El Mundo: Ámbito Imaginario de los Niños

Maritza López de la Roch

Michael Jackson es un mutante solitario, pre-cursor de un mestizaje perfecto en tanto que universal, la nueva raza de después de las razas. Los niños actuales no tienen bloqueo respecto a una sociedad mestiza: es su universo y Michael Jackson prefigura lo que ellos imaginan como un futuro ideal.

A lo que hay que añadir que Michael Jackson se ha hecho rehacer la cara, desrizar el pelo, aclarar la piel, en suma, se ha construido minuciosamente: es lo que le convierte en una criatura inocente y pura, en el andrógino artificial de la fábula, que, mejor que Cristo, puede reinar sobre el mundo y reconciliarlo porque es mejor que un niño-dios: un niño-prótesis, un embrión de todas las formas soñadas de mutación que nos liberarían de la raza y del sexo. (Te invitamos a leer: Introducción: Los Niños Como Audiencia)
Jean Baudrillard
La trasparencia del mal

EL MUNDO ES REDONDO Y TIENE MUCHOS CANTANTES

Suministrándoles una variedad de revistas informativas (Semana, Cambio 16, Alternativa, Muy interesante, Geo Mundo, Summa Internacional); femeninas, (Vanidades), de farándula (Aló, TV y novelas), y ecológicas que mostraban naturaleza y animales; los niños crearon composiciones gráficas hechas con recortes, a través de las cuales ellos debían representar «el mundo», y también escribir algunas ideas breves que acompañaran las fotografías.

En los casos de Zaragoza y Pueblo Nuevo, se les dieron además ilustraciones de niños y familias de la etnias negra e indígena; y también dibujos de paisajes rurales semejantes a su propio habitat |1|.

Los niños paeces estaban como maravillados viendo tantas revistas juntas. Las miraron y remiraron un rato antes de permitirse recortarlas. Mostraron mucho interés y entusiasmo por la actividad. En seguida les fueron entregadas fotocopias a color, fotografías y dibujos de indígenas paeces y guambianos, que les encantaron a los niños.

Manifestaron sorpresa y alegría al reconocerse en estas ilustraciones, y expresaron frases de identificación como «Mi papá es guambiano»; y «Esas niñas son paeces, como nosotras». Varios colorearon laboriosamente algunos de estos dibujos de indígenas, y los pegaron en la cartulina.

Veamos cómo quedaron las composiciones gráficas definitivas; 5 de los 10 niños del grupo organizaron una representación basada exclusivamente en lo que podríamos llamar su mundo propio; que se asemeja a su geografía rural, y poblado por indígenas como ellos. Dos niños de esta mitad que describió su entorno recortaron y pegaron fotos del ejército.

Ya hemos explicado que hay presencia militar -guerrilla y ejército- en la zona del resguardo donde habitan los niños; así que ésta es una realidad cotidiana para ellos. Una niña, que se contaría como la sexta de este conjunto endógeno, combinó cantantes juveniles con tecnología (cámara fotográfica y computador); más una foto sonriente de Sofía Loren. Sin embargo, tuvo buen cuidado de incluír dos ilustraciones de adultos indígenas.

En contraste, el conjunto de los 4 restantes se comportó como sigue; 3 niñas recurrieron predominantemente a las iconografías del dibujo animado y la cultura audiovisual masiva. Ninguna escogió nada que hiciera alusión a su etnia o territorio.

Una de ellas seleccionó ilustraciones de un grupo musical juvenil, de Pinocho, un billete de diez mil pesos, y fotos de niños urbanos racialmente diferentes; y escribió: «Pegué esto porque son niños y cantantes de otras partes del mundo».

Lo único que la retornó a su origen fué una casita anaranjada que ella misma dibujó en una esquina. De manera similar, las otras dos niñas también eligieron fotos de cantantes -otro grupo de jóvenes y Carlos Vives- mezclados con figuras de animales, un payaso y un fantasma, caracterizados por los rasgos simples y colores planos de la animación convencional.

En un tercer subgrupo situaríamos al niño que usualmente pasa vacaciones en Cali, quien armó su «collage» únicamente con representaciones de escenarios sofisticados de ciudad y playas.

El relato sobre los paeces nos sirve para explorar el alcance y la complejidad de la mirada, la percepción y el imaginario de los niños. Como formula la cita de Berger y Luckmann ya mencionada en el primer capítulo, el sujeto experimenta la vida cotidiana en grados diferentes de proximidad y alejamiento.

Lo más próximo es el mundo en el que actúa, accesible a su manipulación corporal, pero la realidad no se agota en las presencias inmediatas, sino que abarca fenómenos que no están presentes aquí y ahora.

Esas maneras diferenciadas de percibir lo cercano y lo no aprehensible por experiencia directa, es lo que hemos buscado explorar con los niños, en el esfuerzo de precisar con ellos cómo intelectiva y sensiblemente, le dan forma a los diferentes lugares sociales llamados «barrio», «ciudad», «país» y «mundo».

Brillan los héroes y heroinas transnacionales, en contraste con una televisión que no logra explicar el país.

Hacemos a continuación una presentación de los elementos destacables en las composiciones de los otros grupos urbanos, y de Zaragoza. «El mundo» que los niños construyeron gráficamente fué descrito a la medida de sus deseos y sueños.

Si las imágenes mentales del «país» consisten en una “agenda” de percepciones negativas -reiteradas día a día por la radio y la televisión- en el caso del «mundo» el imaginario infantil parece configurado por un procedimiento que combina lo visto y lo vivido con lo no presente.

Pero la experiencia directa pierde centralidad, el niño intenta no constreñir el mundo a lo que él o ella conocen, y entonces apela a la ensoñación para imaginarlo, para tratar de armar, con algunos trazos, esa abstracción inabarcable.

En ese «mundo» según los niños cognoscible por «viajes en avión para los que se necesita mucha plata», los discursos e imágenes de los medios se tornan una realidad intensa, verosímil, evidencia incuestionable.

Es un mundo que no está al alcance de la mayoría de los niños, pero pueden verlo a través de las fotografías de revistas o prensa, de los anuncios publicitarios impresos, y de las imágenes televisivas, todo lo cual contrasta con las representaciones escolares del «mundo es grande y redondo», y las abstracciones de los mapas territoriales que algunos grupos de niños -minoritarios- han interiorizado también |2|.

En las composiciones gráficas predominan mayoritariamente dos elementos: la farándula, y las aspiraciones hacia determinados bienes. Al segundo tema nos referimemos más adelante. En los gráficos, donde cada niño armó y escribió su versión de «el mundo», se destaca la selección de figuras de la farándula nacional y transnacional.

