Cambios Psicológicos y de Comportamiento durante un viaje espacial

Para la NASA, la demencia espacial es otro de los grandes riesgos que sufre un astronauta; la demencia espacial se basa en el estrés y disfunción cognitiva se­cundaria a vivir en un ambiente cerrado y estrecho, con ruido y vibración constante, luz artificial y depri­vación del sueño (25,26), lo que genera un sentimiento de soledad y aislamiento. Esto reitera que un viaje es­pacial es un reto con desafíos de proporciones inima­ginables (27,28).

El desarrollo de un programa de medicina espacial in­tegral, requiere de una infraestructura compleja, siem­pre buscando y resolviendo preguntas de investigación para lograr sostener con vida a los astronautas en el espacio, y sobreponiéndose a los riesgos.

Es un logro contar con la Estación Espacial Internacional por­que se pueden hacer experimentos que resuelven las dudas de los científicos que desean seguir trabajando para conquistar el planeta Marte.

A nivel clínico, los sistemas de alerta y seguridad de los astronautas han venido mejorando de manera significativa y exponen­cial (27), gracias a la experiencia obtenida de misiones previas, y también a los aportes derivados de la inves­tigación, evitando que la fisiología del viajero no se descompense ante las variables que el espacio expone a las células (27,28).

Los expertos e investigadores, teniendo como base los conocimientos en el comportamiento humano, reco­nocen que los problemas y conflictos se pueden pre­sentar en una misión espacial, por el hecho de que los astronautas son seres humanos con emociones y com­portamientos que no excluyen la apatía y empatía entre grupos de personas.

Sin importar cuán seleccionados y entrenados estén, las interacciones sociales pueden tener cambios y alteraciones comportamentales que predispongan a estrés en un viaje espacial (29,30). Alteraciones de la masa corporal en el viaje espacial

Proble­mas de comportamiento

Un informe de comparación que se desarrolló con los capacitados astronautas versus personas con una vida rutinaria, señala que una tasa de incidencia de proble­mas de comportamiento va para ambos grupos, desde un 3 al 13% por persona /año.

El informe transpone estas cifras a grupos de 6 y 7 personas (31), que pueden considerarse capaces de desarrollar una misión espa­cial; esto no excluye que en el espacio exterior, entre la tripulación que viaja, no haya probabilidades signi­ficativas de sufrir un trastorno del comportamiento y problemas psiquiátricos emergentes pos estrés y deprivación del sueño (32).

El programa de investigación humana de la NASA (HRP Human Research Program), tiene como obje­tivo minimizar e identificar los impactos de los pro­blemas de comportamiento de manera temprana para evitar riesgos en los viajes espaciales por medio de tecnología de monitoreo médico.

Para ello, ha creado programas pedagógicos entre astronautas a fin de evi­denciar, desde la base terrestre, si hay cambios fisioló­gicos que indiquen deterioro en el rendimiento y estrés fisiológico no compensatorio (31).

El programa de investigación humana debe propor­cionar las mejores medidas y herramientas para mo­nitorear y evaluar el estado de ánimo y predecir el riesgo de un astronauta a nivel psicológico.

Ello a fin de manejar las condiciones psiquiátricas y de compor­tamiento, antes, durante y después del vuelo espacial, que desaten una catástrofe y deterioro psíquico de un viajero espacial, lo que se demuestra bajo patrones de señales cerebrales y marcadores biológicos en aumen­to y que son específicos de indicación de estrés psico­lógico (31, 32, 34).

Evaluación clínica a los astronautas

Para disminuir los problemas de estrés psicológico, se filtran a los astronautas, desde la evaluación clínica e histórica de predisposición familiar, con un míni­mo de 3 generaciones atrás, que no tengan trastornos psicológicos y psiquiátricos de desarrollo endógeno o genético; esto con el objetivo de evitar el aumento de factores de riesgos psicológicos que lleven al fracaso de una misión espacial, al no contar con personal ca­pacitado que pueda afrontar decisiones difíciles, sin alterar su comportamiento a estados de auto destruc­ción (31 34).

La salud psicosocial de los astronautas ha sido una preocupación durante más de una década. Importan­tes estudios identificaron como requisito, abordar los factores humanos (emociones, necesidades psicológi­cas, sexuales, sociales) en la selección, entrenamiento y soporte para los vuelos espaciales (34,35).

Durante misiones prolongadas dentro de órbita, la provisión de apoyo en vuelo a los miembros de la tripulación, es una contramedida importante para es­tabilizar el estado emocional y asegurar un bienestar óptimo (36), además de mantener un contacto cercano entre la tripulación y la Tierra. Para este propósito, se confía el avance tecnológico en métodos de comuni­caciones entre espacio exterior y Tierra, que deben ser efectivos en las transmisiones de audio y video.

