El Azar Determinista, Prefacio

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

En el tercer decenio del Siglo XX se iniciaron en mí una serie de preguntas que acosaban mis pensamientos, los cuales se presentaban como una lluvia y cascada continua.

Ver también:

  1. El Azar Determinista, Junta Editorial
  2. El Azar Determinista, Agradecimientos

¿Cuáles eran aquellas incógnitas?

La respuesta no es simple ni solo una; sin embargo, me cuestionaba cómo era la luz, el origen del agua y cómo se mantenía la gota de ella y qué había determinado la tierra, el mar, los ríos y lagos; y, así llegué también a los seres vivientes, aves, mamíferos y al hombre.

Un día al correr bajando una cuesta tropecé y caí produciéndome heridas en rodillas y manos; al reflexionar sobre lo ocurrido me fui encontrando con respuestas sobre lo que me decían eran las fuerzas que habían operado en ese pequeño accidente, el cual había produci­do en mis pocos años, unas lágrimas de dolor, vergüenza y de tristeza, pues mi objetivo era llegar a la meta en forma rápida al colegio en donde aprendía mis primeras letras.

Como esa ruta la frecuentaba volví a examinar el lugar y encontré que existía una ligera prominencia en el piso exactamente en el lugar de la caída; por lo tanto mi error estaba acompañado de diversos factores; uno era mi precipitud, otro el deseo de demostrarme que podía ser veloz sintiéndome libre en el espacio y así conseguir lo deseado y otra la falta de coordinación al cambiar el nivel del piso. Al recapacitar encontré mis errores, mis limitaciones y los indefecti­bles factores de la realidad como el desequilibrio ocasionado corriendo cuesta abajo, además de no ver bien el suelo que pisaba el cual no estaba completamente liso.

Este acto me dejó pensando en mí mismo, en si bien me había levantado con premura, sintiéndome valiente era necesario saber correr no solamente en plano sino en bajada pues operaban (lo que se me enseñó más tarde) las fuerzas de gravedad que son inexorables y determina los equilibrios. Traigo esta experiencia infantil como una entre tantos sucesos de la vida en que se muestran la variedad de elementos que participan en un hecho al cual lo podemos ubicar en el azar o casualidad, el infortunio, o en el determinismo psicofísico y el cual nos lleva a la temática del azar determinista y al destino.

Años más tarde ocurrieron otros hechos y mi mente analizaba las causas que los habían producido uno a uno.

Así pasaron los años y mi vida se llenó de historias que analicé con las limitaciones del poco conocimiento de acuerdo con los años trataba de investigar los princi­pios de casualidad; sin embargo, obsesivamente relacionaba un hecho con otro y fue así como llegué al encuentro con acontecimientos determinados, otros predeterminados y algunos por el azar. Fue así como estudie medicina e indague en la especialidad de neuropsiquiatría y psicoanálisis, disciplina que mencionaba mi padre en la “sobremesa” cotidiana.

Mi estudio por lo tanto estaba determinado, mas cuando aquél mi progenitor contaba cómo había tenido una correspondencia con Sigmund Freud en 1925-1927, deseando psicoanalizarse y Freud le respondió que para hacerlo tendría que trasladarse a Viena; sin embargo, no lo pudo efectuar debido a su cargo diplomático en Ginebra Suiza, Freud recomendó a mi padre hacerlo con el profesor Charles Odier con el cual hizo más de dos años de psicoanálisis personal. Por ese entonces, yo tenía dos años y los recuerdos que perduran son solamente imágenes y hechos cortos.

El tiempo transcurrió; de Ginebra pasamos nuevamente a Colombia, luego a Buenos Ai­res-Argentina, regresando a Bogotá y luego me desplacé a Europa; finalmente decidí irme a New York USA; cinco años después de estar allí regresé a Bogotá con dos hijos y en donde me radiqué definitivamente naciendo mi tercer hijo en 1966.

