Los Estudios Generales o La Educación Liberal en Medicina

Artículo de Reflexión

José Félix Patiño Restrepo1

Resumen

Los Estudios Generales, también denominados Educación Liberal en la nomenclatura anglosajona, tienen como propósito formar a la persona como ciudadano intelectualmente maduro, dueño de una vasta cultura general y con una concepción ética de su existir, de sus derechos, de sus deberes y de sus responsabilidades con la sociedad.

Los Estudios Generales suelen tener una duración de cuatro años y se entienden como anticipo a la iniciación de las carreras profesionales, por ejemplo, la medicina, la ingeniería o el derecho.

La Educación Liberal o los Estudios Generales están destinados a la educación por su mismo valor, es decir, a la formación mental del estudiante recién egresado del bachillerato o educación secundaria, a su enriquecimiento y madurez intelectual mediante la enseñanza de los valores.

En el caso de la Medicina, los Estudios Generales son de especial importancia porque todo médico debe ser, ante todo, una persona culta y un humanista.

Son estas las cualidades que luego se traducen en la ética, el profesionalismo y el humanitarismo, características fundamentales del ejercicio de la Medicina.

Palabras clave: Estudios liberales; Educación Liberal; Medicina; humanismo; ética; cultura general. 

Introducción

Colombia, al igual que varias naciones de América La­tina, atraviesa por una crisis marcada por la corrupción rampante que afecta al sector público, pero también, y aún más, al sector privado.

Los niveles de cultura de nuestra sociedad parecen haber descendido o desaparecido, y de aquella denominación hecha por los gramá­ticos y poetas bogotanos del siglo XIX de Bogotá como “la Atenas de Suramérica”, queda apenas un tenue re­cuerdo. Los valores que otrora marcaron nuestras vidas parecen haber sido sustituidos por metas enfocadas fun­damentalmente hacia el lucro.

Por ejemplo, la atención en salud pasó a ser un negocio, tal como ocurre también en la Educación Superior y en concreto en institucio­nes que el Ministerio de Educación Nacional vigila y que, en algunos casos, han sido sancionadas y cerradas.

Proliferan las denominadas “universidades de garaje”, todas de carácter privado, mientras la Educación Supe­rior pública se debate en la más seria crisis económica de su historia, y la formación universitaria pasó de ser académica a meramente profesionalizante.

En nuestro medio, el orden civil parece haber desaparecido, y se ha deteriorado y confundido la misión de la Universidad.

Esto contrasta con la sociedad anglosajona, que tuve el privilegio de conocer como estudiante de medicina de pregrado y de posgrado por algo más de diez años en la Universidad de Yale.

En la cultura anglosajona es marcada la misión de la Universidad por formar ciu­dadanos cultos y conscientes de sus responsabilidades cívicas, a fin de que su actuación profesional se ejerza en un riguroso marco ético autorregulado.

Deterioro de la Educación

¿Por qué esta diferencia? En los círculos académicos se ha planteado con firmeza que este ominoso fenómeno se debe al deterioro de la Educación en Colombia, tan­to de la Educación Secundaria y Media como, princi­palmente, de la Educación Superior.

Carlos Caballero Argáez, exdecano de la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la Universidad de los Andes, se re­firió al fenómeno de descomposición social que ocurre en Colombia en una de sus columnas periodísticas, así:

“¿Por qué pasa lo que pasa? ¿No será que esta educación no es la adecuada para mantener los sistemas democráticos liberales? … El proble­ma parece ser que la educación se considera hoy en día un factor clave para el crecimien­to económico. En ese proceso, y sin demeritar para nada la buena calidad de la educación en ciencia y tecnología, tiende a despreciarse ´el espíritu de las humanidades´.

Los padres se preocupan básicamente por el futuro económi­co de sus hijos y consideran superflua la ense­ñanza de las artes, la literatura, la filosofía; de las humanidades, en una palabra.

Pero lo uno no excluye lo otro. Por el contrario, el indivi­duo que desde pequeño está expuesto a la mú­sica, a las bellas artes, al teatro, a la danza y a la lectura va a desarrollar la capacidad de pensar, de imaginar, de interactuar con los demás, de comprender que en la vida hay diferencias y complejidades” (1). Humanismo, Conocimiento, Saber y Estudios Generales

Educación li­beral

Martha Nussbaum, una de las pensadoras más recono­cidas de la actualidad , se refiere así a la educación li­beral: “Actualmente predomina una nueva concepción que gira en torno de la rentabilidad y que ha dejado de lado la idea del desarrollo personal basado en la imaginación y en el pensamiento crítico… Según ese mode­lo de desarrollo, la meta de toda nación debería ser el crecimiento económico.

