El Determinismo Físico-Químico

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Téngase en cuenta que actualmente la física se divide en dos: la clásica newtoniana con todas sus leyes y la cuántica ondulatoria. Esta última puede pertenecer en la investigación del principio de causalidad, a la mecánica cuántica no relativista y a la cuántica de campos o rela­tivista.

En la primera no relativista la causa precedía al efecto en el tiempo, y en la segunda la física moderna o física cuántica ondulatoria relativista, el concepto de causalidad se man­tiene y el significado de “preceder” en el tiempo es absoluto y no depende del observador. Sin embargo, no ocurre igual con la “simultaneidad de conceptos no relacionados causalmente que pasan a depender del observador”.

Entiéndase aquí que el concepto de causalidad (en la teoría general de la relatividad), el efecto pertenece a una condición necesaria (por ejemplo que A sea causa de B, significa que B debe pertenecer al campo del cono de luz de A (en tér­minos espacios-temporales).

Esta teoría especial de la relatividad es adecuada para describir al mundo de espacios tiempos curvos en los que existen curvas temporales cerradas y el observador puede verse a sí mismo en el pasado, o no incurre en ninguna paradoja debido a la velocidad mayor que la luz. De esto se infiere cómo depende el concepto de relación causal con el observador.

Por lo expuesto la causalidad está estrechamente relacionada con el principio de espacio-tiempo y el análisis depende de la interpretación del observador y la interpretación de los resultados. Sin embargo, el principio de causalidad, sigue siendo váli­do en toda la teoría física y de todas maneras, arribamos al principio de materia-energía, alternantes una con otra.

Relación transferen­cia-contratransferencia entre paciente y psicoanalista

Esta teoría cuántica no relativista y relativista puede aplicarse para la comprensión de los fenómenos psíquicos que observamos en la clínica psicoanalítica en la relación transferen­cia-contratransferencia entre paciente y psicoanalista. Por ejemplo, el paciente regresa a su pasado y vive el pasado en un presente en la relación transferencial (“como si fuera real”).

A su vez, el psicoanalista regresa acompañando al paciente en ese evento y puede contraiden­tificarse parcial o totalmente en forma alternativa, temporal o por tiempos más prolongados produciéndose una deformación del observador psicoanalista, o volviéndose al presente y pudiéndole mostrar e interpretar ese acontecer del paciente en relación con el analista y así con la realidad presente.

Todo esto podíamos nominarlo en forma popular y sencilla como un viaje en el tiempo, de aconteceres que están presentes en la mente del paciente y se reviven repitiéndose los vínculos emocionales conflictivos y por lo tanto ansiosos que le mantienen congelado y bloqueado en el tiempo su libertad en los vínculos llamados objetales de las interrelaciones humanas.

De una u otra manera llegamos al principio de causalidad, de simultaneidad y de uniformi­dad para buscar leyes definidas en el comportamiento de la naturaleza física y psíquica en la cual opera la incertidumbre.

Comprensión de la energía de órbitas de electrones

Lo que si ocurre es que al establecer analogías entre estructuras atómicas, y sus funcionamientos y las funciones mentales aplicando las formulaciones mate­máticas y las teorías de Heisenberg esto requeriría de grandes matrices algebraicas utilizando la teoría lineal clásica.

De ahí que actualmente se trata de comprender a través de la aplicación de la ecuación de E. Schödinger y la comprensión de la energía de órbitas de electrones como opera en términos probabilísticos, y, cómo de una misma causa (determinada) no se deriva siempre un mismo efecto sino una variedad de posibles efectos (indeterminismo). Por lo tanto sólo se puede predecir una o varias probabilidades; lo que significa que cuando una causa se produce, tales efectos posiblemente aparezcan.

En toda esta conceptualización de la física no puede descartarse la operatividad química y las funciones psíquicas para los efectos de las acciones psíquicas y conductuales.

