Violencia contra la Niñez y la Infancia

Medicina, Violencia, sociedad y salud Foro del 25 de Mayo

Doctor Eduardo Díaz Uribe
Consejería Social de la Presidencia de la República

Presenta la experiencia sistematizada en un libro La violencia en Santafé de Bogotá que fue recopilado en la Consejería por el doctor Guillermo Segovia. También menciona un documento publicado por la Consejería Social de Bogotá sobre Participación Ciudadana y Violencia, trabajo de tres años en los barrios marginados de Bogotá.

En primer lugar señala que el fenómeno de la violencia contra la niñez y contra la adolescencia no se puede abordar por fuera del fenómeno general de la violencia.

No sobra señalar que, paradójicamente, en un país en donde los índices de violencia son tan altos como el nuestro, el acceso que hemos hecho al tema de la violencia, desde el punto de vista de las ciencias sociales, se ha visto sesgado por el análisis de los fenómenos de la violencia política por grandes tratadistas –violentólogos expertos en el fenómeno de la violencia política. (Lea también: Medicina, La Politica de la Juventud como Factor Preventivo de la Violencia)

Sin embargo, la violencia ejercida contra los adolescentes no podríamos abordarla a través de esa óptica, lo cual no significa que los fenómenos de la violencia política que se dan en el país no tengan incidencia en este grupo de población.

El fenómeno de la violencia contra la niñez, contra la juventud, contra las mujeres, es un fenómeno que tiene dos características: es fundamentalmente urbano, en tanto que el fenómeno político de la violencia es fundamentalmente rural, no se pueden entonces abocar con la misma perspectiva.

La violencia del narcotráfico tiene expresiones tanto urbanas como rurales y debemos estudiar los fenómenos de la violencia referida al urbanismo. En este tema estamos crudos; lo primero es analizar este fenómeno desde su especificidad.

Entender que el problema de la violencia contra la niñez, contra los jóvenes, contra la mujer, son fenómenos fundamentalmente urbanos y en consecuencia debemos mirarlos desde este punto de vista.

En Bogotá se ha registrado en los últimos años un crecimiento impresionante en cuanto a violencia. El sector de la salud es el que con más facilidad está sufriendo las consecuencias. En el caso del homicidio, por ejemplo, entre 1983 y 1992 se cuadruplicó el número de casos en esta dudad, con las siguientes estadísticas, de acuerdo con un informe presentado por la Fiscalía.

En Medicina Legal se reportaron 8.172 casos de muertes violentas, distribuidos así: por arma de fuego 2.836; por accidentes de tránsito 1.277; por armas cortopunzantes 844; quemaduras, caídas y contusiones, ahogamiento, intoxicación, estrangulamiento, electrocución, etc., 2.654.

En índices internacionales, Bogotá está representando con una cifra de 87 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, excluidas las de tránsito, lo que representa entre e115% y el 20%, un índice más alto que el que se registra en las ciudades más violentas del mundo, con una tendencia al crecimiento.

Según Medicina Legal, en 1992 se presentaron 6.066 muertes violentas en la ciudad, 700 más que en 1991; en 1993 esta cifra ascendió a 7.144, 1.100 más que el año inmediatamente anterior.

Dos indicadores que se deben considerar en el caso de la violencia es cómo se distribuye la violencia entre hombres y mujeres y cómo lo hace por edades: en materia de sexo, el 10% de los homicidios se producen sobre las mujeres mientras que el 90% se suceden en los hombres; y dentro de esta población, son los jóvenes los más afectados.

El fenómeno de la violencia en su expresión más arbitraria, el homicidio, presenta una gran concentración en gente joven.

¿Hasta qué punto la violencia se relaciona con el fenómeno de la pobreza? La zona más violenta es el barrio Antonio Nariño, en pleno centro de la ciudad, y en segundo lugar los Mártires, en tercer lugar Kennedy, luego San Cristóbal, Usaquén, Tunjuelito, Engativá, Santafé, Chapinero y Ciudad Bolívar, esto planteado en nivel de exploración. Podríamos entrar a distinguir distintos tipos de violencia que se ejercita contra diferentes personas.

Si entramos a mirar en qué localidad se produce la mayor mortalidad por arma de fuego, encontramos que es Ciudad Bolívar, y el tipo de fenómenos por los cuales se produce esa mortalidad es diferenciado también subregionalmente en Bogotá.