La niña de estrato popular que pega una silueta de Amparo Grisales y debajo le escribe «mamá», siente quizá, como ha dicho Beatriz Sarlo, que las estrellas están revestidas del aura de lo extraordinario, pero que -a la vez- «el público las percibe como familiares porque se dirigen a él cara a cara, saben de sus vidas privadas, sienten con ellas cierta proximidad ideológica y de sentimientos».

La televisión, establece esta autora, gesta una especie de cultura común: es espacio mítico, pero también espacio próximo |3|.

Los grupos de cantantes aparecen frecuentemente, ya sea acompañando imágenes de la tecnología, los edificios que representan las ciudades «modernas», o el campo del resguardo indígena. La industria disquera y sus significados afectivos, el gusto por las músicas masivas, más las imágenes seductoras de los cantantes en escena, tienen un lugar central en la sensibilidad de los niños.

El mundo que construyen la mayoría está poblado por las figuras de la televisión, del disco y de la publicidad. Esta «marca» está presente en las composiciones de un número significativo de niños, predominantemente de los estratos populares, pero es también un rasgo de los otros estratos.

Tal «constelación», aislada de otras, se organiza de manera muy fuerte, se vuelve un referente que escamotea los demás «mundos» que el niño pueda articular. Es pertinente entonces insertar aquí la reflexión de García Canclini, cuando se pregunta «¿Dónde reside la identidad, con qué medios se le produce y renueva a fines del siglo XX?» |4|.

La farándula condensa los atributos no sólo de los héroes y heroínas del imaginario infantil, sino que se inscribe dentro de la estética peculiar de la televisión: Es la adhesión de los niños no únicamente a un conjunto particular de personajes, sino a una experiencia estética que les da forma y color, que los cuenta, que los hace actuar, que los espectaculariza, y dentro de la cual ejercen su seducción. La farándula es indisoluble de su materialización mediática.

La constelación de la farándula se integra a las representaciones estereotipadas de belleza femenina y masculina puestas en circulación por la publicidad, la televisión y el cine.

Las composiciones gráficas demuestran que las citadas imágenes conforman las fisonomías ideales de los niños, y también lo que Rosa María Alfaro y Sandro Macassi (1995) han denominado su «erotización temprana».

Esto se hace evidente en los gráficos de los niños urbanos de todos los estratos, y también del grupo rural afrocolombiano, y está casi totalmente ausente en las selecciones de figuras humanas de los niños paeces. Los niños del estrato alto de Cali organizaron sus composiciones con abundantes ilustraciones que podríamos adjetivar como eróticas.

Lo que -en el contexto del taller- interpretamos como un intento de ser algo irreverentes, y de introducir un elemento que fuera a la vez divertido y jocoso, también deja ver la centralidad de este aspecto en su subjetividad |5|.

Es necesario señalar aquí que los niños de la comunidad afrocolombiana no seleccionaron imágenes de niños o adultos negros para armar sus representaciones del mundo. Sólo una niña recortó una ilustración de un almuerzo grupal donde una madre y un niño eran negros. Escribió debajo de la litografía : «Una familia unida», signo que llamó prioritariamente su atención, quizá más que la evocación de su propio grupo étnico.

|1|. Enumeramos las revistas utilizadas, aunque la oferta varió en cada taller. Lo que sí se mantuvo como constante fué suministrar varios títulos de cada tipología de revistas: informativas, femeninas, de farándula y ecológicas.
En lo correspondiente a mundo, nuestra indagación utilizó 4 actividades de los que damos cuenta en esta parte del texto: composiciones gráficas, listados-cuestionarios sobre personajes y sucesos, un diálogo pre-esctructurado, y un juego sencillo para que los niños hablaran sobre sus aspiraciones. Cada actividad está descrita en el anexo correspondiente.

|2|. Excepción notoria de lo anterior la constituyen los niños paeces, como se ha explicado. Allí hemos encontrado que la mayoría -6 de los 10- se adhieren a una «imagen» del mundo que se funda en su propio entorno.

|3|. SARLO, Beatriz, Escenas de la vida postmoderna, Buenos Aires: Ariel, 1994.

|4|. GARCIA CANCLINI, Op. cit., capítulo 5 de la segunda parte: «Las identidades como espectáculo multimedia»

|5|. ALFARO Rosa María y MACASSI, Sandro. Seducidos por la tele. Huellas de la televisión en padres y niños. Lima: Calandria, 1995

Lo nuestro y «lo otro»

La aparición de la farándula también tuvo su expresión en los listados de personajes internacionales, similares a los del país, sobre los que fueron preguntados los niños: si los conocían y cómo -por qué fuente- supieron acerca de ellos |6|.

Sólo 2 nombres y una palabra, fueron reconocidos por todos los grupos, desde el estrato alto de Cali hasta los Paeces del resguardo indígena del Cauca: Los primeros, Michael Jackson y Claudia Schiffer. Ella hacía algunas semanas había visitado a Colombia, participando en desfiles de modas y comerciales de TV, y concediendo varias entrevistas televisadas.

La palabra que también todos sabían, era «el carrapicho». La capacidad de recordación de los niños del cantante y la modelo, y también del nombre del baile citado, rodeados todos de un «aura» configurada por los elementos de estética y placer de lo «light», contrasta con el modo como para la mayoría no es «visible» la figura de Alfonso Valdivieso, el ex-fiscal, o la de otros personajes de la escena nacional y mundial, que también aparecen en los medios masivos con frecuencia.

En sintonía con lo anterior, Carlos Vives y Shakira son recordados -no en referencia a un «territorio» simbólico que se siente cercano, sino en tanto han sido construídos y relanzados en múltiples «textos» auditivos, visuales, gráficos, audiovisuales.

Esta reiteración es posibilitada no por el hecho de ser «colombianos» y tener a su disposición la radio, la prensa y la televisión de este país, sino por un motivo rotundamente distinto: como ya no «pertenecen» al ámbito nacional, sino a la esfera deslocalizada de la «world music», es por ello que reaparecen incesantemente en distintos circuitos, y a través de esas reapariciones se «labran» en el imaginario colectivo.

Los niños han visto a Shakira en el comercial a favor de la vacunación, pero también las notas frecuentes sobre los conciertos en Viña del Mar, los Estados Unidos y otros países, las numerosas entrevistas, los relatos sobre sus romances, y a los 8 o 10 años copian a mano diligentemente sus canciones, pegados a una grabadora de anticuados cassettes o a un equipo de sonido para CD´s |7|».

