Letras, El maestro José Francisco Socarrás
Biografía, recuerdos y recuentos!
Por Guillermo Sánchez Medina
“Siempre que se escribe de la historia
de un hombre, quedan hechos incógnitos”
“Quien escribe historia y participa en ella no está
exento de subjetividades y parcializaciones”
Palabras introductorias
Para mí es un honor y una gratificación íntima el ser yo quien hoy se dirige a ustedes como coordinador de este homenaje. A todos los presentes les agradezco su presencia. En nombre de la familia Socarrás hago entrega oficial del bello óleo, del maestro Leonel Torres residente en USA.
Lamento que por motivos ajenos a mi voluntad no se pueda entregar el libro de la Bio-grafía del Maestro Socarrás. En el mes de febrero próximo saldrá editado por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia en Tunja, gracias también a la Academia Boyacense de Historia y a su cabeza el Doctor Javier Ocampo Lópcz. Espero poder ofrecer la obra en un futuro próximo, quien le interese puede comunicarse con la Secretaría de la Academia Nacional de Medicina.
José Francisco Socarrás nació en Valledupar (Cesar) el martes 5 de noviembre de 1907 y murió en Bogotá el jueves 23 de marzo de 1995. (2)
Etimología del apellido Socarrás.
Genealogía e historiografía
Etimológicamente el apellido Socarrás proviene del árabe: “soco” y “ras”; soco: plaza de mercado o plaza principal; y ras: cabeza. Lo que significa cabeza de la plaza principal o mercado.
El apellido, relata el profesor José Francisco Socarrás, viene por Evaristo Socarrás, proveniente de una población importante de Coro, Venezuela, quien se casó con Josefa Meriño en Riohacha y por segunda vez en La Paz, una población cercana a Valledupar.
Su padre fue el General Sabas Socarrás, quien peleó en los tres años de guerra civil a principios de siglo en 1900. Su abuelo el Coronel también José Francisco Socarrás fue Prefecto de Riohacha, masón y vivió en el departamento de Sucre; a la vez murió asesinado durante la guerra en la Guajira, después de haber quedado herido en un combate.
Fue quien dijo a sus compatriotas: “antes de dejarme herido, mátenme” y así falleció. El Coronel hizo toda la campaña en El Banco venciendo como liberal a los conservadores. El mismo redactó el modelo del tratado de paz dejando libres a los conservadores.
Por parte de su padre, el General Sabas Socarrás, tuvo otro hermano llamado también Sabas, todavía vivo y del cual hay un descendiente médico de nombre Miguel.
Por parte de la madre existe, a la vez un bisabuelo del profesor con apellido Cotes. La madre de José Francisco Socarrás fue Crisanta Colina, que era hija natural de Tomás Pavajeau, el cual a su vez era hijo de Juan Bautista Pavajeau, amigo del General Bolívar. Tomás había estudiado medicina en Santa Marta, donde existía una de las principales Facultades de Medicina. Se casó en Valledupar con Margarita Castro. Tuvo dos hijas Crisanta Colina y Concordia Colina.
Nótese como José Francisco Socarrás hace unas identificaciones con personajes de la línea Pavajeau como son Tomás José, Juan Bautista, Tomás Hemán Maestre, todos médicos ascendientes de su abuela Trinidad Colina de Payares y de su madre Crisanta.
Por tradición o más por identificación, mecanismo que está implícito en la tradición, el Profesor Socarrás también llevaba en sus genes estas tendencias de gran lector y recolector de información en su extensa biblioteca, que en parte antes de su muerte fue adquirida por el municipio de Valledupar.
Volviendo a la vida de la familia Socarrás Colina, las dos hermanas Crisanta y Concordia tenían un almacén; el padre de José Francisco, se dedicó al comercio trayendo mercancías de Riohacha y Valledupar a lomo de mula, y la madre las vendía en el almacén.
La madre era sumamente religiosa; sin embargo, hacía tertulias por la tarde y en la noche con los amigos vecinos; era una mujer emprendedora, hacía estudiar a su hijo José Francisco a la luz de la lámpara de petróleo; era severa, muy trabajadora, responsable, religiosa y obligaba a su hijo a ir a misa. (Lea también: Letras, Gonzalo Esguerra Gómez y los Rayos X)
Recuerdos y recuentos históricos
“Por ese entonces -contaba José Francisco- existían dos conventos en Valledupar, el de Santo Domingo y el de San Francisco”. Los recuerdos religiosos del profesor Socarrás, en su infancia, le impactaron, especialmente las fiestas de Corpus Christi y Semana Santa, mezcladas con rituales negros en las procesiones del santísimo sacramento.