De una u otra manera, existen los observables y los no observables; los primeros pueden cambiar de posición, velocidad y propiedad. Por ejemplo, para hacerse visible un electrón deberá enviar una cantidad mínima de luz o radiación apro­piada al microscopio sensible para ello; y, si el electrón es tan pequeño, por ejemplo un fotón la posición cambiará apenas llegue al microscopio, de tal forma que en ese inicio e instante, la posición no es medible, solo se puede predecir la probabilidad.

La naturaleza no es determinista

Si bien algunos físicos se refieren a que la naturaleza no es determinista, pienso que es y no es debido a que está determinada por la organización natural en donde está presente el or­den y desorden, y cada una con sus propias posibilidades.

Lo que sí se puede determinar con precisión, como ya se mencionó anteriormente, son las probabilidades de obtener medidas (o predicciones probabilísticas cuánticas) que estadísticamente hablando serían precisas en sus conjuntos, lo cual equivaldría a referirnos a una mecánica ondulatoria exacta.

Aquí tenemos que mencionar al físico danés Niels Böhr, el cual renunció al principio de causalidad e hizo referencia a lo que denomina “interpretación de Copenhague (45).

Con respecto al “principio de incertidumbre de Heisenberg” en relación a la imposibi­lidad de determinar posición y velocidad de partículas es necesario mencionar también la dificultad de conseguir la posición inercial y del cero absoluto, puesto que todo el universo está en movimiento, y, el cero absoluto en realidad es un concepto virtual que determina una posición o un estado para iniciar, de ahí el conteo.

En realidad Einstein y Böhr no se pusieron de acuerdo en el principio de incertidumbre. De estas leyes se pasaron a la de conservación de la energía, a la concepción de partículas virtuales, nombradas por los físicos norteamericanos Julian Schwinger y Richard Phillips Feynman y el físico japonés Shin’ichiro Tomonaga.

Obsérvese en todos estos textos cómo se llega a la idea del principio de causalidad del universo, a la partícula virtual y a la posibilidad de que haya un número infinito de universos permaneciendo el concepto de incertidumbre en relación al origen causa y efecto del universo.

Sin embargo, la naturaleza sigue su evolución en la organización de partículas para construir funciones y así conocimientos a distintos nive­les.

Téngase en cuenta aquí que la ciencia trata de llevar a la consciencia lo que necesita conocer y entre ellos es el origen de donde partimos y a donde vamos.

Aquí nos encontra­mos con un principio y fin, el todo y la nada, así como el infinito en donde participan el azar y el determinismo, tanto en la materia como en la energía, así como en la función psíquica o mental y en todo ese maravilloso complejo mundo que hasta ahora conocemos: el ser huma­no, (46), (47).

De una u otra manera, nos encontramos con una confusión entre la determinación y la necesidad, entre lo científico comprobado y lo hipotético, entre lo físico y lo psíquico.

Así llegamos a la indeterminación, a la indeterminabilidad e incertidumbre (como se deja ver en el principio de incertidumbre de Heisenberg) que es otra realidad. Determinismo e indetermi­nismo no son opuestos sino pueden participar y actuar uno con el otro.

Con respecto al “determinismo” en general, debo repetir que no existe una conclusión absoluta.

Más aun, hay una confusión entre los criterios filosóficos, psicológicos y físicos que se refieren a lo determinado y a lo indeterminado. Ahora bien, existe sí, el concepto de inte­rrelación de sistemas y la unidad de contrarios, dentro de la cual se puede incluir el concepto de determinismo-indeterminismo que funciona a la vez en los hechos, fenómenos y procesos que se investigan.

De ahí que se puedan obtener “conclusiones determinantes” o “indetermi­nantes”, con cierto grado de probabilidad. Por otra parte, las leyes de probabilidad no refutan definitivamente el problema del determinismo. (K. Popper, 1971).

Otra idea a tener en cuenta es cuando nos referimos al determinismo lo hacemos con respecto al fenómeno de dependencia e independencia de los fenómenos. El deter­minismo no debe confundirse con el fatalismo, con el destino y menos con el azar.

