Actividad eléctrica sin pulso (AESP) en reanimación cardio-cerebro-pulmonar

Actividad eléctrica sin pulso en reanimación. La presencia de alguna actividad eléctrica diferente de la fibrilación ventricular o de la taquicardia ventricular en ausencia de pulso identifica esta arritmia.

Anteriormente la situación se identificaba como disociación electromecánica debido a que había despolarización eléctrica organizada y falta de acortamiento sincrónico de las fibras miocárdicas. No obstante, desde la década de los 90 se estableció el término más adecuado de actividad eléctrica sin pulso (AESP).

Este ritmo se considera como de supervivencia, ya que detectando la causa con rapidez hay mayor oportunidad de respuesta.

Las ondas detectadas pueden ser lentas y amplias o rápidas y estrechas. Se observa mejor pronóstico en los casos con complejos QRS estrechos y rápidos.

La secuencia recomendada para atender casos de actividad eléctrica sin pulso (AESP) es la siguiente:

1. Contacto: la víctima no responde

2. Activar el sistema de emergencia

3. Aplicar el ABCD primario:

A. No respira
B. Proporcionar dos a cinco ventilaciones con presión positiva
C. Verificar si hay pulso. Si no lo hay iniciar RCP
D. ¿Hay fibrilación?: no hay fibrilación

4. Proceder al ABCD secundario:

A. Intubar

B. Verificar buena intubación

C. Canalizar vena, monitorear y detectar actividad eléctrica en ausencia de pulso que es FV ni TV. Administrar adrenalina 1 mg. intravenosa y una carga de 250 cc de solución salina. Continuar con la reanimación cardiopulmonar (RCP). Si la actividad eléctrica es lenta, administrar atropina 0.5 a 1 mg. intravenosa.

D. Diagnóstico diferencial: tan pronto se detecte la situación, iniciar un cuidadoso proceso para determinar la causa.

E. Determinar si hubo o no trauma. Si hubo trauma proceder de acuerdo con el ABCD del trauma, detectando y manejando lesiones amenazantes para la vida. Si no lo hubo, determinar la edad ya que cada grupo etáreo tiene más probabilidades de ciertos diagnósticos que otro (un paciente de 17 años, por ejemplo, tendrá menos opciones de un infarto que uno de 65 años).

5. Descubrir al paciente detectando hallazgos que sugieran la causa del problema

Edema en miembros inferiores sugiere problemas renales y por ende trastorno de hipo o hipercalemia; cicatrices amplias sugieren cirugía reciente, reposo prolongado y embolismo pulmonar; punciones en los brazos sugieren fármacodependencia y tóxicos).

6. Interrogar al familiar y consultar la historia clínica

Con base en la nemotecnia de las 5H y las 5T (hipovolemia, hipoxia, hipotermia, hidrogeniones (acidosis), hipo o hipercalemia, taponamiento cardíaco, tensión neumotórax, tabletas o tóxicos, tromboembolismo pulmonar y trombosis coronaria (infarto del miocardio)).

7. Tratar de acuerdo con la causa

Como se puede ver hay situaciones de mejor pronóstico que otras:

Hipovolemia: recuperar la volemia agresivamente camino al hospital, no en la escena.

Hipotermia: recuperar la temperatura normal.

Hipoxia: detectar y tratar el origen del problema mejorando oxigenación y manejando agresivamente la vía aérea.

Hidrogeniones: acidosis, considerar suministro de bicarbonato.

Hipercalemia: considerar suministro de bicarbonato.

Tensión neumotórax: descomprimir el tórax puncionando segundo espacio intercostal en línea medio clavicular. No intentar compresiones torácicas camino al hospital mientras no se descomprime el neumotórax.

Taponamiento cardíaco: pericardiocentesis. No intentar compresiones torácicas.

Tóxicos: tratar de acuerdo con el tóxico.

Trombosis coronaria: traslado rápido al hospital.

En todos los casos la pauta fundamental involucra pronto traslado a la institución hospitalaria adecuada más cercana, ejecutando pasos básicos en el camino.

