Enfermedad de Alzheimer: Evaluaciones al Paciente

Enfermedad de Alzheimer Evaluaciones al Paciente

Evaluación cognitiva en la enfermedad de Alzheimer

Dentro de las características clínicas de la enfermedad de Alzheimer, la alteración cognitiva acaba por afectar funciones específicas, por esta razón es necesario un estudio integral que evalúe el lenguaje, la coordinación motora, las condiciones perceptivas sensoriales, la capacidad de abstracción, el raciocinio, el cálculo y la memoria, lo cual ayudará a un diagnóstico más preciso.

También será necesario tomar en cuenta algunos factores que podrían interferir en la evaluación como son: el nivel cultural, las diferencias geográficas, la ceguera, la sordera, la limitación motora, el aislamiento, las costumbres, la cultura y ciertas dificultades del idioma.

Las pruebas neuropsicológicas son excelentes instrumentos complementarios para esta evaluación. Deben ser aplicados por médicos especializados. Sin embargo, se sabe que pacientes ancianos y/o portadores de demencia, colaboran muy poco y por poco tiempo y no es extraño que al ser presionados, acaben reaccionando con agitación e incluso con agresión.

Evaluación del estado mental

Desde el punto de vista práctico, para una primer evaluación del estado cognitivo, el MiniMental es la prueba más difundida y de mayor validez. Dura aproximadamente 10 minutos y permite establecer de modo ordenado y con gran confiabilidad, el proceso de deterioro.

Debe ser aplicado por un médico que evaluará la orientación en tiempo y espacio, el registro, la fijación, la concentración y el cálculo, la memoria reciente, el lenguaje y la construcción de palabras y frases.

Planeando el Futuro: Diagnóstico de Alzheimer

Una vez que el diagnóstico se estableció, la gran pregunta es «y ahora qué voy a hacer?», por lo que es muy importante definir cómo puede ayudar a la familia.

La etapa del diagnóstico es la más angustiante de todo el proceso ya que después de un recorrido por varios especialistas, desinformación, evasivas, opiniones contradictorias, exámenes, entrevistas, se culmina con el diagnóstico de Enfermedad de Alzheimer.

Es muy común que si no se cumple completamente con esta etapa, pueda permanecer un sentimiento de remordimiento y culpa de los familiares. Ya que uno de los pocos recuerdos que conservarán, será que utilizaron todos los recursos para intentar determinar con el menor grado de error, un diagnóstico correcto y sobre todo, que su familiar fue tratado como una persona normal.

Ya que la enfermedad de Alzheimer no sólo afecta a quien la padece, sino también a su familia, es importante que ésta le haga al médico preguntas como: ¿Se trata de un diagnóstico definitivo?, ¿Es una hipótesis diagnóstica muy probable?, ¿Se agotaron todos los métodos diagnósticos?, ¿Puede existir alguna otra posibilidad diagnóstica?.

Las respuestas a estas preguntas determinarán una proyección bastante aproximada de la realidad futura, por lo que se tienen dos caminos: continuar la investigación o delinear el futuro en la convivencia con un enfermo de Alzheimer.

Una vez establecido el diagnóstico se deberá planificar, es decir, adaptar lo cotidiano para convivir con la persona del modo más seguro posible, creando una atmósfera favorable y terapéutica.

Cómo Comunicarnos con nuestro familiar?

Para establecer una comunicación eficiente con el paciente, es necesario un ejercicio constante de creatividad, estableciendo un verdadero «dialecto» entre el paciente y su extraño y particular mundo y la realidad; si se logra alcanzar un buen nivel de entendimiento, será más fácil atender sus necesidades.

La familia puede lograrlo una vez que sus miembros posean entre sí una comunicación muy particular con gestos, determinadas actitudes, expresiones faciales, contactos físicos y movimientos que expresen con claridad muchas veces más que las palabras, los más variados sentimientos: alegría, coraje, impaciencia, ansiedad, etc., con gestos, actitudes y por el contacto físico, pero el nivel y la calidad dependerán del grado de deterioro de la memoria y entendimiento del paciente.

A medida que la enfermedad avanza. 

El diálogo se hace cada vez más difícil. Al principio olvida su propio lenguaje, posteriormente tiene dificultad para entender el significado real de las palabras; y finalmente acaba por perder definitivamente el control sobre los mecanismos para articular sonidos y formar frases; creando así, ansiedad, angustia, agitación e incluso hasta depresión. Lea También:Enfermedad de Alzheimer: Alteraciones del Comportamiento

Esto justifica el esfuerzo en tratar de mantener, por el mayor tiempo posible, un canal de comunicación con el paciente; por más elemental que parezca, con la finalidad de aliviar ese sufrimiento y mejorar su calidad de vida.

Los pacientes utilizan en etapas iniciales, diferentes técnicas para hacerse entender; como el rodeo de palabras para dar a entender algo que se podía explicar más brevemente o desvío del asunto que se está tratando; para mejorar en estos casos la comunicación, es importante el diálogo sencillo y claro, no perder el contacto visual y físico y emplear un tono de voz adecuado.

En etapas intermedias

Es importante mostrar al paciente al que se intenta expresar y estimularlo por medio de recuerdos; momentos memorables, fotografías y otros recursos que puedan acercarlo lo más posible a la realidad.

Una palabra clave que deberá utilizar constantemente en todas las situaciones es PACIENCIA; así como también es importante minimizar los errores y elogiar los progresos; sin perder de vista que cada caso es único y que lo que funciona para uno, puede no funcionar para otros.

A partir de la etapa final

El proceso de comunicación se hace cada vez más difícil y se limita a actividades elementales. El vocabulario queda restringido a pocas palabras y las frases se simplifican al máximo; por lo que la utilización de gestos y mímica, ilustrando una pregunta; es vital para que exista alguna posibilidad de entendimiento.

Es esta etapa los recursos más valiosos en términos de comunicación son las manifestaciones de cariño y afecto y las palabras reconfortantes; ya que en algunos gestos, actitudes y expresiones continúan teniendo hasta el final un gran poder de comunicación.

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