Psicogeriatría de la Sexualidad

MEDICINA FAMILIAR
EDUCACIÓN CONTINUADA PARA EL MEDICO GENERAL

CAPITULO 58
ÁLVARO NIETO
Ps., Psicólogo de la Universidad de los Andes, Investigador, Consultor de empresas e instituciones educativas y de salud. Conferencista y catedrático a nivel de postgrado, Bogotá, D.C.

La sexualidad en la tercera edad

El tema de la actividad sexual en la tercera edad y en el anciano es un asunto que preocupa o sorprende en el presente milenio. El ser humano se ha enfrentado de forma súbita a una prolongación de su expectativa o esperanza de vida con escasos conocimientos de su capacidad fisiológica y un patrón cultural donde se integran rígidos conceptos y estereotipos sexuales, trasmitidos de generación en generación, propios del “Imaginario colectivo” y que muchas veces resultan falsos o erróneos.

Uno de esos conceptos equivocados es el que plantea que la actividad sexual debe desaparecer en la edad avanzada y, por tanto, desearla o tener fantasías sexuales, después de los 65 años o etapa que se ha denominado la “Tercera Edad”, no es natural, fisiológico, moral o socialmente bien visto. Para muchas personas de ambos sexos resulta un factor de ansiedad llegar a la edad madura, lo que complica la misma vida sexual de la pareja apareciendo trastornos en la función sexual.

Los ancianos son visualizados como seres que no experimentan deseo sexual, cuyos cuerpos han perdido toda la capacidad sexual del organismo, que no mantienen relaciones sexuales y si lo hacen “no es normal”.

La ignorancia, los prejuicios y los estereotipos sociales, que han mostrado una imagen de la vejez, como una “etapa asexuada de la vida”, han ocasionado en las sociedades occidentales, una actitud negativa hacia la sexualidad de las personas mayores.

Tabúes como la pérdida de la capacidad sexual de la mujer tras la menopausia, la perdida de potencia sexual masculina con el climaterio y el paso del tiempo y la carencia de deseo sexual en las personas añosas, han demostrado no ser más que exageraciones mal fundamentadas en ciertas modificaciones fisiológicas que tienen lugar en nuestra sexualidad, con el paso de los años y han ocasionado lo que puede denominarse: “El desencuentro de la Tercera Edad”.

Aceptar al abuelo y/o abuela (o papá y mamá) “haciendo el amor”, a pesar de mantenerse activos, o haciendo ejercicio y divertirse en sus años de retiro, resulta poco aceptable para nuestra cultura centrada en el mundo de los jóvenes.

Por otra parte los jóvenes y adultos niegan la sexualidad del anciano como forma de negación de la propia vejez, y como evitación de la rememoración de conflictos evolutivos.

Para agravar la situación, los mismos ancianos niegan su propia sexualidad como resultado de la formación ético-moral que han recibido, y como una forma de evitar enfrentarse y aceptar la condición de viejo con todas las pérdidas que esto conlleva.

Según la psicóloga Amelia Rodríguez, “La sexualidad del anciano está sujeta a un gran número de agresiones, procedentes no sólo del bando de la patología, sino también, de manera especial, de las presiones sociales. La noción de la actividad sexual hasta el final de la vida es totalmente opuesta a las ideas preconcebidas de la familia (incluyendo los hijos), del personal que atiende al anciano (médico y no médico) y puede ser contraria a las expectativas de los propios interesados que se sienten con frecuencia sorprendidos, e incluso un poco culpables, al ver que su sexualidad sigue vivita y coleando”.

Según Sonia Blasco: “La investigación de los últimos treinta años es categórica: “La sexualidad puede mantenerse activa toda la vida. Sin embargo, ni la mujer ni el hombre maduros se atreven a manifestarse enamorados, excitados, contentos”. ¿Qué dirán de ellos si muestran su pasión, sus ilusiones, sus proyectos? “Todavía hoy, como ciegos y sordos ante las evidencias, los prejuicios siguen condenando la sexualidad de las personas de la tercera edad.

Lástima, justo ahora, que la mujer y el hombre tienen la oportunidad y el tiempo de encontrar la satisfacción por la que han luchado tantos años”.

Con Gonzalez y Szurek: “No hay ninguna causa para que un sujeto, en un razonable estado de salud general, no pueda continuar experimentando deseos sexuales y ejercitando su función genital hasta estadios de edad muy avanzados”.

Somos seres sexuados. Aceptar esta premisa es aceptar que la sexualidad nos acompañe siempre, nos hace disfrutar, y reforzar la autoestima y la autorrealización. Tenemos que reconocerla en nosotros mismos, aprender a aceptarla en los demás y ayudarle a las personas de la Tercera Edad a rescatarla.

