Consideraciones Generales: Conceptos Filosóficos del “azar”

II.

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Introducción

En el presente capítulo voy a referirme a las definiciones y conceptos de azar, determi­nismo, complejidad y caos, orden-desorden, simetría-asimetría, principios reguladores y los inconscientes, los tres campos de fuerza, los instintos, los objetos y sus destinos. Estos temas serán abarcados en una forma general y global, pues más adelante en capítulos posteriores se desarrollará pormenorizadamente la temática propuesta.

Es importante tener en cuenta que desde tiempos prehistóricos, la especie humana se ha preocupado del azar y el determinismo buscando patrones de los modelos y tratando de hallar explicaciones e interpretaciones filo­sóficas y algunas teológicas. Actualmente es la ciencia de las matemáticas, de la complejidad y de la física clásica y cuántica la que nos lleva a penetrar dentro de estos principios de cau­salidades desconocidos.

Definiciones

Conceptos filosóficos del “azar”

Téngase en cuenta, como es bien sabido que el término “filosofía” (del griego φιλοσοφία, del latín philosophĭa) se refiere a la significación del conocimiento y sus constantes e implica la posesión o adquisición del mismo conocimiento. En realidad es la ciencia que trata de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas naturales. Por su parte existen tres con­ceptos básicos con respecto al azar: el primero el subjetivista que incluye la imprevisibilidad y la indeterminación causal; el segundo objetivista que se le atribuye el acontecimiento causal y la interacción de causas; el tercero la interpretación moderna en la cual se contempla la insuficiencia de probabilidades en la previsión.

Al ocuparnos de este tema (del título de la obra) sobre el azar deterministatenemos que definir los términos, el azar y el determinismo puesto que si bien ambos se refieren a acciones son sustantivos; lo que intento aquí, es mostrar cómo el uno puede complementar al otro volviéndose uno el sustantivo y el otro el adjetivo. El término de azar proviene del árabe “az –zahr” que significa el “juego de los dados” que por casualidad caen de un lado u otro en forma fortuita. La palabra “azar” deriva del árabe zahr, dado, y del latín casus. Este término también se lleva a todos los juegos de las cartas; implica que no está determinado por una causa específica y por lo tanto no tiene un rumbo u orden.

Ya desde la antigüedad Aristóteles hablaba sobre esta “casualidad” como algo provenien­te de lo oculto, superior o divino de la inteligencia humana y como una necesidad racional proveniente de la naturaleza inmanente del cosmos o del orden mecánico del universo.

Fue más adelante cómo Kant en sus postulados mencionó los principios “a priori” y los de “cau­salidad” negando la existencia del azar, y postulándose así “la proposición ‘nada ocurre por un ciego azar, es una red ‘a priori’ de la naturaleza”. Hegel atribuye el azar a la naturaleza en “una accidentalidad sin reglas y desenfrenada”. Bergson explica el azar como algo pu­ramente subjetivo que está entre el orden mecánico, vital o espiritual en que intervienen las fuerzas mecánicas.

La interpretación objetiva del azar concibe como “el entrecruzamiento de dos o más órde­nes o series de causas”; el mismo Aristóteles al contemplar este hecho se pronuncia: “cómo el azar no se verifica ni en las cosas que suceden siempre de la misma manera, ni en las que suceden de la misma manera en la mayoría de las veces sino mas bien las que se suceden por excepción fuera de toda uniformidad(24).

En realidad podemos llegar a concebir que el azar es el encuentro de un entrecruzamiento de series causales con nociones de probabilidad, lo que implica una combinación o encuen­tro de fenómenos independientes (Cournot, “Theorie des chances et des probabilites”, 1843, Cap. II) (25).