La li­mitada atención médica o de asesoramiento en el sitio, enfatiza la necesidad de tener disponibilidad de una consulta precisa de telemedicina o telepsicología, en un viaje espacial de larga duración (3, 36).

Entre los riesgos de alteración comportamental en el espacio, se presentan los siguientes problemas: trastor­nos del ritmo circadiano, cambios de personalidad con emociones negativas y alteraciones fisiológicas que predisponen al estrés emocional.

También se presen­tan complicaciones relacionadas con la falta de adap­tación a la microgravedad, a las rutinas repetitivas y la dificultad para alimentarse en ausencia de gravedad.

El viaje y las alteraciones físicas

Se deben agregar y, sin dejar de lado la falta de auto­nomía en un espacio cerrado, los irritantes personales que se pueden presentar en el viaje y las alteraciones físicas que se ven reflejadas en el cuerpo de un astro­nauta al estar fuera de la Tierra como en el caso de pérdida de la masa muscular, estiramiento de la co­lumna vertebral, aumentos de presión arterial, atonía muscular, fatiga o monotonía.

Igualmente, los factores culturales y organizativos, las cuestiones familiares e interpersonales con la conexión de factores ambienta­les y todos los riesgos mencionados, son las variables que pueden alterar una psiquis y llevar a una posible demencia espacial de la cual aún se desconocen exac­tamente sus causas (36).

La lista aumenta cuando se habla de factores de estrés en vuelos espaciales de larga duración, tales como: demanda de trabajo, eventos y retos impredecibles, aislamiento, falta de información o malas noticias de casa, lejanía, fenómeno de rompimiento, aburrimien­to, tiempo libre prolongado (ociosidad), síndrome de adaptación espacial, condiciones adversas dentro de la cápsula (contaminación, ruido, temperaturas ele­vadas, poder insuficiente, etc.).

También se encuen­tran alteraciones de la fotoperiocidad, fatiga y ritmo circadiano, cambio de turnos, preocupación psico­lógica por presencia de efectos adversos (radiación, cambios cardiovasculares, osteoartromuscular, endo­crinos, inmunológicos y cognitivos), preocupación por falla en equipos, accidentes y rendimiento físico inadecuado (3).

Pero no todo es negativo, pues hay aspectos positivos en los vuelos espaciales que contribuyen a los resul­tados de propiciar una buena salud y comportamien­to en los astronautas.

Así por ejemplo, el trabajo en equipo, el dar y recibir apoyo social o las responsabi­lidades de liderazgo, continúan siendo benéficos para el desarrollo y la construcción, tanto del comporta­miento estable como de la estructura psíquica de un astronauta (36).

La depresión y los astronautas

La edad promedio de inicio de la depresión para las personas que no tienen antecedentes familiares, es de 41 años; por lo tanto, los astronautas que nunca han experimentado depresión, no son inmunes a su desa­rrollo.

La edad de los candidatos para ser astronautas oscila, en su selección, entre los 26 y 46 años. En el período comprendido entre 1989 y 2003, la edad pro­medio de los astronautas que fueron seleccionados fue de 36,5 años. Es importante tener en cuenta que la de­presión podría ocurrir en cualquier fase de la carrera y edad de un astronauta.

Además, los reportes de 1985 emitidos por la agencia espacial, determinan que los problemas de comportamiento que ocurren durante el vuelo espacial, a menudo no terminan cuando la mi­sión finaliza y pueden persistir con notables efectos al regresar al planeta (36).

El Manual Diagnóstico y Estadístico de trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés) define un trastorno mental como: “Un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa en la cog­nición, regulación emocional o comportamiento de un individuo que refleja una disfunción en los procesos psicológicos, biológicos o de desarrollo subyacentes”. Las condiciones agudas o crónicas que se presentan durante el vuelo espacial, pueden llevar al desarrollo de un trastorno psiquiátrico (36).

Por otra parte, los factores de estrés en el espacio exte­rior se experimentan simultáneamente, por lo que hay muchos factores de riesgo que pueden inducir cambios de comportamiento.

Astronautas al volver al planeta Tierra

Al volver al planeta Tierra, las modificaciones en el comportamiento se tornan posi­tivas, los astronautas se vuelven muy animados y con sentimientos de solidaridad internacional; así mismo, desarrollan mayor simpatía por todos los pueblos y un compromiso de hacer cosas benéficas, así como preo­cupaciones por el destino de la humanidad.

A ello se suma, que los seres humanos que han viajado al espa­cio exterior, adquieren la convicción de ser ciudadanos del mundo y que la Tierra es un solo hogar para toda la humanidad (36).

