Otros Mitos y Sueños del Destino

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

(Freud siglo XX)

Todas las interpretaciones de los mitos grecorromanos se pueden aplicar también a los de Egipto, Mesopotamia y Escandinavia, así como a los de los celtíberos, aztecas, mayas, incas y chibchas, en todos los cuales nace el hijo del dios sol (491). Goranchacha (chibcha) y Manco Cápac (inca) fueron llamados hijos del dios sol, como Ra entre los faraones. Está también Iraca, que se convierte en sol y da la luz (chibchas).

En la mayoría de los mitos el dios sol es la vida. Sin embargo, el agua participa también como medio de donde sale el ser humano (Bachúe en Iguaque o Aluna en el mito kogui) o en el cual están las piedras preciosas o algas que dan la inmortalidad (como en el mito de Gilgamesh) (492).

Desde el punto de vista psicoanalítico el “destino” proviene de la misma naturaleza, que incluye los instintos Eros y Thánatos, la vida y la muerte. Así se rigen todas las interrelaciones que el ser humano tiene en su realidad a través de la vida, que se construye con las tres fuerzas ya nombradas en estas obras (electromagnéticas, gravitacionales y nucleares) que conocemos hasta ahora en nuestro cosmos.

Los mitos, como los sueños:

Están compuestos de imágenes, muy pocos de sonidos y actuaciones (senso-percepciones) la mayoría en los que intervienen también sentimientos, ansiedades, afectos, impulsos, vínculos y fantasías conscientes.

Todos estos elementos configuran una serie de fantasías provenientes del inconsciente y de los estímulos de la realidad externa. Al contenido que vemos a simple vista lo llamamos “manifiesto”. Sin embargo, éste no es sino una mera manifestación exterior de fantasías, ideas, representaciones, imágenes y afectos latentes.

Se da el nombre de trabajo del sueño a la elaboración psíquica que sufre el “contenido latente” para convertirse en el “contenido manifiesto”. Ahora bien, lo mismo puede ocurrir con el mito. 493

Los sueños, como los mitos, tienen un significado encubierto, deformado, desplazado y condensado con necesidades, deseos y tendencias narcisistas. Es todo esto lo que tratamos de descubrir en psicoanálisis.

En la construcción de los sueños y los mitos (a los que hemos dado el nombre de contenido manifiesto) intervienen la fantasía consciente e inconsciente, las percepciones, las estructuras endopsíquicas (Ello, Yo y Superyó) y los objetos.

Las interpretaciones que hacemos de estos mitos y sueños parten del contenido manifiesto para intentar descubrir el contenido latente. Cuando estudiamos el contenido manifiesto observamos lo latente, que está en la urdimbre de la trama del sueño. Ahora bien, en el mito hacemos lo contrario, es decir, estudiamos lo que se convierte en contenido manifiesto. Es esto lo que he hecho en este capítulo con los mitos de las diferentes áreas geográficas.

La labor interpretadora exige completar los fragmentos y desentrañar las alusiones, deformaciones, condensaciones, represiones o negaciones y desplazamientos que son los mecanismos que nos dificultan la interpretación.

Obviamente existe una censura494 (superyó, conciencia moral) del sueño o del mito. Dicha censura pertenece al mecanismo de represión y al principio de realidad. Hay mitos que son la satisfacción de deseos legítimos o necesidades orgánicas imperiosas (por ejemplo, la necesidad narcisista del hombre de ser el macho, el agente creador del universo, el dios).

Estos mitos pueden cumplir su función sin ofender en lo más mínimo las tendencias morales y estéticas del Yo y del Ello (instancias del aparato mental). Cuanto más reprimido es el deseo, tanto más fuerte es la censura y más severa la exigencia (de ahí la explicación mítica de las causas del diluvio universal: el castigo de los dioses).

A través de la historia, en las diferentes culturas y civilizaciones, el hombre ha trasplantado sus ideas a otras, ha formado abstracciones, ha reducido sus percepciones a esquemas teóricos o ideales, ha producido signos con significados y significantes y ha realizado comparaciones e idealizaciones para formar la relación simbólica.

La noción de símbolo se confunde con la sustitución, la representación y la significación, las cuales son distintas entre sí aunque pueden participar en el proceso de simbolización. La relación simbólica sería una supervivencia antigua de la identidad de las palabras. Obviamente, el simbolismo es otro de los factores independientes de la censura que intervienen en la deformación de los mitos.

Vale la pena aquí señalar los cuatro ejes que participan en el proceso de producción de pensamientos: el integrador, el lingüístico, el discursivo y el conceptual.