Así es que, aunque la investigación separó en listados diferentes los personajes «nacionales» de los «internacionales», vemos aquí como la percepción de los niños de hecho cuestiona estas categorías: tendríamos que agrupar en el mismo conjunto a Shakira, Vives, Michael Jackson y la Schiffer, puesto que la recordación de los dos primeros no se gesta por inscribirse en la cultura colombiana, ni mucho menos en la idea de nación, sino en un «mundo» donde los orígenes nacionales se tornan insignificantes: esa «comunidad» de personajes vedettizados puebla un «lugar» que los públicos de las industrias masivas encuentran familiar y cercano.

Como ha escrito García Canclini, la transnacionalización de las tecnologías y la comercialización de bienes culturales en los años 80 empiezan a disminuír los referentes tradicionales de identidad, y gestan «mitos inteligibles para todos los espectadores, con independencia de su cultura, nivel educativo, historia nacional, desarrollo económico o régimen político: parques jurásicos, Frankensteins y Batmans» |8|.

La centralidad de los cantantes y grupos musicales en los imaginarios infantiles nos lleva a plantear que es clave explorar las relaciones de los niños con la industria disquera y la radio, las cuales son tan intensas como con la televisión, pero escasamente reciben atención investigativa.

El reconocimiento evidenciado por los niños respecto a los personajes del mercado musical, y el protagonismo que éstos tienen en las representaciones de una mayoría de niños, ofrece un área excepcionalmente interesante de análisis.

Por una parte, nos reitera la imposibilidad de aislar un solo medio para ser estudiado, y nos demanda abordar los consumos culturales dentro de la lógica de «entornos totales de medios» propuesta por Jensen (1991).

También nos exige evaluar cómo se ha otorgado casi exclusiva centralidad a la televisión, en detrimento del examen de los circuitos de producción, distribución y consumo musical a través de la radio y el disco, lo cual configura un área clave en la experiencia vital de niños y adolescentes.

Ana María Ochoa, etnomusicóloga colombiana, ha escrito acerca de la fuerza que tiene la música en configurar los deseos, la fantasía y las identidades. Además, sobre cómo la música da forma y expresión a nuestros mundos afectivos, y es experimentada físicamente no sólo en la escucha sino en una experiencia de recepción que envuelve todo el cuerpo.

Señala también cómo el consumo musical configura un ámbito de seguridad emocional que puede en algunos casos sustituír las gratificaciones que proporcionaba el apego a un territorio, ante situaciones de inestabilidad del espacio físico como proveedor de seguridad.

Estas perspectivas pueden retomarse para desarrollar líneas de investigación sobre la relación de los niños con las industrias culturales del disco, la radio y sus productos derivados |9|.

Otros aspectos de las representaciones del mundo

El caso de los niños del estrato medio de Pereira puede tomarse como un «modelo» con el cual comparar las otras versiones del mundo estructuradas por los demás grupos.

Porque este conjunto de niños construyó representaciones más racionalistas, que incluyeron una diversidad equilibrada de elementos de significación: varios recurrieron a recortes de mapas geográficos que denotaban «el mundo», y esos mapas fueron combinados con imágenes alusivas a la naturaleza y los animales, la vida de la ciudad contemporánea retratada por edificios y paisajes urbanos, los medios de transporte, la tecnología y también aspectos «light» de la vida cotidiana como las oportunidades de recreación o los ídolos musicales. Algunos incluyeron además ilustraciones de lo que ellos consideran los problemas del mundo, como la guerra y la contaminación.

Estas composiciones dejaron ver un trabajo de cierta complejidad, al pensar y organizar un conjunto de imágenes relativas a varios órdenes de la vida social. El número limitado de «collages» estructurados según la lógica descrita, nos ha permitido desarrollar un ejercicio comparativo, identificando y destacando las tendencias más fuertes que dominaron en las diversas representaciones del mundo construídas por los niños.

En el caso de los niños rurales de Zaragoza, del grupo afrocolombiano, se destacan las representaciones del mundo urbano, y además, la inclusión que hicieron casi todos de imágenes alusivas a la tecnología: equipos de sonido, teléfonos celulares, computadores, parecen armar una imaginario que valora los equipamientos tecnológicos, quizá por la carencia que tienen de ellos, y por que se relacionan con ideas de lo que es visto como “moderno”.

En relación con las innovaciones tecnológicas en el campo de las comunicaciones, los cuestionarios incluyeron tres términos, para explorar en qué medida los niños están familiarizados con ellos, y qué tanto conocen sobre los procesos a los cuales aluden: «internet», «informática», y «realidad virtual».

Y para los estratos populares urbanos, y en los grupos rurales hay casi total desconocimiento. Sólo en los estratos altos de Cali y Pereira aproximadamente 5 o 6 de los 10 niños tienen elementos de información para responder. Un grado un poco mayor de reconocimiento que la informática o internet tiene -entre los estratos medios y altos urbanos- el héroe de los videojuegos Mortal Kombat, llamado Subzero.

Un mundo desprovisto de poderes políticos

Retornemos al tema de la omnipresencia de las figuras pertenecientes a la franja del entretenimiento «light» en las representaciones reunidas. Esto nos conecta con la preocupación sobre la socialización política de los niños, de la cual hablamos en el capítulo precedente.

Lo tenue de las figuras políticas en el reconocimiento y la memoria de los niños contrasta con su rapidez para identificar las figuras de la farándula. Además de reconocer con Germán Rey que la política no ha logrado encontrar una clave de expresión innovadora y sugestiva en los medios, atendamos a lo que ha escrito Oscar Landi, quien plantea que las culturas políticas hoy están compuestas por paquetes de géneros discursivos y estéticos muy cambiantes y sin centro en el clásico discurso de la política.

Pasan por el programa tipo magazín que habla de ropa interior femenina y masculina a la vez que de agendas para las elecciones presidenciales; o incluso por las telenovelas, como en el caso de Dos mujeres ( 1997) |10|.

La alusión que hicimos a que unos niños, en esta investigación, al ser preguntados sobre el Proceso 8000 se refirieron a «unos muñecos de caucho que pasan por la televisión», pone de presente el recorte que su visión hizo, no de la gran política, sino de la política de cotilleo, resignificada por los programas de humor.

Los elementos mencionados pueden ser trabajados para pensar esta opacidad de lo político encontrada en la mayoría de los grupos de niños de 8 a 10 años; participantes en esta investigación. Y para explorar en qué medida el desinterés por la política en el que se mueven una proporción significativa de familias hoy; es el contexto en el cual se gesta la socialización política de los ciudadanos en formación.

De todos los grupos, el único que de manera clara y reiterada expresó «signos» alusivos a que lo político es una esfera clave de la vida social fué el estrato alto de Cali. Este saber lo pusieron los niños de presente no en uno sino en varios de los ejercicios realizados,ya fueran diálogos, el noticiero dramatizado, o las composiciones gráficas que analizamos ahora.