No importa la distribución de la riqueza ni la igualdad social. No importan las con­diciones necesarias para la estabilidad democrática…

En el mundo empresarial es importante la innovación, y existen motivos más que suficientes para suponer que la educación humanística fortalece la capacidad de la imaginación y la independencia de criterio, que son fundamentales para una cultura innovadora” (2).

Al revisar qué grado de Educación Superior tienen los presidentes (CEO, Chief Executive Officers) de las grandes empresas de los Estados Unidos, se encuentra con que una buena parte ha completado los Estudios Generales (college) y nada más; aproximadamente un 40% tienen un MBA.

Ello indica que la Educación Liberal, los Estudios Generales, que en los Estados Unidos se ofrecen en el college universitario con una duración de cuatro años, forman a la persona como ciudadano intelectualmente maduro, dueño de una vasta cultura general y con una concepción ética de su existir, de sus derechos, de sus deberes y de sus respon­sabilidades en la sociedad, capaz de presidir una gran empresa o incluso de ser presidente de la nación.

De ahí que a las universidades anglosajonas se las deno­mina académicas y a las universidades latinoamerica­nas, con algunas excepciones, profesionalizantes.

En la Educación médica es importante la Educación Liberal, como la llamó el cardenal Newman para di­ferenciarla de la educación utilitarista (3).

Hace más de 100 años Abraham Flexner planteó el médico ideal como una persona educada, alguien en quien se unen en forma indisoluble la ciencia y el humanismo (4). Edmund Pellegrino siempre abocó por el humanismo como fundamento de la Educación médica, y sostuvo que el humanismo médico es lo que se traduce en hu­manitarismo (5).

Un retraso histórico

Cuando se fundaron las universidades más antiguas de los Estados Unidos, Harvard en 1636, William and Mary en 1693 y Yale en 1701, ya había catorce univer­sidades funcionando en América Latina, entre ellas las dos de mayor antigüedad, fundadas ambas en 1523, con la Universidad de Salamanca como modelo (6): la Universidad de San Marcos en Lima y la Universidad de México.

El Colegio Mayor del Rosario, la universi­dad más antigua de Colombia, fue fundado en 1653. Hoy Yale y Harvard aparecen entre las diez mejores del mundo, y ninguna de las latinoamericanas se ubica entre las mejores 100 en los rankings más recientes.

¿Por qué nos tomaron esta ventaja?

Porque en las universidades colombianas y latinoame­ricanas el estudiante recién graduado como bachiller de segunda enseñanza y con edad promedio de 17 años, ingresa directamente a una facultad profesionali­zante, como medicina, ingeniería o derecho, en tanto que en el modelo anglosajón, ese adolescente de 17 años ingresa a Estudios Generales, al college universita­rio, para estar inmerso durante cuatro años en las humanidades, las artes y las ciencias.

Solo a los 21 años, ya maduro intelectualmente, dueño de una sólida cul­tura general, cuando ya es un ciudadano consciente de sus deberes, derechos y responsabilidades, ingresa a la facultad profesionalizante.

Las elevadas tasas de deserción que registran nuestras universidades colombianas se deben en gran parte a que el estudiante, inmaduro a los 17 años o menos, todavía no sabe escoger su plan de vida, su carrera profesional.

Es claro que existe una diferencia con el estudiante anglosajón que ingresa a la formación pro­fesional a los 21 años, después de haber cursado cua­tro años de Estudios Generales o Educación Liberal y cuando ya es un ciudadano formado.

Uno de los factores asociados a las tasas de deserción en el contexto colombiano, tiene que ver con la inma­durez del joven recién egresado de la educación secun­daria, quien no posee todavía la capacidad para definir su plan de vida, porque aún no tiene la madurez intelectual que dan los Estudios Generales o Educación Liberal.

Así también, nuestros planes de estudio, bas­tante rígidos o inflexibles, se limitan principalmente a horarios de clases magistrales, en contraste con los pla­nes de estudio tan flexibles de las universidades anglo­sajonas, en las cuales la clase magistral prácticamente ha desaparecido.


1 Miembro Honorario de la Academia Nacional de Medicina. Miembro del Consejo Superior de la Universidad Nacional. Profesor Honorario Universidad Nacional, Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia.

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