El determinismo se refiere a la condicionalidad mutua en todos los fenómenos en un sistema cerrado especialmente el físico.

El determinismo se asimila al mecanicismo y hay que diferenciar la determinación y la necesidad, la dependencia y la inter­dependencia, y a la vez la condición y el condicionamiento así como el principio de causalidad y complejidad, lo que equivaldría a plantearse “si tiene lugar este hecho ocurrirá aquel otro”, pero no significa que deba abolir el principio de causalidad.

Co­nocemos que una sola causa puede tener varios efectos, y lo contrario, múltiples causas pueden ocasionar un solo efecto. Por ejemplo, en lo que denominamos en fisiología, en psicología y psicoanálisis como “sinergia” o acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales (o parciales), de la misma manera como ocurre en las reacciones con la intervención activa y complementaria de varios órganos y sistemas para realizar una función física o psíquica. He aquí la integración cuerpo-mente o soma psiquis.

Como ya se mencionó en el mundo psico-físico está presente el “determinismo” y también el indeterminismo, o principio de incertidumbre de Werner Heisenberg, el cual hace imposible medir el orden, posición y velocidad de un electrón, al mismo tiem­po, en los “cuantos de acción” como “constantes” de Planck.

La física discute el de­terminismo y la ciencia actual se refiere más al principio de incertidumbre en el que se hace imposible el conocimiento doble de la posición y de la velocidad, no solamente de un electrón, sino de un fenómeno psicofísico al mismo tiempo.

Principio de exclusión

Así mismo, se alude en física cuántica al principio de exclusión, ya citado y planteado por Wolfang Pauli quien postuló cómo dos partículas similares no pueden existir en el mismo estado, es decir, en la misma posición y velocidad dentro de los límites fijados por el principio de incertidumbre. Esto aplicado a lo físico no lo es a lo psíquico, porque lo psicoafectivo pertenece también a lo tópico consciente e inconsciente a la vez. La “no localidad” de la física, es decir, lo que ocurre “aquí-ahora”, puede depender de algo muy lejano en la témporo-espacialidad.

De tal manera, en este sentido sí es igual a lo operante en lo psíquico; por ejemplo, en el proceso transferencia-contratransferencia. Sin embargo, las leyes o principios que rigen a cada uno de los sistemas son diferentes entre sí; por lo tanto, no se puede concluir que las leyes son uniformes para la organización y fun­cionamiento del “todo”, más cuando este es “mayor que la suma de las partes”.

Por lo tanto, existen semejanzas y diferencias en los dos campos: el físico y el psíquico; no obstante, podemos encontrar puentes de aproximación entre la biología molecular, la física cuántica y la psiquis.

Aquí surge el concepto que el sujeto habla y piensa de lo que se presenta en la pan­talla de la conciencia con sus diferentes señales y signos, pero al mismo tiempo hay diferentes procesos inconscientes que están ocurriendo. De esto se concluye que los principios de determinismo, indeterminismo y exclusión pueden coexistir.

Existen, por lo demás, fenómenos psíquicos determinados por factores físicos, merced a los cuales se puede disociar lo físico de lo psíquico. En efecto, lo físico y lo psíquico per­tenecen a la unidad de sistemas diversos, abiertos, en los que el sujeto y el objeto son partíci­pes.

Eco-psicosistema

Así pues, subjetividad y objetividad se interrelacionan en un “eco-psicosistema”. Es así como debemos entender el estudio de la subjetividad y la objetividad desde el punto de vista psicoanalítico. Todos estos temas fueron desarrollados en textos de la obra: “Psicoanálisis y la Teoría de la Complejidad” (2002).

Por lo expuesto podemos concluir cómo la física clásica es definitivamente determinista, en cambio la cuántica ondulatoria es indeterminista, y, las dos, hacen parte del funcionamiento neuropsicodinámico o neuropsicoanalítico.