Lo anterior nos remite a las «fragmentaciones sociales y culturales» y a las «fragmentaciones de los públicos» sobre las que han escrito J. Martín Barbero (1995) y Miguel de Moragas(1985). Las nuevas tecnologías refuerzan la brecha entre la información dura y la alta cultura dirigidas a quienes toman decisiones en la sociedad, y otro tipo de información y de cultura, situables en la esfera del entretenimiento, para las grandes masas |11|.

|6|. La segunda estrategia metodológica empleada en la parte de «mundo» fueron los listados qie incluían personajes, y también sustantivos indicadores de hechos o procesos. Pueden verse en los anexos.

|7|. OCHOA, Ana María: «Colombia y la música del mundo», ponencia presentada en el coloquio «Teorías de la cultura y estudios de comunicación en América Latina», CES Universidad Nacional, Bogotá, Julio 1997. Explora la transformación de músicas locales tradicionales en «World Music», y su inserción en los circuitos transnacionales, en referencia a artistas y grupos como Carlos Vives, Ensemble y Totó la Momposina.
En relación con lo planteado en el párrafo correspondiente a esta nota, es pertinente anotar que el vallenato es un favorito de los guambianos. Para los investigadores, externos a la comunidad, el vallenato parece a primera vista un producto exótico en tal contexto sociocultural.

|8|. GARCIA CANCLINI, N. Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización. México: Grijalbo, 1995.

|9|.Ver: OCHOA, A. M. «Transformaciones musicales y globalización», ponencia presentada al VIII Congreso de Antropología en Colombia, Santafé de Bogotá, Diciembre de 1997.
Como ilustración de las relaciones de niños y adolescentes con las formas de producción y consumo musical en el país, puede analizarse el reciente concurso nacional «Colombia suena bien 97», patrocinado por Sony Music y Bavaria, y transmitido por Caracol TV el domingo 28 de diciembre de 1997, de 4 a 6 pm por el Canal 1.

El evento tuvo como fin buscar talentos musicales adolescentes y juveniles en los colegios y universidades de 1.057 ciudades colombianas. Los ganadores son representativos de las adhesiones y competencias musicales diferenciadas: Los ritmos y músicas popularizados por el mercado, y provenientes casi todos de las ciudades más grandes, podrían agruparse en 4 categorías, que en el concurso se expresaron en proporción descendente: 1) las baladas estilo Shakira (Cúcuta) , Gloria Stefan (Cartagena) , Whitney Houston (Barranquilla), Ricky Martin (Sta. Marta), y Mecano (Barranquilla). Como solistas predominaron definitivamente las mujeres. 2) El rock, con grupos de Bogotá y Medellín, 3) el pop, con el grupo Krisma de Barranquilla, integrado totalmente por mujeres; y 4) la salsa, proveniente de un colegio de Cali.

De «la provincia» y ciudades menores llegaron hasta la eliminatoria final músicas más cercanas al terruño: dos grupos vallenatos de la Costa Atlántica, el porro de la banda de un colegio de San Andrés, música llanera del Vichada, canción mensaje de Armenia, y una tonada de la cubana Albita Rodriguez interpretada por una joven de Neiva. Los circuitos «cultos» se expresaron a través de una joven violinista, y el grupo intercolegiado Falala, -mixto de música vocal-, ambos de Bogotá; y la Orquesta Sinfónica Infantil de un colegio de Ibagué. Al respecto puede consultarse también la nota de El Tiempo, del mismo día de la transmisión televisiva.

|10|. LANDI, Oscar, Política y comunicación. Hay un lugar para la política en la cultura mediática? Argentina: Universidad Nacional de Córdoba, 1992.

|11|. Moragas es citado por J. Martín Barbero en «América Latina y los años recientes: el estudio de la recepción en comunicación social», en WILTON DE SOUZA, Mauro (Org.), Sujeito, o lado oculto do receptor, Sao Paulo: Ed. Brasiliense, 1995.

DIALOGO SOBRE EL MUNDO: EN JAPON SON CHINOS

«El mundo es una bola grande que da vueltas despacio, despacio», dice una de las niñas paeces. Esta es una de las respuestas al diálogo con los niños.

Las nociones, provenientes de los discursos escolares, tales como «redondo y grande»; y la noción de «planeta» en un sistema de planetas, fueron expresadas por un buen número de niños. Gradualmente, como veremos, la imaginación fue desplazándose a otras percepciones; y estableciendo relaciones entre su experiencia inmediata y diferentes procesos mediante los cuales han ido configurando imágenes del mundo |12|.

La presentación de los datos reunidos a través de los diálogos, va a hacerse estableciendo como los dos polos de referencia a los estratos populares y a los estratos altos; es decir, presentando qué rasgos son predominantes a medida que el rastreo se acerca a uno u otro extremo de la escala social, en lugar de describir, para cada grupo por separado, cómo respondieron a las preguntas.

De tal manera que, en la parte siguiente, los términos «estratos populares» se referirán también a los niños del campo; aunque precisaremos los hallazgos específicos, relativos a un grupo en particular; cuando el análisis lo señale como un rasgo especialmente significativo.

De modo similar, «estratos altos» aquí cubrirá los grupos medio-alto y alto de las ciudades; que en el presente trabajo designa el EM y el EA de Pereira, y el EA de Cali.

En todos los estratos los niños expresan la aprehensión del mundo en su dimensión de entorno natural; los elementos de la naturaleza, los seres vivos, el paisaje, los mares, los animales.

Para los estratos altos esta percepción es complementada por la consciencia de la intervención del hombre; las invenciones, como los medios de transporte, o las diferentes formas de construír viviendas y ciudades; son mencionadas como modos de transformación de la naturaleza. Y en este orden de ideas se refieren a la ciencia y la tecnología. También mencionan que han existido varias civilizaciones.

Se expresa más explícitamente en los estratos altos la sensibilidad de que «tenemos que cuidar (al mundo) para poder vivir en él»; aunque constatamos que las preocupaciones de tipo ecológico son nombradas reiteradamente cuando de hablar del mundo se trata, en todos los estratos.

Es posible, como ya lo anotamos antes; que los niños hagan eco de discursos ecologistas que han tenido mucho espacio en los medios de comunicación; y que también han sido tema de numerosas canciones de la industria disquera contemporánea.

Aquí la preocupación sobre el planeta se inserta en una estrategia de consignas transclasistas, ya que -supuestamente-; a todos nos interesaría que el mundo siga siendo habitable. Pero las mitologías ecologistas lo hacen aparecer como un lugar «común»: es decir, que todos habitamos el mismo mundo.

