El Azar y el Inconsciente

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

El relato que me voy a permitir realizar corresponde a un hecho personal ocurrido a prin­cipios de febrero del año 2005.

En mi afán de revisar textos sobre la temática desarrollada en esta obra me, encontré con el diccionario de filosofía de Ferrater Mora el cual había adquirido en Madrid-España, en Mayo de 1952 y que por su deterioro debido al uso, lo había mandado a restaurar en un lugar con no muy buena experiencia para reparar libros considerados viejos. Ya con el libro en mis manos, después de una serie de distractores ambientales lo abrí (al azar) inconscientemente, por la llamada “casualidad o coincidencia” en la página 88 y me en­contré con una serie de textos que partían de Aristóteles hasta mediados del Siglo XX (1950). Con sorpresa encontré que los textos hacían referencia a lo estudiado, en parte, a la organiza­ción que hasta ahora le había dado al desarrollo de la temática con respecto al “azar”.

Este hallazgo me hizo reflexionar si mi mente ya no había estado o leído las páginas de este texto diccionario, en forma consciente o inconsciente pues no recuerdo cuántos años atrás debí haber revisado el texto.

La duda me embargaba y me cuestioné si no estaría hacien­do un episodio de “déjà-vu” o una “parapraxia o metapraxia” o era un “recuerdo encubridor” o “fallas” en mi memoria o simplemente un fenómeno de “wish full thinking” (pensamiento con el deseo), por acciones frustradas o por errores de olvido de impresiones e intensiones o equivocaciones en mis lecturas, como otra acción sintomática y fortuita; aquella me lle­vaba a pensar sobre el deseo propio, de tener ese texto ya escrito. Eso me condujo a pensar que bien podría estar no en una elección libre sino arbitraria, de un nombre determinado que había negado la existencia del texto; mi motivación consciente era encontrar todo lo relacionado con el tema y mi inconsciente, muy posiblemente ya lo había hecho, por esto la intensión conectaba el propósito mediante la asociación temporal del pasado con el presente. Estos temas, como el lector avezado conoce, estaban planteados por Sigmund Freud desde 1898 en el trabajo que se refieren a “mecanismos psíquicos del olvido”, y al sistema incons­ciente, así como el “sistema consciente perceptual que recibe percepciones pero no conserva huellas permanentes de las mismas, bien por falta de estímulos conscientes o por estímulos inconscientes que provocan el olvido o que también pueden deformar el recuerdo”. Aquí me viene al recuerdo, cómo Freud planteó que “la capacidad del aparato mental para manifestar receptividad es ilimitada frente a percepciones nuevas, sin perjuicio de conservar huellas mnémicas permanentes(22).

El hecho era que había abierto el libro en forma inconsciente, casual, al azar, específica y exactamente en la página que necesitaba en donde se encontraba la temática; así mi cerebro-mente ya sabía y había calculado la página del libro.

Esto me ocurrió y me ha ocurrido múl­tiples veces en la vida con diferentes hechos y circunstancias; quizás estas experiencias, sean uno de los motivos que me han llevado a estudiar esta temática y no dejar este fenómeno como una simple “coincidencia” sin más investigación analítica o dejarla en el misterio in­cógnito o secreto conectado con lo mágico y exotérico y por lo tanto no científico; mi perso­nalidad no lo permite o no lo tolera; he ahí otra motivación que me asiste en la investigación de lo desconocido.

Volviendo al texto aludido del diccionario filosófico, nos encontramos con pensamien­tos, como ya se expresó anteriormente, de Aristóteles y luego A. Cournot, “Exposition de la théorie des chances et des probabilités”, 1843; J. Venn, “The logic of chance”, 1876; Ch. S. Peirce, “The doctrine of chances” (Popular Science Monthly, marzo de 1878; León Ollé-La­prune, “Le hasard, sa loi et ses conséquences dans les sicences et la philosophie”, 1906; Para el concepto de azar y contingencia en la filosofía griega: Curt Leo von Peter, “Das Problem des Zufalls in der griechischen Philosophie”, 1910; A. Darbon “Le concept du hasard dans la philosophie de Cournot”, 1911; E. Borel, “Le Hasard”, 1914; Jean de la Harpe “De l´ordre et du hasard”. Le réalisme critique d´A. Cournot”, 1936; M. Julienne Junkersfeld, S.S.N.D., “The Aristotelien-Thomistic Concepto of Chance”, 1945; Vicenzo Cioffari, “Fortune and Fate from Democritus to St. Thomas Aquinas”, 1949.