Ninguna persona de la Tercera edad tiene que enfrentar el “desencuentro”, ya que se han encontrado con Eros desde su nacimiento.

Salud y sexualidad en la tercera edad

Experiencias realizadas con ancianos, por largos períodos de tiempo, proporcionan datos con relación a que muchas personas ancianas están todavía en disposición de tener relaciones sexuales placenteras. Las experiencias sexuales tienen, en general, efectos favorables en todos los aspectos del anciano, de manera que en circunstancias apropiadas deberán ser alentadas.

Según Mayer: “Se comprobó que las personas que en sus años intermedios tenían una escala de valores más amplia y más flexible tenían también mayores probabilidades de seguir manteniéndose mentalmente sanos”.

Según la psicogerontóloga Milagros Martín Guerra: “La autoestima se encuentra asociada con la salud, las actitudes hacia el envejecimiento y la satisfacción con la vida pasada. Tener una buena autoestima, cuando envejecemos, es un buen índice de que la adaptación a circunstancias difíciles, como por ejemplo el afrontamiento de la viudez o la perdida de independencia, la realizaremos favorablemente. Niveles bajos de autoestima serían señales de la posibilidad de la aparición de sucesos depresivos”.

Las personas que participan en grupos sociales mantienen un estado de salud superior a los que se mantienen socialmente aislados y desarrollar una vida rica en relaciones afectivas significativas contribuye a vivir más años, mejorando así nuestra calidad de vida.

(Lea También: Vida Sexual en la Tercera Edad)

Cambios en la respuesta sexual de la tercera edad

Para muchas personas, el envejecimiento comienza a manifestarse con una disminución del deseo sexual; este deseo puede comenzar a declinar, en algunas personas, de manera paulatina y suave, mientras que en otras se presentará de manera brusca. Estas forma de presentación de pérdida del deseo sexual puede producirse tanto por problemas de salud mental y física como por el ambiente y los sucesos o acontecimientos que rodean a la persona de la tercera edad o al anciano.

Es cierto que el envejecimiento produce cambios en la fisiología sexual, pero comparados con otros cambios propios de la edad, como el ajuste de la visión o menos horas de sueño, estos cambios son pequeños: la función sexual, vista desde la perspectiva de “hacer el amor”, no de la reproducción, se mantiene mucho mejor que otras funciones. Cuando desaparece, ocurre por un sin número de razones, que van desde una falta de salud general a una libre opción.

Según Amelia Rodríguez: “Esta etapa final de la vida, como ha sido natural en etapas anteriores, también lleva un período de cambios paulatinos en todas las esferas relacionadas con el individuo. Se suceden cambios fisiológicos, psicológicos, de estilo de vida, de relaciones personales… Pero estos cambios no debemos percibirlos como negativos, sino como cambios naturales que requieren de una adaptación del individuo a las nuevas condiciones. No hablemos de una decadencia, sino de un proceso de interiorización y ascenso a la vida espiritual”.

Según Virginia Viguera: “La sexualidad cambia con los años, no desaparece. Es más tranquila, menos urgente, requiere más estímulos. Está también en rela-ción con una vida sana, con poca ingesta de medicamentos, de alcohol, de tabaco. Además el cansancio y el estrés perjudican o interfieren en el placer”.

Si bien es cierto que los cambios evidentes son percibidos, no debemos desestimar lo que el proceso ininterrumpido de aprendizaje a lo largo de la vida ha sido capaz de acumular.

Según la sexóloga Ana Marquez: “El cuerpo no pierde sensibilidad y los dos metros cuadrados de piel que lo recubren son unos agradecidos receptores de mimos y de cariño. Los besos y las caricias son una parte importante de la sexualidad y lo que antes se consideraba un simple preámbulo recobra el protagonismo robado”.

Durante la vejez se conserva la capacidad de respuesta sexual en sus tres facetas principales que son: deseo, excitación y orgasmo; sin embargo existen modificaciones que deben ser tomadas en cuenta al igual en la mujer como en el hombre.

En la mujer añosa

El deseo sexual: Generalmente nunca se pierde, al contrario en muchas personas aumenta, y se mantiene adecuadamente y permite a las parejas o a los individuos mantenerse con una suficiente capacidad de relaciones sexuales.

Un factor importante en la mujer que puede modificar el deseo sexual es la aparición de la menopausia; algunas mujeres, pocas por supuesto, se sienten liberadas de la posibilidad de la maternidad y aumentan tanto su deseo sexual como su expresión sexual; otras que practican muy poco su sexualidad o no disfrutan de ella encuentran la excusa perfecta para suspender sus relaciones sexuales de manera definitiva.