Idea con la que se aspira a conmover a todos para no hacerlo sucio o polucionarlo; y -al mismo tiempo- permite la falacia de asignar a todos los habitantes del planeta la misma cuota de responsabilidad sobre su futuro.
Cómo es posible conocer el mundo?

Todos los niños inmediatamente responden que viajando, y casi que exclusivamente en avión o en barco; pues tienen la intuición de las distancias que haría falta recorrer. Empresa ante la cual los niños populares y los de las áreas rurales anticipan que no tienen plata para eso. Los de estratos altos dicen que «viajando», lo cual es una experiencia familiar para ellos, porque todos lo han hecho.

Gradualmente, los niños detectan otras fuentes de conocimiento sobre el mundo: la televisión, la radio, los teléfonos. También los familiares, los amigos, y la escuela o colegio. Esta última instancia tiene mayor reconocimiento entre los niños de los sectores rurales; para los cuales la escuela parece tener más centralidad como «mediadora» de la información entre lo externo y la comunidad local.

En mucha menor medida son citados los libros o el cine. Por una parte se trata de dos medios de comunicación no disponibles para la mayoría de niños. Por otra, hay que contrastar el «olvido» del libro por casi todos los niños, cuando piensan cómo conocen «el mundo».

La televisión – con su pretensión de realismo- parece ser el medio al cual le atribuyen la función «natural» de mostrar el mundo; la evidencia ante sus ojos. El texto impreso, en oposición al audiovisual, pasa desapercibido para la mayoría como fuente importante de conocimientos sobre el mundo en que vivimos.

En los estratos populares algunos niños declaran abiertamente que no conocen nada del mundo; lo cual sugiere que su noción del mundo apunta a una abstracción declarada como no cognoscible porque no se tiene experiencia directa de esta realidad.

Varios niños de los estratos populares y de las zonas rurales evidencian confusión entre la información sobre Colombia y la del mundo; puesto que nombran ciudades y departamentos del país cuando se les pregunta.

En los estratos populares hay unas pocas menciones del mundo como entidad geopolítica, como constituído por países; pero son más bien excepcionales en el conjunto, dato que sí aparece frecuentemente en las respuestas de los estratos medio-medio y alto, los cuales además agregan la noción de los continentes.

Una niña de Zaragoza, la que nunca ha salido de su pequeña comunidad dice que el mundo «es un país, y la gente no se pelea». La única niña guambiana que está en el grupo paez expresa que del mundo le gustan Silvia, Santa Marta y Panamá.

La primera, municipio del Cauca, es su lugar de origen, y territorio poblado por los guambianos. De las otras ha oído hablar, o visto por televisión. Sin embargo, las 5 niñas paeces tienden a responder que no saben cómo son otras partes del mundo porque no las conocen.

Partes del mundo que les gustaría conocer

Los niños de estratos populares -urbanos y rurales- nombran indistintamente algunos países de América Latina, algunos países europeos, y otros distantes como Australia, Japón o China. Parecen nombres dichos al azar, sin expresar el por qué de sus preferencias, o su interés particular por un lugar determinado. Algunos mencionan ciudades colombianas como países.

En contraste, los niños de los estratos altos manejan referencias más precisas sobre países, lugares y ciudades: el polo norte, Egipto, el desierto y las pirámides, Europa, «más avanzada, con más medios de transporte», «la Torre Eiffel», «Mongolia, porque ahí nacieron los primeros caballos», Cuba, pues la han visto en las películas.

Un niño del estrato medio de Pereira explica que le gustaría concocer a la princesa Diana de Inglaterra -quien aún estaba viva en la fecha de los talleres. También que quisiera ver « la estatua de la libertad desde un helicóptero como el de Michael Jackson». Hay varias menciones de Disneylandia. Estos deseos mezclan el conocimiento del planeta con los mitos mediáticos.

En todos los estratos varios niños mencionan los Estados Unidos como uno de los países que quisieran conocer. Vueve a salir como un referente que ocupa un lugar especial en las mentes de los niños; lo cual concuerda con lo que registramos en la parte de noticieros.

Tal parece que tanto el país como las propias circunstancias personales se compararan con este referente no conocido por experiencia directa; -los Estados Unidos- pero que es una noción fuerte en el imaginario infantil, probablemente el lugar multifacético; «armado» con los trazos de las ficciones televisivas y cinematográficas.

Si en lo referente al país y a la información, los Estados Unidos son percibidos como un actor social central a la hora de influír en los asuntos públicos; en el ámbito privado configuran el referente obligado para comparar la propia experiencia vital.

A través de las ficciones audiovisuales, y de las numerosas ofertas de «enlatados», de parabólicas pirateadas o legales, del cable y de la «direct TV»; los Estados Unidos conforman un lugar ideal al cual aspiran los pequeños de todos los grupos. Excepción a lo anterior la constituyeron los niños paeces.

Aspectos problemáticos y favorables del mundo

El mundo tiene problemas pero no es tan malo»; «es chévere, pero tiene algunos problemas» Estas dos frases, – la misma idea invertida;- fueron dichas por niños del EA de Cali, y tipifican la percepción que tienen los niños de los grupos urbanos altos.

Aunque son capaces de identificar y nombrar claramente algunos de los problemas que diversas áreas del mundo geográfico, social y político; afrontan contemporáneamente, parece predominar en ellos una actitud más bien positiva, esperanzada, de la vida en el planeta; y de la forma como ellos «juzgan» -quizá más bien intuitivamente- su propia vida en el mundo o parcela del mundo que habitan. Esto puede explicarse por su situación social que tendería a ofrecerles condiciones de seguridad y perspectivas halagüeñas para el futuro; a corto y largo plazo.

En el otro polo están los niños populares. Paradójicamente, éstos también tienen nociones del mundo más bien «armadas» con «pistas» positivas: el mundo es «bueno», «bonito», «me da alegría»; «es como un parque de diversiones».

Aunque son capaces de mencionar algunos de los problemas («contaminación», «destrucción de bosques», «guerra», «violencia», «masacres»); simultáneamente han construído un imaginario que les permite soñar que el resto del mundo, el no presenciado, es mejor que el conocido. En sus análisis factuales el mundo negativo es igual al país: comparte la misma «agenda»; de sucesos trágicos a la que nos hemos referido como organizadora de los noticieros.

Pero en la dimensión emotiva de sus pensamientos, los niños de los estratos populares arman un mundo configurado por imágenes atrayentes, visiones de lo deseado; «Tienen más tecnología», los otros países «son bonitos, hay edificios, oficinas, casas, carros y motos» expresan los de Zaragoza.

