¿Cómo me pueden tratar? – Guía de Cáncer de Próstata

Cómo me pueden tratar el cáncer de próstata

Existen diversas alternativas para manejar el cáncer de próstata. Antes de tomar una opción, el urólogo evaluará su edad; otras enfermedades asociadas y condición física general.

Definirá el estado de su patología de acuerdo con su esta­do clínico; establecerá una categoría de riesgo de acuerdo con las características propias del tumor y definirá la intención del tratamiento.

Es decir, si este se hará con intención curativa (para curar la enfermedad) o paliativa (para disminuir sín­tomas y mejorar su calidad de vida).

Como se observa, es un proceso que puede llevar tiempo, pero no se debe alar­mar por esto; el tiempo consumido en este proceso no pone en riesgo el éxito de su manejo y en cambio sí permite escoger la mejor opción para cada caso.

A continuación explicaremos cada una de las opciones de manejo que son aceptadas para el manejo de cáncer de próstata con intención curativa. (Lee también: ¿Cuáles son los riesgos y efectos secundarios de los tratamientos?

Vigilancia activa – Cáncer de Próstata

Significa que, dadas las características de bajo riesgo de su enfermedad, no es estrictamente necesario tratarlo una vez hecho el diagnóstico.

Esto quiere decir que su tratamiento definitivo con intención curativa puede ser pospuesto hasta el punto en que se determine la progresión de la enfermedad.

Para ser incluido en un proto­colo de vigilancia activa se debe cumplir de manera estricta un esquema de segui­miento, que incluye la repetición de la biopsia inicial, examen de antígeno prostático inicialmente cada tres meses, examen físico incluyendo tacto rectal cada tres meses y seguramente biopsia prostática cada año.

Es una estrategia de manejo inicial que requiere una alta responsabilidad del paciente para su autocuidado y una alta ac­cesibilidad al servicio de salud disponible para no alterar el seguimiento, del cual depende el éxito de esta opción.

Con esta modalidad de manejo diferido se pretende prolongar el tiempo de calidad de vida que se compromete con los diferentes trata­mientos definitivos, sin poner en riesgo la posibilidad de curación de su enfermedad.

Prostatectomía radical

Consiste en la remoción o extracción completa de la próstata en conjunto con las vesículas seminales, pequeñas glándulas unidas a la próstata y lugar frecuente de extensión del cáncer de próstata (figura 7).

Esta cirugía se puede realizar de di­ferentes formas, la más común es la prostatectomía abierta retropúbica, que se rea­liza a través de una incisión de aproximadamente 10 cm del ombligo hacia abajo o transversa en el área púbica, la cual requiere un tiempo promedio de hospitalización de dos días y se realiza bajo anestesia general.

Una alternativa es la prostatectomía laparoscópica asistida por robot, que, a diferencia de la anterior, se lleva a cabo a través de tres a cinco incisiones de menos de 2 cm, que facilitan la introducción de instrumentos que permiten remover la próstata por estas pequeñas incisiones.

Al igual que la abierta, requiere anestesia y hospitalización para su realización.

El objetivo de la prostatectomía radical es la remoción completa de la prós­tata, lo cual implica que una vez retirada esta, se debe reconstruir la vía urinaria, que pierde su continuidad al ser extraída la próstata.

Por esta razón, durante el postoperatorio inmediato usted deberá tener un sistema de drenaje de los líquidos extravasados al abdomen, que se retira antes de salir del hospital, y un catéter, tubo o sonda urinaria que entra por su pene y va a la vejiga, y permite que la ori­na drene desde la vejiga al exterior, mientras los tejidos reconstruidos cicatrizan adecuadamente.

Este catéter permanece puesto entre 7 y 18 días, dependiendo de la técnica quirúrgica, por lo cual seguramente usted será dado de alta con este catéter urinario y se le retirará en consulta posteriormente.

La prostatectomía, por sus características, es el tratamiento más agresivo para el cáncer de próstata.

