Reseña bibliográfica y homenaje: Enrique Nuñez Olarte

100 años de su Nacimiento

(Mayo 8, 1911-Marzo 18, 2007)1

Efraim Otero Ruiz2

Bien escasas son las publicaciones referentes a la historia de la farmacología y la terapéutica en Colombia durante el último siglo. Por eso resulta más que bienvenido este libro el cual, al tiempo de exaltar la figura de uno de los protagonistas en la materia, el Profesor Enrique Núñez Olarte, nos lleva a un recorrido histórico que cubre los 100 años transcurridos desde la fecha de natalicio del personaje hasta los nuevos o novísimos desarrollos en el campo de esta trascendente actividad profesional.

Efectivamente, aunque los primeros esfuerzos por organizar la actividad farmacéutica en el país se remontan a 1895, cuando se crea en Medellín la Unión Farmacéutica Antioqueña y en 1897 en Bogotá la Sociedad Central de Farmacia, ambas con funciones delegadas de vigilancia y control, habría que esperar otros 30 años, hasta 1925, para el establecimiento de la Carrera de Farmacia de la Universidad Nacional, seguida un año después de la creación y puesta en marcha de la Comisión de Especialidades Farmacéuticas, que por fin introducen esta especialidad dentro de las avenidas científicas del conocimiento nacional. Sobre estas actividades, al lado del entorno social y familiar de los primeros años del Dr Núñez Olarte, trata en forma suscinta el primer capìtulo.

Aunque el empleo de sustancias minerales y vegetales para el tratamiento interno o externo de las enfermedades se remonta casi a los orígenes de la humanidad misma, podría decirse que el primer intento serio de recopilar y clasificar dichos agentes en el antiguo Egipto se remonta el papiro de Ebers, del 1500 a.C., que algunos han llamado la “Farmacopea faraónica”, puesto que recoge cerca de 700 de dichos remedios incluyendo preparados a base de plomo y de calcio y numerosos compuestos o extractos vegetales. Esas 600 plantas medicinales vuelven a recopilarse en los albores del imperio romano en la Materia Médica de Dioscórides (siglo I de nuestra era) y servirán de base para la terapéutica de muchas centurias subsiguientes, recogida luego por los galenistas y por los árabes y transmitida después hasta el Renacimiento. A ello habrá que agregar los aportes de las plantas descubiertas en el Nuevo Mundo (propósito primordial de la Expedición Botánica del Sabio Mutis entre nosotros), que se seguirán usando de manera empírica hasta el primer tercio del siglo XIX, cuando comienzan a darse los primeros avances en la química orgánica y el descubrimiento de los alcaloides provenientes de plantas, a cuyo estudio contribuirán inmensamente los avances logrados en la fisiología experimental por las escuelas de Magendie y Claude Bernard.

De esa unión de las escuelas bioquímica y fisiológica nacen, ya a finales del XIX, los primeros Institutos y cátedras de Farmacología, como losde Buchheim en Dorpat y de Schmiedeberg en Estrasburgo, con las grandes publicaciones de las últimas décadas de ese siglo que dan origen a la farmacología experimental, tal como hoy la conocemos y que adquiere su mayor desarrollo en toda la extensión del siglo XX. Esa evolución en la terapéutica, del empirismo a la ciencia, es la que motiva que se oficialicen los estudios de Farmacia y, para el caso colombiano, está admirablemente sintetizada en los capítulos 2º y 3º del presente libro.

Intercalada en esos capítulos está también la historia personal de Núñez Olarte, que ingresa a la Facultad de Farmacia en 1931, movido por esaintensa afición por los estudios médicos y biológicos que le había inspirado su padrino y amigo, el Dr.Roberto Sanmartín. En sus años universitarios no sólo participa en intensas actividades gremiales e intelectuales –como el esfuerzo, mediado por los mismos estudiantes, porque se ampliara la extensión y el alcance del curriculum universitario-; sus trabajos como Preparador en Química Analítica y Farmacia dentro y fuera de la misma Facultad; y el otorgamiento, al que se hizo acreedor, del Premio Carracido en Química Biológica, que el autor destaca como paradigmático y que llevaría después, ya en los noventas, a la creación de uno similar, el Premio Enrique Núñez Olarte, por la Asociación Colombiana de Farmacología.

