El Destino en el Pensamiento Científico Moderno

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Vale la pena aquí realizar una recapitulación con consideraciones de diferentes conceptos a tener en cuenta antes de concluir y realizar la síntesis de este pensamiento complejo, en el cual obviamente participa la libertad para aceptar las ideas y los hechos sin caer en ningún pa­radigma dogmático, sino más bien aceptando el cambio en las ciencias, así como la presencia de distintos conceptos provenientes de enseñanzas milenarias con innumerables posibilidades explicativas, entre las que se encuentran las macro y micro verdades no siempre probadas como son las de la física cuántica u ondulatoria.

A finales del Siglo XIX y luego en el XX aparecieron los psicólogos y los filósofos exis­tencialistas situándose más allá de cualquier ley, y ubicándose en la autodeterminación, es­pecialmente con Freud; sin embargo, este último construyó el enlace de la realidad con el inconsciente, lo cual ya habían hecho hasta cierto punto Bergson cuando postuló que la realidad última o la vida, pertenece a un proceso de crecimiento en que lo impredecible, lo no causado, lo aleatorio, acontece con gran frecuencia.

Principio de causalidad (causa y efecto)

De una u otra manera, filósofos y científicos nos conducen al principio de causalidad (causa y efecto) a la vez que el de casualidad impredecible (azar).

Los primeros, los filó­sofos, nos llevan más a dejarnos en manos de los dogmas, creencias y la fe (567); los segundos, los científicos nos conducen más a la lógica, a la investigación de todos los hechos sin incluir la fe, el dogma y las creencias y más nos acerca a la distinción cualitativa y cuantitativa, a las conclusiones válidas, a las definiciones, a la relación matemática, a teorías y evidencias con comprobaciones, a las matemáticas y actualmente a la teoría de la complejidad y caos, entendiendo que existen los sistemas que presentan un comportamiento impredecible y apa­rentemente aleatorio, aunque sus componentes estén regidos por leyes estrictamente deter­ministas.

A todo el determinismo es necesario agregarle lo positivo y negativo que se presenta en el transcurso de la vida para adaptarse y cambiar la adversidad estimulando lo verdadero, auténtico, seguro, efectivo, práctico y así construir un adecuado futuro en beneficio propio y colectivo.

Esto también se podrá lograr profundizando en nuestra mente, conociendo nuestros deseos, conflictos inconscientes individuales y colectivos.

Se dice comúnmente que se puede predecir aproximadamente el futuro:

Cuando se tienen múltiples informaciones y se sabe de dónde se viene, qué se es, y para dónde se va; esto equivale al conocimiento genético, étnico, geográfico, cultural, educativo, épocas y edades, nación de dónde proviene el sujeto, el credo, la familia, el lugar en donde se ha vivido la primera y segunda infancia y cómo se vive aquella la educación primaria, y por último la secundaria y por último la universidad en la cual se estudió para adquirir un conocimiento es­pecializado llevando a la práctica o a o lo laboral. To

do esto nos conduce a unas deducciones sobre nuestro destino y necesidades básicas prioritarias con decisiones libres; a la vez, esto debe acompañarse con la verdad, lo bello y bueno que hay en la vida trascendente.

A todas estas, no se puede olvidar que debemos criticarnos, evaluar reflexivamente nues­tras decisiones pasadas, presentes y las por venir sin culpa, envidia, resentimiento, odio y miedo, a la vez sin egoísmo y arrogancia lo que equivale a tener un don de saber perder (“per­donar”).

Cada logro por pequeño que sea hay que darle su dimensión apropiada, siempre te­niendo en cuanta la ecuación: “dar y recibir”, y cómo podemos dar más y mejor de lo que nos dan. Hay que saber qué debemos conocer bien y a qué podemos renunciar y a qué no; he ahí el límite de sí mismo y el principio de decisión.

Con esto y con algunas otras consideraciones, podemos conseguir la paz y el positivismo en la vida, con seguridad, constancia y delicadeza con las cuales podemos entrenarnos para evitar cometer errores aprendiendo de la experiencia propia o ajena y así también utilizar todas las experiencias como paradigmas que marcan la historia personal o colectiva.

Sin embargo, el sólo hecho del conocimiento (saber o conocer) no evita definitivamente que no volvamos a cometer errores.

Lo que sí es importante considerar es, como se escribe en otra parte de esta obra, poder renunciar al narcisismo y omnipotencia, núcleo de múltiples psicopatologías y de errores en la vida de relación consigo mismo, con lo demás y el medio ambiente, dándose la factibilidad que el error humano se puede proyectar en cualquier forma, momento, situación, pudiéndose observar las consecuencias de modo inmediato, mediato o a largo plazo y así aparecer desde un simple tropezón o una parapraxia, hasta llegar al accidente fatal.