En este proceso de idealización quizá tengan mucho qué ver las ficciones de la televisión. El mundo imaginado no es el de las noticias, sino el de los sitios hermosos y no aprehensibles desde su vivencia como niños populares, pues se trata de lugares lejanos por la imposibilidad de desplazarse y verlos a través de la experiencia de estar allí.

Quizá sea el mundo de los Guardianes de la bahía, el de los spots comerciales, o el de las telenovelas, donde -como dijeron también en Zaragoza-; «hay casas bonitas con niños bien vestidos».

Desde lo audiovisual y la publicidad los niños populares tejen los sueños y los deseos, y le dan fisonomías a un mundo más allá de ellos; que se imaginan grato, y que contiene sus aspiraciones por una vida más feliz.

Registramos aquí que en el diálogo con los niños de Zaragoza sobre el mundo aparecieron alusiones que apuntaban al reconocimiento de sociedades multiculturales. Al referirse a los otros países dijeron que «hay blancos y negros», «hablan inglés» y «tienen otras costumbres».

También que «en el Japón son chinos». Como anotamos antes, su autopercepción como niños étnicamente diferentes a la sociedad mayoritaria; no surgió cuando construyeron sus composiciones gráficas sobre el mundo, a diferencia de los paeces.

En contraste, para los niños urbanos -de ningún estrato- es central destacar que somos parte de un planeta multiétnico, y que -además- éste es un rasgo que caracteriza la población colombiana. En el caso de los paeces, Por distintas razones, que tienen qué ver más con su carácter de comunidad endógena, y el hecho de que los niños a los 8 o 10 años poco han salido de su vereda, ellos no hicieron explícito, en esta parte de la investigación, su reconocimiento de que el mundo esté habitado por múltiples razas.

Se mencionó un caso -referido a las gráficas- en que una niña pegó ilustraciones de «niños de otras partes del mundo»; y otro, en relación a la telenovela La viuda de Blanco, sobre cuyos personajes los niños manifestaron explícitamente que «no son como nosotros» en los rasgos físicos.

Los problemas del mundo y sus soluciones -en el caso de los estratos populares- giran en torno a tres ideas; por una parte, expresan la creencia en que hay «maldad» en el mundo: como una especie de característica inherente a la naturaleza de ciertas personas o grupos; en segundo término, mencionan lugares comunes como «la paz», que habría que obtener; pero utilizando esta palabra de manera similar a como lo hacen los medios de comunicación, una especie de consigna genérica que se torna vaga; puesto que no se explicitan los diferentes significados que para los distintos grupos sociales tiene la paz; y sin explicar que un proceso de paz tiene que articularse a transformaciones de fondo de la vida social y económica.

En tercer término, proponen formas de solucionar los problemas del mundo que se concretan en castigos, y en estrategias que implican violencia: «Castigar a los violentos dando una paliza a ladrones y robaniños», o «a quienes no tienen corazón», es decir, a los malos de los que hemos hablado arriba.

Los estratos altos formulan soluciones precisas y no simplistas: «Que los narcotraficantes se separen de la corrupción y que no vendan droga»; «Que la guerrilla haga algo inteligente que no sea matar y secuestrar»; «Firmar la paz con todos igual que en Guatemala, que firmaron la paz con la guerrilla»; «Controlar la contaminación», «No dañar la capa de ozono»; «Convertir el carro en bicicleta». Los problemas del mundo se pueden afrontar «con exigencias de honestidad a los políticos», «con la acción y colaboración de todos», «dialogando para mejorar», «enseñando a los niños».

También hay menciones referentes a «denunciar a tiempo a los sospechosos», y «castigar con cadena perpetua». Pero hay aquí implícitas unas ideas de prevención-castigo en los que estas acciones son reportadas y dejadas en manos de instancias de la sociedad; (como el sistema judicial) que serían las encargadas de aplicar los correctivos necesarios.

No se dan soluciones violentas, sino que predomina una actitud de resolver pacíficamente las dificultades existentes. También aparece en los estratos altos la conciencia de que la propia intervención del sujeto contribuye a hacer el mundo mejor o peor; Hablan de «intentar», de que «todos podemos ayudar», y respecto del medio ambiente, todos tendríamos que ser «mejores en nuestro comportamiento», para no deteriorarlo más.

Los niños paeces -consecuentes con su homologación del «mundo» a su ámbito cotidiano-; al ser preguntados sobre cuáles son los problemas del mundo, se refieren exclusivamente a los de su propio entorno; expresan llanamente que «hay guerra», y que «en el mundo hay muchos problemas por la tierra»; y «porque ya no compran la cabuya que saca mi papá».

«Con la cabuya es que los papás nos mantienen», explican unas de las niñas. Por medio de estas situaciones aluden a las luchas indígenas por la recuperación de las tierras pertenecientes a los antiguos resguardos; y el otro problema que se mencionó se refiere a la baja demanda del fique en el país, debido a que se sustituye por fibras sintéticas.

Aunque también los paeces mencionan «la paz y el amor» como formas de resolver los problemas del mundo; plantean propuestas concretas alusivas a su propia situación histórico social; «que los de la guerrilla se vayan cada uno para sus casas», y «que toda la gente se reúna y se organice».

LA GLOBALIZACION: ENTRE LAS ASPIRACIONES Y LAS OPORTUNIDADES

Debe trabajarse por una reconciliación de la imagen y el significado, por la revigorización de una política de la
sustancia.

Sólo entonces la gente será capaz de asegurar que la imaginería del placer está unida a la experiencia del
placer; que las imágenes seductoras de la «buena vida» se hallan sustentadas en los principios y prácticas de una
comunidad humana; y que las imágenes de la libertad, la satisfacción y la resistencia social están comprometidas significativamente con los recursos y opciones reales, accesibles para nosotros en el mundo que habitamos.
Stuart Ewen
Imágenes del consumismo

|12|. La tercera estrategia metodológica implementada con los grupos de niños, en la parte de la investigación correspondiente a «mundo», fué un diálogo pre-estructurado, desarrollado de manera similar a los relativos a familia, barrio, ciudad y país.

Aspiraciones, valores e ideales de los niños

Los deseos de los niños se orientan hacia bienes que no poseen; desde patines, bicicleta, computador, equipo de sonido, carro y casa en los estratos populares, hasta un avión Concorde, finca o caballos de paso, en los estratos altos.

Lo que serán cuando grandes también hace parte de la expresión de sus aspiraciones. En todos los grupos resultan uno o varios chicos que quieren ser futbolistas. En las niñas es más frecuente que expresen el deseo de logros en la vida adulta conectándolo con la escolaridad: «ser muy estudiosa», «entrar a la universidad», «ser una doctora».

