La Necesidad

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

En primer lugar definamos aquí lo que se entiende por necesidad; esta es el impulso irre­sistible que hace que las causas obren infaliblemente en cierto sentido.

Esto explica que no se puede prescindir de esa fuerza que determina la acción o que hace forzosa la actuación, más allá de la voluntad; de tal manera, que la necesidad es la condición sin la cual no es posi­ble vivir y “que no puede ser de otro modo” (Aristóteles) o que “es imposible que algo pueda ser de un modo distinto de cómo es” (95).

Estos conceptos se confunden con el destino y entre lo que sucede por necesidad y lo que ocurre por accidente. Por lo tanto existe una necesidad real y una necesidad ideal. Aquí podría llegarse a concluir que la necesidad real hace y/o es nuestro destino; estas conceptualizaciones deben someterse a más reflexiones y discusiones desde distintas perspectivas.

El mismo Platón en el Banquete (República II, 379b ss) reconoció el valor de la necesi­dad.

La necesidad es “lo que no puede no ser”, o que “no puede ser”; es lo que Aristóteles llama en otra parte necesidad hipotética(el no poder ser otra cosa) y Santo Tomas la define como aparece arriba “lo que no puede no ser”. Se entiende que la naturaleza humana tiene sus leyes que constituyen una necesidad física y psíquica a la vez y dentro de ellas está la necesidad moral y la misma libre decisión o determinación. Cuando nos referimos a la necesidad física, la hacemos a los impulsos innatos provenientes de la propia naturaleza.

El filósofo Schopenhauer consideraba que la necesidad no tenía otro sentido de lo “inevitable del efecto cuando ha sido colocada la causa”; para Hegel de la necesidad resulta el alma de la realidad. El filósofo Wittgenstein se pronuncia en el sentido de que “hay solamente una necesidad lógica” y así hay solamente “una imposibilidad lógica”.

Así aparece la “lógica de lo esencial, de la cualidad, de la interpretación de la necesidad” como verdad necesaria y de la propiedad intrínseca de la misma; así arribamos al determinismo y a la causalidad. Nótese que desde los filósofos griegos hasta la actualidad se ha ocupado ampliamente de “la necesidad y lo necesario” lo que incluye “lo posible condicionado”; sin embargo, esto es contradictorio con lo contingente y contrario a lo imposible.

Lo “necesario

Lo “necesario” es algo ideal lógico propio del pensamiento y del ser corpóreo y real, físico. Yendo más allá, tenemos las necesidades que rigen al universo puesto que siempre existe; lo necesario se enlaza con el principio de causalidad a la vez con el de infinito trascendente y el destino; esto último es lo básico a tener cuenta en estos textos porque se entiende que la necesidad proviene de la naturaleza, ahí está en ella el principio de causalidad y por ende el determinismo. (96).

Existen diferentes clases de necesidades desde las físicas, psíquicas y sociales, o la de materia-energía, matemáticas, geométricas, cosmológicas, hasta las metafísicas, espirituales, teológicas, morales o teleológicas. La necesidad deviene de la misma naturaleza y su repre­sentación lógica y ontológica, (formal, deductiva y psicolingüística, cognoscitiva, real), a la vez que con raíces filogenéticas. (97).

Leibniz distingue los conceptos de necesidad metafísica o absoluta de la lógica, la ma­temática y geométrica, la física y la llamada física o hipotética y la teológica, ya citadas; la necesidad surge de la sensopercepción y representación que se presenta en la consciencia.

Sin embargo, existe la necesidad irracional, ilógica y ontológica y automática proveniente de la propia naturaleza para vivir; por lo tanto existe una necesidad cognoscitiva que depende de la lógica y otra ilógica inconsciente que proviene de la propia naturaleza del ser, y, de ahí lo dicho por Aristóteles, en que la necesidad del ser que la estudia especialmente la filosofía y las ciencias de la naturaleza.