Años más tarde publiqué mi primer libro: “Amor, Odio y Perversión”, al cual le siguieron otros con la temática del psi­coanálisis, su enseñanza, los sueños, el arte de enseñar y aprender, la nueva profesión del psicoanálisis, el tiempo y el espacio, la historia de esa nueva disciplina, la técnica, el nuevo modelo de diagnósticos mentales, la psicoterapia de grupo, la violencia y creatividad, la psi­cología para educadores, la historia, sociedad, el psicoanálisis y la medicina, los programas de formación psicoanalítica en América Latina, la pareja y familia en el Siglo XXI, los mo­delos psicoanalíticos y así llegué al año 2002 al psicoanálisis y la teoría de la complejidad, para luego ocuparme de la temática de la creación el arte y la psiquis, la ciencia los mitos y dioses, la identidad sexual, el cerebro y la mente.

En estas últimas obras inicié los esbozos del planteamiento del “azar determinista” para luego aquí plasmar los textos en forma más pormenorizada y profunda para su edición en la obra que hoy presento y la cual se detiene en el tema del “destino” que se relaciona con la libertad, el libre albedrío, la necesidad, la deci­sión, el azar y de cómo la naturaleza presente determina múltiples hechos en que participa la consciencia con sus límites, y, como posibilidad del conocimiento humano. (Ver: Conexiones de la Física Cuántica con la Psicodinamia)

Los textos aparecidos en esta obra tienen, como ya se explicitó, su origen años atrás y fueron surgiendo paso a paso, uno a uno desarrollándose por etapas e interrelacionando temá­ticas.

Debo confesar que múltiples preguntas estuvieron danzando en mi mente por tiempos y el interés por las temáticas se manifestaban de alguna manera de acuerdo con el lenguaje de mi edad, en y con las preguntas que me hacía desde mi temprana infancia y las respuestas siempre eran hechas con dos posibilidades: “algo de eso lo pueden responder los científicos y/o los filósofos o sólo Dios lo sabe”.

Obviamente yo me quedaba ignorante y limitado a nunca poder saber algo más. Cuando llegué al bachillerato me interesé por la biología, la filo­sofía, la psicología, la física y química, la cosmología; terminé centrándome en las respuestas que me podían dar la medicina y la psicología (cuerpo y mente); después de años me encontré con que cada vez que sabía más, era más ignorante; fue entonces como me dediqué a estudiar en forma más profunda para responder a mis incógnitas de antaño con el conocimiento actua­lizado de otros o “con innumerables preguntas”. Sigo y seguiré investigando; soy consciente que terminaré mis días sin muchas respuestas.

A todas estas, mi vida fue marcada con la experiencia de mi profesión y estudio el cual puede encontrarse en las obras publicadas o en escritos que reposan en el archivo cuyos tí­tulos se encuentran en el escrito: “El psicoanálisis en la Academia Nacional de Medicina” (2010).

Como se verá son diversos los intereses y motivaciones que me impulsan a continuar en el papel de estudioso, observador que desea conocer y que busca definiciones, rastrea orí­genes de los conceptos básicos, así como establece conexiones entre unos y otros fenómenos, los cuales al conocerlos de cerca se vuelven paradójicamente más simples y complejos.

Algunas ideas expuestas provienen de inferencias y deducciones que originan explica­ciones según los conocimientos existentes, de ahí también que surjan múltiples preguntas no resultas.

Al detenerme en los principios de causalidad me encontré con el hecho determinado e indeterminado o producido por el azar, a la vez del interés de poder llegar a lo predecible; sin embargo, me encontré con lo impredecible el supuesto orden y desorden de todos los fenó­menos; en especial los inconscientes, los cuales son regidos por la necesidad que nos lleva a mayor búsqueda e interpretaciones.

De una u otra manera, siempre llegamos a las relaciones entre cerebro y mente e individuo y sociedad en un determinado medio ambiente acompañado de la historia más renunciando al deseo de tener todas las respuestas, lo cual equivale a dejar atrás al omnipotencia que a menudo nos acompaña.