También surge el entrecruzamiento con los medios en los estratos populares; «Cantar como Enrique Iglesias», «Ser el Capitán Planeta», «Ser Superboy para volar y conocer la tierra», «Ser cantante o bailarina». Al ascender en la escala social son más frecuentes las menciones de viajar y conocer nuevos lugares. Otro bloque de aspiraciones expresado muy nítida y recurrentemente por los niños es el de la recreación.

En referencia a dos de las aspiraciones nombradas en el párrafo anterior; explicamos algunas de las apreciaciones de los niños surgidas durante la exploración de la temática de la familia. La noción de los padres como proveedores tiene especial centralidad; pues remite a la función de los medios masivos en el fortalecimiento de una cultura del consumo.

El niño asume como negativa la situación de «cuando pido algo y no me lo dan»; muchos se refieren a su mamá y papá como seres que deben complacerlos comprándoles los objetos que desean.

La recreación también hace parte de lo que los niños esperan que los padres suministren; desde el tiempo libre casero, que simplemente requiere que el papá o la mamá jueguen con los hijos; hasta la necesidad de que los saquen a «montar patines o bicicleta», a la calle o a hacer deporte.

De los Simpsons y los Picapiedra admiran que salen a pasear en familia. Entre más se asciende en la escala social, más nítidamente la recreación aparece como un bien que; -según los comentarios y relatos de los niños- es objeto de una demanda clara; los paseos y los viajes son esenciales en la dinámica familiar de los estratos más altos.

Y como se ha visto en las referencias sobre la ciudad, y en los «mapas personales» que incluyeron los sitios de fast food y compras; ya están claramente ligados a estrategias de mercadeo y consumo que sitúan el tiempo libre y la recreación en la esfera de las mercancías suministradas; por el sitio de moda de algunos helados innovadores, o por los paquetes turísticos de diversos rangos; mientras los pobres van a una peregrinación al «Milagroso de Buga», donde no hay que pagar por la entrada, los adinerados visitan los parques Disney.

En la comunidad afrocolombiana se expresan deseos diferentes a los de los niños urbanos: «Tener una palma de coco y una de chontaduro»; «comer coco», «comer chontaduro», «comer anón», «tomar gaseosa». Aquí es significativo que se mencionen elementos de su entorno natural, y también la necesidad básica de alimento.

Los niños paeces expresan sus deseos en relación con los afectos («Que mi mamá no se muera»), con tener amigas y amigos. Los animales son una parte importante de sus deseos, y les gusta rodearse de ellos: «Quisiera tener un perrito en la casa»; «Quisiera tener un gato para que se acaben las ratas y no entren a la cocina», «Quisiera tener una vaca para reunir los hijos y venderlos».

Este grupo de niños no asume los animales como las «mascotas» urbanas que sirven de «juguetes» infantiles; y a la vez de compañeros afectivos con una relación emocional fuerte entre el niño y el animal; ambos ingredientes -en el caso de los paeces-; se unen a propósitos pragmáticos muy explícitos sobre las funciones de higiene o de subsistencia que los animales pueden cumplir en el contexto doméstico rural.

Lo cual nos remite además, a volver a pensar en el hecho de que «ser niño»; en la comunidad paez implica compartir muy tempranamente las preocupaciones, propósitos y tareas del mundo adulto.

Al igual que los niños urbanos, los paeces desean bienes materiales, y recreación. Sin embargo, expresan demandas particulares, que se refieren a comida; y también a los deberes que tienen que cumplir; ( «Quiero ir a trabajar con mi abuela, mi papá y mis hermanitos en la huerta»); y a su propia lengua y cultura («Quisiera hablar paez»). El niño que usualmente pasa vacaciones en Cali reitera su gusto por hacer esto; lo cual no es frecuente para los niños de la comunidad de Pueblo Nuevo.

Hay elementos indicadores de que los grupos de niños de los estratos populares; y del campo involucrados en esta investigación son partícipes de procesos de globalización. Encontramos ejemplos de ello en lo que respecta a sus imaginarios, referentes de identidad; y también al examinar algunas de sus aspiraciones.

A partir de los textos de Beatriz Sarlo, razonamos cómo el mercado y lo audiovisual contribuyen a reconfigurar el «afuera»; los shopping centers, el barrio, la ciudad. Pero también la subjetividad: el cuerpo, el deseo, y la adhesión a comunidades imaginarias.

La reflexión de Renato Ortiz sobre la globalización sugiere asumir que cada «lugar»; estaría cruzado por varias líneas de fuerza, en las que actuarían lo local, lo nacional y lo global en relación de transversalidad; no como unidades estancas, ni cada una como parte de un conjunto mayor.

Reconocemos que -en el caso de Colombia- no solamente se están transformando las capas medio-altas y altas de las ciudades; sino que identificamos áreas de la vida social en las que también los sectores populares -incluídos los rurales-; están siendo influídos por procesos de globalización: migraciones del campo a la ciudad, transformaciones en los escenarios urbanos; hábitos alimenticios e higiénicos, modos de desplazarse y de viajar, reorganización de la producción y del trabajo; las familias se mueven según las jornadas laborales impuestas por las fábricas o empresas, el vestuario; -aunque barato- a menudo se produce masivamente y según patrones estandarizados, muchas de las decisiones de consumo se orientan por la publicidad; y quizá la educación sentimental de vastos sectores de la población se modela por los relatos y las músicas transnacionales.

También la reflexión de Renato Ortiz señala que la base material de la modernidad-mundo es desigual, y cada «lugar»; (estrato, minoría étnica, campo, ciudad) es el espacio de esa diferenciación. Cómo se dan los procesos de globalización en cada caso específico?. «La situación particular de los lugares implica acomodaciones y conflictos; en ella explotan los intereses que perfilan las sociedades», escribe Ortiz |13|.

En Zaragoza posiblemente deseen tener la piel como las caras de la televisión, vivir como en la ciudad; y quizá estén fascinados con la tecnología que no tienen a su disposición. Pero requerimos tanto una exploración como una reflexión cuidadosas; para tratar de poner en claro de qué maneras los procesos de transnacionalización inciden en sus vidas.

Tanto para este grupo rural, como para los sectores populares urbanos que hemos analizado, la mundialización pone a circular los símbolos valorados; (el carro, la tecnología), puede moldear las aspiraciones («visitar Disney World»), ofrecer los referentes de identidad (la Schiffer); sugerir el deseo por consumir determinados bienes (ropa, hamburguesas); o proponer representaciones estereotipadas de belleza física (transmisiones de «Miss America»). Es decir; «la cultura internacional popular» que Ortiz rotula, igualaría franjas de la experiencia vital de diferentes clases y grupos sociales.

