Cambios Fisiológicos Durante la Lactancia en Guías Alimentarias Gestantes

Durante la gestación y la lactancia, el cuerpo y la mente se preparan para la lactancia; de la misma manera, el neonato normal se prepara para succionar el pecho de la madre desde el momento de nacer.

A lo largo de la vida de una mujer se identifican tres etapas por las que pasa la glándula mamaria: la mamogénesis, o sea el crecimiento mamario que se inicia durante la vida embrionaria de la mujer y culmina cuando esta se encuentra en estado gestacional.

La lactogénesis, comienza con la producción láctea; se inicia en la gestación y aumenta con el parto. Y, por último, la galactopoyesis, que es el periodo de lactancia ya establecida, que se inicia unos días posteriores al parto y se prolonga hasta cuando semantenga el estímulo. (Leer también: Preconcepción, Gestación y Lactancia en Guías Alimentarias)

Mamogénesis

Las mamas están formadas por tejido glandular, de soporte y grasa que le da la consistencia. Dentro de la glándula mamaria se produce la leche, obedeciendo a las órdenes provenientes del cerebro de la madre, y en respuesta a los reflejos desencadenados por el estímulo de la succión del niño sobre el pezón y la areola.

La areola es el área de la piel oscura que rodea el pezón y es el tejido que debe agarrar el niño para una adecuada succión. El tejido glandular está formado por los alvéolos, que son sacos muy pequeños hechos de células secretoras de leche en donde esta se produce, y se agrupan en número de 10 a 100 o más, entorno de un conducto colector, dando origen al lobulillo, que es la unidad estructural básica de la glándula mamaria.

La leche es transportada a través de 10 a 20 pequeños conductos, que antes de llegar al pezón se dilatan, dando lugar a los senos lactíferos donde se acumula la leche y la lleva hacia el exterior, desembocando en el pezón.

Las prominencias que se observan en la areola, llamadas tubérculos de Montgomery, son glándulas que producen sustancias antiinfecciosas y son encargadas de producir la secreción que lubrica el pezón y la areola y evitan las grietas o fisuras que se pueden presentar durante la lactancia. De allí que no se recomiende limpiarlas ni antes ni después de cada mamada, sino en el baño diario.

Lactogénesis y Galactopoyesis

Estas etapas son la resultante de la acción hormonal estimulada por reflejos neurológicos. La lactogénesis produce en la mama los cambios que inician la producción láctea.

Luego del nacimiento, al momento en que el recién nacido es colocado al pecho, hace que la succión desencadene dos reflejos: el de producción y el de eyección de la leche. La succión del pezón y la areola produce impulsos sensoriales que van al cerebro; como respuesta, la parte anterior de la glándula pituitaria, situada en la base del cerebro, libera la prolactina, que va a través de la sangre, llega a los acinos glandulares y estimula la producción de leche.

Los acinos se encuentran revestidos por una capa de células mioepiteliales sobre las que actúa otra hormona llamada oxitocina, para impulsar la leche hacia los conductos.

El reflejo de eyección de la leche se inicia igualmente con la succión, secretando la oxitocina que se libera hacia la sangre y, a través de ella, llega a los senos y tiene dos funciones: provoca la contracción alveolar, permitiendo así el flujo de leche de estos a los conductos o senos lactíferos, y su secreción a través del pezón. Si no se extrae la leche continuamente, su producción disminuye.

Por otra parte estimula al útero para que se contraiga, favoreciendo una rápida involución de este. El inicio temprano dentro de la primera media hora siguiente al parto favorece esta función que, además, permite la disminución del sangrado, debido a las contracciones uterinas necesarias, el alumbramiento o la expulsión de la placenta. Esta función continúa hasta que el útero alcanza su tamaño normal, y se cumple de manera más rápida en las mujeres que amamantan que en las que no.

Durante la lactancia, los requerimientos nutricionales de la madre están aumentados, por cuanto la producción de leche exige una dieta más balanceada.

Necesidades de Calorías y Nutrientes Durante la Lactancia

Las demandas nutricionales durante la lactancia son considerablemente mayores que las de la gestación. La leche secretada en cuatro meses representa una cantidad de energía aproximadamente equivalente al costo energético total de la gestación. Parte de esa energía y muchos de los nutrientes almacenados durante la gestación se destinan a la producción de leche.

Necesidades Energéticas

Como sucede durante la gestación, la densidad de nutrientes de la alimentación materna adquiere gran importancia durante la lactancia, porque el aumento calculado de las necesidades energéticas es menor que el incremento de las necesidades de otros nutrientes.

Las recomendaciones diarias de calorías y nutrientes para la población colombiana establecen un aumento de 500 Kcal. Adicionales durante la lactancia, que deben ser aportadas por los alimentos. Si los requerimientos de energía durante la gestación se han cumplido, la madre empieza la lactancia con 36.000 Kcal.

Almacenadas en los depósitos de grasa. La composición corporal se restablece dentro de los seis primeros meses de lactancia y, en este caso, la madre consume 200 Kcal. Diarias de sus reservas.

Las mujeres con una reserva de energía adecuada pueden mantener la lactancia, incluso con ingestas bajas de calorías. Se recomienda que durante la lactancia, las mujeres no pierdan más de 2 Kg/ mes de los aumentados durante la gestación.

Proteínas

La recomendación diaria de calorías y nutrientes para la población colombiana establece un consumo de 22 g adicionales a los recomendados durante la lactancia.

