El Destino y la Probabilidad Calculada

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

La causalidad y no en la casualidad

Cuando mencionamos el destino lo hicimos en referencia a lo que está delante nuestro (lo pre) que no ha ocurrido, y, por lo tanto, que requiere un tiempo, un espacio, y un motivo para llegar; en el caso del fenómeno de la naturaleza del destino, al por qué de los acontecimientos y cómo se originan; es decir la causalidad y no en la casualidad.

El primero es un principio de coherencia, de lógica en el mundo de los fenómenos que está presente en el orden universal y que precede al hecho producido; aquí podría decirse que ésta idea es mecanicista.

Por su parte si postulamos la existencia de que todo está programado y diseñado por “un creador”, ahí tenemos que detenernos ¿por qué el destino?; así es inexorablemente parte del Creador.

Es así como entramos a un dogma religioso o de creencias y de lo que ya se denominó fe; sin embargo, nos queda la posibilidad de la duda y de seguir el cuestionamiento, repito, en una posición agnóstica la cual presupone lo incógnito infinito del conocimiento de las primeras causas; y, con respecto al destino amerita plantearnos la teoría de la probabilidad, la cual se ocupa de medir o determinar cuantitativamente la posibilidad de que un suceso o experimento produzca un determinado resultado.

La probabilidad está basada en el estudio de la com­binatoria y es fundamento necesario de lo estadístico.

La probabilidad matemática co­menzó con un intento de responder a varias preguntas que surgían en los juegos de azar; por ejemplo, saber cuántas veces se ha de lanzar un par de dados para que la probabilidad de que salga el 6 sea el 50%. […] “la probabilidad cero indica que el resultado no ocurrirá nun­ca, y la probabilidad 1, que el resultado ocurrirá”. Aquí vale la pena preguntarnos: ¿si ocurre la probabilidad y cuánto va a aparecer y ocurrir?.

Este concepto de probabilidad matemática se utiliza en las ciencias físicas, biológicas y sociales, en el comercio, en la industria, en la genética, en la mecánica cuántica y en los seguros.

¿Se habrán hecho cálculos de probabilidad en el juego del “foot-ball”, en especial de los penaltis?

Si es así tendría que investigarse cuanta intuición, señalización subliminal de distintos movimientos se presentan (musculares, corporales o de extremidades); los visuales son detectados por uno y otro jugador para lanzar la bola o el cuerpo para atajarla), ¿qué investigación al respecto se ha hecho y que contemple las matemáticas? La respuesta no la conozco.

Lo conocido en este campo son los hechos; por ejemplo, en el campeonato mundial de foot-ball, desde 1930 hasta el último en el año 2010, Brasil ha sido campeón 5 veces, Italia 4, Alemania 3, Argentina 2, Uruguay 2, Inglaterra 1, Francia 1 y España 1; son ocho equipos; ¿cuál será el futuro campeón en el año 2014? ¿Será que es uno de estos equipos u otro que no está en esta lista considerando que Inglaterra, Francia e Inglaterra sólo lo fueron por primera vez; cuando el campeonato tuvo lugar en el país de origen.

¿Será que esta variable es básica y por qué? A excepción de España que lo obtuvo en Sur África; ¿tiene que ver esto y a la vez con los porcentajes? El porcentaje en ganar el campeonato cuando el juego se realiza en el propio país es del 50%; por ejemplo, en el caso de Uruguay y Argentina y en el caso de Alemania que obtuvo el campeonato tres veces dos de ellos fueron obtenidos en su campo; el caso de Italia sus cuatro victorias una fue en Italia dos en Francia y la tercera en España; esto nos da un porcentaje explicativo de los anteriores menos con Brasil que las victorias fueron obtenidas fuera del país (en Suecia, México, Chile, Estados Unidos y Japón). Qué se deduce de este cálculo.

La respuesta es que si bien existe una probabilidad, aquélla no es contun­dente para pronosticar el destino basándose que la victoria se consigue, más si el juego es en su propia tierra.