De la misma manera había rituales indígenas y chibchas que se mezclaron con los caribes, motilones y tupes, algunos de ellos belicosos. De ahí se crearon leyendas de cómo se había logrado la sumisión de los tupes a los españoles.
Por esa época el Profesor Socarrás fue acólito y tuvo la fantasía de ser sacerdote, pero a la vez de ser artista, escultor y médico. El Profesor pensaba que la tendencia al arte provenía de su ascendiente Pavajeau y de la percepción de las imágenes religiosas en las iglesias.
“Al mismo tiempo que esto ocurrió en mi niñez –decía José Francisco~, sentí el deseo de conocer la vida y de cómo nacía, se desarrollaba y moría el ser humano”.
Su tendencia inicial de ese entonces hacia la naturaleza era porque vivía dentro de ella; más aún, el lugar donde vivía rodeado de selvas, y sus viajes eran por entre ellas. Fue así como comenzó sus estudios en la escuela pública de ValIedupar y su primer Profesor fue Don Miguel Benci, quien “enseñaba con regla, fuerte y encerrona”; sin embargo, el Profesor Socarrás no recuerda que él lo hubiese castigado nunca.
Luego José Francisco Socarrás fue matriculado en una escuela mixta que dirigía la Señorita Pala Ariza. Pensaba el Profesor Socarrás que su interés por la cultura también provenía de su padre.
La madre Crisanta tuvo dos hijos: José Francisco, el mayor, y Sabas Ramón, ambos del mismo padre. Sabas Ramón se casó con Ana Rodríguez, de Villanueva, y tuvieron una hija llamada Nydia; ésta quedó huérfana de padre a los dos años por el asesinato político de su padre el 23 de marzo de 1945; a Nydia, a la edad de 12 años, José Francisco la trajo a vivir con él; así fue como creció a su lado convirtiéndose luego en su secretaria, con quien pude obtener una serie de informaciones adicionales.
Tuvo Socarrás, además de su hermano Sabas Ramón, una hermana por parte de padre. Lo más importante en su infancia recuerda, era la disciplina aprendida de su madre, quien le enseñó a pensar.
“De niño jugaba con las flores e iba a la plaza donde pasaba de una sequía a invierno intenso”, por esa época hizo varios viajes en el área; visitaba sus tías y parientes. Así fue cuando soñó venir a Bogotá. De Valledupar pasó a Barranquilla a estudiar en el colegio Biffi durante dos años. En ese tiempo la jornada, entre esas ciudades era de diez días a caballo.
Recuerda el profesor Socarrás sobre aquella época que Barranquilla se conectaba con la hennosura de la Ciénaga Grande y con toda el área de la ciudad. Todo esto ocurrió en los años de 1915 a 1920. En 1922 viajó por primera vez a Bogotá para ingresar al Colegio Mayor del Rosario y luego estudiar medicina en 1924.
Una vez en Bogotá, un amigo de su padre fue su acudiente: era el Doctor José Manuel Manjarrés, escritor de El Tiempo, conservador, quien había sido Senador y tenía las oficinas en el edificio Liévano. Fue él quien lo inició en esta ciudad.
En el Colegio del Rosario se encontró con paisanos, los Lafauries, Cotes y Patiño; así fue como formaron un grupo literario llamado José Asunción Silva, en compañía de Pablo Patiño. En esta época se leía a Voltaire, Rousseau y Darwin.
“Bogotá en ese entonces -decía José Francisco- tenía energía eléctrica y acueducto; sin embargo el agua la traían del chorro Padilla, en cántaros, en burro, o en la cabeza de las mujeres. Donde terminaba la Avenida Jiménez comenzaba la Avenida Colón, en San Victorino, y se prolongaba hasta la Estación de la Sabana, en donde se levantaron las estatuas de la reina Isabel y Colón en 1914 – 1915”.
Volviendo a la época de estudiante, recordaba José Francisco a su inolvidable profesor, en el Rosario, Monseñor Carrasquilla. El secretario era Antonio Rocha, y quien vigilaba el dormitorio era Carlos Lozano y Lozano. A su vez el salón de clases era atendido por el Doctor Sarmiento Alarcón, profesor de latín, padre de prestigiosos profesionales de hoy día, especialmente el Dr. Rafael Sarmiento Montero quien actualmente es el Presidente de la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas.
