Alteración Cardiovascular en el Espacio

A nivel cardiovascular se desarrolla un estado de di­sautonomía, atrofia cardiaca, alteraciones iónicas en los sistemas de células cardiacas y cambios en la con­ducción cardiaca, que predispone al fenómeno de T alternante en el electrocardiograma; además, incre­menta el riesgo de arritmias malignas y disminución en la densidad capilar, en especial en los músculos de las extremidades inferiores, alterando la redistribución sanguínea a nivel corporal (13, 14).

Según la evidencia científica en vuelos espaciales, la preparación física es fundamental, debido a que sur­gen cambios en el sistema cardiovascular reversibles a corto plazo e irreversibles a largo plazo, desarrollados por la exposición a velocidades extremas, fenómenos de desaceleración, aumentos de fuerza de gravedad y estados de reposo sin gravedad en un viaje espacial de exploración y reconocimiento.

Estos cambios in­crementan el riesgo de padecer una enfermedad car­diovascular y se representan con la disminución de la distensibilidad de la arteria carótida interna y externa, la disminución de la masa ventricular del corazón, las alteraciones en las cifras tensionales y el aumento de procesos celulares y moleculares inflamatorios en las capas ateroescleróticas de las arterias cardiacas, tras la exposición a la radiación ionizante (13,15).

Aunque se reconoce la existencia de estas alteraciones, aún no se tiene claro cuánto es el tiempo de exposición mínima que puede tolerar un astronauta en el espa­cio, sin comprometer o llegar a estados irreversibles de cambios o fenómenos patológicos a nivel cardiovascu­lar y de envejecimiento celular (13,14). Comportamiento durante un viaje espacial

Misión espacial

En una misión espacial que perdure más de 6 meses, el corazón se vuelve más pequeño y disminuye el volumen sanguíneo del 15 al 20% (3,17); según algunos estudios, la disminución en el tamaño se debe a la atrofia muscu­lar generada por la ausencia de gravedad y el cambio en el volumen sanguíneo que este maneja (17, 18).

Existen además dos datos clínicos muy evidentes: las venas de la cara, el cuello y los antebrazos aparecen siempre dilatadas, y los pulsos arteriales de las extre­midades inferiores disminuidos, al estar en ingravidez.

Por último, en una investigación realizada reciente­mente en la Estación Espacial Internacional, se ha de­mostrado que durante la permanencia en el espacio, se produce un engrosamiento que va del 10 al 15% de las capas íntima y media de las arterias carótidas y femo­rales; este incremento de la pared de las arterias men­cionadas, desaparece cuatro días después de regreso a estados gravitacionales normales, como en el caso del regreso al planeta Tierra (14, 17,18).

La asociación entre altas dosis de exposición a la ra­diación y daño cardiovascular, están bien establecidas en los análisis de los estudios mundiales y comparacio­nes que hace la agencia espacial.

Cuando se toman los datos de pacientes que se han sometido a radioterapia para los cánceres primarios de cabeza, cuello y regio­nes mediastínicas, se ha demostrado la existencia de mayor riesgo de daño cardíaco y vascular a largo pla­zo, inducida por la radiación en la Estación Espacial Internacional (15,18).

Protocolos de seguridad de la NASA

Por lo tanto, se sabe que los protocolos de seguridad de la NASA en la creación de trajes y naves, garan­tizan la capacidad de aislar en un mayor porcentaje la radiación a la que se expone el cuerpo humano en el espacio exterior, permitiendo la reducción de enfermedades cardiovasculares y oncológicas en los viajes espaciales (13, 14,16).

El traje antigravedad consta de vejigas inflables en las piernas y el abdomen, y de prendas de enfriamiento líquido por las cuales circula agua enfriada termoe­léctricamente que se distribuye a través de una red de tubos que cubren el cuerpo.

Estos trajes ofrecen pro­tección cardiovascular transitoria mediante el apoyo a la presión arterial, limitando los aumentos en la fre­cuencia cardiaca. Sin embargo, está claro que aún no se ha logrado aislar totalmente la radiación a la que se expone un tripulante que sale fuera de la atmosfera a la Estación Espacial Internacional, a pesar de que la ingeniería no cesa en la búsqueda de métodos de protección para los astronautas.

Con todo, es válido afirmar que los métodos actuales de protección de un astronauta son eficaces de acuerdo a los descubrimien­tos y avances que hoy se tienen, para reducir y proteger los cambios que sufre una célula en el espacio exterior (13, 16).

