José del Carmen Acosta. El Científico

Laboratorio de fisiologia

El Científico

Los discípulos del profesor Acosta lo recuerdan como un hombre en permanente estudio. Estaba al día con lo principal y lo novedoso de cada especialidad quirúrgica. Consideraba que los adelantos más importantes de la medicina moderna habían sido el descubrimiento de los antibióticos (derrota de la infección) y de la anestesia (derrota del dolor). Sus trabajos publicados es difícil recopilarlos hoy en día. Sin embargo hemos podido encontrar los siguientes títulos:

l. ‘Tratamiento de la toxemia en el Instituto Materno Infantil” .
2. “Dos casos de intervención quirúrgica en el embarazo”.
3. “Un caso de inversión uterina”.
4. ‘Tratamiento paliativo de los cánceres inoperables del útero con uretano intra-arterial”.
5. “Algunas observaciones sobre la escarlatina en Bogotá”.
6. “Notas sobre el tratamiento de la sífilis del sistema nervioso central”.
7. “Evolución del sistema nervioso”.
8. “Hemorragias meníngeas de aparición tardía en el recién nacido”.
9. “Los extractos hipofisarios en la práctica obstétrica”.
10. “Pelvis viciada por claudicación”.
11. “Nuevas orientaciones en el tratamiento de la infección puerperal generalizada por los antivirus en inyección intravenosa” .
12. “Notas sobre el varicocele pelviano”.

El Maestro

Cuando el profesor no se encontraba atendiendo sus maternas, su tiempo lo dedicaba a enseñar y a estudiar. Como testigo de los profundos cambios en la medicina colombiana, decía en un reportaje que concedió a la revista Tribuna Médica en mayo de 1965:

” … En cuanto a la cirugía, la transformación a mi modo de ver no ha sido solo en Colombia sino dentro de la cirugía universal. En cambio, es más notorio en el terreno de la anestesia. Al principio se usaban el cloroformo, el éter, mezcla de los dos y el cloruro de etilo. Hoy todo eso lo reemplazan los gases que permiten operaciones de larga duración a las que puede someterse con eterna confianza, incluso el paciente que no habría tolerado los primeros anestésicos”.

” … Cuando pasé por la facultad se hacía un año de medicina interna, previo a la clínica médica, y un año de patología externa, previo a la clínica quirúrgica. El bagaje científico de conocimientos adquiridos era grande pues se tenía una vista panorámica tanto del campo quirúrgico como del patológico. El internado era por concurso y voluntario. Se hacía para obtener mejor preparación, y además era requisito previo e indispensable para poder presentarse al concurso de jefe de clínica… ”

. .. Los métodos de enseñanza se regían antes por la escuela francesa y ahora se sigue el sistema norteamericano… La interrelación permite formar una visión de conjunto y hace más comprensible el estudio de la medicina, que no es cosa distinta al estudio de la fisiopatología… “.

Durante los años sesenta, la calidad de atención del Hospital de San Juan de Dios podía competir con la mejor de cualquier hospital de América Latina. Los aspectos docentes, investigativos, tecnológicos y de ejercicio médico tenían el más alto nivel del país. En esa época el director era el profesor Acosta. En una de sus escasas entrevistas a la prensa decía:

” … Como director del hospital sigo la línea de conducta de quienes ocuparon antes la dirección, cuya meta fue siempre el progreso de la institución médica social para las clases menos favorecidas …

El hospital de hoy está acorde con las necesidades de la vida moderna y cuenta con las mejores dotaciones para cumplir su función de diagnóstico, pronóstico, tratamiento y profilaxis. Por lo que hace a terapéutica quiero insistir en que no se limita el tratamiento al uso de drogas baratas, sino que se emplean las más modernas, no importa la cantidad ni el costo… “.

Respecto de la medicatura rural, implantada como obligatoria desde 1965, el profesor Acosta se pronunció de la siguiente forma:

” … El decreto del ministerio produjo una aguda crisis en todos los servicios. Pero creo que en años venideros el tropiezo será menor. Sin embargo creo que la esencia del asunto es buena. Los médicos no deben concentrarse en las capitales, sino desplazarse sobre todo a los sectores rurales, que es donde más se necesita su asistencia. Si el médico hace su internado en un sector rural que le ofrezca buenas perspectivas para el futuro de su profesión, hará all í mismo su medicatura rural, y al terminarla se quedará allí también, transformándose en médico general, que es lo que más se necesita. No requerimos muy numerosos especialistas que por fuerza deben quedarse en los centros urbanos mayores; necesitamos médicos generales que vayan al campo, atiendan a los pacientes, y cuando así fuere el caso los orienten hacia un especialista de la ciudad… “.

Como maestro, su actividad puede resumirse en las palabras del neurocirujano y periodista Juan Mendoza Vega, hoy en día secretario de la Academia Colombiana de Medicina:

” … Si quisiera colocarse, ante todas las generaciones de estudiantes de medicina por venir, la figura de un colega y dc un maestro para darla como ejemplo, estimulando con ella la mejor adhesión de los jóvenes profesionales a todas las facetas del ideal hipocrático, ninguna mejor que la del profesor José del Carmen Acosta Villaveces…”.

Su carácter, suave pero enérgido, supo enfrentar los días difíciles en que casi se hunde la Universidad Nacional, como lo menciona el discurso del profesor Luis Patiño Camargo en las exequias del doctor Acosta y a nombre de la Academia de Medicina:

“…y recuerdo al demócrata irreductible y enérgico en horas aciagas de nuestra Universidad Nacional. Alrededor de Acosta nos agrupamos profesores y estudiantes hasta volver a la universidad a sus cauces legales… “.

La modestia del profesor Acosta era realmente proverbial. Jamás se le vio una actitud altanera ante nadie. Recuerdo que un personaje de la grandeza y belicosidad de nuestro nunca bien lamentado Guillermo Fergusson Manrique, hablaba del profesor Acosta con un cariño profundo y recordaba la forma en que detenía cualquier conato de problema dentro del hospital con su sola presencia austera. A este respecto, decía el profesor Cavelier:

“. .. Todo el escalafón de posiciones honoríficas fue recorrido tranquila, silenciosamente. Sus actos constituyeron siempre una cátedra abierta: el ejercicio privado de su profesión, las aulas de las universidades en donde por tantos años se entregó al alumnado, la clínica obstétrica en donde enseñó la humanidad y la dignidad, las instituciones de servicio social que tuvieron el beneficio de su consejo, las academias que lo contaron como árbitro de sus controversias… ” .

El mismo Gobierno nacional dictó un decreto con motivo de su fallecimiento, que decía:

” … Artículo único. El Gobierno registra con profundo dolor la muerte del profesor José del Carmen Acosta, en quien Colombia tuvo a uno de sus mejores hijos.

Presenta su vida y su ejercicio profesional y docente como ejemplo del ciudadano y del médico… “.

Conclusión

Es difícil encontrar en los anales de la historia de la medicina nacional de los últimos tiempos personajes de la talla del profesor José del Carmen Acosta.

Su preparación científica, que lo llevó a conocer en profundidad campos tan extensos como anatomía, patología, laboratorio clínico, medicina interna, cirugía general, obstetricia, biología general y medicina legal, no puede conocer comparación ni entre los colegas de su tiempo ni, obviamente, entre los actuales.

Su impecable vida personal, siempre regida por la tolerancia con los demás y el afecto de su familia, tan celosamente guardado, eran la mejor prueba de su integridad ética y su tranquilidad de espíritu que lo llevaron a ser el último humanista integral en medicina y el paradigma de conducta de nuestra medicina contemporánea.

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