Cada uno de ellos coordina una serie de funciones mentales que se interrelacionan unas con otras. Estas funciones dinámicas y formales dan como resultado el producto mental, ya sea gráfico, verbal o conceptual.

Ahora bien, en todos los sueños, como en los mitos, existe una situación traumática que es posible detectar mediante el análisis. Si bien fue Sigmund Freud el máximo expositor de esta temática (especialmente en su obra La interpretación de los sueños, publicada en 1900), C. G. Jung también hizo más de trescientas publicaciones al respecto bajo la influencia freudiana.

Sus investigaciones recibieron la ayuda de los conocimientos sobre antropología, etnología, mitos, leyendas, psicología comparada y simbología, los cuales le sirvieron para el planteamiento del inconsciente colectivo, los arquetipos y su claro sociologismo y misticismo.

Para Jung, existe un determinismo mental que se puede observar en el contenido manifiesto. La diferencia entre Jung y Freud es que para el primero los símbolos son parte del sujeto mismo, mientras que para los freudianos ellos son parte de los objetos reales de la mente, (Ibídem).

(Lea También: Mitología Física Cuántica y el Destino)

En su obra “Estudios sobre la histeria” (1895), Freud hace hincapié en la importancia del sueño diurno para la génesis del síntoma histérico. Escribe:

Al igual que los sueños, los ensueños son realizaciones de deseos, al igual que los sueños, se basan en gran parte en las impresiones que dejaron los acontecimientos infantiles, al igual que los sueños, disfrutan de una cierta indulgencia de la censura para sus creaciones.

Examinada su estructura, se aprecia que el motivo de deseo que interviene en su producción ha mezclado el material de que están formados y ha alterado su orden para constituir un nuevo conjunto. Respecto de los recuerdos infantiles a los que hacen referencia, guardan una relación que podría compararse con la que existe entre estos palacios barrocos de Roma y las ruinas antiguas: piedra tallada y columnas han servido de material para construir formas modernas.

Mito y ensueño (o “sueño despierto”) se parecen en que en ambos se crea una diferente realidad descriptiva dinámica, en ocasiones ideal, en la que entran en funcionamiento la sublimación y los ideales del yo para hacer un mundo propicio de ficción con una nueva experiencia.

De tal forma, en los mitos podemos encontrar (y encontramos) elementos creativos y poéticos (con diferentes niveles psicológicos, intelectuales, sociales e intuitivos) que nos llevan a la experiencia de la belleza y que nos dan orden, gratificación y placer vital, y aun en ocasiones la posibilidad de “conocer el mundo interno y externo del ser humano”; esa es otra concepción factible de nuestro propio destino.

¿Está resuelta completamente la comprensión del mito y del mecanismo alucinatorio por el qué pasa? ¿Qué es lo que determina el contenido manifiesto? ¿Por qué es esto así? ¿Se pueden resolver todas las preguntas y simbolizaciones del mito? ¿Por qué se construyen mitos? ¿Para qué lo hacemos? Nada de esto está bien aclarado.

Sólo sabemos aproximadamente de dónde provienen los mitos y algunos motivos de ellos. Al exponerlos e interpretarlos en la obra: “Ciencia, Mitos y Dioses”, (2004) he querido mostrar los dinamismos psicológicos involucrados y con ello llegar a hacer conscientes los diferentes procesos mentales que ocurren y que nos llevan al mundo inconsciente. Así pues, el análisis de los mitos es otra ventana al subconsciente (Sánchez Medina G., 1984).

En los mitos hemos observado el horror al incesto, el tabú y la ambivalencia emocional, que fueron bien delimitados por Freud en su obra “Tótem y tabú” (1913). En ésta, el autor se refiere también al paralelismo entre el tabú y la neurosis obsesiva, al tratamiento de los enemigos, al tabú de las autoridades, al tabú sobre la muerte y la conciencia, al animismo mágico y a la omnipotencia de los pensamientos.

Habla también sobre el totemismo como sistema, el retorno del totemismo en la infancia y la naturaleza del mismo, el origen del totemismo y la exogamia, las zoofobias y los sacrificios, la relación de las comidas totémicas con el padre y con Dios y, finalmente, el complejo de Edipo y la sociedad. De acuerdo con Freud, un crimen como la eliminación del padre primario por sus hijos debe inevitablemente haber dejado huellas imborrables en la historia y destino de la humanidad.

Los comienzos de la religión, la moral, la sociedad y el arte convergen en el complejo de Edipo, lo que está de acuerdo con las investigaciones psicoanalíticas en lo que se refiere al núcleo de todas las neurosis.