Para el sector de la salud la violencia está desangrando no solamente a las víctimas sino al sistema. Las causas también difieren subregionalmente: en los Mártires y en el Antonio Nariño el fenómeno está muy relacionado con el atraco, las riñas, el conflicto propio de zonas de prostitución, entre otros porque no son zonas en donde residen las comunidades: tenemos que diferenciar la violencia mencionada de las de las zonas residenciales de Kennedy, San Cristóbal, Tunjuelito y Engativá. El sector Salud está llamado a liderar el estudio y el posible tratamiento de esta endemia.

Dentro de esta información general, en ese contexto, tenemos que mirar el fenómeno de la violencia contra la niñez, la mujer y el fenómeno de la violencia en los jóvenes. Los datos en el caso de Bogotá son aterradores.

El concepto del maltrato y el atropello infantil 10 define la propia Asociación Colombiana contra el Maltrato Infantil cuando habla de él; que éste consiste en toda acción u omisión que perturbe el desarrollo físico, psicológico, afectivo y moral de los niños y los jóvenes.

Hay un gran vacío en esta materia, a pesar de los esfuerzos que ha realizado el sector salud en hacer obligatorio el informe del maltrato infantil en las entidades públicas y privadas.

En los 10 primeros meses de 1992 se registraron 4.800 reconocimientos de menores por parte del Instituto de Medicina Legal, de los cuales fueron: por lesiones personales, 2.200 niñas y 2.500 niños.

Cuando se trata de los menores no parece existir una mayor prevalencia en los hombres, cosa que sucede de los 18 años en adelante cuando aparece el fenómeno de la violencia ejercida contra o por los jóvenes. De éstos, 1.300 casos eran lesiones de origen sexual predominante ese sí, por supuesto, en las niñas: de las 2.200 niñas agredidas, 1.122 habían sufrido atropellos de origen sexual. De los 2.500 niños solamente 173 estaban relacionados con delitos sexuales.

El 70% de los casos de abuso sexual está relacionado con padres, padrastros y, en menor proporción, con los otros familiares; se trata entonces de un fenómeno de violencia intrafamiliar, pero que está relacionado con los otros fenómenos. A esto hay que agregar que en el mismo año, en tres meses, 577 mujeres en el mes de julio, 655 en el mes de agosto y 707 en el mes de octubre, con edades entre 19 y 50 años, es decir, al margen del código del menor.

Estas cifras se hacen más dramáticas si vemos que en 1992 el Instituto de Medicina Legal realizó 1.300 necropsias en menores de 18 años: 887 niños y 413 niñas, de los cuales 454 correspondieron a homicidios, es decir que de cerca de 4.000 homicidios, el 10% de los perpetrados en la ciudad, se producen contra niños; las demás causas son de tránsito o de otra naturaleza. A esto hay que agregar otro fenómeno: el de la violencia ya no ejercida contra los jóvenes sino el de la ejercida por los jóvenes.

De acuerdo con la Fiscalía, de los casos investigados en Bogotá entre julio de 1992 y septiembre de 1993, se hallaron comprometidos menores de 18 años en 157 homicidios, en 350 casos de lesiones personales y en 61 violaciones: es decir, la violencia ejercida por los jóvenes contra ellos mismos o contra el resto de la sociedad tiende a crecer. Este tipo de fenómenos es relevante, tanto en las áreas residenciales como en los de desplazamiento de las pandillas en distintas regiones de la ciudad.

En una investigación se lograron identificar los siguientes hechos: la mayor parte de los jóvenes de las pandillas son de origen bogotano, hijos de bogotanos, el 90%. El 70% de ellos son solteros y, de éstos, el 70% duerme en su casa. El 20% de los muchachos de las pandillas han terminado su educación secundaria, el 60% no trabaja y el 20% no trabaja ni estudia. El 60% admite haber consumido droga.

El fenómeno de la violencia contra la infancia, contra la mujer y contra los jóvenes es algo que el país debe empezar a abordar seriamente, considerándolo como un fenómeno básicamente urbano.

Tenemos expertos en fenómenos políticos, discursos, textos y estudios sobre la violencia rural y la violencia política; pero en 10 relacionado con la pérdida de la ética ciudadana, de la ética social, de la impunidad en la justicia, va a ser necesario realizar profundas reflexiones en las que el sector de la salud tiene un gran papel pues es el principal afectado por el fenómeno de la violencia.

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