La Cesárea y La Obstetricia

La maternidad, momento deseado y a la vez temido por la mujer, la dignifica y complementa, haciéndose en muchos casos consubstancial con su misma vida. La madre empieza a serlo durante el embarazo y el parto, dolorosa ocasión mencionada en el Génesis cuando el Señor, advierte a Eva: “Multiplicaré tus miserias en las preñeces y parirás con dolor los hijos”.

Los partos prehistóricos ocurrían de manera solitaria, en cavernas, a la orilla de ríos o de lagunas (para por inmersión luego purificarse madre e hijo). En el momento en que surge quien ayude en el trance, nace el oficio de partera y la obstetricia misma, palabra que significa “estar delante para proteger”.

La ocasión, aunque sublime, no ha sido por ello, menos peligrosa; la muerte con su guadaña, ronda el descendiente y a su progenitora; no es ya sólo el dolor, sino la hemorragia, la sepsis, la hipoxia, la eclampsia, el sufrimiento fetal. El drama puede terminar felizmente o con tragedia: muerte o secuelas.

El segundo rey de Roma, sucesor de Rómulo, Numa Pompilio, en el año 700 A.C., quizo establecer por ley que para salvar a la criatura se abriera el vientre de la madre muerta; los nacidos por este método los llamaban césares y la correspondiente operación, cesárea post-mortem; se apodaba también césar a quien fuese miembro de la familia Julio, de donde más tarde provino Julio César.

En el siglo XVIII el parisino Francois Rousé propuso la teoría de la cesárea en maternas vivas, pero las 24 operaciones realizadas a lo largo de cincuenta años en la Ciudad Luz registraron todas muerte de la madre. Sólo cuando empezó a suturarse el útero y vinieron la asepsia, antisepsia, transfusiones y anestesia, mejoró el pronóstico; Simpson, por ejemplo, le dio cloroformo a la reina Victoria en uno de sus múltiples partos.

La obstetricia de principios del siglo XX, con hábiles médicos versados en maniobras, fórceps, agudeza sensorial y mucha paciencia, empieza a perder su pre-eminencia. El Doppler reemplazó al estetoscopio, la monitoría fetal y la ecografía a los tocólogos. La cesárea está desplazando la vía vaginal natural; en 1941, el Hospital de la Hortua hacia una cirugía en cada 100 parturientas mientras que en lustros recientes en el Brasil, la estadística ha llegado al 60%.

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