Para adentrarnos en esta temática inicio la obra con una introducción y consideraciones generales para continuar con el azar, el determinismo y la necesidad seguido del indeterminis­mo psíquico, el azar y la probabilidad, la predicción estadística, la temática, los algoritmos, la computación, los sistemas complejos y caóticos, el determinismo del “ser y no ser” para luego centrarnos en los procesos de ordenamiento, de complejidad, del azar y el determinis­mo, de los sueños, de las paradojas y el azar determinista, la psicología de la vida cotidiana, el destino, hasta finalmente llegar a ciertas conclusiones proponiendo así una nueva teoría.

Espero del lector nuevamente su benevolencia acompañada de paciencia y el recuerdo que todas estas reflexiones son producto de un aprendizaje y análisis que se vino fraguando poco a poco.

Es por esto por lo que el proceso genealógico del pensamiento conceptual, así como la paternidad la podemos ubicar en la obra anterior: “Cerebro-Mente. El pensamiento cuántico” y así sucesivamente para atrás no sin darle el crédito de los orígenes del pensamiento expues­to a los autores consultados, algunos de los cuales cito textualmente; es por esta razón por la cual el lector al revisar esta obra podrá conocer las ideas plasmadas en múltiples más y así su lectura no es un solo libro sino de muchos; por lo tanto, es otra apertura al conocimiento desde distintas perspectivas.

Todo pertenece a una necesidad y curiosidad de buscar respuestas y abrir puertas a lo desconocido.

Por este motivo quien desee conocer cómo aparecieron ciertas conceptualizaciones deberá regresar a las otras obras inmediatamente anteriores de las cuales me he permitido traer algu­nos textos que facilitan la secuencia conceptual y comprensión.

El lector va a encontrarse con el capítulo que titulé “Psicología de la vida cotidiana”; el título es semejante a la obra de Sigmund Freud: “Psicopatología de la vida cotidiana”; la explicación de tal nominación la encontrarán en los textos correspondientes.

Deseo consignar aquí cómo después de la temática del destino surgió otra que denominé inicialmente la parapsicología; como era tan extenso el desarrollo de esta temática surgió otra obra la cual he denominado “Ciencia, magia y pensamiento” en donde se encontrarán una serie de hechos psíquicos que han acompañado a la humanidad por milenios, muchos de los cuales se quedaron en la superchería, en las creencias y rituales chamánicos, y otros, conti­núan en investigación acompañados de la ciencia y la tecnología del siglo XXI.

No puedo negar cómo éstos textos fueron construidos con esfuerzo durante años y re­flexiones después de diferentes lecturas de textos, los cuales ampliaban mi campo del conoci­miento y permitían cambiar y rectificar conceptos que en ocasiones aparecen contradictorios además de controvertidos parciales, simples o complejos o fundamentales con demasiadas exigencias que podían terminar en cálculos matemáticos como axiomas, lo que también nos puede llevar a principios de exclusión, elección, selección y excepción de los sistemas o modelos conceptuales para conseguir una independencia en los juicios y resultados; con todo ello llegamos a lo probable y aleatorio; es decir, al sí pero no, o a la conclusión de la formu­lación: “no expresable matemáticamente” y no predecible; y, ahí se detiene el análisis porque sólo estamos en lo incierto, probable o aleatorio para cuestionarnos sobre lo factible de si el hecho observado del azar determinista puede ser contrastado, falsado, refutado y verificado, utilizando el método científico.

Cuando escribía este libro me daba cuenta de los vacíos científicos que iban apareciendo y más cuando no existían pruebas reales, en o de una investigación científica, no sin olvidarnos que nunca podemos repetir con exactitud un experimento pues las condiciones de tiempo y espacio cambian; y lo que hacemos es acercarnos a ciertas constantes limitantes, lo cual nos puede situar en el azar o aleatoriedad determinada por la misma naturaleza; sin embargo, aquí caemos en la rigidez subjetiva y al otro lado el resultado objetivo fortuito o aleatorio.