Volviendo al determinismo y al azar estos no son lo mismo, puesto tienen sus diferencias, pero son factibles de correlacionarse e interactuar uno con otro. Así mismo el determinismo no debe confundirse (como ya se enunció) con el fatalismo o el destino expresión del azar y de la necesidad que mueve a los seres en todo el universo.

Por lo expuesto “el determinismo se refiere a la condicionabilidad mutua de todos los fenómenos en un sistema cerrado y es aplicado generalmente al mundo físico” del cual sobreviene el mundo psicológico. Téngase en cuenta que el determinismo físico “se opone a la contingencia desde el punto de vista psicológico” y por ende a la libertad de la voluntad y al libre albedrío. (48).

Hay que tener en cuenta cómo el determinismo dentro de todo este contexto se ha aplicado a la comprensión del universo en su desenvolvimiento previsible e imprevisible.

El fenómeno del caos también está asociado al determinismo puesto que aquellos tienen ciertos procesos y comportamientos que pertenecen o se relacionan con otros más globales y predecibles, además de parámetros distintos en que se contempla la masa, el tiempo, el mo­vimiento, la longitud, la intensidad, los periodos de fuerza, etc.

(Lea También: Conexiones de la Física Cuántica con la Psicodinamia)

Fenó­meno mariposa

Todos estos últimos, pueden pertenecer a algo impredecible o simplemente determinista con posibilidades de cálculo de su comportamiento, pero que en su totalidad pueden llegar a lo caótico; por ejemplo, el “fenó­meno mariposa(49), puede pasar de un equilibrio a lo inestable y a lo caótico.

De todo esto podemos concluir que el comportamiento básico puede ser determinista más no de lo particular. Uno de los ejemplos que se explicitan en este caso, es el comporta­miento del péndulo mediante ecuaciones diferenciales deterministas en que puede presentar­se el caos de acuerdo con otras variables.

El cálculo de ecuaciones exige muchas operaciones aritméticas o algebraicas y se pueden prever pequeños errores que no representan los valores exactos. Por ejemplo, un tercio representa el 0.333333 que no es exacto. Sin embargo, puede determinarse las desviaciones.

En todo este discurso observamos cómo existe una relación entre azar y determinismo, así como entre el caos, el desorden y el orden, y asociado a la mecánica cuántica en la que participan las partículas elementales y los sistemas y estados con niveles de energía que dan un comportamiento predecible y también con la posibilidad de entrar al caos, siempre y cuan­do existan otras determinantes.

Cuando nos referimos a que el cerebro toma decisiones después de pasar por la pan­talla de la consciencia, gracias a toda la integración de los circuitos construidos con las funciones de onda:

Y lo que se denomina “informática cuántica50, es cómo podemos conce­bir que la mente se mueve en un continuo dinámico no sin poder operar a niveles o estados. Por ejemplo, un sujeto puede estar oyendo, percibiendo, imaginando, conociendo y actuando al mismo tiempo. De la misma manera, es como conseguimos los diferentes procesos menta­les y de conocimiento que se asemejan a los “principios de la informática cuántica” en que operan al mismo tiempo una información y otra, más cuando los organismos biológicos están en un continuo funcionamiento.

La unidad de 0 en información, es el “qbit” que representa el 1 y el 0, cualidad imposible en el universo clásico, mas no en el universo cuántico. Según M. Spivey (51) (Profesor de psicología, psicolingüística de la Universidad de Cornell), quien publicara una investigación en National Academy of Sciences en que se evaluó la forma de pensar de un grupo de 42 alumnos que escuchaban instrucciones para señalar imágenes de diferentes objetos en la pantalla de un ordenador.

Cuando los alumnos oían una palabra como “peluca” y aparecían dos objetos (peluca y chaqueta), cuyos nombres no sonaban igual, su trayectoria era más rápida hacia la palabra pronunciada. Mas cuando oían una palabra y ante ellos aparecían objetos parecidos; la elección adecuada era más lenta y su trayectoria era des­viada.