Otro profesor de latín muy importante del profesor Socarrás fue el historiador Roberto Cortázar, padre de los médicos Enrique y Jaime. Todos éstos nombrados de aquel tiempo, después, se graduaron en Filosofía y Letras o en Derecho, y fueron también profesores del Rosario. Además estuvieron uno de los Santos, Darío Echandía, Antonio Rocha ya nombrado, José A. Montalvo, Alberto Lleras, Alfonso López Michelsen, Juan Lozano pléyade de mentes que luego dirigieron el país. Todos, en ese entonces, fueron excelentes y brillantes estudiantes.
Anota Socarrás cómo Monseñor José María Carrasquilla era un impuIsadordominante de la “metafísica, la ética, la lógica y la antropología”.
Cuando fue nombrado profesor de psicología en el Externado de Colombia, se encontró con los textos de Rey y de Rustand. Desde ese entonces inició una biblioteca de psicología, la cual conservó hasta el final de sus días.
“Como acababa de pasar la revolución rusa, -decía José Francisco- la juventud, siempre revolucionaria, estaba interesada en esos cambios, y desde ese entonces Rusia mandó delegados a todo el mundo comenzando a hablar de las ideas Marxistas, de ahí que Roberto García Peña, Pedro Castro Tres palacios y Guillermo Hernández Rodríguez, todos ellos cursaban Derecho y se interesaron por estas nuevas disciplinas ideológicas. A Guillermo Hernández Rodríguez, el grupo resolvió enviarlo a la Unión Soviética a estudiar Marxismo.
El tesorero que hizo la recolecta fue el Doctor Carlos Lleras Restrepo. El grupo no tenía nombre. A la vuelta de Guillermo Hernández se creó el partido comunista en el año de 1930, en compañía de Álvaro Caicedo, Abel Botero, Manuel Antonio Arboleda, Luis Alberto Bravo; más tarde se unió Gilberto Vieira, al que se le ocurrió hacer una iglesia en la carrera octava y para su objetivo pedía limosna en los cafés y hasta en los burdeles”.
Por esa misma época Gennán Arciniegas convenció al grupo sobre una reforma educativa y se creó la Federación de Estudiantes. Por ese entonces Socarrás era líder y fue nombrado delegado de la Federación ante congresos estudiantiles. Uno de los congresos más importantes, que recordaba Socarrás, fue el que se realizó en Ibagué, por los años 28, en el cual se presentó una polémica entre Carlos Lleras y Sarmiento Alarcón; fue allí donde se hicieron más amigos hasta la muerte de cada uno de ellos.
El último congreso de la Federación se llevó a cabo en Santa Marta, durante la celebración del centenario de la muerte del Libertador, en noviembre de 1930. Por esa época el Doctor Olaya Herrera convocó al Comité Ejecutivo de la Federación de Estudiantes para hablar sobre la educación del país, y de las reformas que él quería implementar.
Asistió a esa reunión el famoso parlamentario chocoano Córdoba; los dos, Socarrás y Córdoba, le insistieron a Olaya Herrera que dejara como Ministro de Educación a un conservador chocoano compañero de Silvio Villegas. En el periodo de Olaya Herrera se acabó la Federación, posiblemente, según el Profesor Socarrás, porque el Gobierno, al no sentirse totalmente apoyado, se negó a ayudar a que la Federación subsistiera.
Socarrás estudió en la que se llamaba Escuela de Medicina y Ciencias Naturales.
Por el año de 1916, recuerda Socarrás cómo el Doctor Miguel Jiménez López había abierto la clase opcional de psiquiatría. El arzobispo Herrera no quería que se enseñara esta materia y sólo dos alumnos se matricularon en ella; su orientación a esta especialidad fue después de su tendencia a las ciencias biológicas, al laboratorio, a la clínica biológica y bacteriológica. Cuenta Socarrás que “para hacer las especialidades había que irse a Europa como lo había hecho el Doctor Almánzar.