Stuart Mill contempla al azar como “una coincidencia” en la que no tenemos motivos para inferir una uniformidad y Ardigó atribuye a una “pluralidad y entrecruzamiento de leyes causales diferentes, difíciles de prever y no dependen de una única serie causal”; por lo tanto, el azar pertenecería a la complejidad e impredicibilidad. Hume lo ubica como algo puramente subjetivo y así se llega a cómo “si no existe el azar como noción y categoría tampoco existe la causa sino la probabilidad en la cual se funda el azar como nos lo indica la echada de los dados”.

a en el Siglo XX Peirce trae el concepto de la eliminación del “necesarismo” o sea, la de concebir como todo en el mundo ocurre por necesidad; esto está debatido y postulado en su profundidad natural por Jacques Monod (2002), y en especial por el principio todavía en boga del “entropismo del hombre”, el cual plantea que somos tan ne­cesarios que si no existiéramos no existiría el mundo; he ahí el “homocentrismo”.

De una u otra manera, llegamos a los conceptos filosóficos del azar y nos encontramos que cuando no conocemos o somos ignorantes o incapaces para la comprensión y llegamos a la “incomprensión de los sistemas complejos en un mundo determinista”, arribamos a lo que podría denominarse el “auténtico azar del ser” (azar ontológico). Este último no está acep­tado por el mismo determinismo científico, puesto que se considera que existen los procesos aleatorios, los cuales no serían otra cosa, en la realidad, que los eventos en los que no sean tenidos en cuenta las particularidades de los sistemas complejos.

Se dice que acudimos al concepto del azar, cuando no podemos tener cálculos predictivos lo que equivale que cuando no tenemos cómo explicar algo reaccionamos sin pensar en los cálculos predictivos. De una u otra manera, el azar es muy diferente al libre albedrío, más aún cuando no se es libre al (o por) tomar una “decisión aleatoria”26 en la cual puede existir cierto grado de determi­nismo. En el libre albedrío se pone en ejecución lo que se decide. El mismo psicoanálisis en la obra de Freud, lo contempla en especial en “Psicopatología de la vida cotidiana” (1901)27 la que apareció un año después de la famosa obra “La interpretación de los sueños”, (1900)28. En estos dos últimos trabajos vemos que los fenómenos mentales están determinados; sin embargo, se cuestiona la predictibilidad en su globalidad y aún en manera individual.

Podríamos simplificar el pensamiento concluyendo que el azar aparece cuando no se en­cuentra la causa determinante o lo utilizamos para significar y explicar algo que ocurre y nos es desconocido o ignoramos, o viceversa que al existir la causa, no hay azar; por lo tanto azar y determinismo, dentro de este análisis son contradictorios; así hay causa (determinismo) o no la hay (azar); y, de lo que trata esta obra es de mostrar la relación entre uno y otro. (Más adelante se definen estos conceptos).

En realidad el azar es una cualidad presente en distintos fenómenos en que no se observa el principio de causalidad con un orden o supuesta finalidad.

El azar se refiere a hechos sin principio de causa aparente; por ejemplo, dos hechos que se encuentran y aparentemente no están relacionados y determinados por que se consideran un accidente o casualidad a la cual le llamamos “azar”; ¿será que necesitamos explicar la casualidad de todas formas para entender el accidente y aplicarle un determinismo con una explicación lógica y cumplir con el principio de causalidad? La respuesta es afirmativa.

Los filósofos han clasificado al azar en ontológico o que forma parte del ser; sin embargo, nos encontramos con leyes determi­nistas y con procesos espontáneos y aleatorios independientes del conocimiento. Otra de las clasificaciones dentro de la filosofía es el azar epistemológico, el cual se refiere a los hechos del conocimiento que por ignorancia o por incapacidad de encontrar las causas pertenecerían a sistemas complejos, y de todas formas en un mundo determinista apartándonos de la pura casualidad o azar. El mismo determinismo afirma que no existe el azar ontológico y los proce­sos aleatorios serían eventos en que no se ha tenido en cuenta las particularidades complejas de los diferentes hechos.