Cuando había ambigüedad en los participantes y no reconocían la imagen correcta, se encontraban varios estados mentales a la vez y aparecía el “ensayo y error”, la rectificación, una búsqueda, y una zona intermedia en una superposición de acciones mentales en las que aparecía la confusión. Por ejemplo, en la palabra peluca y chaqueta.

Estos estados de super­posición describían fenómenos no diferenciados:

Lo cual supone que de la misma forma no hay una diferenciación de las partículas cuánticas. Los sistemas dinámicos son fundamentales para la comprensión de la teoría de los sistemas y para el análisis y control de procesos en general, y están relacionados con la teoría del caos, en cuanto se comportan en forma alea­toria y completamente impredecible.

La mente, como ya se ha explicitado, opera como un sistema dinámico en el campo de las “ciencias neuronales y cognitivas, y como se entiende dentro de los procesos mentales ocurren traslapos de paquetes de información completos de una forma estrictamente dirigida de un modelo cognitivo al siguiente, o como una cadena de símbolos binarios, como ocurre en un computador(52).

A la vez, conocemos cómo “los patrones de actividad neuronal tienen una fluctuación de adelante hacia atrás, presentándose no de manera lineal pero organizada de manera igual que un organismo(53). Cuando nos referimos a un cambio no lineal, lo hacemos en referen­cia a la teoría del caos, a la aleatoriedad, y no basados en una simple relación causa-efecto y menos en la prevención y en un determinismo específico. He aquí también cómo todo esto se conecta, como ya se explicitó en otra parte, al sistema inconsciente del psicoanálisis; por ejemplo, el de los sueños y tantos otros fenómenos.

Aquí vendría la pregunta de cómo opera el “cerebro-mente” cuando decimos que está consciente o está inconsciente (encendido o apagado); o en valores de ceros, o en algún nú­mero o en estados dinámicos o estáticos. Por ejemplo, cuando un sujeto no puede tomar de­cisiones, está indeciso y aun entra en la parálisis.

Estos últimos fenómenos pertenecen a una globalidad de funcionamiento mente-cerebro de acuerdo con sus procesos sensoperceptivos, complejos y predominantes, en especial cuando aparece el miedo.

Dentro de estos procesos obviamente, como ya se ha anotado, se ejecutan diferentes acciones y entre ellas una muy importante es la del proceso mnético, en donde participan la retención, el reconocimiento, la anotación, la evocación asociadas a la imaginación, la representación con todas sus rela­ciones, y cada una de ellas perteneciente a circuitos específicos concerniente a mecanismos cuánticos no conocidos, así como a sus vías de conducción.

Aquí también funciona el sistema antitético consciente e inconsciente en donde operan los vínculos objetales afectivos para llegar a la representación, pasando por la represión y las clases de memoria.

Es de tener en cuenta que para que aquella (la representación) pueda llevarse a la consciencia debe operar la superación de la censura del Superyó, además de la nominación del objeto verbal o gráfica­mente. Cuando esto no ocurre se pueden presentar las alexitimias (54)

Véase en este texto los conceptos que oscilan de lo macro a lo micro y de este a lo evi­dente, el hecho psíquico multideterminado por las diferentes funciones que se establecen en cada hecho o fenómeno.

Casualidad” o Azar

De lo cual podemos deducir que de un macro o micro estímulo (55) se pasa a un micro funcionamiento y a un macro producto neuropsíquico y entre todos ellos el del pensamiento y la consciencia o a actuaciones involuntarias a los hechos llamados “por casualidad” o “azar” y que no son otra cosa que actos inconscientes.