El sentía que no tenía los recursos necesario para hacerlo y, como la psiquiatría tenía una orientación clínica y psicológica, de ahí que decidió interesarse más por las ciencias mentales que las biológicas; más aún, por ser amigo de quien más tarde fuera el famoso Doctor Luis Patiño Camargo. Ocurrió que este último, cuando estudiaba bachillerato, le dejó, durante las vacaciones, un baúl lleno de libros filosóficos y psicológicos; estas fueron las obras de sus primeras lecturas sobre la futura especialidad”.
Siendo él estudiante de bachillerato pensaba que “tenían la influencia filosófica francesa y, recordaba que llegó a las ciencias mentales también por la influencia de la educación de esa época, en la que predominaba el pensamiento de Santo Tomás de Aquino”. Creía él que ese “fue el punto clave para dedicar su pensamiento a la psiquiatría y la misma libertad del pensamiento, más aún con el tipo de educación que dirigía Monseñor Carrasquilla”.
Socarrás, cuando vivió en la. casa de la viuda Isabel Barrera, conoció a la hija adoptiva de nombre Soledad, de las cual se enamoró por primera vez. Por esa época las mujeres no estudiaban bachillerato; los amores eran parcos a distancia, de la calle al balcón, o de la esquina a esquina, o de la salida de misa los domingos y más era de la fantasía de cada cual.
Cuando José Francisco Socarrás era jefe de trabajos prácticos de química biológica, le preguntó el Doctor Lleras al Doctor Soriano, qué médico podía enseñar psicología en el Colegio Mayor del Rosario y él respondió: “a quien conozco, es un estudiante que todavía no se ha graduado y que ha hecho psiquiatría y es Socarrás”, es entonces cuando fue nombrado Profesor de Psicología, preocupándose Socarrás por buscar textos sobre estas disciplinas.
Los temas que se trataban según Socarrás, “eran los instintos, las asociaciones de ideas, las percepciones, las sensopercepciones, pero no se alcanzaban a ver las formaciones del pensamiento abstracto, la generación del pensamiento, el papel del lenguaje. Así mismo se pasaba por alto el tema de la voluntad y el sexo”.
Decía Socarrás: “Solamente me encontré un libro de psicología en francés; la formación de las ideas generales estaban muy confusas; ni el profesor ni el estudiante entendían…; al año siguiente conseguí un excelente texto y así pude enseñar bien la psicología y luego psicoanálisis en el Externado y en la Universidad Libre”. El texto era del Doctor Rey.
El primer libro de psicoanálisis que Socarrás encontró fue adquirido en el pasaje Hernández, en una librería de un estudiante de medicina, llamado “el negro Hernández, quien tenía la única librería médica en Bogotá –decía Socarrás- y siempre yo pasaba por la librería para ver qué había; un día me encontré con todas las obras de Freud traducido por Ballesteros al español … eran 14 ó 15 tomos, los que para comprarlos tuve que vender mi capa”. Así Socarrás se instruyó de Freud.
Socarrás terminó los estudios de medicina en el año de 1930 luego de presentar sus exámenes preparatorios; se graduó con la tesis doctoral “La psicoanálisis”.
Principios fundamentales sobre el Psicoanálisis. Roselli, en su obra “Psiquiatría en Colombia”, trae un comentario del presidente de esa tesis, el doctor Maximiliano Rueda, quien dice: “el trabajo del señor Socarrás es particularmente interesante tanto para tratar en él un estudio que hoy está llamando profundamente la atención en el mundo científico y que produce diariamente nuevas observaciones que enriquecen la literatura psiquiátrica, como el cuidado y la atención que su autor ha puesto en la parte puramente expositiva y en las varias observaciones rigurosamente personales que lo acompañan” (6).
Luego fue cuando escribió su primer cuento, que se refirió a “cómo se moría un niño con bronconeumonía, sin poder hacer nada con la enfermedad, pues no existía la sulfa ni la penicilina, las cuales llegaron después de la segunda guerra mundial”.
Esta experiencia de la impotencia ante la muerte movió a Socarrás a crear y a describir el trauma de la muerte. Luego trabajó en Ciénaga en donde las infecciones intestinales eran múltiples y no había nada que hacer.