Por todos es bien conocido que “humano es errar”; un error humano por lo general oca­siona otro, no solo por la compulsión a la repetición; sino porque él o los motivos conflictivos del primero yacen en el fondo; es así como se pueden encadenar o relacionar uno u otro error para luego convertirse en red (es) compleja (s).

En muchas ocasiones el sujeto dice: “no me explico por qué sucedió…. tal o cual hecho”, “por el contrario estaba prevenido para que no sucediera y tenía sumo cuidado de evitarlo”; sin embargo, el accidente se presenta y cuan­do se puede vivir para contarlo, pues el hecho no fue tan grave y aún fue mimio, el sujeto comenta: “me lo imaginé; preciso tuvo que suceder porque yo lo había pensado y ese es mi destino”.

Aquí surge otra pregunta, ¿puede la ciencia explicar todos los hechos mejor o igual que la historia o la filosofìa?

Pienso que una y otras han ofrecido y ofrecen reflexiones sobre las relaciones entre el hombre, el tiempo, el espacio y la circunstancia vital; en realidad ninguna puede sustituir a la otra.

La ciencia es concreta, particular o general y universal; la filosofía y la historia son abstractas y dependen del acontecer temporo espacial y de la imaginación ayudadas por la documentación; sin embargo, ambas van tras la verdad de los hechos con la evidencia, y ambas pueden y deben refutarse; además en una y otra surgen interrogantes los cuales pueden llevar y nos llevan a replantear postulados y conceptos paradigmáticos, los que son factibles de reescribirse sin excluir lo evidente.

Sin embargo, es factible de aparecer (micro, meso o macro errores) los que falsean las conclusiones pues es posible entrar en el campo de sobrevalorar ciertos hechos y conceptos y deformar lo general enfatizando o dando un valor superior a lo que se desea o necesita realizar subjetivamente.

A todas estas consideraciones y otras más es necesario aplicar un pensamiento científico para detectar el principio de causalidad y comprobar el hecho y el efecto, el estímulo respues­ta, comprobándolas y así tener una posibilidad de afianzar un concepto.

Sin embargo, este pensamiento más occidental que oriental está influido a través de los periodos históricos por diferentes campos de posibilidades y características, de las predominancias de las creencias y conceptos que se han convertido a través del tiempo en paradigmas.

Es así como el para­digma nos ubica como un eje central para poder observar explicar e interpretar, comprender e intervenir de una manera a otra construyendo conceptos y teorías no sin excluir la escala de valores.

Es así como también llegamos al sentido común que no fue el mismo en todas las época como fue el actual; por ejemplo, que los niños aprendan a leer o hacer los cálculos ma­temáticos, comprender los conceptos de las ciencias naturales y sociales a través de los juegos electrónicos; esto no pertenecía al sentido común del siglo XX, más cuando la tecnología no había llegado aún; y, pensemos qué es lo que nos depara el futuro.

De ahí que han existido y existirán paradigmas alternativos; aquí vale la pena pensar que el ser humano debe ser capaz de cuestionar los paradigmas con reflexiones lógicas reales que nos llevan a respuestas cohe­rentes y que den soluciones a los problemas que paradigmas anteriores no han podido resol­ver.

Recuérdese aquí que Nicolás Copérnico habló que la tierra giraba sobre sí misma y luego lo retomó, en la edad media en el renacimiento Galileo quien con su telescopio descubrió los satélites de Júpiter; y, con la teoría del movimiento terráqueo fue condenado en 1633 por la iglesia católica y esta mismas pidió disculpas en 1992; así mismo René Descartes visualizó dos mundos separados: “la res cogitans” (el reino de la mente), y las “res extensa”, (el reino de la materia); esta división cartesiana permitió llegar a la premisa: “cogito ergo sum” (pienso luego existo) que yo lo amplio a “siento y actúo luego vivo”.

Estos postulados los llevaron a la cultura occidental a que el organismo es el vehículo que obedece a la mente con un ordenamiento jerárquico y un concepto mecanicista proveniente de siglos anteriores; en especial hago alusión al paradigma positivista de Augusto Comte del Siglo XIX568.

Es aquí en donde los hechos pueden contraponerse con las ideas, las ciencias experimentales las cuales se enfrentan a las teorías y las leyes físicas biológicas, y lo hacen contra la metafísica, surgiendo la victoria de la razón y el supuesto progreso.

Para Comte el desarrollo científico es el instrumento ideal de los gobernantes para mantener el progreso; así la ciencia permitiría establecer el orden por tener la capacidad de predecir para que el gobernante controle los diferentes hechos; dentro de este pensamiento; el progreso debería ser consecuencia de la lógica administración del orden.