El lector de esta obra se va a encontrar con que hay ideas y palabras repetidas de pensado­res poseedores de minas de oro y alguna que otra pepita puede encontrarse para adornar los muros de piedra con mis pensamientos; por ejemplo, a la pregunta: ¿dónde se inicia el prin­cipio de José Saramago? La respuesta es que siempre hay un antes y un ahora, y un después; por lo tanto todo se inicia en un ayer, hoy y mañana; así nos encontramos que “el principio le ocurre como a todo, que tiene un proceso en que participa el tiempo y el espacio”; y, “el prin­cipio es sólo un concepto en el cual participan múltiples factores”; lo hecho tiene su inicio y a la vez participa en el origen de otro principio.

Es así como vivimos cada día de principios y de fines; es así también como cada día nacemos, crecemos, creamos y también decaemos y morimos.

Cuando nos referimos a ideas brillantes nos podemos encontrar con intuiciones, y, recuér­dese que de la ignorancia también pueden nacer intuiciones proféticas que pintan el futuro en la víspera de cada día, y las pinturas pueden estar acompañadas de imágenes conocidas con manchas y de representaciones sin tiempo.

El lenguaje con que aparece esta obra en varios capítulos es abstracto, con algunos con­ceptos científicos, físicos, matemáticos y de la lógica de la investigación, además de defini­ciones y relaciones obligatorias entre uno y otro, de la teoría de la complejidad y caos, a la vez de postulados psicoanalíticos con los aportes de la mitología para arribar a la psicología de la vida cotidiana y luego realizar la conexión entre los hechos conscientes e inconsciente con ejemplos provenientes de la literatura, de la clínica y del acontecer diario, los cuales nos conducen al tema del destino; algunos textos son decisivos con la tendencia a juzgar los hechos observados con fallas o no, lo que implica el cuestionamiento del “sí o el no”, y la comparación para encontrar diferencias, igualdades o semejanzas y luego poder comprender el conocimiento planteado e integrarlo; a su vez, hay ideas repetidas, puesto que se trata de los mismos temas con distintas perspectivas.

Einstein con respecto a la ciencia escribe: “La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos(1). He descartado conceptos de distintos autores, en especial lo concerniente a la teología y religión, debido a que por ese camino me encuentro con inmensos vacíos por lo cual preferí centrarme en lo real que se construye con las ciencias de la consciencia, la razón y el conocimiento científico; por esta misma razón muchas veces el lector, cuando llegue al concepto de Dios o la Providencia, se encuentra en un punto sin salida.

La misma teología (San Anselmo y filosofía del Siglo XIX y XX llegan a la prueba por la razón de la existencia de Dios, (2).

De ahí que el pensamiento aparezca abstracto, algunas veces abstruso y aburrido o confu­so y al mismo tiempo inquietante, incierto e incógnito, pero con apasionante curiosidad para indagar los sucesos extraños.

Sin embargo, se llega a lo sencillo, claro y simple, con ejemplos de la historia y de la vida cotidiana en la que se encuentra el hallazgo de principios físicos o hechos ocultos hasta la fecha, en los cuales podemos incluir las incógnitas que existen en el acto de descubrimiento y del origen del genio que lo realiza. Sin embargo, la obra no puede entrar en el catálogo de los “best seller” y con ello a la gran “proyección comercial”.

Es importante ser conscientes de cómo todos los aconteceres no son factibles de ser expli­cados; sin embargo, podemos valernos de los conocimientos actuales a través de las distintas disciplinas que estudian al ser humano, desde la física clásica a la ondulatoria, y estas en su comportamiento en la bioquímica y genética, así como la psicodinamia con todas sus fuerzas participantes, a la vez que con los conceptos del pensamiento complejo, el orden y el caos determinista.

No puedo satisfacer todos los gustos de los lectores los cuales divergen en sus valoracio­nes y preferencias de acuerdo a sus propias motivaciones; afortunadamente no estandarizadas estadísticamente pues entendamos que las mayorías no son las poseedoras de la verdad, mas sí, en muchas ocasiones del sentido común; a la vez no solo la ciencia (dura) contiene o es poseedora de la verdad mas cuando los métodos son diferentes, y cada vez conocemos más.