Se considera el estándar contra el cual deben ser compara­dos los demás tratamientos, por cuanto es el que alcanza los mayores índices de curación.

Si su enfermedad está limitada a la próstata, la posibilidad de recurren­cia del cáncer a 15 años es menor del 30%.

Si su enfermedad es de riesgo interme­dio o alto, es probable que exista extensión de esta a los ganglios o tejido linfático de la pelvis. Por ello, al mismo tiempo que se realiza la prostatectomía radical se debe realizar la remoción de este tejido linfático, procedimiento conocido como linfadenectomía pélvica.

Hoy en día se considera que favorece las posibilidades de curación cuando se realiza adecuadamente.

Prostatectomía radicalFigura 7. Prostatectomía radical

Desafortunadamente, la prostatectomía radical puede dejar algunas secuelas en mayor o menor grado; las cuales debe conocer antes de escoger esta modalidad de tratamiento.

Una vez removida la próstata, se pierde la eyaculación, es decir, durante las relaciones sexuales no habrá salida de semen, lo cual implica que será estéril.

La erección perderá rigidez en mayor o menor proporción, y esto depende entre otras cosas de la calidad de su erección y edad actual. Entre mayor sea su edad y más deteriorada esté su erección, la prostatectomía radical lo afectará aún más. (Te puede interesar también: ¿Cómo puedo apoyar mi tratamiento?)

Existen diversas modalidades de manejo para la disfunción eréctil que; ­aunque generan mejoría, no lograrán un efecto equivalente a sus erecciones naturales.

Finalmente, una secuela que se presenta en menos del 10% de los pacientes es la pérdida involuntaria de orina o incontinencia relacionada con los esfuerzos. La ma­yoría de las veces es mínima, pero puede afectar de manera relevante su calidad de vida, ya que puede implicar el uso de protectores, pañales, y algunas veces cirugía y uso de medicamentos permanentemente.

La prostatectomía radical es una cirugía mayor y, por tanto, si su estado de sa­lud general no es bueno, se expondrá a mayores complicaciones relacionadas con hemorragias, infecciones y lesiones de órganos vecinos, como el recto, las cuales pueden ser minimizadas por la experiencia del urólogo tratante; es decir, entre mayor sea la experiencia de su urólogo, habrá menor riesgo de este tipo de com­plicaciones.

Radioterapia

La radioterapia es un tratamiento para el cáncer que usa rayos de alta ener­gía para matar las células cancerosas en su próstata. Y evitar que se extiendan a otras partes del cuerpo.

La radiación puede curar, detener o evitar que el cáncer de próstata crezca rápidamente. O reducir los síntomas, como el dolor, cuando no es posible curarlo.

La radiación que se utiliza para el cáncer de próstata puede venir de máquinas especiales. Que mandan dosis fijas de radiación a su próstata desde afuera de su cuerpo (radioterapia externa) (figura 8).

O de pequeñas semillas radioactivas que mandan dosis fijas de radiación a su cáncer de próstata; desde adentro de su cuer­po (radioterapia interna o braquiterapia).

A la mayoría de hombres que reciben radioterapia para el cáncer de próstata se les administra radioterapia externa. En la cual una máquina dirige los rayos de alta energía al cáncer de próstata y una pequeña cantidad a los tejidos sanos al­rededor.

La máquina que comúnmente se utiliza para dar radioterapia externa se llama acelerador lineal. La radiación externa generalmente se le administra ambu­latoriamente en sesiones que pueden ir en número de 30 a 40, según el caso.

Cuando se utiliza la radioterapia interna para tratar el cáncer de próstata, la fuente de radiación se pone dentro de su cuerpo.

Este método de tratamiento se llama braquiterapia o implante de semillas; y consiste en poner unas semillas pe­queñas en la próstata durante una operación; estas semillas son más pequeñas que un grano de arroz y están hechas de un material radioactivo.