Así podríamos seguir elucubrando hasta llegar al Siglo XXI no sin rastrear minuciosamente el Siglo XX que finiquitó con las monarquías, los imperios, no sin pasar por las dictaduras.

Desde otro punto de vista la teoría del nacimiento del universo se concibió con la presen­cia de un Big Bang; esto hoy día, si bien está aceptado con la diferencia que no es solo un solo Big Bang sino millones que han existido en el eterno tiempo y espacio; actualmente se están creando universos y este o estos están en expansión.

Recuérdese aquí al jesuita belga George Lemaitre primero en promulgar la teoría del átomo primigenio en extensión y la teo­ría conocida con el nombre de Big Bang; sin embargo, ya los griegos tenían el concepto de primera unidad en el átomo.

El científico inglés Fred Hoyle en 1949 se refirió a que “el universo no pudo haber na­cido de un Big Bang”; George Gamow científico ucraniano retomó el concepto que en ese entonces se conectaba con la aparición de la bomba nuclear atómica; es así también como el científico sueco Bengt Gustafsson aclaró estos conceptos postulando que “no es uno sino varios universos”, lo cual hoy se concibe como “universos infinitos” que se han creado y se seguirán creando en el cosmos. Véase aquí los cambios de paradigmas.

La misma noción de espacio y tiempo cambiaron con los postulados de Einstein; lo mismo ocurrió con la mente, con el conocimiento del “consciente e inconsciente” y luego el psicoanalista Carl Gustav Jung trajo el inconsciente colectivo, la sincronicidad como un “principio de conexión acau­sal” (Jung CG., 1983).

Reflexionando sobre el pensamiento occidental este ha sido más dogmático y binario y establece categorías contrapuestas (bueno-malo, sujeto-objeto, materia-energía, cuerpo-men­te-espíritu, etc.), con estructuras dualistas y jerárquicas en las que se arraigan unificaciones y totalizaciones, mecanismos miméticos, que no solamente se vuelven paradigmas sino dog­mas569.

Lo que sí vale la pena es que siempre esté la crítica y autocrítica, y no la dicotomía sin interpretaciones múltiples del análisis del conocimiento. Todo esto equivale a que el pensa­miento deje de basarse en mitos en razones y experimentaciones rodeadas de subjetivismos sin permitir abrirse al pensamiento complejo.

En realidad han existido cambios en la ciencia a través de los tiempos; no me ocupo de esta temática ni lo voy hacer en forma discriminada y solamente voy a replantear el tema ya expuesto en capítulos anteriores sobre la intuición, la cual participa en la ciencia actual como un acontecer psíquico, un escalón dentro del conocimiento que deviene a través de ocurren­cias, inspiraciones y lo que se llama “” (“seren-di-pidad”; “seren”.

Proviene de serenidad y sereno; “di y dip”, de dos; “dad” de dar; luego equivale a dar tranquilidad y encontrarla); esta palabra es utilizada después de la significación “Eureka” concepto relacionado con sin­cronicidad y causalidad que están antes o más allá de la percepción y la razón conocidas.

Aquí no podemos desconocer los descubrimientos físico-químico-psíquicos del siglo XX y las experimentaciones que nos han llevado a encerrarnos en la cárcel de la estadística y en el cálculo de probabilidades (ver capítulo correspondiente).

Así como llegamos a descubri­mientos de la física atómica, a la teoría de la relatividad, a la teoría cuántica, a los universos paralelos, a las seis dimensiones (570), (571) a la no linealidad, a la posibilidad de la existencia de elementos que la mente humana no ha descubierto y comprobado con certeza.

Sin em­bargo, podemos caer en una cultura hipertecnológica cerrando las puertas a lo desconocido, que existe pero que no está comprobado, en especial las funciones y efectos de las partículas cuánticas; se esperan muchas respuestas de esta última ciencia, pero no como un refugio o como el cofre de “pandora”; sin embargo, todo no puede recaer en ella y menos ser la res­ponsable de todos los aconteceres.

Existen otros enfoques que pertenecen al conocimiento popular, en el cual confluyen al­gunos postulados científicos mezclados con los pseudocientíficos, las fantasías mágicas y omnipotentes que carecen de toda validez científica, pues por ejemplo en muchos postulados que contemplan la parapsicología y que son aceptados como son las supersticiones, la adivi­nación, los rituales creativos, los augurios, la clarividencia, las profecías y tantos otros que son desarrollados en la obra ya citada “Ciencia, magia y pensamiento”, y de los cuales ya se han ocupado los llamados iniciados, los chamanes, los alquimistas, los magos, videntes, es­piritistas, atraídos por lo desconocido y los cuales muchas veces tienen influencias culturales o familiares que inmovilizan la reflexión sin fundamentos o conclusiones reales.