Sin embargo, tenemos que detectar cuáles de estos procesos simbólicos tienen equivalencias en la esfera material, es decir; cuáles realmente transforman los estilos de vida de los grupos pobres. Como el mismo Ortiz formula, la globalización no puede examinarse sólo en tanto fenómeno económico y político; sino que para tornarse cultura debe materializarse en la esfera de la cotidianidad; es decir, darle sentido al comportamiento y a la conducta de los individuos.

Entonces nos preguntamos hasta qué punto estaremos aludiendo a procesos de «globalización del imaginario»; que serían equivalentes a procesos de exclusión real. Porque los niños de los estratos populares, y los del campo, se sitúan en un segmento de sociedad; -mayoritario en cifras- que no puede materializar los estilos de vida transnacionalizados propuestos por las empresas globales; incluídas las multinacionales mediáticas y publicitarias.

Es posible que también estos niños -gradualmente-; intenten acercarse a los estándares transnacionales ya incorporados a los hábitos y modas vigentes en las clases medias y altas en Colombia; en determinado momento, en la medida en que sus condiciones socio-económicas y sus expectativas culturales se los demanden y permitan.

Pero, quizá, entonces, tengamos que hablar de sujetos que se fragmentaron: serán capaces de elegir del mismo «menú» de cine que pasan por la televisión; durante el fin de semana en un barrio de Chicago, o sea que se comportarán como «sujetos transnacionales»; en tanto televidentes; pero no podrán tener a su alcance los medicamentos producidos por las multinacionales farmacéuticas; que les garanticen buenas condiciones de salud durante su infancia.

James Lull plantea cómo la globalización propicia la construcción de sujetos fragmentados culturalmente. Explica que, en vísperas del siglo XXI no es posible pensar la vida cultural en términos de «la supercultura»; o cultura común que cohesionaría un grupo; sino que la membresía y competencia cultural residen más en la construcción y usos de fragmentos de estilos de vida que las personas eligen e integran.

Cada individuo o grupo se vincula a culturas múltiples, de acuerdo con sus roles y oportunidades sociales, preferencias; y en la medida en que participa en una variedad de experiencias. «La interpretación, el uso y la integración de formas simbólicas es la base del trabajo cultural contemporáneo».

La coherencia de la cultura como «modo de vida» se reemplazó por la mezcla cultural. Define la cultura como redes de pertinencias; que cumplen las funciones de instrumentos de autocomprensión, interacción social, y placer.

Este enfoque no descarta la influencia institucional estructurada del poder y la ideología. Lo que hace Lull es enfatizar la variedad de representaciones culturales; movilizadas contemporáneamente, y el carácter flexible de sus inter-relaciones estructurales:

…se ha desarrollado un fenómeno mundial de interpretación y uso de formas simbólicas y tecnologías; por personas de todas las clases sociales en las circunstancias que caracterizan sus contextos específicos. (…) El desafío para mucha gente es negociar y combinar territorios culturales anteriores y nuevos; para que se sintetice la combinación particular móvil de visiones culturales que satisfagan los requisitos y preferencias de las personas y los grupos. Todo esto es más complejo para la gente que en sí misma está en movimiento |14|.

Los planteamientos teóricos europeos y norteamericanos interpretan macrotendencias identificadas en países del primer mundo; referidas a clases medias mayoritarias, partícipes en gran proporción tanto de la escolaridad como de la oferta tecnológica.

La tarea por realizar consiste en explorar y mostrar empíricamente cómo se incorporan en los territorios sociales que investigamos; los procesos descritos por la teoría. En el caso de la globalización, cómo determinados sujetos y grupos sociales reales integran a su existencia cotidiana; de maneras diferenciadas, los diversos «fragmentos culturales» a los cuales se vinculan.

Un niño paez, o uno de un barrio popular de una pequeña ciudad de Colombia; quizá puedan reconocer a Carlos Vives tan fácilmente como lo haría un chico de estrato 6 en Barranquilla o Bogotá. Probablemente todos ellos bailen sus vallenatos. Pero en la mayor parte de las prácticas diarias de los primeros, seguirán pesando intensamente su etnia o su geografía.

Jesús Martín Barbero retoma la reflexión de Milton Santos, y plantea:

El lugar significa nuestro anclaje primordial: la corporeidad de lo cotidiano y la materialidad de la acción; que son la base de la heterogeneidad humana y de la reciprocidad, forma primaria de la comunicación. Pues aún atravesado por las redes de lo global, el lugar sigue hecho del tejido y la proxemia de los parentescos y las vecindades |15|.

El mundo del cual habla esta investigación no es el «ciber mundo», término que alude a unas condiciones que no nos han llegado. O que sólo -en el caso de Colombia y otras regiones de América Latina- ha instituído apenas parcelas muy marginales; dentro de una situación generalizada de no acceso a las tecnologías y a la información que sirve para la toma de decisiones.

Unicamente 16% de los 1015 hogares consultados en las ciudades por la encuesta, tienen un computador. O sea, 157 familias.

Las diferencias abismales en las competencias de lecto-escritura, y en las «construcciones» mentales, discursivas y gráficas sobre el país y el mundo; -entre los estratos populares y los altos- nos causan asombro intenso a pesar de tenerlas como verdad ya sabida antes del trabajo empírico; nos llevan a pensar que «el mundo» que nos demanda ser estudiado e intervenido -y para el cual buscar alternativas; es el del otro 84%, el de quienes están por fuera de las innovaciones tecnológicas; en los márgenes tanto de los bienes culturales y del capital escolar, como de las decisiones socio-económicas; y experimentando la globalización a través de sus imaginarios, pero desde la condición de excluídos; sin los recursos y opciones reales accesibles, en nuestro contexto, sólo para unas minorías demasiado pequeñas.

Referencias

|13|. Ver: ORTIZ, R., «Otro territorio», en Nueva antropología n 12, Madrid: Octubre 1996. También: Mundialización y cultura, Buenos Aires: Alianza Editorial, 1997. La edición original es de Editora Brasiliense, 1994.
|14|. LULL, J. «HELP! Cultura e identidad en el siglo XXI», en Diálogos de la comunicación n 48, Lima: FELAFACS, Octubre de 1997.
|15|.Ver: MARTIN BARBERO, J. «Globalización comunicacional y descentramiento cultural», ponencia presentada al Congreso de FELAFACS en Lima, 1997, y publicada en Diá.logos de la comunicación, n 50, Lima: FELAFACS, 1997, p. 34).

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