El Programa de Vigilancia de la Salud de los Astro­nautas en el Centro Espacial Johnson de la NASA, comparó una cohorte de astronautas, con un modelo de análisis de regresión logística para evaluar la aso­ciación de la radiación espacial y la mortalidad por enfermedad cardiovascular y oncológica.

Estación Espacial Internacio­nal

Dicho análi­sis no fue significativo, debido a que del grupo selecto de astronautas, solo un pequeño número se enfrenta realmente a las mismas condiciones del espacio, lo que hace incomparable cuando se evalúa el grupo de astronautas capacitados que nunca llega a exponerse a dichas condiciones en la Estación Espacial Internacio­nal; aunque poseen criterios de selección al haber falle­cido o sufrido enfermedades cardiovasculares y oncológicas, se necesitan más estudios para obtener datos con mayor afinidad a los cambios y riesgos que sufre el cuerpo al estar fuera del ecosistema terrestre (16-19).

Por lo anterior, los datos obtenidos no son válidos para determinar si la radiación espacial crea un mayor número de padecimientos por cáncer o no, pero sí se puede ver el aumento de mortalidad por fenómenos cardiovasculares en todos los astronautas entrenados y expuestos en misiones a la Estación Espacial Inter­nacional (17).

El ajuste del estudio reporta que son 10 veces más altos los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares al ser astronauta (16-19).

El desacondicionamiento cardiovascular que se pre­senta en los vuelos espaciales incluye la disminución del volumen sanguíneo circulante, disminución de la presión arterial diastólica y disminución de la masa muscular del ventrículo izquierdo.

Estas alteraciones dependen del tiempo de exposición a un ambiente de microgravedad y pueden ocasionar mareos, taqui­cardia, palpitaciones, o reducción de la capacidad de ejercicio. Las arritmias no se presentan habitualmente durante o después del vuelo (3, 16).

La manifestación más inmediata y molesta en un re­torno a la Tierra, es la intolerancia ortostática pos vue­lo (PSOI; spaceflight orthostatic intolerance).

Into­lerancia ortostática posvuelo

La into­lerancia ortostática posvuelo es causada por perfusión insuficiente del cerebro y se presenta como síncope o presíncope (mareo, vértigo, sudoración, presión arte­rial sistólica por debajo de 70 mm Hg), aumentando los riesgos de sufrir un evento adverso patológico en el sistema cardiovascular de un piloto espacial (3).

En uno de los proyectos que posee la NASA para eva­luar las posibles alteraciones y riesgos cardiovascula­res, tienen como modelo experimental a un gemelo que se quedará en la Tierra y otro que saldrá al espa­cio, ante ello, se genera una hipótesis primaria, debido a que el proyecto aún está en proceso de recolección de datos (20).

La predicción de los investigadores, en la comparación del gemelo terrestre versus el gemelo que experimenta el viaje espacial, muestra que el estar fuera del ambiente terrestre aumentará los biomarca­dores, demostrando que el estrés oxidativo y daño inflamatorio en la función arterial, es progresiva en el espacio exterior y consecuente al regresar a la tierra; las propiedades biofísicas del cuerpo para adaptarse y generar reparación a los daños tisulares, se verán refle­jados en los aumentos de factores de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en edades avanzadas, que ya antes en los estudios previos de la Estación Es­pacial Internacional se han publicado (21).


1 Licenciada en Biología. M.Sc. Fisióloga. Profesora Asociada, Departamento de Ciencias Fisiológicas, Universidad del Cauca. Popayán, Colombia.
2 Bacterióloga. Esp. Educación. Maestría en Salud Pública. Candidata a doctorado en Antropología médica. Profesora titular de la Universidad del Cauca. Popayán, Colombia.
3 Médica Interna. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Medicina. Corporación Del Laboratorio al Campo (DLC). Grupo de Investigación en Salud (GIS). Popayán, Colombia.
4 Enfermera Profesional. Universidad del Cauca, Facultad de Ciencias de la Salud, Departamento de Enfermería. Grupo de Inves tigación en Salud (GIS). Popayán, Colombia.

5 Médico Interno. Universidad del Cauca, Facultad de Ciencias de la Salud, Departamento de Medicina Interna. Corporación Del Laboratorio al Campo (DLC). Grupo de Investigación en Salud (GIS). Popayán, Colombia.

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