Solicito muy comedidamente a los lectores deshacerse de la arrogancia que frecuentemen­te es acompañada de nuestra soberbia narcisística, que en ocasiones dispone a los científicos; y, en cambio, propongo abrir la mente a la interrelación de disciplinas permitiéndonos viajar en la aventura de múltiples incógnitas sobre el funcionamiento neuropsíquico, el cual está plena de complejidades las cuales hacen que el camino al conocimiento se vuelva oscuro con cuestionamientos sin respuestas y por lo tanto pleno de variables ocultas.

Posiblemente vendrán épocas en que se nos aclaren incógnitas con respuestas más claras, pertinentes y cer­teras; por ahora dejemos el campo abierto a más preguntas y a más posibilidades de encontrar réplicas evidentes.

El lector se encontrará dentro de los capítulos como leyendo distintos textos u obras, esto es fácil de entender puesto que en ocasiones un capítulo puede ser el desarrollo de un libro. Por lo tanto, tendrá la oportunidad de leerse varios a la vez haciéndolo solo en lo que presenta la obra.

Algunos de los cáusticos críticos podrán decir que en partes de la obra, los conceptos no están actualizados; la verdad es que una personalidad obsesiva y autocrítica con la curiosidad y deseo de escudriñar el mundo, no permite ese facilismo, por eso mensualmente reviso las publicaciones especialmente de la física cuántica y de la cosmología.

Lo factible es que no se toquen todos los temas con profundidad y algunos ni los mencione; la razón a esto último, es por carencia de interés o por la incapacidad mental de copar todos los temas.

Lo que sí es po­sible hallar, son nuevos planteamientos con preguntas posiblemente no bien concebidas por fallas en todo el conocimiento, el cual se ha tratado de rastrear en las temáticas propuestas; si no se ha logrado, bienvenida las críticas observaciones y la muestra del camino a seguir en estas encrucijadas sendas de conceptualizaciones complejas. Por todo esto sugiero a los acervos críticos leer concienzudamente estos textos elaborados no fácilmente.

El lector podrá preguntarse antes de iniciar su labor ¿cuál es el objetivo de esta obra y para quién está dirigida?. La respuesta es sencilla, el objeto es penetrar en el entendimiento de múltiples hechos y sus principios de causalidad para tratar de descifrar sin número de incóg­nitas, y por su puesto conocer algo más o avanzar en ese campo de lo desconocido, “hasta que un nuevo paradigma científico altere lo que se tenía por cierto (esto es la ciencia)”, (3).

En realidad en ese avance, penetración, denuncia, manifestación y descubrimiento es, para y por, una necesidad de comprender distintos acontecimientos del ser en nuestro mundo terrenal, en el cual operan las ciencias físico-químicas y las psíquicas, las cuales construyen interpre­taciones a los actos observados que surgen en las diferentes acciones naturales y humanas produciéndose todo un entrelazamiento de sucesos que denominamos destino. (El Azar Determinista, Introducción)

No puedo aquí ignorar la gran comprensión y crítica de los colegas Académicos: José Fé­lix Patiño Restrepo y Adolfo De Francisco Zea quienes con su actitud positiva y comprensión conceptual, estimularon mi trabajo.

Creo que en los textos existe una continua conversación con los diversos autores citados estableciéndose un diálogo con preguntas y respuestas, estas últimas poco resueltas y otras que la ciencia, o mejor los científicos las han o van resolviendo; sin embargo, no haré respues­tas pertenecientes al espíritu porque ellas tienen sus propia fuente de origen o de identidad, la cual de paso, es múltiple e irrepetible como la “persona íntima”.

Piénsese sencillamente que el siglo, el año, el día, la hora, el lugar, los genes, la raza, la familia, la cultura y educación, la sociedad, la lengua, la historia, la economía, la etnia, la religión, las creencias, las relaciones emocionales de cada cual, son propios de cada cual y así es el alma y el espíritu.