De una u otra manera al ser humano le acompaña la necesidad predictiva y la de encontrar el resultado lógico para prevenir la existencia de los fenómenos, a la vez que la necesidad del libre albedrío.

De una u otra manera, existen nuevas teorías científicas en las cuales se admite el azar, el cual se diferencia del libre albedrío, puesto que no se puede ser más libre por tomar una decisión aleatoria que por tomar una decisión determinística. El problema de la predictibilidad frente al azar nos relaciona inmediatamente con el caos determinista, y con él, el buscar instrumentos como son las descripciones estadísticas de conjuntos de grandes cantidad desde elementos individuales o globales para encontrar similitudes y relaciones en el comportamiento individual de las diferentes fuerzas que participen en el fenómeno.

Dentro de toda esta configuración está los sistemas turbulentos en que no es predecible a corto plazo o prever las variaciones infinitesimales que provocan cambios exponenciales o impredecibles por el mismo principio de Heisenberg. He ahí otro aspecto de la complejidad presente en el azar.

Los científicos desde Newton han hecho alusión al azar y a la ciencia natural, la cual de todas maneras está conectada con el determinismo; y, el azar tiene poca cabida dentro de las leyes de la física. Por lo tanto, el azar sería un simple juego de probabilidades basada en fórmulas, en nuevas teorías complejas de los sistemas caóticos o turbulentos que operan en la mecánica cuántica, en la cual de todas maneras nos encontramos en aleatoriedades; por ejemplo “las leyes de la desintegración atómica, pueden predecir el número de núcleos de un cuerpo radiactivo que se desintegrará en un periodo dado de tiempo, pero no cuándo lo hará un núcleo concreto”, (29).

A esta interpretación hay objeciones arguyendo que existen las “variables ocultas” y que el resultado está determinado por características inobservables individuales y universales.

El azar y las matemáticas tienen su centro en el cálculo de probabilidades que, como ya se enunció, pertenece a un sistema de clasificación aleatorio. El azar también opera en las comunicaciones; la teoría de la información tiene aportaciones fundamentales en las comu­nicaciones para establecer bases teóricas de la criptografía en donde también se presenta una fuente de aleatoriedad y de azar. En todos estos textos el lector podrá encontrar que de todas maneras, el azar nos lleva al concepto de determinismo, de la naturaleza del ser, de la temporo-espacialidad lo que comprende todo lo externo cercano o lejano.

Aquí hay que ser conscientes que nos acercamos al concepto de aleatoriedad; éste perte­nece a un campo en que se asocian la matemática y los procesos y resultados no predecibles más que en razón de la intervención del azar.

Todo acontecimiento aleatorio no puede deter­minarse antes que se produzca, por lo tanto los fenómenos aleatorios pertenecen también a la teoría de la probabilidad dentro de un marco estadístico; de todas maneras debemos expresar que la palabra aleatorio se usa para expresar una carencia aparente de causa u orden y se usa como sinónimo de un número de propiedades estadísticas medibles sin tendencias o correlaciones. He aquí que esta palabra es más de una terminología conceptual aparecida en los últimos siglos.

Otra cosa es asociar lo aleatorio al azar, el cual ha sido, como ya se mencionó en otra parte, dilucidado o discutido desde siglos atrás y conectado con conceptos teológicos, con los juegos de azar, adivinación y actualmente conectados con la aleatoriedad y probabilidad algorítmica, las teorías del caos, de juegos, de la información, de la probabi­lidad, de la criptografía, el reconocimiento de patrones, la mecánica cuántica y estadística y la simulación.

(Lea También: Determinismo, Definición, Conceptos y Principios)

Si bien el “concepto de aleatoriedad” tiene una historia aquel es utilizado por las ciencias (física, biología, matemática, comunicación, finanzas), la filosofía y la teología; además tiene sus usos y aplicaciones realizando enlaces con otras disciplinas; aún mas, puede existir mal interpretaciones y falacias lógicas del concepto de aleatoriedad; por ejemplo, eligiendo un número que “debe surgir” dentro de una serie de los mismos, o por lo contrario calificarlo como un “número maldito o bendito” de acuerdo al positivismo o al negativismo como con­secuencia subjetiva.