Por todo esto es necesario entender otras variables, experiencias, técnicas, entrenamiento, habilidades individuales y colectivas; de ahí la necesidad de contemplar las variables repetitivas con estudios de la estadística compleja; por lo tanto, he ahí otro hecho del “azar determinista” y a la vez lo que los medios utilizaron en el año 2010 para predecir la victoria de España en el campeonato de África, con el uso del pulpo y condicionando a éste para presionar la caja con la bandera del país; con este juego, ¿qué operó aquí? A la vez ¿operan las energías cuánticas colectivas para determinar un buen y efectivo desempeño de los jugadores y del árbitro? Las respuestas exactas la desconozco, sin embargo, la imagen y el hecho vendieron audiencia y propaganda sesgada; ¿fue esta predicción destino manipulada con una probabilidad calculada? La respuesta la dejo abierta por multiplicidad de variables.

Esta teoría de la probabilidad tiene que ver con la teoría del análisis matemático que se desarrolla a partir del cálculo y sirve para trazar pronósticos futuros y hasta cierto punto predecir el destino conociendo las variables repetitivas.

Aquí se incluye la estadís­tica que es el conjunto de números obtenidos al medir fenómenos o hechos; con recopilación de datos estadísticos; se ha de tener especial cuidado para garantizar la información; aquí la pregunta: ¿y cuanta información debe obtenerse para que sea válida la estadística?; ¿es decir para confirmar el hecho? Por ejemplo en una estadística epidemiológica ¿cuál debe ser la muestra?576 O, ¿en una estadística de censo de habitantes? ¿Cuál debe ser la muestra com­pleta y exacta?; en la muestra de un físico que quiere contar el mundo de choques colisiones por segundo entre las moléculas de un gas, debe empezar determinando la naturaleza de las moléculas del gas.

Los problemas son múltiples y complejos, por ejemplo en un sondeo de opinión a una encuesta electoral, la muestra a tomar debe ser capaz de representar el total de la preferencias de la población; sin embargo, esto no es fácil; así ocurre con las leyes físicas, biológicas sociales y psicológicas; por esto el científico estadístico debe comenzar con un conjunto de datos modificarlo basándose en la experiencia.

De una u otra manera nos encontramos con que la estadística nos lleva al campo de la probabilidad con cierta validez y certeza; por ejemplo, una familia de longevos de varias generaciones se supone que va a tener descendientes longevos, más esto no es exacto por que puede ocurrir la presencia de otros elementos que intervengan en la longevidad, por ejemplo: epidemias, el medio ambiente, cambios ambientales del sujeto, etc.; he ahí la teoría de la probabilidad.

Aquí viene el caso del proverbio hindú sobre que “es necesario desconfiar siete veces del cálculo y 70 veces del calculador”.

He aquí también el peligro de dejarse llevar por los números, por el cálculo, pues por un método estadístico podemos llegar a un error y a una conclusión falsa, pues es posible que aquella la conclusión, pertenezca a una proposición váli­da más no certera y sí falsa; por ejemplo: suponiendo que todos los mamíferos sean animales de cuatro patas; todos los hombres son mamíferos, por lo tanto todos los hombres son anima­les de cuatro patas, proposición válida y conclusión falsa; por lo contrario una proposición no cierta por casualidad puede llegar a una conclusión verdadera, por ejemplo: algunos animales tienen dos patas577; todos los hombres son animales, por lo tanto todos los hombres tienen dos patas (conclusión verdadera con proposición falsa porque solamente son algunos animales).

La validez lógica depende de la forma que se presente la argumentación. En el primer caso cuando se habla de todos mamíferos son de cuatro patas, esto no es cierto y la conclusión es falsa y en el segundo caso sólo algunos animales tienen dos patas lo cual es cierto pero no es válido para el silogismo y deducción.