Ya graduado como Farmacéutico, en 1936, Núñez Olarte participa en la constitución y creación del Colegio Nacional de Farmacéuticos y Químicos, que un año después pondrá en circulación su revista, Anales de Bioquímica y Farmacia, que subsistirá hasta 1950. En 1941 Núñez es designado Decanode la Facultad de Farmacia donde irá a ejercer, en plena Guerra Mundial una actividad muy positiva, cambiando de una orientación teórica en la enseñanza hacia una más dirigida hacia la farmaciatécnica e industrial; desde ese mismo año pasó a formar parte de la Comisión de Especialidades Farmacéuticas, habiendo emprendido la campaña para dotar de nuevo edificio a la Facultad y participando no sólo en el cambio de mentalidad que representó el paso gradual de la fórmula magistral a la especialidad farmacéutica ya prefabricada, sino a las transformaciones administrativas y legales de firmas europeas afectadas por el conflicto bélico,como se detalla en el 3er. capítulo. Todas esas actividades vinieron a plasmarse en la ley 84 de 1946 que lo tuvo como uno de sus más entusiastas promotores. De allí nació también la idea de un Boletín Farmacéutico Colombiano, que sentaría las bases de un futuro formulario nacional.

Habiendo sido ya Decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad Nacional, Núñez Olarte volvió a empeñarse en su idea inicial, que era la degraduarse de médico, para lo cual inició estudios en 1941, habiéndose graduado en 1945 con una tesis sobre “Digitalis purpurea de Bogotá”, la cual fue calificada con Mención Honorífica. Su entusiasmo creciente por la farmacología experimental lo llevaría en 1952 a inscribirse en el curso que sobre la materia dictaba el profesor Alfred Gilman (co-autor del famoso libro de texto de Goodman y Gilman, que para entonces ya había vendido más de 50.000 copias en el mundo) en la Universidad de Columbia en Nueva York. Una vez regresado a Colombia, en 1954 volvería a viajar, esta vez a París, a recibir el curso que sobre fitofarmacología dictaba allí el profesor René Hazard. Pero además, desde 1951, había sido ya profesor en la Facultad de Farmacia (1951-1959), en la de Veterinaria (1965-1970) y en la de Medicina (1959-1965). En 1979 su alma mater le otorgaría la distinción de Profesor Emérito; para entonces, ya había sido en varias ocasiones Miembro de los Consejos Superior y Académico de dicha universidad.

La lista de principales investigaciones y de galardones recibidos por Núñez Olarte se halla bien registrada en los capítulo 3º a 6º del libro (con razón uno de ellos se titula “Farmacólogo de notoriedad internacional”). En un 5º capítulo, escrito en colaboración con Bárbara Gerena, tratan de resaltarse sus actividades como farmacéutico visionario : su afán por una visión integral de la calidad farmacéutica, con la traducción y adaptación de la Farmacopea Estadounidense; su lucha por el acceso y uso adecuado de los medicamentos, especialmente desde las posiciones que ocupó en el Ministerio de Salud Pública y en el Instituto de Seguros Sociales; su visión sobre las perspectivas de la producción farmacéutica en el país y, sobre todo, su incansable papel como formador y líder profesional, realizado con empuje y entereza de espíritu hasta poco antes de su muerte.

Conocí de cerca de Enrique Núñez Olarte a mi regreso de los Estados Unidos, a comienzos de los años 60s. Muy pronto nos unió una amistad originada no sólo en el paisanaje – arte de mi familia materna se había radicado desde muy temprano en la provincia de Vélez en Santander- sino al hecho de haber realizado yo también estudios de postgrado en la Universidad de Columbia. Ingresamos el mismo año de 1968 como Miembros correspondientes de la Academia Nacional de Medicina, y también el mismo año (1980) fuimos ascendidos a la categoría de Miembros de Número.Cuando ocupé el Ministerio de Salud, lo tuve como uno de mis asesores más cercanos en el terreno del ejercicio profesional y del control y vigilancia de medicamentos pues, como dice en su capítulo final el profesor Moreno, “la labor cumplida por Núñez en el campo de la formación e interacción de las comunidades profesionales colombianas de las áreas e farmacia, medicina y farmacología, no tiene parangón en Colombia”.

El libro, dividido en 6 capítulos, cada uno con nutrida e interesante bibliografía que incluye numerosas entrevistas personales con familiares o personajes cercanos al autor, está escrito con la devoción y el cariño de quien reconoce en Enrique Núñez Olarte un pionero indispensable en la evolución de la historia de la medicina en Colombia.

A su generosidad, a su hombría de bien como paradigma de entereza, ciencia y acción, rinde un largamente esperado y merecido homenaje esta obra.


1 Prólogo al libro “Enrique Nuñez Olarte QF. MD, pionero de entereza ciencia y acción” del Dr. César Moreno, Ph.D. presentado en
la ceremonia del 75º aniversario de la Federación Médica Colombiana, Bogotá, Diciembre 2, 2011.
2 MD. Ex Ministro de Salud, Ex Presidente de la Academia Nacional de Medicina, Presidente de la Sociedad Colombiana de Historia
de la Medicina.

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