El bicarbonato es un fármaco que se usó y que fue víctima del abuso por muchos años.

No hay razones para que los equipos de intervención continúen manejándolo sin lógica o evidencias de soporte:

Clase I (avalado por evidencia definitiva): en caso de hipercalemia conocida preexistente.

Clase IIa (aceptable, buena evidencia): si hay acidosis conocida preexistente. En sobredosis de antidepresivos tricíclicos. En sobredosis de ácido salicílico.

Clase IIb (sólo evidencia regular): pacientes intubados y ventilados con periodos de paro prolongado. Al restablecer la circulación luego de paro prolongado.

Clase III (puede ser nocivo): acidosis hipercápnica.

Asistolia en la actividad eléctrica sin pulso (AESP) en reanimación

Para algunos autores la asistolia no es una arritmia sino la manifestación sombría de un corazón agonizante. Esto teniendo en cuenta que los pacientes que muestra nasistolia en el monitor tienen tasa de supervivencia muy baja, sobreviviendo solamente un 1 a 2%.

La única esperanza de reanimación es la detección inmediata o pronta de una causa reversible.

Para la atención de la asistolia se aplica la siguiente secuencia:

1. Contacto: NO responde.

2. Activar el sistema de emergencia.

3. Aplicar ABCD primario:

A.No respira
B.Proporcionar dos o cinco ventilaciones a presión positiva
C.Detectar pulso. Si no lo hay pulso, iniciar RCP
E.No hay fibrilación

4. Aplicar el ABCD secundario:

A. Intubar
B. Verificar buena intubación
C. Canalizar vena, monitorear y administrar medicamentos. Si en el monitor aparece asistolia, corroborar que en realidad no haya pulso. Verificar que los cables de los electrodos no se hayan soltado y cambiar de derivación en el monitor para asegurarse que no se trata de un reflejo de una fibrilación ventricular fina de otra derivación. Administrar adrenalina intravenosa 1mg., cada tres a cinco minutos.

5. Verificar que no haya signos de muerte que contraindiquen la reanimación.

6. Considerar el uso de marcapaso transcutáneo siempre y cuando se aplique precozmente.

No es de uso rutinario.

7. Aplicar atropina 0.5 mg. a 1 mg. intravenosa, cada tres a cinco minutos.

Si reevaluando cada paso, se determina que todo ha sido ejecutado adecuadamente y persiste la situación, luego de veinte minutos, considerar suspender maniobras.

Aunque no es el objetivo de esta guía discutir la reanimación cardiorrespiratoria en el paciente con trauma, se darán algunas de las pautas generales de abordaje de estas situaciones en la escena prehospitalaria.

En primer lugar debe ser claro que el pronóstico de cualquier paciente que hace paro cardiorrespiratorio como consecuencia del trauma en la escena prehospitalaria, es muy reservado y con esperanzas muy limitadas de respuesta.

Diferencias entre paro cardiorrespiratorio de origen médico y paro cardiorrespiratorio de origen traumático

Hay diferencias profundas entre el paro cardiorrespiratorio de origen médico y el de origen traumático.

La mayoría de paros de origen médico son resultado de arritmias cardíacas o problemas ventilatorios. En el trauma, en muchos casos, el evento acompañante es la exsanguinación o, en menor porcentaje, la existencia de lesiones devastadoras como trauma cerebral o espinal severo y no pueden ser apropiadamente resucitados en el campo.

El colapso de origen médico puede ser estabilizado en la escena manejando el problema de vía aérea o desfibrilando. En contraste, el paro cardiopulmonar de origen traumático es mejor manejado con traslado inmediato al hospital.

Menos del 4% de los pacientes traumatizados que requieren resucitación cardiopulmonar en la escena sobrevivirán hasta ser dados de alta del hospital.

Las víctimas de trauma penetrante torácico suelen tener la mejor esperanza si se actúa con rapidez, trasladándolas al centro hospitalario con capacidad de respuesta al trauma.