Las semillas dan una fuerte dosis de radiación al cáncer de próstata, destruyendo las células cancerosas; y minimizando el daño a tejidos vecinos.

Equipo de radioterapiaFigura 8. Equipo de radioterapia

La próstata y el cáncer de próstata han demostrado una alta sensibilidad a la radiación. Por tanto, este se ha convertido en un tratamiento muy utilizado en estos casos.

Sus tasas de curación a diez años alcanzan el 70% en pacientes ade­cuadamente seleccionados. Tasas ligeramente menores cuando se comparan con la prostatectomía radical a 15 y 20 años.

Para que se lleve a cabo con éxito se requiere además una adecuada selección del paciente, que se lleve a cabo en un centro con niveles tecnológicos óptimos. Al igual que médicos radioterapeutas de alto entrenamiento, ya que su resultado depende en gran parte de estos.

A diferencia de la cirugía, el paciente tratado con radioterapia conserva la prós­tata, y el objetivo del tratamiento es que no se desarrolle nuevamente tejido tumoral.

Es importante reconocer que la radioterapia frente a la cirugía radical de próstata tiene grandes ventajas; dadas por la inexistencia de los riesgos propios de una ci­rugía, como las hemorragias, las infecciones, la lesiones de otros órganos y la baja toxicidad en las vías urinarias.

Pero se debe tener claro que tiene riesgos propios, como la posibilidad baja pero evidente de inducir el desarrollo de tumores en otros órganos; una menor tasa de curación a largo plazo; y la necesidad de un se­guimiento más complejo que el necesario para los pacientes llevados a cirugía.

Respecto a la función sexual, usted debe tener claro que la radiación produce me­nos efecto sobre la erección que la cirugía, su efecto tóxico es progresivo y lento, y finalmente suele requerir ayudas muy similares a las usadas en los pacientes sometidos a cirugía.

Para definir la posibilidad de éxito en el manejo con radioterapia de los pa­cientes con cáncer de próstata es muy importante que el urólogo defina sus condi­ciones de riesgo y lo clasifique de acuerdo con las categorías de bajo, medio y alto riesgo para recurrencia, ya que los pacientes de riesgo intermedio y alto deben ser tratados con manejos complementarios, pues la radioterapia con dosis convencio­nales puede ser insuficiente como terapia única.

Hormonoterapia

La próstata y el tumor cancerosos requieren para su crecimiento y disemina­ción la presencia de la hormona masculina; que la producen los testículos en su ma­yor proporción, se conoce como testosterona.

Por esta razón, cuando un paciente se somete al retiro de los testículos mediante una técnica quirúrgica, que se llama orquidectomía. O cuando mediante el uso de medicamentos se bloquea la producción de esta hormona o se bloquea su efecto en los órganos en los que ella realiza su efecto.  Y se logra detener la progresión del cáncer durante un tiempo sin llegar nunca a la curación.

Por esta razón, la hormonoterapia se utiliza con buenos resultados en pacientes con cáncer de próstata avanzado; para aliviar sus síntomas, mejorar sus condiciones generales y la calidad de vida.

En pacientes que aún tienen posibilidad de curación se utiliza sumada a otras alternativas de manejo, como la radioterapia.

Existen muchos medicamentos disponibles que buscan el bloqueo de la produc­ción de la testosterona o los efectos de esta en diferentes órganos. Dicho manejo con medicamentos, a diferencia de la orquidectomía, tiene la ventaja de ser reversible, situación que es imposible con la orquidectomía.

Debe quedar claro que el manejo con hormonoterapia no tiene intención de curar por sí solo. su tiempo de uso es in­definido, y aunque la respuesta inicial siempre es buena y prolongada, es posible que los esquemas de tratamiento varíen de acuerdo con su condición específica.

Quimioterapia

Consiste en el uso de medicamentos que destruyen el material genético de las células, las proteínas necesarias para su multiplicación o las sustancias necesarias para su nutrición. Logrando promover la muerte anticipada de los tejidos enfer­mos, es decir, los tumores malignos (figura 9).