En síntesis ¿de qué se trata esta obra? La respuesta radica en plantear la filosofía de la ciencia

Y para ello me he valido de las filosofías de la necesidad de encontrar la esencia, propiedades, causa y efectos de los hechos, el origen de los mismos, y, a la vez, como es ne­cesario valerse de diferentes disciplinas como la cosmología, antropología, la mitología, la biología, psicología, psicoanálisis, física ondulatoria, la matemática, la lógica, la literatura no sin tocar lo paradójico, la lógica de la investigación científica, los hechos de la vida co­tidiana, los ejemplos en donde se ven los principios de causalidad y en ellos el fenómeno del “azar determinista”, este como una nueva propuesta.

¿Por qué y cuándo se realiza toda esta proposición? La respuesta es porque las ciencias han avanzado cambiando sus postula­dos, y es o son muy diferentes los conocimientos de principios de causalidad en el siglo XXI comparándonos con los de antaño; además hoy día se considera en la investigación científica el pensamiento complejo y el principio de interrelación de sistemas, y, cómo todo tiene su

relación con todo. Téngase en cuenta a la vez, cómo han existido paradigmas por milenios o siglos y luego debido a nuevos descubrimientos se derrumban aquellos, y vienen a operar nuevos conocimientos. Además en esta obra existen múltiples síntesis y condensaciones de otros más cuya bibliografía aparece mencionada; a la vez, algunos capítulos solos o unidos podrían constituir uno o varios volúmenes.

Ahora bien, ¿qué utilidad tiene el análisis de la problemática de la existencia cuando solo podemos llegar a la conclusión que todo es probable e incierto a excepción del principio y fin? La respuesta podría buscarse en la satisfacción a que llega el ser humano en el debatirse entre incógnitas y en el hallazgo de interpretaciones que puedan emerger con libertad entre lo positivo y negativo, lo bueno y malo, el sí y el no, o para salir de la ignorancia, la negación y la mentira.

En suma la obra produce conocimientos, los cuales se ordenan y pretenden dejar abierto el campo a respuestas, sin encasillar los conocimientos revisados. Quien se sumerja en el campo, y cuando se permita confundirse será cuanto más podrá aclarar y ordenar sus pensamientos provenientes del consciente e inconsciente, en el análisis profundo de su propio ser, estar, hacer y tener en la existencia.

¿Son pertinentes u oportunos estos textos en esta época? La repuesta es factible construir­la desde el entendimiento de que “el azar y el determinismo” como “el destino” pertenecen a la vida del ser humano, la cual es conducida por aquellos, y es semejante a lo que ocurre con un fonema u otro para determinar la estructura de una lengua, y así originarse una armonía de comunicación.

Téngase en cuenta también que el ser humano siempre ha querido conocer el futuro no sin interpretar el pasado acompañado del interés inteligente de poder lograrlo; más aquí la pregunta ¿cómo probarlo?

Aquí interviene la ocurrencia de la interrelación de fenómenos como son los del azar y determinismo que han acompañado al ser humano a través de los milenios de su existencia.

Deseo manifestar aquí mi gratitud al Académico Adolfo De Francisco Zea por haberse tomado el arduo trabajo de leer, estudiar, corregir, criticar, hacer preguntas, sugerencias y aportes valiosos a tantos conceptos que han enriquecido esta obra, y, la mayoría fueron con­signados en los textos.

Nadie, nunca me había aportado tantos beneficios como los de mi amigo y compañero Adolfo De Francisco Zea. Sirvan estas líneas en la historia como testigos de mi gratitud.


1 Einstein, Albert (1956), Out of my later years, Cita del Press

2 “Algunos científicos o filósofos especialmente Spinoza y Kant sostienen que se puede llegar a probar la existencia de Dios, por la razón; y escriben pruebas dadas por la razón”; en ese sentido la “prueba de la existencia de Dios” sería un camino de salida a lo desconocido (A. De Francisco, 2010).

3 Comentario de A. De Francisco, 2010

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