Dislipidemia Recomendaciones

4. Recomendaciones

En el anexo 2 se presentan los algoritmos sobre tamización, evaluación del riesgo cardiovascular, tratamiento, monitoreo y seguimiento en dislipidemias.

Pregunta clínica 1

1 A. En la población adulta con dislipidemia, ¿cuál es el impacto de aumentar el ejercicio supervisado, comparado con no hacerlo, sobre los siguientes eventos?: (Lea también: Dislipidemias Metodología)

  1. Mortalidad.
  2. Disminución de eventos cardiovasculares o cerebrovasculares (angi­na, infarto agudo de miocardio —IAM—, accidente cerebrovascular —ACV—).
  3. Niveles de las fracciones lipídicas.
  4. Porcentaje de pacientes que alcanzan metas de perfil lipídico.
  5. Aumento de la capacidad de ejercicio.
  6. Impacto en el peso corporal.

1 B. En la población adulta con dislipidemia, ¿cuál es el impacto de aumentar el ejercicio no supervisado, comparado con no hacerlo, sobre los siguientes eventos?:

  1. Mortalidad.
  2. Disminución de eventos cardiovasculares o cerebrovasculares (angi­na, infarto agudo de miocardio —IAM—, accidente cerebrovascular —ACV—).
  3. Niveles de las fracciones lipídicas.
  4. Porcentaje de pacientes que alcanzan metas de perfil lipídico.
  5. Aumento de la capacidad de ejercicio.
  6. Impacto en el peso corporal.

Respuesta a la pregunta

De acuerdo con la información presentada en dos revisiones sistemáticas de la literatura (15,16), tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia se asocian a disminución del colesterol LDL y de los triglicéridos, cambios que, si bien fueron estadísticamente significativos, no son clínicamente relevantes, pues se trata de una reducción mínima en dichas cifras.

No se encontró un cambio estadísticamente significativo en los valores de colesterol HDL. Como limitación importante de la evidencia, se tiene la falta de información respecto a los desenlaces considerados críticos (mortalidad y eventos cardiovasculares o cerebrovasculares).

Sin embargo, el consenso del GDG (Grupo Desarrollador de la Guía) fue que el potencial beneficio sobre otros desenlaces, como hipertensión arterial, control del peso o control de las cifras de glicemia, amerita mantener una recomendación a favor del ejercicio.

(Lea También: Tipos de Dieta)

Recomendaciones

  1. En la población adulta con dislipidemia se sugiere hacer ejercicio físico de resistencia cardiovascular entre tres y cinco veces a la semana, con intensidad de moderada a vigorosa (nivel de esfuerzo 6-8 en la Escala de 1-10 de Percepción de Esfuerzo de Borg1).
  • La actividad debe durar entre 20 y 60 mi­nutos cada vez, e incluir la movilización de grupos musculares grandes. La actividad puede fraccionarse durante el día, en perio­dos iguales de 15 a 20 minutos.
  • Se sugieren como ejercicios de resistencia cardiovascular: la caminata, el trote de sua­ve a moderado, la bicicleta móvil o estática, la banda caminadora o elíptica, el baile, los aeróbicos y la natación.
  • Idealmente, debe ser una actividad que es­té al alcance de la persona todos los días y que no le signifique dificultades logísticas o económicas.

Puntos de buena práctica clínica

  • Es deseable la asesoría de un profesional de la salud con experiencia en la prescripción del ejercicio físico.

  • Se propone una evaluación antes de recomendar el ejercicio y la ac­tividad física, y que incluya antecedentes personales y familiares, estratificación del riesgo cardiovascular, comorbilidades y cointerven­ciones, además de la salud mental, el estado cognoscitivo y el estado osteoarticular.

  • En pacientes con antecedente de enfermedad cardiovascular, con alto riesgo cardiovascular o con diabetes, dicha evaluación deberá ser hecha por un especialista antes del inicio del ejercicio.

  • Al momento de dar las indicaciones deberá tenerse en cuenta el nivel habitual de actividad física y de ejercicio, los gustos y las preferencias, así como las barreras para la realización de actividad física.

  • El ejercicio físico deberá iniciarse de manera progresiva, según el nivel de tolerancia y la respuesta individual de la persona. También deberán hacerse aumentos progresivos, tanto en carga (esfuerzo) como en du­ración y en frecuencia semanal.

  • Cada sesión de ejercicio físico debe incluir, necesariamente, una etapa de calentamiento (ejercicios de activación, movilidad articular y esti­ramientos cortos), una central (de entrenamiento de la resistencia car­diorrespiratoria y de la fuerza de resistencia) y una de vuelta a la calma (ejercicios de respiración, de relajación, de flexibilidad).

  • Además de la actividad física, deberán hacerse actividades de ejercicio para completar entre 150 y 300 minutos a la semana.

  • Durante la valoración por el profesional de salud se le deberá hacer énfasis al paciente en los beneficios múltiples del ejercicio en cuanto a salud ósea, articular, muscular, cardiaca, respiratoria y mental.

  • Adicionalmente, debe enseñársele al paciente que los beneficios del ejercicio son reversibles, de manera que si se suspende se irán perdien­do progresivamente los logros alcanzados.

  • Es aconsejable dar instrucciones sobre los signos y los síntomas ante los cuales debe suspenderse la realización de ejercicio físico y consultar al profesional de la salud. Estos deben incluir: desmayos, dolor torácico opresivo, sensación de palpitaciones o taquicardia que no cede con el reposo, disnea, dolores musculares o articulares de intensidad mode­rada a fuerte, cefalea o mareo, o bien, alteraciones en la visión o en la audición durante o después del ejercicio.

 


  • 1 Escala de Percepción de Esfuerzo de Borg (puntuación de 1 a 10):

Esfuerzo de Borg

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