Es así como la base material es el cerebro, sus funciones moleculares y eléctricas y el producto son las funciones mentales que implican diferentes variables con condensaciones, ordenaciones, clasificaciones y múltiples mecanismos de integración para llegar a lo que denominamos sistema consciente e inconsciente y por ende al azar determinista, el cual puede abrir sus puertas a la compren­sión de diferentes rutas de acción para llegar a la creatividad de la vida cotidiana en múltiples o específicas soluciones en el arte, la literatura o la ciencia.


45 La “interpretación de Copenhague” hace referencia a la mecánica cuántica y a los postulados de Born, Heisenberg, Böhr y otros. Fue formulada en 1927 por Niels Böhr con ayuda de Max Born y Werner Hei­senberg; en ella se incorpora el “principio de incertidumbre” en el sentido de que este no opera en el mismo sentido del tiempo antes, ahora y después.

En realidad pocos hechos en la física tienen en cuenta el tiempo como problema fundamental del universo, especialmente entre el pasado y futuro, pues si bien hay cálcu­los probabilísticos en la física cuántica no es posible conocer la posición y el momento simultáneo de las partículas; de tal manera, que el futuro es impredecible e incierto en tanto que el pasado es definido.

La interpretación de Copenhague se relaciona con el principio de complementariedad el cual establece las des­cripciones de la física ondulatoria y corpuscular a diferencia de la física clásica que el sistema de partículas que funciona como un aparato de reloj independiente de que sea observadas o no; en la física cuántica el observador interactúa con el sistema.

Si bien esto ya está postulado hay que tenerlo en cuenta en las relacio­nes psicodinámicas, en la terapia y técnica psicoanalítica en el proceso transferencia-contratransferencia ya enunciado anteriormente. Téngase en cuenta que Einstein y otros se negaron a aceptar esta interpretación de Copenhague. Otro aspecto a concluir aquí es como ciertos fenómenos físicos (observables y no observables aparentemente probabilísticos) pueden semejarse a los psicodinamismos.

46 I Stewart: “¿Juega Dios a los dados?, Ed. Crítica, Barcelona, 2001

47 Ver la paradoja el Gato de Schödinger al final del capítulo IV.

48 Ferrater Mora, J. (1951). Diccionario de filosofía, Editorial Sudamericana, Madrid, España, pág. 223

49 El “fenómeno mariposa” o “efecto mariposa”. Hacia 1960, el meteorólogo Edward Lorenz se dedicaba a estudiar el comportamiento de la atmósfera, tratando de encontrar un modelo matemático, un conjunto de ecuaciones que permitiera predecir a partir de variables sencillas, mediante simulaciones de ordenador, el comportamiento de grandes masas de aire; en definitiva, que permitiera hacer predicciones climatológicas.
Lorenz realizó distintas aproximaciones hasta que consiguió ajustar el modelo a la influencia de tres variables que expresan cómo cambian a lo largo del tiempo, la velocidad y la temperatura del aire.

El modelo se concretó en tres ecuaciones matemáticas, bastante simples, conocidas, hoy en día, como modelo de Lorenz. Pero Lorenz recibió una gran sorpresa cuando observó que pequeñas diferencias en los datos de partida (algo aparentemente tan simple como utilizar 3 ó 6 decimales) llevaban a grandes diferencias en las predicciones del modelo. De tal forma que cualquier pequeña perturbación, o error, en las condiciones iniciales del sistema puede tener una gran influencia sobre el resultado final. De tal forma que se hacía muy difícil hacer predicciones climatológicas a largo plazo.

Los datos empíricos que proporcionan las estaciones meteorológicas tienen errores inevitables, aunque sólo sea porque hay un número limitado de observatorios incapaces de cubrir todos los puntos de nuestro planeta.

Esto hace que las predicciones se vayan desviando con respecto al comportamiento real del sistema.
Lorenz intentó explicar esta idea mediante un ejemplo hipotético. Sugirió que imaginásemos a un meteorólogo que hubiera conseguido hacer una predicción muy exacta del comportamiento de la atmósfera, mediante cálculos muy precisos y a partir de datos muy exactos. Podría encontrarse una predicción totalmente errónea por no haber tenido en cuenta el aleteo de una mariposa en el otro lado del planeta. Ese simple aleteo podría introducir perturbaciones en el sistema que llevaran a la predicción de una tormenta.