He ahí las reglas silogísticas. Fue así como los griegos Siglo V a.C., se pronunciaron en que “una proposición no puede ser verdadera y falsa al mis­mo tiempo” (principio de contradicción), o “si a cantidades iguales se le suman cantidades iguales, la suma resultante también son iguales”, o “el todo es mayor que cualquiera de sus partes”.

Aquí es importante traer a colación el problema de la inducción (578). Las alternati­vas posibles son: 1) lo que los estadísticos llaman estados de la naturaleza, que preceden a la aplicación de la decisión y recolección de datos suplementarios; 2) la prioridad asignada a priori” antes de su comprobación; 3) el grado de fiabilidad y capacidad predictiva de las pruebas; 4) los resultados de las pruebas encuestas y controles; y, 5) las probabilidades que son necesarias asignar a cada una de las alternativas posibles “a posteriori” o después de ha­ber sabido el resultado y recogido los datos suplementarios.

De todo esto surgió no solamente el “teorema de Bayes” sino la “teoría de la probabilidad”, la teoría fractal, el método estadístico y la teoría del destino, (Prezioso, F., 2003)

Esto podría llegar a crear un postulado de la lógica y un axioma que no necesita demostra­ción o la demostración es evidente.

El peligro es utilizar las palabras o términos postulados y axiomas con su significado como una premisa no siempre válida para demostrar o hacer alusión a otros principios o a otros hechos; por ejemplo, tenemos la tendencia de colocar dentro de la clasificación de axiomas al desarrollo de nuestro destino y así asumimos y acep­tamos cualquier hecho sin tratar de analizarlo y sin prever sus consecuencias en el futuro; es decir usamos proposiciones verdaderas y podemos sacar conclusiones falsas.

En todo esto se pueden incluir las creencias, los mitos, la cultura religiosa, sociopolítica, económica susten­tada en axiomas manipulados y proposiciones supuestamente verdaderas.

Es paradójico cómo la lógica surgió en Grecia y así la matemática con Pitágoras (530 a.C.) quien concebía la naturaleza a partir de las relaciones numéricas y el número como principio energético de las cosas; fue lo que se llamó o se llama “concepción pitagórica de los números” muy emparentada con el misticismo responsable de la armonía y entre ellas la musical; recuérdese que fue Pitágoras quien descubrió la octava nota musical.

Esta manera de encontrar la armonía musical implicó la concepción de una unidad dentro de una multipli­cidad de sonidos separados entre sí por intervalos definidos y al mismo tiempo diferenciado dentro de un todo ordenado que forman la armonía (579).

La naturaleza misma es una uni­dad múltiple y multideterminada que incluye lo indeterminado de lo finito e infinito, de la parte y el todo con límites y sin límites, a la vez que con números; el uno está compuesto de pares e impares, como lo postulara Pitágoras; lo números a la vez son signos de canti­dad, pero a la vez de señalamiento que implica una identidad determinada que operan en la espacio-temporalidad, a la vez que diferencian los objetos y los determinan como unidades para hacer un conjunto o conjuntos y así una unidad. Este tema, en parte, está expuesto en capítulos anteriores.

Fue necesario un milenio para que apareciera el matemático persa hacia el año 830 d.C. llamado Khwarizmi quien escribió el manual de aritmética como método práctico de lo que recibe el nombre de procedimiento de decisión o las tablas de la verdad que son los al­goritmos.

Este método de resolución de problemas complicados se realiza mediante el uso repetido de otro método de cálculo sencillo; un ejemplo básico es el cálculo simplificado por tablas que se aplican en el diseño de programas de ordenadores (computadoras).

Prezioso en su obra “El Destino”, se refiere a como en el terreno de la filosofía, geología y teología el sistema de algoritmo es empleado intuitivamente por los místicos doctrinarios, y así inclusive se puede llegar a manipular la verdad con tautologías, las que implican decir lo mismo dos veces, como serían dos enunciados analíticos en virtud de su forma; por ejemplo, un hogar es siempre un hogar; cualquiera podría decir que es obvio, pero se trata de deducir lo mismo.