(Lea También: Consideraciones Generales: Conceptos Filosóficos del “azar”)

Aquí una pregunta: ¿qué determinó que mi Yo encontrara ese texto en ese momento?

La respuesta debemos buscarla en los textos anteriores; hubo distintos determinantes, entre ellos la necesidad, el funcionamiento de mi Yo consciente, las múltiples fuerzas que acompañan al funcionamiento mental con sus diferentes energías, las funciones de onda, todas ellas para concordar en tiempo y espacio y determinar específicamente ese momento de encuentro de algo que mi Yo necesitaba y que pertenece a un azar determinista inconsciente.

De una u otra forma, en la experiencia mencionada nos encontramos con lo consciente e inconsciente que operaba en mi (Yo), lo cual nos lleva al consciente y a estudiar el incons­ciente, de otra parte conocemos en psicoanálisis cómo en toda la organización del funcio­namiento mental operan los “principios inconscientes” de las “funciones reguladoras” que están al servicio de las tendencias y energías, unas de conservación de la energía y otras la transformación y desaparición de la misma. De esto podemos concluir cómo el fenómeno descrito causante de abrir el libro exactamente en la página que tiene la información deseada, la operatividad de mi inconsciente la cual determinó en la acción que provocó el hallazgo el cual para muchos es una simple casualidad o coincidencia, para mí es “el azar determinista” producido por la interacción de fenómenos neuro-psico-eléctricos cuánticos.

Cada ser humano ya viene pre y determinado en espacio (lugar), tiempo (época), etnia, cultura, condición socio-económica y a la vez con el libre albedrío el cual tiene su existencia marcada con los avatares de la vida impregnada de “sellos del azar o del determinismo”, o de ambos, o los que podemos llamar el lazo del destinoque acompaña a todos los seres en nuestra existencia.

Aún podemos desear, negar, luchar, ir en contra de nuestro camino o voluntad, y aún creer haber vencido esas fuerzas llamadas del destino; de todas maneras, la realidad nos señala el ser y no ser y la nada; todo debido a esas fuerzas que están más allá o más acá de la razón y que nos sitúan en la incertidumbre, en la ilusión o en el paradigma del azar determinista”, en el contexto de los procesos y ciclos evolutivos e involutivos de la consciencia en el universo. Estas ideas fueron elaboradas entre otros por los existencialistas y fenomenólogos del Siglo XX. El hecho real y contundente sin cuestionamientos, es que existimos, estamos aquí ahora, hacemos y tenemos de acuerdo al mundo de las posibilidades. He ahí todo lo comprendido dentro del mundo interno y externo.

Ahora bien no deben ni pueden tratarse estos textos como confesiones de la experiencia o vivencias únicas de la vida personal o sólo pertenecientes a intentos de realizar interpreta­ciones subjetivas teñidas de filosofía o cientifismo, analogando un hecho con otro que hasta ahora nos parecen incomprensibles; más bien es un intento lógico de encontrar claridad y fundamentación coherente, más allá del pensamiento mágico omnipotente que en algo a todos nos acompaña y amarra para tratar de descubrir los principios de causalidad, el cual trata de descubrir los orígenes o todos los hechos en la que el hombre se ha refugiado como el princi­pio de causalidad en la entidad de la “divina providencia”, en la cual el hombre ubica y cree que rige todo el acontecer desde el principio al fin, desde la vida a la muerte, con los “lazos del destino”. Pido al lector ceder un tanto al refugio explicativo en el concepto de Dios, de la culpa y de la explicación o interpretación necesidad de la confesión y mas bien permitirse diferentes cuestionamientos que podemos hacernos al estudiar diferentes hechos, desde dis­tintas perspectivas científicas. Asumo toda la responsabilidad de lo consignado en la obra y las connotaciones éticas al ubicarme en el “agnosticismo” que para algunos puede parecer peligroso porque está más allá de lo comúnmente aceptado desde milenios.
Dejo estos textos como testigos de una vida como otra cualquiera, con diferentes aconte­cimientos que no ameritan catalogarlos de excepcionales y menos de misterioso, puesto que pertenecen al común del ser humano.

