Guía para el Manejo de las Dislipidemias

1 Antecedentes y justificación de la guía

La aterosclerosis y sus complicaciones son la primera causa de morbilidad y mortalidad en el mundo (1–8). La enfermedad isquémica coronaria, principal complicación de la aterosclerosis, es la primera causa de mortalidad en el mundo entero.

Colombia no es una excepción: también en este país la enfermedad isquémi­ca coronaria es la primera causa de mortalidad. Y, al igual que para los otros países en desarrollo, se espera que para 2025 sea, además, la primera causa de morbilidad.

La aterosclerosis empieza con daño a la pared arterial, causado por niveles anor­males de fracciones lipídicas (colesterol y triglicéridos) y por niveles elevados de presión arterial, con la ayuda de otros factores como la hiperglucemia, la hiperhomocisteinemia, el tabaquismo, alteraciones en el sistema inmune y otras alteracio­nes metabólicas e inflamatorias.

Para 2010, las enfermedades isquémicas del corazón ocuparon en Colombia el pri­mer puesto en cuanto a mortalidad en hombres de 45 a 64 años, con el 16,9% de los casos (tasa de 101,3 por 100 000 habitantes), seguidas por las agresiones (9,8%) y las enfermedades cerebrovasculares (el 5,8%, con una tasa de 34,8/100 000).

En las mujeres, las enfermedades isquémicas del corazón también ocuparon el primer lugar (el 12,9% de las muertes. Con una tasa de 48,4/100 000), y las enfermedades cerebrovasculares, el segundo (el 9,1% de las muertes, con una tasa de 34,2/100 000).

En las personas mayores de 65 años, también las enferme­dades isquémicas ocupan el primer lugar (el 21,3% de las muertes, con una tasa de 892,5/100 000 en los hombres, y el 19,6%, con una tasa de 675,9/100 000 en las mujeres), y las cerebrovasculares, el tercer lugar (el 9,0%, con una tasa de 377,4/100 000) en los hombres, y el segundo, en las mujeres (el 11,4% de las muertes, con una tasa de 394,3/100 000) (9–11).

Si bien una alta proporción de las dislipidemias aterogénicas corresponde a tras­tornos genéticos (como la hipercolesterolemia familiar homo y heterocigota, la hiperlipidemia familiar combinada, la hipertrigliceridemia familiar y las hipoal­falipoproteinemias genéticas), una proporción también alta, de entre el 40% y el 50%, corresponde a trastornos secundarios a condiciones adquiridas, general­mente prevenibles o modificables, como la obesidad, la resistencia a la insulina, el hipotiroidismo, la diabetes mellitus (DM), el sedentarismo, el tabaquismo y algunos medicamentos, como los utilizados para el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) (1–8).

Adicionalmente a lo anterior, hay condiciones que facilitan la aparición de compli­caciones, como los estados protrombóticos o inflamatorios, que deben ser consi­derados en la terapia. La prevención y el diagnóstico temprano de las dislipidemias y su tratamiento adecuado son fundamentales para la prevención y el control de las enfermedades cardiovasculares.

Así como para la mejor eficiencia en los procesos diagnósticos y terapéuticos, por la enorme carga que significan tales enfermedades para el siste­ma de salud. Según como lo muestran los estudios internacionales, el porcentaje de adultos que logran las metas en lípidos es bajo (NHANES 45% [12], L-TAP 39% [13], CARPAT 42% [14]).

Además, las metas no son mejores entre la población con enfermedad coronaria (NHANES 20% [12], CARPAT 18% [14] y L-TAP 20% [13]). Es fundamental racionalizar el uso de recursos para el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de las dislipidemias, así como para asegurar el más eficiente manejo de la enfermedad, de modo que se prevengan las complicaciones, las secuelas y la mortalidad relacionadas.

El Ministerio de Salud y Protección Social ha encargado a la Pontificia Universidad Javeriana y a la Alianza de las Universidades Javeriana, Nacional y Antioquia el desarrollo de una guía clínica sobre la prevención, la detección temprana, el diag­nóstico, el tratamiento y el seguimiento de las dislipidemias en la población mayor de 18 años.

La guía proporcionará recomendaciones para la buena práctica, que están basadas en la mejor evidencia clínica disponible y en las consideraciones adicionales relevantes para el contexto nacional. Como los costos, las preferencias de los pacientes y la relación entre los beneficios y los riesgos de las tecnologías de interés (pruebas, estrategias de manejo, intervenciones, medicamentos) para la guía de práctica clínica en cuestión.

El proceso de desarrollo de la guía se describe detalladamente en el manual para el desarrollo de guías de práctica clínica y en la actualización de dicha metodología (disponible en la página web del Ministerio de Salud y Protección Social).

Dicho manual se generó en un proceso con dos componentes fundamentales: uno técnico, basado en el análisis de la mejor evidencia disponible en el tema, y uno participativo, en el que múltiples grupos de expertos y de organizaciones interesadas hicieron su aporte en la generación del manual.

Las presentes guías clínicas del Ministerio de Salud y Protección Social buscan brindar un marco de referencia para la aplicación de los procesos asistenciales en todos los niveles de complejidad. Las declaraciones contenidas para cada proceso reflejan la evidencia científica identificada y utilizada para su formulación.

La disponibilidad de una guía de práctica clínica para el diagnóstico y el manejo de las dislipidemias implica unificar las estrategias diagnósticas, racionalizar el gasto en dicha área y reducir el número de exámenes innecesarios por la edad, el nivel de riesgo o la condición del sujeto. Pero, al mismo tiempo, maximizar la efectividad por la solicitud apropiada de la combinación de exámenes que permita tomar decisiones apropiadas.

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