El autor antes citado trae el ejemplo muy figurativo sacado del libro “El hombre que calculaba” de Malba Thajan en que quería demostrar la capacidad prodigiosa de calcular, pues al pregun­tarle el número exacto de camellos que se encontraban dentro del corral dijo “257 camellos”, y al preguntarle cómo había calculado u obtenido la información precisa, contó: “conté las patas, las orejas y al total le añadí una unidad y el resultado lo dividí por 6”; este ejerciciocomplejo ya lo había probado varias veces, ¿qué tal si a algún camello (s) le faltaran orejas? Será que este ejemplo solo sirve de ejercicio de cálculo?.

El autor Malba Thajan al referirse a los números y a los cálculos escribe: “los números en su simplicidad deslumbran incluso a los más avezados, las proporciones que parecen perfectas están a veces falseadas por el error”. (Prezioso, F., (2003). De la incertidumbre de los cálculos nace el prestigio de la matemática pero todavía, ni uno (el cálculo) ni otra (la matemática) han producido las ecuaciones que comprueben el destino.

(Lea También: Azar Determinista, Consideraciones y Comentarios Generales)

¿Qué tiene que ver todo esto con el destino?

La respuesta es el cálculo de probabilidades y en este caso el cálculo utilizando el algoritmo. ¿Qué tiene que ver el pensamiento filosófico griego con el destino? La respuesta reside en que siempre el hombre ha querido, necesitado y deseado predecir, calcular el devenir de su ser en el mundo, ya sea por los métodos inductivos o deductivos, ya sea por el pensamiento mágico omnipotente achacándole toda la causalidad al Dios580 y aún al dios destino, y, en especial los griegos utilizaron la lógica.

Por eso, si voy contra una fuerza mayor de la naturaleza, el destino es indefectiblemente fatal, no es fortuito, es predictivo; si voy contra el hombre en su organización natural o social y transgredo sus leyes en las cuales está la prisión o la muerte, llegaré a ellas indefectiblemente, como ocurrió con Sócrates en el Parthenón; así mismo ocurre con los postulados: “todo lo que se mueve es movido por algo”, “es imposible que una cosa sea y no sea”, “la única verdad es la realidad”, (de Aristóteles), “el no ser de alguna manera no es” (de Platón).

Este tema de la realidad y de la verdad pueden llevarnos a lo certero o incierto y por lo tanto es factible de ser paradójico; sin embargo, vale la pena volver sobre estos dos, puesto que hay verdades cambiantes, humanas, universales, religiosas, espirituales, sociales, políti­cas y aún hay verdades disfrazadas de creencias; aún más la mentira aún pueden ser disfra­zadas de filosofías verdaderas de acuerdo a cómo se formulen; obviamente “no hay mentiras sin mentirosos” (Bion W.) y quien con su verdad debe conocer la mentira.

En el Siglo XVII en Francia apareció el matemático Pierre de Ferman (1601-1665) quien generó una revolución en los conceptos matemáticos y teológicos, a la vez anticipó el cálculo diferencial con el método de los máximos y mínimos de las líneas curvas; Ferman fue amigo de Pascal y realizó una serie de investigaciones sobre la propiedad de los números creándose el último teorema de Ferman, llegando al convencimiento de que “no existían soluciones enteras ni triviales para la ecuación: “(an + bn = cn)”; donde “n” es un número entero cualquiera, mayor que dos.