De todas formas desde el punto de vista de la medicina, el ser humano trata de afianzarse o apoyarse en todos los conocimientos para protegerse de la muerte, cediendo al pensamiento crítico y dejándose hundir en la cultura popular o en interpretaciones del conocimiento de la filosofía oriental la cual todavía no está bien estudiada por las ciencias; sin embargo, en aquella exis­ten conceptualizaciones trascendentes, las cuales en algunas ocasiones postulan ideas com­probadas en los dos últimos siglos.

De todas formas, no debemos caer ni en el escepticismo completo ni en la soberbia de la ciencia basada en la evidencia matemática, ni tampoco en los métodos mánticos orientales, o el método del I Ching. Téngase en cuenta que no todo está comprobado, pero que existe múltiples fenómenos que requieren mayor estudio para poderlas comprender (572).

De otra parte existen cambios en los paradigmas unos predominan por milenios, otros vienen y se van, y otros establecen conflictos entre la posibilidad y la certeza operando cam­bios de actitudes o de conciencias colectivas.

En realidad cuando muere un paradigma nace otro, pues nada es definitivo en la ciencia y así mismo se crean obras nuevas, nuevas ciencias, nuevas reflexiones, nuevas críticas, diferentes tipos de respuestas y al mismo tiempo distin­tas formas de percibir y observar los hechos.

Algunas veces se trata de conjugar la ciencia occidental con los postulados filosóficos orientales para encontrar respuestas a esas múltiples preguntas sin solución aparente.

Querámoslo o no estamos siempre en una evolución constan­te cambiando métodos de investigación, de observación y así de descubrimientos y explora­ciones; por ejemplo, el conocimiento del espacio y la explicación de la creación del universo siguen cuestionándose e investigándose para encontrar una respuesta distinta que pueda ser considerada verídica o certera. El hombre trata de también de fusionar lo que cree con lo que sabe y con lo que es validado por la ciencia, en particular todos los fenómenos naturales. He ahí la confluencia entre ciencia y teología, (573).

No se entienda aquí que comprendiendo todo el pasado vamos a conocer el futuro y que solamente las enseñanzas milenarias guardan la sabiduría; sin embargo, cuestionémonos to­das aquellas conceptualizaciones y creencias, por ejemplo, las 7 leyes cósmicas, el conocido Kymbalion.

Existen siete leyes cósmicas:

1. Ley del mentalismo, en que se postula que “todo es mente y pensar es crear”, y, “en donde está tu mente estás tú y tu pensamiento”; o, “el poder del creador del padre omnipotente (Dios) no es igual al del hijo” (humano);

2. Ley de corres­pondencia: en que se pretende estipular “como es arriba es abajo”; hay vida inteligente en todo el cosmos;

3. la ley de la vibración la cual se cree que “todo vibra y está en continuo movimiento y la vibración es energía” proyectada que produce efectos inmediatos y afinida­des con poderes magnéticos, naturales.

4. La ley de la polaridad que “se conciben dos polos opuestos; los cuales complementan las contrapartes contrarias; este ya está expresado en el capítulo anterior en que se explicita positivo y negativo, amor y odio, bien y mal, riqueza y pobreza, salud y enfermedad, vida y muerte etc., todos los cuales hacen una unidad en la naturaleza, y a la vez cómo se trata de transmutar lo negativo en positivo y convivir con la dinámica de la complementariedad positiva o negativa y buscar soluciones.

5. La ley del ritmo en que “todo se mueve en ciclos rítmicos”,

6. La ley de causa y efecto en el cual se incluye el karma ya bien explicitado en capítulos anteriores.

7. La ley de generación en donde se concibe el “poder creador del padre el cual crea la vida a nivel biológico”, y cómo” la ignorancia acerca de las verdades espirituales que impide el buen uso del poder de la vida”. A todos estos múltiples conceptos se les deben agregar el principio de evolución y el libre albedrío con un orden.

Si bien la teoría cuántica se inició en el año 1927 con los postulados de Max Planck, Albert Einstein, Niels Böhr, Erwin Schrödinger, Wolfgang Pauli, Max Born, David Bohm, Louis de Broglie y Werner Heisenberg; obviamente con ella se rompió el clasicismo de la física de ese entonces y así se llegó a otras explicaciones de principios de causalidad con el comportamiento de las partículas y las funciones de onda.