Desafortunadamente, la quimio­terapia en cáncer de próstata no ha tenido los resultados de curación que se han observado en otros tumores. Y por ello su utilización hoy en día queda limitada a pacientes que no responden a la hormonoterapia, con la intención de disminuir la velocidad de progresión de la enfermedad, sin tener un efecto curativo.

Son dife­rentes los tipos de medicamentos de uso posible. Y las opciones deben ser discuti­das con un médico especialista en oncología clínica, médico experto en este tema.

Seguramente, y de acuerdo con su estado de salud general, la primera opción que le será planteada, de ser candidato a quimioterapia, es el uso de un medicamento llamado doxetacel, asociado con prednisona, los cuales se suministran a través de una vena en dosis e intervalos definidos como ciclos.

Vigilancia pasiva – Cáncer de Próstata

El cáncer de próstata tiene como característica particular un tiempo de evolu­ción lento. Es decir, puede pasar un tiempo significativo entre el momento en que es una enfermedad localizada hasta que se disemina y puede comprometer otros órganos, e incluso amenazar la vida de la persona afectada.

Este periodo incluso puede ser de años, por ello cuando se diagnostica estando en sus fases iniciales en personas de edad avanzada.  O con enfermedades adicionales importantes que permitan predecir una expectativa de vida corta, no es necesario instaurar trata­mientos con intención curativa.

Se debe entender, entonces, que dichos pacientes probablemente no son candidatos a manejarlos con prostatectomía radical o ra­dioterapia.  Y que cualquier tratamiento que se planee se dirigirá a evitar la pro­gresión de la enfermedad y los síntomas asociados con esta, sin pretender curar la enfermedad.

Aplicación de quimioterapia intravenosaFigura 9. Aplicación de quimioterapia intravenosa

Si el urólogo consideró que su caso está dentro de este marco de referen­cia; usted debe tener claro que esta opción de manejo solo pretende protegerlo de los efectos secundarios de tratamientos agresivos. Los cuales se deben evitar de esta manera, ya que a la larga no se justificará padecerlos.

Para que este manejo logre su objetivo, lo importante es un seguimiento es­tricto; que permita monitorear el estado de su enfermedad. De manera que ante la sospecha de progresión; se puedan instaurar las medidas necesarias para evitarla y mantener su adecuado nivel y calidad de vida.

Otras terapias

En general, como lo hemos visto en los apartados anteriores de esta guía; las dos alternativas de tratamiento curativo para el cáncer de próstata aceptadas hoy en día son la prostatectomía radical y la radioterapia.

Sin embargo, hay circunstan­cias especiales en las que nuevas tecnologías pueden tener una aplicación; aunque no se consideren tratamientos estándar, sino opcionales.

La primera tecnología aún en desarrollo, aunque con aplicación clínica en la actualidad, es la crioterapia. Esta consiste en la destrucción del tejido tumoral con la aplicación directa de temperaturas extremadamente bajas en la próstata.

Los expertos la consideran una terapia opcional en pacientes con cáncer de próstata limitado a esta. O para pacientes cuyo tratamiento inicial con radioterapia fracasó, o quienes no desean tratarse con las terapias convencionales.

Usted debe tener en cuenta que la efectividad de esta terapia a largo plazo continúa en discusión.

La segunda alternativa tecnológica en desarrollo es el ultrasonido focalizado de alta intensidad. El cual, a diferencia del tratamiento anterior, logra la destruc­ción del tejido tumoral prostático. Gracias a la producción de altas temperaturas, las cuales pueden superar los 80 ºC. D

Desafortunadamente sus resultados y efectos a largo plazo no son del todo establecidos hasta el momento; y, por tanto, se considera una terapia experimental.

Aunque estas dos alternativas continúan desarrollándose y perfeccionándose en diferentes lugares del mundo. Aún no son un tratamiento establecido y por ello no se implementa en nuestro país.

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