Ferman escribió: “tengo una demostración maravillosa de esta proposición, en que este margen es demasiado estrecho para contenerla”. En su ecuación, en su algoritmo, hay un aparente armonía y perfección matemática que esconde una verdad totalmente distinta; en su ecuación existe la constante “n” y las diferencias “a”, “b” y “c”, cada una con su significado diferente pero con un supuesto equilibrio armónico en “c”. Son muchos los matemáticos que han aparecido hasta el año 2010 para tratar de demostrar la afir­mación de Ferman o encontrar excepción para demostrar que su ecuación es falsa o que no existe, (Durán Guardeño, AJ. 2000)

De la misma manera que apareció Ferman con su teorema también ha aparecido otros como Yukata Tani Yama e Igoro Shimura, quienes desarrollaron en los años 50 una geome­tría algebraica y el análisis de variables complejas desembocando en una nueva visión del universo, ya no euclidiano y cartesiano y lejos de los dogmas religiosos arcaicos, y más bien cercano a la igualdad “semejanza” o al “Todo”.

Ambos matemáticos propusieron que cada curva elíptica podría asociarse con una forma modular cuyas respectivas series pueden ser iguales. Todos los resultados llegaron a una cierta certidumbre dentro del “plan maestro de la naturaleza”, más no a la concepción de lo perfecto y más cuando la imperfección genera equilibrio de fuerza y por ende movimientos para llegar a la creación. La misma existencia humana es semejante a las curvas elípticas que logran ser moduladas (perfectas) más no totalmente predecibles y no exactamente perfectas, (Prezioso, F., 2003).

De todo esto concluimos que nuestro universo se sostiene gracias al propio caos que se produce dentro de la “entalpía y entropía”.

He ahí la realidad y toda una teoría del des­tino; a la vez de toda la incertidumbre que nos ha acompañado en la existencia con todo el peso y toda la liviandad de la ciencia, la información, los cálculos, las sensopercepciones, los sueños, las necesidades, la esperanza, la valentía y la cobardía, los valores en general, la inteligencia y la estupidez y como lo postulara Murphy: “la pura y sencilla verdad, rara vez es pura y nunca es sencilla” (Prezioso, F., 2003). Cuando nos referimos a realidad también tenemos que referirnos ¿a cuál, a la interior o a la exterior, a la de hoy o a la de ayer o a la de mañana?

Es así como entramos a una realidad vacía, incierta, imperfecta; de la misma manera, es el hombre, imperfecto; obviamente “no somos ángeles caídos, somos antropoides erguidos” como lo decía Thomas Huxley, que partimos del caos y llegamos a un orden llamado hombre y volvemos a donde partimos y así sucesivamente”, (Huxley, Th.) (581). En ese transcurrir de tiempo y espacio el cual percibimos, le damos sentido y significado a nuestra existencia, a la vez que deseamos leer el destino o descubrir el futuro dentro de este ciclo vital conociendo el límite de la vida que es la muerte; he ahí el indefectible destino. Dentro de esta conceptuali­zación está el tiempo, el espacio y el movimiento fractal con sus ritmos y sistemas que dentro de nuestra concepción humana comprende la realidad existencial y la vivencia de la misma.

Conocemos a la vez cómo las dimensiones y la misma luz se encurvan y aún aparece la contemplación, el estancamiento témporo-espacial o más bien la dilatación del mismo, en una consciencia atemporo espacial, en donde todo está ahí presente.

Sin embargo, para el hombre siempre hay presentes y ausentes, y, entre ellos, está la información, el conocimiento, el mis­mo ser; siendo hombres no podemos dejar la racionalidad y la irracionalidad, lo concreto y lo abstracto, el orden y el desorden del pensamiento formado en la mente, en un espiral, para tratar de completar el concepto de realidad dentro de la irrealidad. Todas estas paradojas generan enigmáticos cuestionamientos y entre ellos la existencia de lo que ha devenir (el “de venir”), el destino. He ahí el deseo de controlar la naturaleza humana y la omnipotencia que nos acompaña.

Dentro de toda esta conceptualización nos queda también la libertad de pensar, de fan­tasear, de imaginar, con los límites propios del ser humano, de la física y de la química, de la materia y de la energía. Así también llegamos a la teoría de la relatividad, a la cuántica, a la teoría del caos y complejidad, en esa realidad multidimensional y a toda esa información ausente que permanece como una incógnita o de todo lo desconocido u oculto; entre ellos está el propio destino.