El propio Freud afirma que no se puede negar la existencia de un “alma colectiva”, que se toma como base para la interpretación de la culpa.

Por otra parte, los primeros preceptos y restricciones morales en las sociedades primitivas han sido explicados como reacciones a alguna acción criminal que sus miembros cometieron en el pasado, de la cual se arrepintieron y decidieron por ende no reincidir. Este sentido de culpa, de acuerdo con Freud, aún persiste entre nosotros. Agrego yo que no solamente reviven la culpa y el castigo, sino también la envidia y el odio plenos de resentimiento que enmarcan las acciones violentas y vengativas del ser humano.

En 1921 escribe S. Freud “Psicología de masas y el análisis del Yo”, obra en que da cuenta de la unidad grupal, la vida mental colectiva, la sugestión y la libido. Explica también los dos grupos artificiales (la Iglesia y el Ejército) al tiempo que esboza otros problemas y lineamientos de trabajo (la identificación, el enamoramiento y la hipnosis, el instinto gregario, el grupo y la horda primitiva y el grado de diferenciación del Yo).

Freud (1924) en “El problema económico del masoquismo”, se expresa con respecto al destino así: “es poco lo que se puede decir en contra del escritor holandés Multaturi, cuando reemplaza el destino de los griegos y el par divino razón y necesidad; pero todo aquellos que transfieren la guía del mundo a la Providencia, a Dios o al Dios y a la Naturaleza, se despierta así la sospecha de que siguen buscando los últimos poderes en la pareja, en el sentido mitológico y creyendo en la ligadura de ellos por los lazos libidinales” (Freud, S., 1924), (495)

En “El porvenir de una ilusión” (1927) plantea Freud cómo la civilización se basa en la posibilidad de renunciar a los deseos instintivos y discute las consecuencias de dicho renunciamiento; en la obra también ahonda el estudio del instinto, explica en qué radica el peculiar valor de las ideas religiosas y reflexiona sobre los orígenes de las religiones, sobre la significación psicológica de las ideas religiosas como ilusiones, sobre las relaciones entre la civilización y la religión y sobre ésta como un sustituto de la racionalidad.

Se pregunta en últimas si es posible la racionalidad, y finalmente plantea la relación entre religión y ciencia.

En “El malestar en la cultura” (1930) hace Freud alusión a que la necesidad humana de religión surge del sentimiento de desamparo. El hombre enfrentaría la desgracia con la diversión, la sustitución y la intoxicación. También desglosa la cuestión de cómo es el conflicto del hombre con la civilización y precisa las limitaciones de los conceptos de libertad e igualdad, dos de los pilares de la civilización.

Explica la cultura como resultado de la interacción entre Eros y Ananke (la Necesidad), y plantea que la restricción de la sexualidad y la agresión es el precio que se paga por la seguridad. Postula además el instinto de agresión, destrucción y muerte el desarrollo del Superyó y su severidad a partir de éste y algunas conclusiones sobre los efectos de la civilización en la psiquis.

Finalmente, en 1938, poco antes de su muerte, hizo dos publicaciones:

El antisemitismo en Inglaterra” y “Comentarios sobre el antisemitismo”. Posiblemente hoy habría ya escrito “El mundo occidental visto por el mundo islámico, y el Occidente considerado como satánico”, “El mundo islámico considerado como fundamentalista y sus consecuencias”, “El terrorismo producido por las grandes diferencias en las diferentes áreas geográficas”, “La diferenciación de los pueblos”, “Las economías divergentes y convergentes” y “La globalidad”, “La corrupción originada desde la cuna”, “Las adicciones y el narcotráfico”, patologías sociales provenientes del duelo y melancolía.

Muy posiblemente en épocas posteriores emerjan leyendas y mitos sobre los siglos XX y XXI, así todos ellos como en los escritos freudianos nos encontramos con la ida del futuro, del porvenir y del destino y el principio de causalidad del mismo comprendiendo las fuerzas potenciales, energías, sus consecuencias, principios universales que determinan los hechos.


491 Se es Dios (civilizaciones antiguas), o se tiene la naturaleza divina, como lo tuvo también el emperador del Japón hasta el fin de la II Guerra Mundial.

492 Algunos textos que aparecen en estos párrafos fueron sacados de la obra. “Ciencia, Mitos y Dioses”, (2009).

493 Ver capítulo sobre los sueños en esta obra.

494 Ésta funciona permanentemente y modifica los contenidos del sueño y del mito.

495 La traducción y la negrilla son por el autor de la obra. Ver S. Freud, Standard Edition, Vol. 19, pág. 155)

 

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