La necesidad en realidad construye o tiene sus diferentes másca­ras o maneras de expresión las cuales no siempre se manifiestan con toda autenticidad, sino deformada; de ahí que el psicoanálisis trabajó arduamente en el desenmascaramiento unido no solo del mecanismo de la deformación el cual incluye la negación, sino el de la proyec­ción, la identificación proyectiva, la disociación y obviamente la represión entre tantos otros mecanismos psíquicos.

Aquí una pregunta: ¿existen leyes o reglas de la necesidad?

La respuesta proviene de cómo, o a qué clase de necesidad nos referimos, pues el ser depende de sus necesidades e intereses que se manifiestan por sus necesidades; de tal manera, hay que referirnos a las cla­ses de necesidades como son las materiales, corpóreas (biológicas), psíquicas, espirituales, sociales, necesidades de libertad, de afecto, de felicidad, de comunicación, de normatividad o disciplina, del orden, las necesidades de pensar y conocer, de todas las sensopercepcio­nes (olfativa, visual, acústica, táctil, gustativa, esterognóscica, del lenguaje).

Las necesidades morales, la necesidad de la misma posibilidad de existir, la necesidad de presentir, prever, interpretar, la necesidad de tener voluntad, la necesidad de la realidad humana, la de crear armonías e inarmonías, y nuevas realidades, la necesidad de utilizar la misma negación de ser y no ser, de entender, proponer, simbolizar, de encontrar verdades y finalmente todas las necesidades de la facticidad; la necesidad de ser, estar, hacer y tener, las cuales se relacionan con los derechos, deberes, poderes y libertades individuales, colectivas en el mundo que nos rodea.

Nótese que en esta cosmovisión de la realidad, aquella está determinada por leyes de la naturaleza cosmológica y del ser en el mundo; sin embargo, al mismo tiempo se entrelazan con los hechos o aconteceres del azar.

Los conceptos de azar y necesidad pueden aparecer contradictorios, puesto que la nece­sidad pertenece a un determinismo y de tal forma sería inconciliable la necesidad y el azar.

Entendamos que la necesidad es algo inevitable e ineludible. Aquí la pregunta: ¿acaso existe una necesidad que siempre está presente el azar? La respuesta exacta no la conocemos, por­que se desconoce si el mismo universo se originó solo o fue por el azar en el encuentro de la materialización de la energía y esta con sus precursores incógnitos en donde operarían fun­ciones de onda, las cuales determinarían diferentes campos tensoriales con distintas fuerzas y energías y así transformarse o convertirse en diferentes partículas madres cuánticas. Todo esto pertenece a una especulación teórica e inferencia de lo hasta ahora conocido.

Aquí viene otra pregunta:

¿En todo ese proceso de transformación, opera el azar, el de­terminismo y la necesidad? La respuesta es posible que sea afirmativa, más cuando azar y necesidad coexisten, y el mismo cosmos pertenece a un azar y a una necesidad las cuales se conjugan para producir un determinismo más allá del existente en la necesidad. ¿Será que el mismo ser humano apareció como un azar y una necesidad?.

He aquí otra pregunta posible, ¿la historia de la humanidad y la historia de la evolución pertenecen a la necesidad y al azar? Las respuestas pueden ser afirmativas; en realidad existe lo ya expuesto en varias partes de esta obra y es “la necesidad del orden y del desorden, de lo racional y de lo irracional”. En realidad el azar se acompaña de complejidades; la misma historia según Cournout “es una mezcla de leyes naturales y de hechos accidentales, y es una combinación de hechos raciona­les y fortuitos”.