En vista de los hallazgos realizados en materia de comportamiento humano, se desarrolló un plan de investigación totalmente integrado para abordar tres factores de riesgo de alta prioridad que afectan la salud y el rendimiento de la tripulación; se cree que están relacionados de manera sinérgica: la radiación espacial (34), el aislamiento, y la exposición a la microgravedad en misiones de larga duración.

Por lo tanto, los ante­riores tres riesgos se combinaron en un enfoque inte­grado denominado “Plan de Investigación Integrada”, en el que se analizaron los efectos agudos en vuelo y que afectan al sistema nervioso central (38).

La falta de gravedad repercute notablemente en el sis­tema neurovestibular, el cual es regulador de la orien­tación y del equilibrio. Su disfunción genera los sín­tomas propios de la cinetosis espacial y afecta al 40 y 50% de los tripulantes.

Su incidencia sería aún más elevada en los tripulantes, de no recurrir a la adminis­tración de medicación anticinetósica.

A diferencia de la cinetosis terrestre, la cinetosis espacial se caracteriza por los síntomas siguientes: malestar general, anore­xia, letargia y cefalea. La actividad fuera del vehículo espacial no genera nuevos síntomas (3).

Cinetosis espacial

La evidencia indica que los factores estresantes inclu­yen la gravedad alterada, la pérdida de sueño por más de 18 horas fuera del rango de normalidad de un as­tronauta, la exposición a la radiación, el aislamiento y confinamiento (39).

Todo esto puede llevar a la des­regulación de la estructura del cerebro y su micro en­torno, creando una función desequilibrada de las redes neuronales y gliales, sin olvidar la fisiopatología que se genera en neurovasculatura, debido a la falta de gra­vedad y la búsqueda de compensación de los líquidos del cuerpo (36).

La exposición a la microgravedad altera la distribución de los líquidos corporales y el grado de distensión de los vasos sanguíneos craneales; estos cambios pueden ocasionar remodelamiento estructural y modificar la autorregulación cerebral (3, 36,39).

Los vuelos espa­ciales inducen cambios en el líquido cefalorraquídeo, lo cual puede ocasionar un aumento en la presión in­tracraneal (PIC), en la presión del líquido cerebroes­pinal, la presión intraocular (PIO) y también generar síndrome de adaptación espacial y pérdida de la agu­deza visual. Lo anterior, supone factores de riesgo y predisposición a desencadenar cambios de compor­tamiento y desorientación en una misión de corta o larga duración (3).

Todo esto logra afectar negativamente el rendimiento de la tripulación, alterando por ejemplo, el rendimien­to de un astronauta, quien depende del tiempo de reac­ción y de la memorización de los procedimientos que debe repetir (40, 41, 42).

Los cambios antifisiológicos que puede sufrir un tripulante en el sistema nervioso central, son la fuente de estudio avanzado de la agen­cia espacial para cuidar y evitar que aumenten los ries­gos y daños a nivel cerebral (3).

Arquitectura de las redes cerebrales

Los algoritmos biológicos en la investigación compor­tamental de los proyectos de la NASA, se basan en la arquitectura de las redes cerebrales que se encuentran en reposo y, a su vez, son patrones de conectividad que surgen durante la ejecución de diversas tareas (36,43), siendo guías para cuantificar y cualificar en programas de computación desde la Tierra.

Con ellos se tiene la probabilidad de disminuir los márgenes de error que se pueden presentar en un comportamiento negativo o riesgo psíquico, que no dejan de ser estados relativos en el desarrollo de una tarea bajo presión psicológica y fisiológica (39); se recurrirá a médicos y especialistas para evaluar «estados de reposo y de actividad neuronal» que logren predecir el buen y mal rendimiento de la memoria de trabajo de un astronauta, para ejecutar herramientas y decisiones que no cambien el curso de la misión; en otras palabras, se busca reducir el error humano en las acciones de un viaje espacial, por me­dio de análisis y evaluación de las ondas cerebrales (42,44).


1 Licenciada en Biología. M.Sc. Fisióloga. Profesora Asociada, Departamento de Ciencias Fisiológicas, Universidad del Cauca. Popayán, Colombia.
2 Bacterióloga. Esp. Educación. Maestría en Salud Pública. Candidata a doctorado en Antropología médica. Profesora titular de la Universidad del Cauca. Popayán, Colombia.
3 Médica Interna. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Medicina. Corporación Del Laboratorio al Campo (DLC). Grupo de Investigación en Salud (GIS). Popayán, Colombia.
4 Enfermera Profesional. Universidad del Cauca, Facultad de Ciencias de la Salud, Departamento de Enfermería. Grupo de Inves tigación en Salud (GIS). Popayán, Colombia.

5 Médico Interno. Universidad del Cauca, Facultad de Ciencias de la Salud, Departamento de Medicina Interna. Corporación Del Laboratorio al Campo (DLC). Grupo de Investigación en Salud (GIS). Popayán, Colombia.

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