Este tema está explicitado en el capítulo VIII; sin embargo, aquí lo vuelvo a retomar para puntualizar que las realidades físicas cambian según se vayan descubriendo la operatividad de las energías y las masas; también podemos considerar verdades microscópicas o nanoscópicas por el comportamiento cuántico en unidades mínimas; por lo tanto lo que aparece en una época o lo que se descubre más adelante, no es, o solamente será, una probabilidad de acuerdo al campo de probabilidad de la observación y del cálculo que pueda establecerse con una observación precisa; es decir el observador determina lo observado y a la vez el objeto posible de observación puede ser modificado por el observador; esto fue considerado por Heisenberg y aún por Karl Popper.

Fue así como tiempo, espacio, energía movimiento tuvieron sus modificaciones conceptuales; sin embargo, se pudo comprobar que el comportamiento de las partículas elementales siguen ciertas leyes de correspondencia, lo que equivale a la simetría. Recuérdese aquí que gracias a la teoría de la relatividad de Einstein se pudo relacionar la masa, la energía, el espacio y el tiempo como un tejido en red y movimiento (574).

Sin embargo, esta teoría en parte se opone a la teoría cuántica debido a que en esta última es difícil ubicar la posición, velocidad de las partículas al mismo tiempo.

De todas maneras, la ciencia trata de dilucidar la operatividad de las partículas cuánticas y su función informática teniendo en cuenta también la velocidad que es igual o mayor que de la luz; la misma teoría de Bohm formula que cada partícula contiene la información de todo igual de cómo ocurre en el holograma; a la vez siguen la “ley del orden implícito” al cual obedece el comportamiento del “orden explícito” (ver capítulo VIII).

De una u otra manera, existe una interrelación o interacción de las partículas, y de tal manera todo tiene que ver con todo, como se explica en otra parte de la obra.

Karl Pribam llegó a la conclusión de que el cerebro humano está programado para des­cifrar múltiples ordenaciones y entre ellas las holográficas; lo que no conocemos es el grado de frecuencias de todos nuestros sentidos y la forma de cómo se traducen profundamente esta información a través de las partículas para dar como resultado una información, un entendi­miento asociado a todas las sensopercepciones.

Dentro de este concepto general se incluye el que se refiere a cómo el cerebro está capacitado para contener y relacionar una información global. He aquí también incluido el concepto del inconsciente colectivo y otras funciones a las cuales ya nos hemos referido como son, las premoniciones, la intuición que contiene la información del plano cuántico de la consciencia.

(Lea También: El Destino y la Probabilidad Calculada)

De todo esto podemos concluir cómo la ciencia no es portadora de la última palabra puesto que ella misma no ha encontrado explicaciones a todos los fenómenos; sin embargo, para llegar a la verdad científica con autoridad se requiere descartar lo falso o equívoco sin olvidarnos que cuando se va más allá a lo inexplicable e incógnito se recurre muchas veces al pensamiento mágico o se ubica en la inteligencia cósmica universal.

Fue el psicoanalista Karl Jung quien “recurrió a los conceptos de la teoría cuántica” y llegó a la “concepción de los arquetipos”, del ya mencionado “inconsciente colectivo”, de “los mandalas”, del “orden eterno vinculado al tiempo”, de “la no linealidad” puesto que la linealidad es una creación de la consciencia individual.

Este autor concibió “la sincronicidad” como un hecho psíquico en el cual se conjugan el comportamiento de la física ondulatoria. Así llegamos de una u otra forma a las leyes de la causalidad como otro orden y otra necesidad apoyada en la lógica. El mismo Jung escribe con respecto al azar: “se denomina azar o coincidencia porque su causa­lidad no se ha descubierto hasta ahora”. (Op. cit., Jung KG., 1983).

Como se explicita en otra parte muchos son los investigadores que han realizado expe­rimentos sobre la percepción extrasensorial y otros fenómenos psíquicos ya mencionados; de una u otra forma llegamos a que el medio de comunicación es a través de las funciones de onda o las llamadas partículas cuánticas, sin embargo, Jung escribe: “en consecuencia es menester renunciar desde el comienzo a todas las formas de explicación energista, lo cual equivale a decir que sucesos de esta índole, no pueden considerarse desde el punto de vista de causalidad, puesto que esta presupone la existencia de espacio y tiempo, por cuanto toda observación se basa en último término en cuerpos en movimientos”, (Op. cit.).

Aquí vale la pena agregar nuevamente que el tiempo no es lineal y la temporo espacia­lidad es la cuarta dimensión que concurre con la teoría de las cuerdas, así como todas las dimensiones están presentes de una u otra manera, en determinado o al mismo tiempo en el sistema consciente e inconsciente; es por esto que también consideramos al inconsciente atemporoespacial; sin embargo, con la tendencia a polarizarse en la consciencia o quedarse, por así decirlo, en el hueco negro del inconsciente.