Entiéndase que cada historia tiene su prehistoria y su post historia; en la pri­mera la prehistoria, el hombre tuvo que pasar por ciclos evolutivos progresivamente movidos por distintas fuerzas, entre ellas la evolutiva adaptativa en forma individual y colectiva para conformarse la misma sociedad creándose límites, reglas y al mismo tiempo adaptaciones con sus casualidades, coincidencias, encuentros accidentales de seres independientes, para producir ciertos fenómenos de distinta índole. Entiéndase dentro de todo este contexto cómo aparece el concepto de “flecha de la evolución”, el cual incluye el “eterno retorno” con y como un sentido determinista, (98).

(Lea También: Un Azar, un Determinismo y una Necesidad en el Descubrimiento)

Las mismas instituciones, la política y la religión, las guerras, conquistas, la creación y destrucción han tenido que pasar por diferentes acontecimientos ocasionados por múltiples factores en donde se observa la necesidad y el azar, y así mismo la adaptación.

El mismo cam­bio morfológico pertenece a la necesidad de la adaptación y a diferentes elementos acciden­tales en el comportamiento humano; por ejemplo, la inteligencia y la creatividad pertenecen a este campo.

El filósofo Cournout (1801-1877) llevó a la comprensión del “valor filosófico de las ideas de suerte, azar y probabilidad” manifestando a la vez, cómo entre más amplia y general es una ley tanto más cercana se encuentra el límite que proporciona la esencia de las cosas. Otro de los exponentes sobre el azar y la necesidad fue Eduard Meyer quien publicó la obra: “El historiador y la historia” en 1955, (99).

Este autor expuso su idea sobre el azar y la necesidad y se pronuncia en el sentido de que “no existen leyes en la historia, sino que ellas pertenecen a las leyes naturales, y, en cambio formula una predeterminada predicción a base de supuestas leyes históricas; las cuales son tan inadmisibles como pronosticar el fin del mundo basándose en especulaciones teológicas y filosóficas” (100).

Por lo expuesto, de este autor, el azar no pertenece a la arbitrariedad o al capricho y es más el entrecruzamiento de series de acontecimientos que se originan o aparecen por la propia necesidad y de la voluntad.

Podemos concluir con respecto al azar, la necesidad y la historia, que ésta última aparece por múltiples hechos, acontecimientos concretos unos determinados y otros no; sin embargo, gracias a las estadísticas complejas podemos predecir con cierta probabilidad y pronosticar ciertos acontecimientos que pueden influir en la civilización aceptando que el acontecer hu­mano no es predecible ciento por ciento por que el pensamiento se pierde en la urdimbre de causa y efectos, entre lo determinístico progresivo racional y lo espontáneo vital acompañado del libre albedrío. He aquí cómo lo impredecible contribuye al azar.

Aquí podemos traer unos pocos ejemplos: cómo en la historia, la tempestad del Canal de la Mancha fue la responsable del vencimiento de la Armada Invencible que cambió la histo­ria o cómo el general francés Gamelin no previo suficiente la “línea Maginot” en Francia, y Hitler la venció rodeándola, o la muerte de Alejandro Magno a los 33 años destruyó la vo­luntad de unir a Asia y Europa (101).

Aquí podría afirmarse que el cambio debe entenderse a las circunstancias históricas y así se alteran el curso de los hechos en el cual concurren varios factores.

Cuando nos referimos a la posibilidad indefectible a la acción, de una (s) causa (s) según las “leyes necesarias”, lo expresamos en forma de una razón para “darle explicación y prin­cipio de causalidad”; por lo tanto, “lo necesario absoluto” surge como un ideal de una razón metafísica, a la vez que como principio de todas las cosas, lo que equivale a que todo tiene un origen de lo que únicamente puede ser excluido lo contradictorio.

El único pensador del Siglo XX que se ha atrevido cuestionar todas estas disquisiciones es K. Gödel quien se pronunció en el sentido de que “un sistema lógico no puede ser completo y consistente a la vez”. Lo completo es una ilusión, una utopía; el mismo conocimiento lógico matemático científico o de la creencia lo prueban, (K. Gödel, 1981).