Las experiencias acaecidas no tienen nada de novedoso o extraño, y más si son el producto de lo que se podría ubicar como todas las otras en la cate­goría de “novela familiar”, y tal vez, de un ingenuo, imprudente y curioso aprendiz e inves­tigador estudioso quien se encontró con un camino significativo, con sentido de integración de conocimientos, posiblemente sin lograrlo, ubicado temporalmente en el Siglo XX al XXI, en el juego de la vida y en el indefectible arribo final de la muerte. Así nos encontramos con “el ser, el no ser y la nada”, (23). El tema del destino y del azar será desarrollado a través de todos los textos, el primero será contextualizado con alguna completud en los capítulos XVI, XVII, XVIII, no sin antes plantear el azar y el determinismo, la necesidad, el determinismo e indeterminismo, el azar y la probabilidad en algunos aspectos psicodinámicos y filosóficos, así como las relaciones de la complejidad, el azar y el determinismo y una interacción con los procesos de ordenamiento, “el ser y no ser”. En el capítulo X se trae la temática de los sueños, el azar, la necesidad y el determinismo para luego vincular estos últimos con el inconsciente y los hechos psíquicos, y de los conceptos de las paradojas, la intuición, la psicología de la vida cotidiana y después se desarrolla la temática del destino, la casualidad, las coincidencias, el paralelismo y sus ejemplificaciones de distintas clases, experiencias, ejemplos y reflexiones personales; se llega finalmente a ciertas reflexiones sobre el destino, la libertad, el bien y el mal, y a la ciencia, filosofía, cálculo y el destino y a consideraciones y comentarios genera­les.

Por todos es bien conocido, que cuándo se plantea una hipótesis teórica como se intenta en la obra, ésta deberá contrastarse con la experiencia y realidad; de tal manera la contrastación pertenece a la vez al método natural que acompaña al ser humano; el animal utiliza la prueba de ensayo y error para comportarse, adaptarse al medio ambiente y así desarrollarse y evolu­cionar.

Otras de las funciones y cambios que aparecieron en millones de años fue el pensar y la palabra como otra forma simbólica de contrastar teoría y práctica; es decir, apareció lo que podríamos llamar la “dialogo práxis” en que interviene la comunicación de dos, utilizando la razón en las pruebas de la realidad y así comprobar la igualdad, la semejanza o la diferencia entre un objeto o un hecho u otro; he ahí el contraste y la contrastación entre teoría y práctica la cual fue construyéndose en la relación sujeto-objeto, sujeto-sujeto, sujeto-medio ambiente, a través del acontecer psíquico histórico, económico y socio-cultural.

Entiéndase que cada época de la humanidad ha tenido sus postulados para confirmar la validez y realidad de un postulado científico; por ejemplo en Mesopotamia, Grecia era la demostración lógica, en la Edad Media fue el método inductivo y el experimental ayudado por la matemática y todo lo racional; y, ahora en el siglo XXI se requiere aceptar la comple­jidad de la realidad y la presencia del orden y caos, del azar y el determinismo, a la vez que la pluralidad de perspectivas para conocer y validar un solo fenómeno o hecho con actitud crítica objetiva, a la vez que con la aceptación de que existen desviaciones ilógicas fuera de la realidad que nos puede originar el subjetivismo inconsciente (al acecho) envuelto en el narcisismo envidioso muchas veces presente.


22 Freud, (1925), “La Pizarra Mágica”

23 N.A. Los textos en negrilla son para resaltarlos y los que están en comillas y bastardilla, unos pertenecen a autores citados y otros para hacerlos relevantes.

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