Pacientes que entran en colapso cardiorrespiratorio como consecuencia de trauma cerrado múltiple, trauma penetrante de cuello, trauma penetrante de cráneo o quemaduras grado III mayores al 70% de superficie corporal, generalmente morirán y no justifican esfuerzos de reanimación en la escena. La pauta a manejar dependerá de la normatividad de cada equipo.

La Asociación Nacional de Médicos de Sistemas de Emergencia de los Estados Unidos y el Comité de Trauma del Colegio Americano de Cirujanos sugieren:

Para víctimas de trauma cerrado, no se justifican los esfuerzos de reanimación si el paciente está sin pulso y en apnea al arribo de los equipos de emergencia.

Para víctimas de trauma penetrante los esfuerzos para reanimar raramente tendrán resultado si no hay signos de vida (respuesta pupilar, esfuerzo respiratorio o actividad eléctrica cardíaca con frecuencia mayor a 40 por minuto) al arribo de los equipos de emergencia a la escena.

La reanimación no se justifica si hay lesiones fatales: decapitación (hemicorporectomia), o cuando hay livideces, rigor mortis y descomposición del cuerpo.

La terminación de esfuerzos de reanimación del paciente con trauma en la escena deben ser considerados si han transcurrido 15 minutos de intentos de reanimación infructuosos frente al paro presenciado.

La terminación de intentos de resucitación debería ser considerada para pacientes en paro cardiorrespiratorio de origen traumático que requieren transporte al centro de trauma, con tiempo de desplazamiento mayor de 15 minutos.

Víctimas de ahogamiento, descarga por rayo o hipotermia, o aquellos en los que el mecanismo de trauma no correlaciona con la condición clínica (sugiriendo causa no traumática) merecen especiales consideraciones antes de tomar decisiones con respecto al fin de los intentos de reanimar.

La reanimación cardio-cerebro-pulmonar es un escenario en el que se juegan muchos elementos que confrontan la práctica médica y que la enfrentan a una auténtica situación de relación inmediata con la muerte.

VISITE: GUÍA DE ATENCIÓN MÉDICA PREHOSPITALARIA POR TEMAS

Lecturas Recomendadas

1. PHTLS, Basic and Advanced Prehospital Trauma Life Support. NAEMT, ACS, 2003, Mosby.
2. AMLS, Advanced Medical Life Support, NAEMSP, 1999, Mosby
3. Standards for cardiopulmonary resuscitation (CPR) and emergency cardiac care (ECC). JAMA 1974;227:833 868.
4. Standards and Guidelines for cardiopulmonary resuscitation (CPR) and emergency cardiac care (ECC). JAMA 1980;244:453-509.
5. Standards for cardiopulmonary resuscitation (CPR) and Emergency cardiac care (ECC). JAMA 1986;255:2905 2989
6. American heart Association. Guidelines for Cardiopulmonary resuscitation Ëmergency cardiac care. JAMA 1992;268:2212 2302
7. Guidelines for advanced life support: a statement by the advanced life support working party of the European Resuscitation Council, 1992. Resuscitation 1992;24:111-121
8. Guidelines for the basic and advanced management of the airway and ventilatation. Resuscitation 1996;31: 187-230
9. Bossaert L. European Resuscitation Council Guidelines for Resuscitation. Amsterdam, Paises Bajos: Elsevier, 1998.
10.Stephenson HE, Corsan Reed L, Hinton JW. Some common denominators in 1200 cases of cardiac arrest. Ann Surg 1953; 137:731-734

Preguntas frecuentes

¿Cómo se llama la actividad eléctrica sin pulso?

La actividad eléctrica sin pulso (AESP) se refiere a la ausencia de un pulso detectable en un electrocardiograma (ECG) a pesar de la presencia de actividad eléctrica en el corazón. En otras palabras, aunque puede haber actividad eléctrica en el corazón, no se traduce en una contracción efectiva del músculo cardíaco para bombear sangre de manera adecuada.

La AESP es una situación de emergencia médica que requiere intervención inmediata para restaurar el ritmo cardíaco normal y mantener la circulación sanguínea.