El lector podrá observar que existe una interrelación conceptual de muchos modelos de pensamientos que confluyen en los fenómenos psíquico; a su vez, el científico requiere utilizar la crítica lógica y se encuentra con hechos acasuales los cuales despiertan la curiosidad para conocer; aquí la pregunta: ¿qué tanto son acasuales o son incógnitos porque no hemos hecho la acertada conexión para encontrar el principio de causalidad?.

De una u otra manera, en los textos publicados se suele encontrar contenidos necesarios para la explicación y justificación del tema que se propone; en este momento surge otra pregunta: ¿y toda la conceptualización de la física cuántica es causal o acasual? La respuesta es ambigua y no taxativa a pesar de que nos valemos de las matemáticas compleja con ecuaciones de segundo orden y variables múl­tiples.

Sin embargo es de tener en cuenta cómo no todo lo podemos comprobar, así tampoco lo podemos hacer con fenómenos como la creatividad, la intuición y tantos otros fenómenos ya mencionados que se le achacan al “sexto sentido”, a la “percepción extrasensorial” o a la participación de frecuencias de onda que opera en la tierra y en nuestro universo conocido; por ejemplo, el fenómeno ya mencionado el “I Ching” y en esta obra el tema desarrollado del “azar determinista” en el cual de todas maneras está operando el inconsciente que registra, percibe, y tiene la posibilidad de dejar que se llegue a concientizar lo desconocido.

Aquí entramos también, como ya se ha planteado a través de la obra, a estudiar la física moderna, la teoría cuántica u ondulatoria, los principios predecibles y las tendencias al com­portamiento caótico proveniente de la entropía, la entalpía, los fenómenos aleatorios, los sistemas complejos, los esquemas que implican unas constantes conocidas como números de Feigenbaum los cuales pueden estar relacionados con la geometría fractal.

El intento de desarrollar un sistema matemático capaz de representar fenómenos naturales discontinuos que no son descritos satisfactoriamente por el cálculo diferencial, nos lleva a ubicarlos den­tro de la teoría de la complejidad de los accidentes, las catástrofes, a la vez que a encontrar una comprensión de los fenómenos de las ciencias sociales y biológicas, pero que encajan en la teoría del caos y el principio de incertidumbre”, y de la teoría cuántica. Todo esto a la vez, está planteado en los diferentes capítulos y en la obra: “Cerebro-Mente” (El Pensamiento Cuántico), 2009.

Dentro de esta concepción no es posible justificar el desconocimiento de la dinámica y mecánica del destino para definirlo exactamente; de igual manera no lo podemos hacer con la velocidad y posición de un electrón en un instante determinado (principio de incertidumbre de Heisenberg). Sin embargo, se entiende dentro de esta postulación que los mismos físicos no pueden medir la posición de una partícula sin causar una perturbación en la velocidad de la misma; a la vez, el conocimiento de la posición y de la velocidad son complementarias, lo que significa como no pueden ser precisados al mismo tiempo. Todo esto ya está elaborado en los anteriores textos.

La mecánica cuántica con sus caracteres ondulatorios y corpusculares de la radiación electromagnética puede interpretarse como dos propiedades complementarias de la radiación. De todo esto podemos concluir que si aceptamos el principio de incertidumbre tenemos que aceptar que no existe un determinismo específico y más bien si un indeterminismo operante en las partículas cuánticas que posiblemente conlleven información y aún el camino del destino. Estas conceptualizaciones nos abren el camino para entender el comportamiento psíquico.

El ser humano por milenios se ha acostumbrado a que tiene que probar de manera con­cluyente y certera lo susceptible de ser probado con las mediciones de la materia y/o energía; de otra parte en la física moderna ondulatoria, cuántica concebimos a lo que denominamos partículas cuánticas y sus movimientos los “spin-networks, bucles-twistors”; estos movi­mientos son angulares u orbitales y los llamamos con su nombre, “momentos spins” (gi­ros).
Recordemos y repitámoslo aquí, cómo dos partículas no pueden medirse en posición, velocidad y movimiento al mismo tiempo; de la misma manera que cuando dos personas se encuentran y se produce el conocimiento o reconocimiento se despierta otro sentimiento con atracción o rechazo; supongamos que es por una necesidad del “self” (“sí mismo” profundo) que toma una decisión de ser atraído o ser rechazado o viceversa (atraer y rechazar).

Aquí estamos analogando “el momento cuántico del spin” al “momento del encuentro y /o desen­cuentro de dos sujetos”, por necesidades conscientes o inconscientes, desencadenados por múltiples factores para el encuentro o al desencuentro que lo determina; dentro de estas acciones están implícitas los determinantes, las diferentes variables (psicodinamismos de empatía, simpatía, antipatía por la relación psicoquímica-física) humanas o simplemente ambientales físicas, para cristalizar la conjugación momentánea de los dos sujetos la cual puede ser tran­sitoria, fugaz o permanente.