Durante la presidencia del Doctor Alfonso López Pumarejo, dice Socarrás; “yo hice medicina rural en Simijaca y al graduarme seguí a Ciénaga y Magdalena, era la crisis de los años 30; tú no te imaginas la miseria de esa época; los médicos que no teníamos farmacia no sabíamos qué hacer. Me asocié a un señor que tenía una farmacia en Ciénaga, quien me dijo: “yo le doy el consultorio y el pago del 10% de la receta”. Así pasó el profesor Socarrás del año 31 al 33 teniendo que ver enfermos en las casas, desplazándose a caballo a hacer consultas no pagas, viendo bronconeumonías, infecciones intestinales, paludismos cerebrales, fiebres altas.
“En 1937 asumió la Rectoría de la Escuela Normal Superior de Bogotá, cargo que desempeñó hasta 1945. Fue allí donde realizó la mejorde sus labores organizativas, dejando un sello inmemorable a todos sus discípulos y, a la vez, una orientación creativa de la educación a diferentes niveles; así fue como trajo disciplinas científicas, tecnológicas y organizó planes docentes de secundaria. En 1987 publicó el libro titulado “Facultades de Educación y Escuela Normal Superior” en la que relata su labor en la normal. (11).
Socarrás, la mujer y la Rectoría de la Normal Superior
En septiembre del presente año me comuniqué con la Doctora Virginia de Pineda, a quien solicité me diera algunos datos personales del Profesor Socarrás; ella acudió prontamente y me comunicó lo siguiente: “siendo el Profesor Socarrás Rector de la Normal Superior, durante una época, en una sociedad de transición, con tradicional dominio conservador; el Maestro Socarrás buscó un medio de salida al pensamiento liberal abriéndole las puertas a la mujer, siendo el primero que realizaba y abría esta brecha, por lo tanto tenía que andar con pies de plomo, especialmente con el Doctor Laureano Gómez, opositor político.
Fue por lo tanto el profesor Socarrás quien defendió a la mujer por fuera y por dentro de ellas mismas, así fue como se constituyó un grupo en el que se encontró la amistad y no las diferenciaciones de los sexos. Fue así como la mujer se tuvo en cuenta como mujer pensante frente al hombre, y mano a mano, tenían que competir, entre el saber”.
Socarrás en ese entonces, en 1945, fue elegido Representante a la Cámara por el Departamento del Magdalena, siendo escogido por la coalición liberal socialista organizada por el dirigente antioqueño Gilberto Vieira; este movim iento posteriormente se convi rtió en el partido comunista, del cual hicieron parte el ex director de la Universidad Nacional Antonio García, Guillermo Hernández Rodríguez, Gerardo Molina, García Pérez, Abcl Botero, Alvaro Caicedo Martínez, Luis Alberto Bravo, Manuel Antonio Arboleda. El único médico era Socarrás.
En 1935 se casó con doña Clementina ZÚñiga Márquez, el matrimonio duró hasta agosto de 1946.
El profesor Socarrás tuvo un hijo médico, de nombre Alvaro, con la especialidad de Radiología.
En 1946 Socarrás viajó a París con una beca del Gobiemo Francés, conseguida con la ayuda del Profesor Rivet, gracias a una relación amistosa con el Doctor Gabriel Turbay, quien era una de las personalidades más importantes en el Senado de la República, por cuanto también había sido miembro de la Federación de Estudiantes y había estudiado y graduado en medicina por los años 1924 y 1926.
Nunca la ejerció y sí se dedicó a la política. Fue así como, en 1945, el DoctorTurbay fue candidato a la Presidencia de la República. El Doctor Socarrás lo acompañó en su campaña. Cuando fue derrotado los dos se fueron para París, el uno a un gran hotel, pues pertenecía a una familia rica, y el otro a una modesta pensión.
Durante su estadía en París en 1948 se creó el Consejo Mundial de la Paz y el Doctor Socarrás asistió a la inauguración como invitado con el Doctor Gerardo Molina y Mario Latorre.
El Consejo Mundial envió posteriormente la Medalla dcl Mérito al Profesor Socarrás por su contribución a la lucha por la Paz y por la protección del medio ambiente (5).
Socarrás en 1950 realizó la Fundación del Instituto Colombiano del Sistema Nervioso en compañía de prestigiosos colegas.
A mediados de 1954 conoce en Valledupar a Alice Castro, su futura esposa, y a quien le escribe en junio del mismo año:
“Adorada Alice:
Habría hecho muchas cosas para complacerla guardando silencio, pero el amor es más fuerte que las promesas por sinceras que éstas sean. Mil perdones por no cumplir sus deseos de callarme. Usted será indulgente y comprenderá que amar a alguien ardientemente y no poder expresárselo es suplicio difícil de resistir en paz y tranquilidad.