De aquí surgió el nombre de “efecto mariposa” que, desde entonces, ha dado lugar a muchas variantes y recreaciones. Se denomina, por tanto, efecto mariposa a la amplificación de errores que pueden aparecer en el comportamiento de un sistema complejo. En definitiva, el efecto mariposa es una de las características del comportamiento de un sistema caótico, en el que las variables cambian de forma compleja y errática, haciendo imposible hacer predicciones más allá de un determinado punto, que recibe el nombre de horizonte de predicciones.

https://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Curiosid/Rc-50.htm. Pienso que este fenómeno y/o efecto mariposa puede asimilar también a los sistemas topológico consciente, preconsciente e inconsciente, en el proceso psicoanalítico y en las instituciones familiares, laborales, educativas formativas; por ejemplo un sujeto en análisis, una interpretación o señalamiento es factible de producir “perturbaciones” en el sistema institucional y/o diferentes intensidades de “aleteos” (reacciones emocionales) en el sujeto o en otros familiares, jefes, superiores, profesores, candidatos, supervisiones y aun en el mismo analista cuando éste último no analiza lo suficiente la contratransferencia.

Es en suma un determinismo indirecto. Ref: estos textos fueron tomados de la obra: “Cerebro Mente”, 2009 y de “El psicoanálisis y la teoría de la complejidad”, 2002.

50 Entendemos como “informática cuántica” aquella que se realiza a través de las funciones de onda produ­cidas por las partículas cuánticas y que se organizan gracias a la relación función de onda-receptor.

51 Spivey M., Grosjean M., Knoblich G., (2005). “Continuous attraction toward phonological competitors”. Proceedings of the National Academy of Sciences, 102(29), 10393-10398.

52 Op. cit. Spivey, 2005

53 Op. cit., Spivey, 2005

54 No reconoce, ni discrimina, ni puede comunicar sus sentimientos, insensibilidad o congénita al dolor. Estos últimos textos pertenecen a la obra: “Cerebro-Mente” (2009).

55 Aquí debe entenderse que existen estímulos llamados subliminales.

Son aquellos que pertenecen a la física ondulatoria y que participan en distintas acciones y fenómenos neuro-psíquicos, entre ellos los que pertenecen al “azar determinista” y por ende operan en el sistema inconsciente.

Quede claro que una función de onda, una señal, un estímulo, una pulsión instintiva no es la representación psíquica y menos toda la conformación de la consciencia en donde opera el sistema consciente e inconsciente; de ahí que pulsión, inconsciente y objeto no son lo mismo; aun más, en el inconsciente, un instinto únicamente puede estar representado por una idea; de lo contrario no se podría manifestar como un estado afectivo emocional, ni sabríamos de él.

El uso de los términos afecto inconsciente y emoción inconsciente está referido a las vicisitudes sobrellevadas a consecuencia de la representación, por un factor cuantitativo del impulso instintivo.

El instinto es posible de tres vicisitudes: permanecer interno o fragmentado, transformarse en una forma cuantitativamente dife­rente (angustia), ser suprimido. Por lo expresado anteriormente entiéndase que denominamos inconscientes a aquellos afectos que la represión ha logrado inhibir y que nosotros restauramos cuando contrarrestamos el trabajo de la represión; obviamente esto conlleva los contenidos latentes o representaciones con sus re­cuerdos.

Cuando el impulso instintivo es reprimido, debe esperar una idea sustitutiva para llegar al sistema consciente y por ende al campo de la consciencia. De esto concluimos cómo es obvio que lo inconsciente no es consciente mas tiene la posibilidad de llegar a la consciencia y más aun existe una tendencia de dos vías de “ser y no ser” consciente

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