La “aleatoriedad” como ya se expresó tiene un significado operacional y de posibilidad (puede o no ocurrir) en las ciencias físico-naturales y cuando en el siglo XIX se descubrieron las mecánicas estadísticas, se pudieron explicar las leyes termodinámicas y de los gases; y, así se consideró el movimiento aleatorio de las moléculas.

A su vez el descubrimiento de la relatividad a comienzos del Siglo XX tuvo lugar gracias a la aleatoriedad, la cual también está presente en la mecánica cuántica comparece en la distribución de la probabilidad, lo aleatorio, las variables ocultas, las características de lo no observable, el principio de in­certidumbre y con ellos aparecen las ecuaciones caóticas. Todas estas conceptualizaciones tienden a explicar la estructura cosmológica con fluctuaciones mecánico-cuánticas después del “big bang”.

El “concepto de la aleatoriedad” participa en la biología y en la teoría de la evolución, en el conocido hecho de las mutaciones y todo el campo de la genética en donde se observan los elementos aleatorios de la herencia.

He aquí también cómo la aleatoriedad se relaciona con las “matemáticas de la probabilidad”, en los eventos del contexto de los juegos u oportuni­dades y recolección de observaciones científicas en general y médicas o bioquímico psico-físicas en especial (con observaciones clínicas), y en las simulaciones con números aleatorios para generar informaciones bajo la oferta y demanda. A la vez, la teoría de la información algorítmica constituye una secuencia aleatoria en una cadena de caracteres de bits los cuales son aleatorios. Este campo ha sido estudiado por Andréi Kolmogorov (30), (31), Ray Solomo­noff (32), Gregory Chaitin(33), Anders Martin-Lôf (34).

La aleatoriedad se aplica también a la “teoría de la comunicación y de información”, a las finanzas, al mundo de la estadística para detectar opiniones, necesidades y predecir efectos, en consultas para la toma de decisiones de alguna medida específica (política, económica, social, ambiental, ecológica, etc.).

Se dice que los elementos aleatorios son producidos por el azar y aquí nos encontramos con la gran dificultad de definir el azar en términos de alea­toriedad o viceversa, pues nos hallamos frente al hecho de la “aleatoriedad vs. impredeci­bilidad”, las cuales no deben confundirse en la práctica. Los sistemas matemáticos pueden presentar hechos aleatorios y aún impredecibles; a la vez los fenómenos aleatorios pueden tener características organizadas, por ejemplo, la población humana es predecible; sin embar­go, el intervalo real de los nacimientos y muertes individuales no se puede predecir.

La ley de Ohm35 y la teoría cinética de los gases son estadísticamente descripciones reales de cálculo, de cantidades de números, con eventos individuales aleatorios, y ninguno de ellos son indivi­dualmente predecibles. El mismo sistema caótico es impredecible debido a las dependencias de condiciones iniciales; la impredecibilidad en término de la teoría de computabilidad es ob­jeto de investigaciones y las disciplinas de la teoría de la complejidad terminan identificando la aleatoriedad con impredecibilidad computacional.

Aquí podríamos pensar que si conocemos todas las condiciones iniciales, también podría­mos predecir, por o con el sistema computacional, los hechos a investigar. De todas maneras, impredecibilidad y aleatoriedad se pueden identificar por sus relaciones; una y otras son un problema para las ciencias matemáticas, psicológicas, sociales, económicas y filosóficas, y aún es más difícil definir exactamente lo que ocurre en este campo de la aleatoriedad y el azar. La discusión es que si la aleatoriedad está presente en nuestro globo terráqueo y en nuestro sistema solar conocido, a la vez somos parte de la aleatoriedad e impredecibilidad y el determinismo del universo.