Todo ser humano tiene carencias, deseos e impulsos imperiosos y voluntarios; sin embar­go nadie está completo y todos nos acompaña una primera necesidad que es el respirar para vivir y así todas las otras que pertenecen al cuerpo y a la psiquis y entre ellas está la necesidad del conocimiento.

Todas las necesidades tienen sus límites, sin embargo, se dice que la nece­sidad carece de ley y tiene cara de hereje puesto que tiene una motivación y causa irresistible. Desde el punto de vista psicodinámico la necesidad forma un conjunto con el impulso y el deseo y su relación con los objetos y con los principios del placer y displacer, las satisfaccio­nes y frustraciones que la catalogamos en primarias y secundarias.

Necesidad suprema

Es así como surge el concepto de la “necesidad suprema” del sujeto pensante dentro de las contradicciones; de tal manera, se cumplen los derechos, deberes, poderes y libertades que tiene el hombre en su capacidad de descubrir los diferentes elementos o agentes determinan­tes de los hechos con una orientación coherente y constructiva, en forma evidente o latente, no sin pasar por divergencias o convergencias psíquicas macro y microscópicas, con sus fun­cionalidades producto de los movimientos y acciones entre materia y energía.

Al referirnos a la necesidad aparece una pregunta: ¿Qué tal que en la vida no hubiese azar o incertidumbre? Acaso todo lo que ocurriera fuera determinado, programado y a la vez sus­ceptible a conocerse por la conciencia, y, por lo tanto, también muy posiblemente todo resuel­to con seguridad; la vida en esas circunstancias no tendría la capacidad de asombro (cambio), de descubrimiento y la creatividad estaría mermada. De esto también podemos deducir cómo el azar es otra necesidad humana dentro del destino y determinismo cosmológico.

Otra pregunta: ¿cuál es el origen de los programas biológicos y quién los programó? ¿Exis­te una predeterminación en estos programas biológicos?, ¿se puede ubicar en un principio o fuerza unitaria de la creación y el orden al cual se le llama creador?

La organización biomole­cular determinada provoca también una diferenciación, un reconocimiento entre moléculas y aún entre células diferenciadas para rechazarse o para juntarse o reproducirse; aquí se incluye todo el concepto y operatividad de las células madres.

El problema complejo es el del sistema nervioso central y sus millones de células-neuronas y miles de millones de interconexiones (sinapsis) posibles que implican unas acciones electroquímicas cuánticas y sus potenciales en las que participan con sus diferentes enzimas y transportadores, transmisores y receptores para producirse la “señalización”.

Es de tal manera, como se construye la representación acústica, visual y otras, y con ello el lenguaje. Lo que por ahora no podemos responder con certeza es su relación con todas las fuerzas cosmológicas conocidas (y desconocidas), las que nos lleva a una multiplicidad de incógnitas aún infinitas, las cuales determinaron el concepto de Dios. En realidad en el ser humano existe la necesidad de que “algo superior dirige el proceso” y no permite que se acabe originando la inmortalidad como una creencia.


95 Ferrater Mora, J., 1951, pág. 652

96 Op. cit., Abbagnano, N., 1997, pág. 843-850

97 Op. cit., Ferrater Mora, J., 1975

98 Compréndase aquí como si el universo está en expansión también puede colisionar con otros universos y/o llegar a confluir en una función de los mismos; esto equivaldría a la diástole y sístole del universo.

Esto es una mera analogía explicativa que nos permite entender la flecha del tiempo (no unibidireccional) y “eterno retorno” al mismo tiempo. Esta temática se desarrollará en capítulos siguientes.

99 Editorial de Cultura Económica de México

100 Op. cit., Meyer, E., 1955 101 Estos textos surgieron de las lecturas de “El Azar y la necesidad en la historia” de Guillermo Francovich, Río de Janeiro-Brasil. https://www.bibliojuridica.org/libros/3/1056/26.pdf

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