Es muy importante señalar que las mujeres regulan su deseo sexual gracias a una hormona que se produce en las glándulas suprarrenales (testosterona) y que es idéntica a la masculina pero en pequeñas cantidades. Como la glándula suprarrenal no envejece, el deseo puede persistir siempre, pues siempre se producirá esta pequeña cantidad de testosterona.

Cambios en la respuesta sexual de la mujer

1- Disminuye la elasticidad y lubricación vaginal.
2- La sensibilidad del clítoris se mantiene intacta.
3- La erección del clítoris durante el acto sexual no muestra diferencias apreciables con las mujeres de menos edad, si se cumplen todas las fases del acto sexual (excitación, meseta, orgasmo y resolución)
4- La erección del pezón en la fase de excitación es similar a la de las jóvenes, aunque es menos intenso el aumento de tamañó de la mamas por la vasodilatación y su enrojecimiento. Mujeres jóvenes con mamas flácidas pudieran presentar también esta situación.
5- Se mantiene su capacidad de tener orgasmos inclusive en edades muy avanzadas , aun mas allá de los setenta años, Muchas mujeres pierden esta capacidad por factores psicológicos, los cuales en su mayoría provienen de la sociedad y, en muchas ocasiones, de su pareja que descubre asombrada esta capacidad y en muchas ocasiones la envidia.
(Entre los investigadores que certifican esta cualidad de la mujer para mantener su capacidad de orgasmo podemos mencionarla Kinsey, Masters y Johnson, Pfeiffer, Kaplan, entre muchos otros).
6- La cualidad del multiorgasmo se mantiene toda la vida. Este hecho depende de la calidad de estimulación, el estado anímico y de la predisposición de la mujer.
7- Menos contracciones de la vagina durante la fase orgasmica; es menor la elevación uterina, fenómeno fisiológico en la fase de meseta orgasmica, y las contracciones uterinas del orgasmo se hacen más débiles.

En el hombre añoso

Alrededor de 5 % ciento de los hombres que pasan de los 60 años experimentan lo que se conoce como el “climaterio masculino”. Esta condición viene caracterizada por alguno o por la totalidad, de los siguientes rasgos: cansancio, falta de apetito, disminución del deseo sexual, menoscabo o pérdida de potencia, irritabilidad y dificultad de concentración. Estas alteraciones son imputables a la baja producción de testosterona y pueden solventarse o mitigarse mediante inyecciones de esta sustancia.

Sin embargo la edad afecta de diversas maneras la fisiología de la respuesta sexual del hombre.

Cambios en la respuesta sexual del hombre

1- Más tiempo y más estimulación directa para lograr la erección.
2- Erecciones menos firmes.
3- Los testículos se llevan solo parcialmente en relación con el perineo y lo hacen con mayor lentitud.
4- Se reduce la cantidad de semen y disminuye la intensidad de la eyaculación.
5- Por lo general se observa una menor necesidad física de eyacular.
6- Se prolonga el período refractario, es decir, el espacio de tiempo posterior a la eyaculación en que el hombre es incapaz de lograr una nueva erección y emisión de semen.
7- La capacidad de percibir el orgasmo no se modifica en los viejos, pues llegan a sentir y percibir el orgasmo con la misma intensidad que en la juventud; incluso hay hombres que gracias a su aprendizaje sexual logran prolongar y modificar el orgasmo

Con la edad disminuyen la masa y la fortaleza muscular, por tal motivo suele existir una disminución de la tensión muscular durante la excitación sexual.

En muchas ocasiones los hombres que presentan los síntomas anteriormente expuestos, se preocupan y piensan que están enfermos. En otros casos es la esposa quien se siente alarmada.

Muchos hombres de edad gozan del sexo aunque no siempre eyaculen, pero si la compañera no está consciente del proceso fisiológico, puede llegar a pensar que carece de atractivos o que no es lo bastante “buena” como amante.

Algunos hombres, a medida que envejecen, no tienen una idea exacta de como debe ser su vida sexual y pretenden tener erecciones firmes al instante y en todas las situaciones y se preocupan cuando no pueden hacer el amor dos veces en una noche. Debido a la errónea interpretación de estos cambios, el hombre de cierta edad es más propenso a mostrar síntomas de “angustia anticipatoria sobre su desempeño sexual”.

La compañera sexual juega un papel muy importante, pues ella guarda muchas características sexuales sin modificarse, especialmente el deseo, la excitación y sobre todo la capacidad del orgasmo. En estas condiciones muchas mujeres consideran que los cambios que ocurren en los hombres se deben a falta de interés o a la existencia de otras mujeres que “roban la sexualidad” a estos hombres y cuando hacen evidente su reclamo y exigen una actividad sexual mayor, el hombre entra en periodos de depresión severos.

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