Pensar en usted a todas horas, tenerla dentro de mí como un santuario, dejarme llevar por ilusiones que me son tanto más caras cuanto más remota su realización, y no poder decirle nada de todo esto es algo que está más allá de mis posibilidades.
No se me escapan los obstáculos que se interponen entre los dos, me doy cabal cuenta de que estoy soñando un imposible, pero al menos déjeme soñar y hablarle de mis sueños. Sólo la certidumbre de que hacerlo le acarrearía dificultades y molestias, me obligaría a callar ante usted. Confío que ello no sucederá y que podré seguir escribiéndole, lo que me ayudaría a sobrellevar el peso de tantas esperanzas cuya realización es casi imposible.
Le estoy escribiendo en el mismo sitio donde hablamos la última vez, y la estoy viendo con todos los atributos y cualidades que me son tan adorables. ¿Cree usted que he olvidado sus ojos cuando me miraron por última vez al despedirnos? La llevo en mi espíritu con los más mínimos detalles, y espero que nada podrá arrancármela de ahí, adentro de lo íntimo de mi ser, donde la he colocado para contemplarla a mi antojo.
Hacia mucho tiempo que no soñaba, que me había dejado llevar por la vida, un poco al azar y un poco a la aventura; que casi no había vuelto a pensar en mí mismo y me había entregado de lleno a pensar en los demás: seguramente que trataba de ocultarme la tremenda soledad espiritual en que he vivido los últimos años. Llegó usted y la luz se hizo, como cuenta la Biblia que sucedió al mandato de Dios. Se hizo dentro de mí, se hizo en mi vida, porque ahora puedo al menos soñar con usted.
Tengo la impresión de que desde hacía mucho tiempo esperaba algo cuya tardanza me punzaba con un dolor sordo, y que ese algo ha llegado. No se imagina cuan doloroso es haber vivido tantos años solo conmigo mismo pensando únicamente en función de cumplimiento del deber, de responsabilidad, de salvar a otros cuando yo mismo estaba urgido de alguien que me salve a mí.
Yo espero que al menos podré escribirle. El solo hecho de enviarle estas líneas me llena de una alegría que no sentía en muchos años. Reciba, Alice, un cordial saludo de su amigo affmo.”
José Francisco Socarrás
He aquí la prueba del amor.
El 3 de febrero de 1956 se casó por lo civil en Ciudad de México con Alice Castro, siendo padrino el Doctor Alfonso López Michelsen gran amigo del Maestro; y el 26 de noviembre del mismo año nació su hija Alicia, el 2 de diciembre de 1960; la primera está casada con Gregory Washio y tiene tres hijos y la segunda con Miguel Abisambra y también tiene tres hijos. Posteriormente se casaría por los católico en Bogotá, en marzo de 1993, en la iglesia Santa María de los Ángeles.
En 1956 participa en la Fundación del Grupo de Estudios Psicoanalíticos y de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis.
En el año de 1966 fue escogido por el Doctor Carlos Lleras Restrepo para integrar un Comité Operativo de Salud y presentar un proyectó médico de Salud Pública para el Gobierno en compañía de los Doctores Hernán y Jorge Vergara; este último y el Doctor Bernardo Moreno fueron los coordinadores generales.
Agradecimientos
Agradezco a Alice Castro de Socarrás, a Beatriz Socarrás de Abisambra, a Nydia Socarrás y a textos los que figuran con aportes en esta obra, por los datos suministrados que enriquecen la historia. A todos ellos mi gratitud.
Agradezco a la Academia Boyacense de Historia y a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia la edición de esta obra.
1 Trabajo presentado en la Academia Nacional de Medicina, en Sesión especial, el 23 de Noviembre de 1995, en Homenaje al Miembro Honorario Doctor José Francisco Socarrás. Doctor Guillermo Sánchez Medina Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina.
2 Nota: Quien escribe estas páginas fue su analizado, discípulo, amigo y algo confidente. Muchos de los datos aparecidos en esta biografía fueron tomados y grabados en vida, en las entrevistas que el autor de esta obra realizó con el Profesor José Francisco Socarrás, en diferentes ocasiones que tuvieron lugar en la residencia del primero, además de la información obtenida en las entrevistas que se realizaron con familiares, amigos y de las consultas bibliográficas.
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