El “momento spines el punto de conjugación en donde se ori­ginan las consecuencias y en donde se pueden iniciar la toma de decisiones; también puede aparecer el libre albedrío para escribir nuestro propio destino utilizando la información.

Lo interesante aquí a dilucidar es ¿qué determinó ese momento “spin” de encuentro?, ¿fue so­lamente la aleatoriedad o el azar que estuvo presente o ya estaba determinado, como se dice vulgarmente con el propio inconsciente? Entiéndase que este ejemplo es una analogía entre el fenómeno psíquico y el físico cuántico, la cual a la vez puede ser útil para la comprensión de las funciones psicofísicas.

Desde otro punto de vista físico, al aceptar la concepción de la estructura fractal (figura geométrica con estructura compleja a cualquier escala en la que se puede observar una curva) (575). En el lenguaje matemático dicha curva no se puede diferenciar.

Adviértase que montañas, nubes, rocas, costas, elipses de acreción, galaxias, y otros fenómenos naturales son similares a los fractales (geometría fractal) con huellas aún no conocidas sobre la determi­nación de las mismas y con ello del destino.

Esta nueva manera de ver la trama de la natura­leza, sus estructuras y diseño, nos dejan puntos a reflexionar sobre el diseño del destino de los seres humanos en los cuales opera la incertidumbre, lo aleatorio, el azar, lo fractal, las ecuaciones periódicas recurrentes, las paradojas, las improntas; todas ellas pueden impe­dirnos descubrir el misterio del diseño de la misma naturaleza y dentro de ella en el hombre nuestros actos, comportamiento, personalidad, decisiones, claves de nuestro complejo desti­no multideterminado.


567 “Estos son apenas un sector, los católicos fundamentalistas, pero hay grupos de pensadores modernos que se apartan de ellos; constituyen sectores que intentan con gran dificultad que la iglesia progrese sin lograrlo hasta el momento (Hans Küng a la cabeza), el problema de los científicos, a veces, es su arrogancia y por lo tanto su propio dogmatismo; de esto no participan muchos, como Einstein” (Comentario del Académico Adolfo De Francisco Zea, 2010)

568 “El mecanismo no fue suficiente; las doctrinas basadas en la biología dan lugar a los vitalismos, uno de ellos el de Bergson que tuvieron gran impacto en la medicina, algunos vitalistas condujeron a tesis humanis­tas desde el humanismo científico de Marx hasta el espiritualista de Schweitzer y el de Maritaín” (Comenta­rio del Académico Adolfo De Francisco Zea, 2010)

569 “La palabra ‘paradigma’ tuvo un éxito resonante cuando lo presentó Kuhn. La palabra ‘dogma’ por lo general no tiene aceptación en las ciencias”, (Comentario del Académico Adolfo De Francisco Zea, 2010).

570 Einstein en 1933 decía: “en el futuro existirá una nueva determinación de las dimensiones moleculares”.

571 La teoría de los universos paralelos es una hipótesis de la física cuántica que opera conjuntamente con el desarrollo de “teorías de las cuerdas” en la cual se postula que existen múltiples dimensiones y universos entre ellos los paralelos conformando un “multiuniverso” (universo múltiple de Hugh Everett); es, podríamos decir, una metateoría en que se asocian diferentes postulados y conocimientos “sin bases empíricas, sólidas a favor de una interpretación”.

Conocemos por la física cuántica ciertas precisiones en los procesos naturales que dan información hasta 20 decimales correctos con aplicaciones prácticas (centrales nucleares, relojes de precisión, ordenadores o computadores, etc.); fue así como con estas interpretaciones el Nobel Richard Feynman dijo: “creo que nadie entiende verdaderamente la mecánica cuántica”.

Conocemos cómo la física cuántica pertenece a un sistema de conjuntos de electrones que se describe por la función de onda y que opera o evoluciona determinísticamente lo que implica una posibilidad de predecir cómo y a dónde opera el sistema con una medida de resultados posibles o probables relativos; sin embargo, no es un resultado concreto.

Lo que tenemos que tener en cuenta es que una medición o un resultado puede ser coherente o no, debido a los estados inobservados con mezclas de hechos aleatorios; de aquí que enten­damos un “proceso de coherencia” que como ya se enunció evoluciona determinísticamente y tiende a un estado mixto o incoherente.

En esta forma de operar se ubicó un modelo inicial del átomo que fue defendido por la “interpretación ortodoxa de Copenhague”. Una segunda teoría propone que el proceso de medición no sea de mediciones que determinen la teoría. Es esta línea de interpretación la de Hugh Everett.