Todo está conceptualización genera una nueva forma de ciencia del comportamiento aleatorio o de la aleatoriedad, predicibilidad e impredecibilidad de todos los hechos del ser y de su entorno; otro aspecto diferente son los hechos observados en la mecánica generada ar­tificialmente con condiciones específicas pero que de todas maneras puede llevarse a diseñar la participación del orden y desorden, lo que implica también la complejidad y el caos en los sistemas diseñados y por lo tanto sus secuencias y consecuencias aleatorias como son los ge­neradores de números aleatorios y múltiples algoritmos.

El punto al que llegamos es que co­nociendo el estado original y el algoritmo usado, es más rápido y fácil obtener una verdadera aleatoriedad del entorno y así su aplicabilidad. Todo depende del conocimiento predecible o impredecible estadísticamente. Aquí llegamos a cómo con estos conceptos se puede estudiar toda la teoría de la información, la entropía, la probabilidad, la secuencia pseudo aleatoria, el número aleatorio, las variables y los procesos estocásticos y aún las mismas falacias.

Estos textos se originaron de diferentes consultas y entre ellas están las que se refieren al azar, a lo azaroso, a lo descontrolado y/o explorado de lo azaroso (36).

Antes de entrar a plantear la definición del azar y el determinismo (que conjugado apare­cen como un “azar determinista”), volvamos a reflexionar sobre el azar como un problema arduo y difícil, puesto que implica la aleatoriedad de los hechos; más tengamos en cuenta que no todos ellos implican aleatoriedad.

Cualquier lector podría aquí pensar que los términos “azar” y “determinismo” se contra­ponen uno a otro. Esto sería una figura retórica construida por la unión de dos palabras de significado opuesto y a la cual se le denomina “oximoron(37).

A la vez es necesario hacer alusión a los conceptos filosóficos y epistemológicos, a lo procesal y fenomenológico, así como a las interrelaciones del azar con el determinismo e indeterminismo, al orden y desorden, a las leyes matemáticas, al cálculo de probabilidades, a la computación y estadística, al pensamiento complejo y a las clases del azar, así como a la probabilidad e incertidumbre, a la participación de los hechos de las partículas cuánticas no sin dejar de contar con la mecánica clásica, la masa, energía, movimiento y valores aleatorios, la geometría espacial, tipología, la relatividad y los diferentes paradigmas que aparecen.

El azar como indeterminismo y como posibilidad, opera dentro de un determinismo en unas relaciones de independencia con procesos de coincidencias; por ejemplo, un eclipse que coincide con la entrada de un cometa al sistema solar; este tipo de azar es compatible con el determinismo mecanicista de los sistemas gravitacionales y aunque puede ser un encuentro aparentemente accidental, está determinado por las leyes de las trayectorias de los cuerpos en los diferentes sistemas.

El azar también puede aparecer como un desorden o como una complejidad; por ejemplo, cuando concebimos una serie de algoritmos; más aún las mis­mas matemáticas son un encuentro o creación humana que pertenecen a una metodología y epistemología también del azar; más sí, son independientes de la mente humana, entonces caeríamos en un azar ontológico.

Aquí llegamos al azar como proceso espontáneo; por ejemplo, el del núcleo radiactivo concreto y sus partículas subatómicas entre ellas el electrón que ascienden de una órbita a otra y que no se le achaca ninguna causa externa sino a la misma estructura nuclear.

Uno de los últimos puntos a reflexionar sería si el azar carece o no de finalidad; esto sig­nifica darle un determinismo o no; este último punto nos lleva a considerar las motivaciones de todos los fenómenos cosmológicos y al supuesto teórico de que nada es una simple casualidad. Estos aspectos son examinados más adelante. Aquí es necesario explicitar cómo muchos de los descubrimientos físicos, químicos, psíquicos y otros, así como inventos que se han sucedido en la historia de la humanidad también pertenecen al “azar conectados con el determinismo” y no sólo a la casualidad.