¿Qué hacer en caso de actividad eléctrica sin pulso?

La actividad eléctrica sin pulso (AESP) es una situación de emergencia médica grave que requiere una acción rápida y precisa.

Comprobar la respuesta: intenta obtener la atención de la persona afectada llamándola y sacudiéndola suavemente. Si hay testigos presentes, puede dividir las responsabilidades para llamar a la ayuda y comenzar la atención médica.

Comprobar la respiración y el pulso: si estás capacitado en RCP (resucitación cardiopulmonar), comienza a evaluar la respiración y el pulso de la persona. Si no estás entrenado, prosigue con los pasos siguientes.

Iniciar la RCP: si la persona no está respirando normalmente y no tiene pulso, inicia la RCP. Esto implica compresiones torácicas (masaje cardíaco) y, si estás entrenado, respiraciones de rescate.

Las compresiones torácicas deben realizarse a un ritmo de al menos 100-120 por minuto, con una profundidad de al menos 2 pulgadas (5 cm). La RCP debe continuar hasta que llegue la ayuda de emergencia y se puedan administrar tratamientos avanzados.

Utilizar un desfibrilador externo automático (DEA): si hay un DEA disponible y estás entrenado en su uso, sigue las instrucciones del dispositivo para administrar una descarga eléctrica si es apropiado. Los DEA pueden ser efectivos para restaurar el ritmo cardíaco en ciertos casos de AESP causados por ciertos ritmos cardíacos desordenados como la fibrilación ventricular.

Recuerda que es esencial actuar con rapidez y decisión en caso de AESP, ya que cada minuto cuenta en la supervivencia y el pronóstico de la persona afectada.

¿Cuáles son los ritmos de paro sin pulso?

Los ritmos de paro sin pulso son los ritmos cardiacos que se presentan en una situación de paro cardíaco, donde el corazón deja de bombear sangre de manera efectiva. Estos ritmos incluyen:

Taquicardia ventricular sin pulso (TVSP): en este ritmo, hay actividad eléctrica rápida y desorganizada en los ventrículos, pero no hay pulsos detectables ni circulación sanguínea efectiva.

Fibrilación ventricular (FV): en la FV, los ventrículos experimentan contracciones rápidas y descoordinadas, lo que resulta en una actividad eléctrica caótica. No hay pulsos detectables ni circulación sanguínea efectiva.

Actividad eléctrica sin pulso (AESP): en la AESP, hay actividad eléctrica detectable en el corazón en el ECG, pero no se acompaña de una contracción efectiva del músculo cardíaco para bombear sangre de manera adecuada. En otras palabras, no hay pulsos detectables ni circulación sanguínea efectiva.

Estos son los ritmos que se consideran como paro sin pulso en una emergencia médica y requieren intervención inmediata para restablecer la circulación sanguínea y mejorar las posibilidades de supervivencia.

¿Cuáles son los 3 ritmos desfibrilables?

Los tres ritmos desfibrilables son aquellos en los cuales la aplicación de un choque eléctrico mediante un desfibrilador externo automático (DEA) o un desfibrilador manual puede ser efectiva para restaurar un ritmo cardíaco normal. Estos ritmos son:

Fibrilación ventricular (FV): en la fibrilación ventricular, los ventrículos del corazón experimentan contracciones rápidas y caóticas, lo que impide que bombeen sangre de manera efectiva. La aplicación de un choque eléctrico puede interrumpir esta actividad desorganizada y permitir que el corazón recupere un ritmo cardíaco normal.

Taquicardia ventricular sin pulso (TVSP): aunque la taquicardia ventricular sin pulso implica una actividad eléctrica rápida y desorganizada en los ventrículos, no hay pulsos detectables ni circulación sanguínea efectiva. Sin embargo, en sus etapas iniciales, la TVSP puede responder a la desfibrilación eléctrica.

