inaplazable moralización de la sociedad, así se trate de hechos irreales, sería absteniéndose de presentar truculencias repugnantes, y si éstas se hicieran imprescindibles por fuerza de los acontecimientos, incluyendo entonces en el libreto la condigna sanción a los infractores, conjurando así la habitual impunidad estimuladora de nuevas y peores infracciones.

Con verdad se ha dicho que la televisión es un excelente medio educativo, informativo, cultural y recreativo, pero en algunas ocasiones también puede ser un factor de desorientación y aun de corrupción, si no se presenta con recta conciencia y autonomía responsable.

Joaquín Silva, M.D.
Editor

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