La ciencia podrá construir teoremas, teorías, hacer cálculos y cálculos con marcos de referencia, etc., y siempre estaremos frente a lo inacabado del ser humano, todo lo cual nos sumerge en un vértigo que termina en la incertidumbre y en el fatalismo, en la información ausente o incompleta y en la duda, inseguridad y perplejidad o en una teoría funcional que pueda explicar todo lo existente en la témporo-espacialidad conocida por el hombre.

Las mis­mas teorías nos sirven como herramientas para la comprensión de múltiples fenómenos inter­nos y externos, a pesar de que todos los métodos científicos tropiezan de alguna manera con dificultades conceptuales y todavía en el año 2011 no hemos llegado a diseñar, comprender y construir la “teoría del Todo”, para demostrar todos los postulados que expliquen el ser en el universo; hasta las mismas generalizaciones empíricas más modestas van más allá de lo que puede ser deducido de la evidencia en el sentido estricto.

La misma evidencia suele sustentarse con hechos más no pueden ser utilizados para predecir el curso de la naturaleza exacta; el mismo concepto del creador y de Dios no explica el fenómeno de la predicción científica más cuando esta no siempre se cumple puesto que no siempre las teorías pueden ser probadas, ya que la evidencia siempre presupondrá la misma teoría que se tiene que probar.

Como con­clusión tenemos que es muy difícil llegar a una información exacta y valedera; además en el camino de la vida antes, en y después de la historia más que una alternativa, está el “principio de lo unitario” lo que significa la unidad simple o compleja que hace parte del Todo.

Para finalizar estas reflexiones traigo un cita de Bradford Hill anotada por los profesores Hennekens Ch. y Buring JE en el libro: “Epidemiology in Medicine” (1987) traducido por el Académico Honorario Guillermo López Escobar en el comentario de ingreso del Dr. Ricardo Martin Orejuela a la Academia Nacional de Medicina de Colombia el 17 de Febrero, 2011 que dice: “Todo trabajo científico es incompleto- así sea observacional o experimental-. Todo trabajo científico es susceptible de ser destruido o modificado por nuevos conocimientos avanzados.

Esto no nos confiere la libertad de ignorar el conocimiento que ya tenemos ni de post-poner una acción necesaria en tal momento”.


576 “Los expertos en la estadística médica, en el campo de la epidemiología cuentan con índices que les per­miten determinar cuál es la magnitud que deben tener las muestras que se van a estudiar. Entiendo que eso es muy complejo, pero técnicamente inobjetable; igual los actuarios y corredores de seguros” (Comentario del Académico Adolfo De Francisco Zea, 2010).

577 No todos los animales de cuatro patas son mamíferos; por ejemplo, las ballenas, las focas y leones mari­nos, los pingüinos y los delfines no tienen cuatro patas y son mamíferos.

578 El clérigo y matemático inglés Thomas Bayes (1702-1761 d.C.) influido por la crítica de Hume planteó el tema ya descrito por Sócrates como “razonamiento inductivo” y luego por Aristóteles, de “la inducción” la cual se razona de lo particular a lo general, al contrario de la deducción que es de lo general a lo particular. La inducción es la suposición de que si algo es cierto, en algunas ocasiones, también lo es en situaciones ­similares; así la probabilidad de acuerdo depende de la probabilidad de fenómenos observados. Una de las formas simples de la inducción es interpretar las encuestas de opinión en que las respuestas dadas por una parte de la población total se proyectan para todo un país; es lo que se llama “la muestra de población”. Así surgió la teoría de la probabilidad y el teorema de Bayes el cual determina la probabilidad inicial atendiendo las frecuencias observadas; así la probabilidad de dicha teoría aumenta con el rigor de las pruebas favorables y su probabilidad inicial

579 El término armonía tiene diferentes acepciones, según se le aplique (musical, geométrico, matemático, físico u otros; por lo común hace referencia al sonido o a la música.