Taquicardia ventricular con pulso (TVCP) inestable: la TVCP es un ritmo cardíaco rápido y potencialmente peligroso en el que los ventrículos se contraen de manera rápida y desincronizada, pero hay pulsos detectables. En algunos casos, si la TVCP es inestable y no responde a otros tratamientos, la desfibrilación eléctrica puede ser necesaria para restaurar un ritmo cardíaco normal.

¿Qué es asistolia AESP?

Asistolia y AESP (actividad eléctrica sin pulso) son dos condiciones diferentes en el ámbito médico de emergencia.

Asistolia: la asistolia es un tipo de paro cardíaco en el que no hay actividad eléctrica discernible en el corazón. En un electrocardiograma (ECG), se muestra una línea recta, lo que indica la ausencia total de actividad eléctrica cardíaca. La asistolia es una emergencia médica crítica y requiere resucitación cardiopulmonar (RCP) y otros tratamientos avanzados para intentar resucitar al paciente.

Actividad eléctrica sin pulso: la AESP es una situación en la que hay actividad eléctrica detectable en el corazón, pero no se traduce en una contracción efectiva del músculo cardíaco para bombear sangre de manera adecuada.

En otras palabras, a pesar de la presencia de actividad eléctrica, no se detectan pulsos y no hay circulación sanguínea efectiva. La AESP también es una emergencia médica grave que requiere intervención inmediata, pero se diferencia de la asistolia en que aún hay actividad eléctrica detectable en el ECG.

Es esencial reconocer estas condiciones y seguir los protocolos de tratamiento adecuados para cada una de ellas en una situación de emergencia médica.

¿Cuáles son los 4 tipos de paro cardíaco?

Fibrilación ventricular: en la FV, los ventrículos del corazón experimentan contracciones rápidas y descoordinadas, lo que interfiere con su capacidad para bombear sangre de manera efectiva. La FV es uno de los ritmos desfibrilables y requiere desfibrilación eléctrica inmediata para restaurar un ritmo cardíaco normal.

Taquicardia ventricular sin pulso: en la TVSP, hay actividad eléctrica rápida y desorganizada en los ventrículos, pero no hay pulsos detectables ni circulación sanguínea efectiva. La TVSP es un tipo de paro sin pulso y requiere intervenciones de resucitación cardiopulmonar (RCP) y otras medidas avanzadas para intentar restablecer la circulación sanguínea.

Asistolia: la asistolia es un tipo de paro cardíaco en el que no hay actividad eléctrica discernible en el corazón. En un electrocardiograma (ECG), se muestra una línea recta, indicando la ausencia total de actividad eléctrica cardíaca. La asistolia es una emergencia médica crítica que requiere RCP y otros tratamientos avanzados para intentar resucitar al paciente.

Actividad eléctrica sin pulso: en la AESP, hay actividad eléctrica detectable en el corazón, pero no se traduce en una contracción efectiva del músculo cardíaco para bombear sangre de manera adecuada. A pesar de la presencia de actividad eléctrica, no se detectan pulsos y no hay circulación sanguínea efectiva. La AESP también es una emergencia médica grave que requiere intervención inmediata.

¿Cuánto tiempo puede vivir una persona sin pulso?

La supervivencia sin pulso depende de varios factores, incluyendo la causa subyacente del paro cardíaco, la rapidez con la que se inician las maniobras de resucitación, y la disponibilidad de atención médica avanzada.

En general, la falta de circulación sanguínea (ausencia de pulso) conlleva un suministro insuficiente de oxígeno a los órganos vitales, lo que puede resultar en daño cerebral u otras lesiones graves si no se trata rápidamente. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren que la resiliencia del cerebro y otros órganos puede permitir la supervivencia durante varios minutos, incluso después de que cese el pulso detectable.

Es importante destacar que la probabilidad de supervivencia disminuye rápidamente con el tiempo. Por lo tanto, es crucial iniciar la resucitación cardiopulmonar (RCP) y obtener asistencia médica lo más pronto posible en caso de paro cardíaco sin pulso para mejorar las posibilidades de supervivencia y reducir el riesgo de daño cerebral u otros daños graves.

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