Este autor propone que cada medida se “desdobla” en nuestro universo por una serie de posibilidades; si bien esto es lógico y coherente no es observable y comprobable y obviamente medible en el universo, mas sí calculable. Por su parte “el principio de simultaneidad dimensional establece cómo dos o más objetos físicos, realida­des, percepciones y objetos no físicos pueden cohesistir en el mismo espacio y tiempo”. He aquí la teoría de universos múltiples o multiuniversos o “mundos múltiples” este último postulado por Hawking (interpreta­ción de mundos múltiples IMM).

Las mismas “soluciones de las ecuaciones del campo de Einstein pueden extenderse por continuación analítica mas allá de las singularidades dando lugar a universos espejos…”; a la vez, un “universo con simetría esférica en la que la estrella central a colapsado… podría ser continuada analíticamente a una solución de agujero blanco (un agujero blanco de Schwarzchi ) el cual es la reversión temporal del agujero negro”. (Hawking, SW & Ellis GFR, (1973). “The large scale structure of space-time”, Cambridge, Cambridge University Press.

Aquí nos encontramos con la posibilidad de la concepción del positivo y negativo semejante a lo que ocu­rre en la psicología de la gestalt o con la proyección de la propia imagen (el doble Yo, el alter ego) o con la imagen en espejo de Lacan o simplemente con el doble de cada uno de nosotros mismos que existe en la fantasía del hermano gemelo o del paralelo.

En todo esto llegamos a la ficción de los universos paralelos de otras dimensiones que siempre las podemos encontrar y que confluyen y se confunden la realidad y la fanta­sía. Aquí también se incluye el principio de repetición que opera en todo el universo del principio al fin.

Todos estos conceptos han viajado a través de la historia y han sido explotados por la televisión, por los escritos de ciencia ficción, por las series de cine en donde el hombre se pierde en el espacio, encuentro el pa­ralelo su doble a través de viajes legendarios, encuentra lo alienígena del tercer espacio, la dimensión alterna, el universo real y paralelo, el universo cósmico, la moral invertida, los dobles, las grietas o el concepto de paradójicos túneles, como gusanos que comunican, que unen los dos universos, los agujeros blancos y ne­gros, lo positivo y negativo, lo equivalente, semejante y obviamente paralelo, el encuentro de los fantasmas, monstruos, ángeles y demás criaturas.

En fin otros universos, seres, redes de ordenaciones, el código binario y de todas maneras lo doble; finalmente llegamos al concepto de la teoría de cuerdas, a lo finito e infinito y con ello a la inmortalidad, fantasía que el hombre a la cual no ha renunciado.

Todos estos conceptos como se mencionó anteriormente entran para satisfacer o calmar las ansiedades pero también producir terror e ir o viajar a un más allá, prolongar el tiempo y el espacio, salvar el principio de causalidad, y dar explica­ciones a múltiples incógnitas; aún más se ha llegado a plantear la bidimensionalidad, los universos paralelos sino múltiples hexadimensionales; de tal manera el hombre se ancla o entrelaza en el mundo de sus posibi­lidades. Esto no lo vemos solamente en la ciencia ficción sino en escritores como Jorge Luis Borges, en el cuento “El jardín de los senderos que se bifurcan”.

De una u otra manera, la ciencia sigue su marcha y sigue investigando el tiempo y el espacio, la historia, los acontecimientos; y, nos encontramos con la utopía y la ucronía como una unidad conceptual de tiempo y espacio confundiéndose la temporo-espacialidad en toda una unidad.

Sin embargo, el hombre busca sus anclas, busca sus amarres, puntos de referencia para ubicarse en la temporo-espacialidad. (Roger Penrose, (2006), “El camino de la realidad”, Ed. Debate, Madrid.

572 “En los libros budistas actuales, ocurre lo mismo a la inversa, se mira a los orientales, a los occidentales y a su ciencia con cierta displicencia aunque con benevolencia.

¿Quién puede juzgar? -decía Mao Tze Tung-, lo que has hecho en estos inviernos” (Comentario del Académico Adolfo De Francisco Zea, 2010).

573 “En medicina, ciertas modalidades de ejercicio profesional se titulan por sus seguidores como ‘cambios de paradigmas’ y estos a la vez se transforman en verdaderos dogmas agresivos. Vivimos hoy en la llamada medicina basada en la evidencia; en éste la ‘evidencia’ es certeza (¡qué dogmáticos son! La certeza que preocupó a Descartes por décadas” (Comentario del Académico Adolfo De Francisco Zea, 2010).

574 “Cerebro-mente”, 2009

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