En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española significa: “proporción y correspondencia de una cosa con otra” las cuales nos llevan a la percepción de la belleza; en la física se relaciona con la onda periódica y en la geometría matemática, como una proporción o “múltiples enteros”; en la música es una unión y combinación de sonidos simultáneos dife­rentes pero con acordes.

Téngase en cuenta que cuando nos referimos en matemática al número algebraico y racional (decimal infinito no periódico) que posee muchas propiedades no se refiere a la “unidad” sino como relación o proporción entre segmentos de rectas; la “proporción áurea” se encuentra tanto en figuras geomé­tricas como en la naturaleza, en elementos como en las hojas de los árboles, el caparazón del caracol o la tortuga, etc. y luego se aplica este concepto al arte, arquitectura, pintura.

Así se llega al concepto del número áureo o de oro, plateado, razón extrema y media, razón áurea o dorada, media áurea, proporción áurea y divina proporción; se representa por la letra griega phi (φ) en honor al escultor griego Fidias. El primero en hacer un estudio formal fue Euclides (300-265 a.C.) el cual lo definió así.

“se dice que una línea recta está divida entre el extremo y su proporcional cuando la línea entera es al segmento mayor como el mayor es al menor”. Con la proporcionalidad y el número áureo se ha intentado hacer la interrelación con lo que se ha denominado “proporción divina”, y planteado por el matemático y teólogo Luka Pacholi.

Para este investigador el número áureo es un valor único de Dios y éste en su inconmensurabilidad y autosimi­laridad, omnipresencia e invariabilidad; los tres segmentos de recta en un triángulo se asocia a la trinidad, Alberto Durero (1525) describió la espiral que se podría trazar con regla y compás basada en la sesión áurea.

Johannes Kepler en la obra: “Misteryum cosmographicum” (El misterio cósmico) escribe: “la geometría tiene dos grandes tesoros, uno es el teorema de Pitágoras, el otro, la división de una línea entre el extremo y su proporcional.

El primero lo podemos comparar a una medida de oro, el segundo lo debemos denominar una joya preciosa”. Aquí recuérdese que el teorema de Pitágoras dice: “el cuadrado de la longitud de la hipotenusa (lado mayor longitudinal del triángulo) es igual a la suma de los cuadrados de las longitudes de los cuadrados”. Leonardo de Pizza (Fibonacci) se refirió a los elementos relacionados con la sección áurea y/o los números de Fibonacci.

Esto para hacer el cálculo en la naturaleza sobre la disposición de los pétalos de las flores, hojas, tallos, nervaduras, grosor, espirales, en la botánica o en la zoología, en el cuerpo humano, en la salud, en el arte y en la cultura; ha sido utilizado como ya se enunció en la arquitectura en la gran pirámide de Gizeh, en las columnas del Partenón en Atenas, en las obras de Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, en el cuadro de “Leda atómica” de Salvador Dalí en las estructuras formales de las sonatas de Mozart, en la quinta sinfonía de Beethoven, en las obras de Schubert y Debussy; el genio de la matemática Charlie Eppes se refiere a que el número Phi se encuentra en las estructuras de los cristales, en la espiral de las galaxias y en la concha del Nautilus.

De todo esto se puede concluir cómo podría existir una tendencia al orden incalculable en el infini­to, a la vez que de un determinismo en la proporción y correspondencia, el cual incluye “el azar determinista” y el destino de la naturaleza. (Pacioli, L 1991; Ghyka, M. 1992).

580 El concepto o la idea de la existencia de Dios no es susceptible de ser probada científicamente con las mediciones de la materia y/o energía. Filósofos y teólogos tratan de probarlo de manera indirecta y no con los postulados científicos.

581 Citado por Adolfo De Francisco: Prologo de la obra el “Suicidio y su Prevención”, (2007) Compilador G. Sánchez Medina

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