24 fis; II, 5, 196b, 10ss. Abbagnano, pág. 124

25 Op. cit., Abbagnano, N., (1997).

26 Decisión aleatoria es la que puede ocurrir.

27 S. Freud, “Psicopatología de la vida cotidiana”, Standard Edition, Volumen VI. Hogarth Press, London, 1901

28 S. Freud, “La interpretación de los sueños”, Standard Edition, Volumen III y IV, Hogarth Press, London, 1900

29 Walter Fendt, (1998).

30 Kolmogorov, A. (1956). “Els fonaments de la Teoria de la Probabilitat” (2 ª ed.). Nova York: Chelsea. https://www.mathematik.com/Kolmogorov/index.html.

31 Ming Li y Paul Vitanyi Una Introducción a Complejidad de Kolmogorov y Sus Aplicaciones. Springer-Verlag, NY, 1997.

32 R. J. Solomonoff. Complexity-based induction systems: Comparisons and convergence theorems. IEEE Transactions on Information Theory, IT-24:422-432, 1978.

33 Gregory Chaitin, Algorithmic Information Theory, Cambridge University Press, 1987

34 Martin-Löf, Anders. Entropy estimates for ruin probabilities. Probability and mathematical statistics, 129–139, Uppsala Univ., Uppsala, (1983).

35 La Ley de Ohm establece que “la intensidad de la corriente eléctrica que circula por un conductor eléc­trico, es directamente proporcional a la diferencia de potencial aplicada e inversamente proporcional a la resistencia del mismo”, se puede expresar matemáticamente en la siguiente ecuación:

Ley Ohm

donde, empleando unidades del Sistema internacional, tenemos que: I• = Intensidad en amperios (A) V• = Diferencia de potencial en voltios (V) ó (U) R• = Resistencia en ohmios (Ω). Esta ley no se cumple; por ejemplo, cuando la resistencia del conductor varía con la temperatura, y la tempe­ratura del conductor depende de la intensidad de corriente y el tiempo que esté circulando. La ley define una propiedad específica de ciertos materiales por la que se cumple la relación:

 

Ley Ohm

Un conductor cumple la Ley de Ohm sólo si su curva V-I es lineal, esto es si R es independiente de V y de I.

36 Deborah J. Bennett (1998). “Randomness”. Harvard University Press Olav Kallengerg (1986). “Random Measures”, 4ta ed., Academic press, New York, London; Akademie-Verlag, Berlin. Donald E. Knuth (1997). “The Art of Computer Programming”, Vol. 2: Seminumerical Algorithms, 3ra ed., Reading, MA: Addison-Wesley. Nassim Nicholas Taleb, (2004). “Fooled by Randomness”, 2da ed., Thomson Texere. Gregory Chaitin (2001). “Exploring Randomnes”. Springer-Verlag London.

37Oximoron: Término inventado en el Siglo XVIII como figura lógica; en latín “contradictio in terminis” (contradicción en términos); por ejemplo: “placeres espantosos y dulzuras horrendas, instante eterno”, “luz oscura”, “gloria triste”, “vida muerta”, “fuego helado”, “herida que duele y no se siente”, “libros llenos de vacíos”, “ciencias ocultas”, “industria cultural”, “realidad virtual”, “tolerancia cero”, etc.; en una sola expre­sión se forma un tercer concepto semejante a la metáfora; se utiliza en la poesía mística, amorosa y Heráclito recurrió a ella. El diccionario Hispánico de Duda sugiere utilizar los plurales “oxímoron” o los “oxímoros”

CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

VER 2 comentarios

  1. Dennis dice:

    de que fecha/año es?

    1. Diana Rueda dice:

      Hola Dennis, este artículo es de Enero de 2012. Feliz día!