Vitamina A

Teniendo en cuenta que las cantidades de vitamina A recomendadas para las lactantes son suministradas por la leche materna, las madres deben absorber, por lo menos, las cantidades que requieren los niños lactantes para restituir las pérdidas maternas.

Después de que el niño lactante alcanza la edad de seis meses, o cuando se introducen alimentos sólidos, disminuye la necesidad de la madre de esas cantidades adicionales; durante la lactancia se establece un aumento de 400 ER en las recomendaciones de consumo diario de calorías y nutrientes para la población colombiana, es decir 1.070 a 1.150 ER.

Hierro

Hierro en Gestantes

Después del parto transcurren varios meses antes de que aparezcan nuevamente las menstruaciones en las mujeres lactantes, pero el ahorro originado por ausencia de pérdidas menstruales está contrarrestado por la secreción diaria de 0.3 mg/día de hierro en la leche materna.

Folato

Folato en Gestantes

El contenido de folato de la leche materna es de 50 a 60 μg/litro, suponiendo una producción diaria de 700 ml de leche y una absorción del 70%. El aporte diario para las mujeres en lactancia se estima en una ingesta adicional media de 100 μg por día.

Calcio

Calcio en Gestantes

Durante la lactancia las necesidades de calcio continúan siendo altas, paralelas a la duración de esta práctica y a la cantidad de leche producida. Una ingesta de calcio adecuada es importante, pues al no ser suficiente se compromete el tejido óseo materno.

Efectos de la Nutrición Materna en la Composición de la Leche Humana

Estudios relacionados con los efectos de la nutrición materna en la composición de la leche humana concluyen:

· Aunque la ingesta alimentaria habitual de un macronutriente sea inferior a la recomendada, el efecto sobre la cantidad total de dicho nutriente, presente en la leche, es escaso o nulo. Sin embargo, la proporción de los distintos ácidos grasos de la leche humana depende de la ingesta materna.

· La alimentación no afecta la concentración de calcio, fósforo, magnesio, sodio y potasio en la leche humana. La concentración de selenio y yodo en la leche sí es proporcional a la ingesta de la madre. De los demás oligoelementos no hay pruebas.

· El contenido de vitaminas de la leche humana es proporcional a la ingesta de la madre y a la magnitud de sus depósitos.

· El contenido de algunos nutrientes de la leche humana puede mantenerse a niveles satisfactorios a expensas de los depósitos maternos. Ello es especialmente cierto en el caso del folato y el calcio.

· El aumento de la ingesta materna de un determinado nutriente hasta niveles superiores a los recomendados no suele traducirse en niveles elevados de éstos en la leche, con excepción de la vitamina B-6, el yodo y el selenio.

Entre los factores que afectan la producción de leche, cabe mencionar el alcohol, el café y el tabaco. Se ha observado que el alcohol en dosis superiores a medio gramo por kilogramo de peso materno al día, es capaz de inhibir el reflejo de eyección de la leche.

Para una mujer que pese 60Kg, medio gramo de alcohol por Kg de peso corresponde a media taza de licor, dos vasos de vino o dos latas de cerveza. El café se excreta a través de la leche y puede producir estados de excitación en el bebé, por lo cual su consumo no debe exceder de 2 tazas diarias, durante la gestación y la lactancia.

Composición de la Leche Materna

La leche materna ha sido considerada para el niño en sus primeros años de vida como el alimento óptimo, por sus ventajas nutricionales, inmunológicas y bacteriológicas.

Contiene todos los elementos nutritivos que necesita el bebé, en una proporción equilibrada para su crecimiento y desarrollo. Es rica en proteínas de alto valor nutritivo, en vitaminas (salvo en la vitamina K, que generalmente se da como complemento, ya que desempeña un papel importante en la coagulación, previniendo las hemorragias), en lípidos (fundamentalmente en ácidos grasos poliinsaturados, entre los que se encuentra el ácido linoleico que participa en la formación del cerebro), sales minerales y azúcar.

Por otro lado, tiene poder antiinfeccioso, gracias al gran número de glóbulos blancos que contiene. Cuenta con muchos anticuerpos, lo cual prolonga el período de inmunidad natural contra diversas enfermedades y favorece el desarrollo de la flora bacterial intestinal. Protege contra las alergias, principalmente las generadas por diversas proteínas extrañas que podrían introducirse en el organismo por una alimentación artificial.

Una mujer que haya dado a luz prematuramente produce una leche adaptada a su bebé nacido demasiado pronto, la cual es diferente a la de una mujer que haya dado a luz a término.

La leche materna cambia de color y consistencia y su composición se modifica a lo largo de una misma toma; por ejemplo, es muy diluida al comienzo de la toma (es transparente e incluso un poco azulada) y se espesa progresivamente (se hace más espesa y blanca o amarilla), al tiempo que aumenta su contenido en lípidos, cuatro veces mayor que al comienzo de la toma. Esto provoca en el bebé un sentimiento de saciedad que regula su apetito. El bebé toma justo la cantidad de leche que necesita.

La leche también cambia en función de los momentos del día: su concentración en lípidos es diferente en el día y en la noche. Por todas las condiciones anteriores, la leche materna es el mejor y único alimento que debe suministrársele al bebé en los primeros 6 meses de vida, y a partir de esta edad se le debe continuar suministrando hasta los 2 años de edad con alimentación complementaria adecuada.

La composición de la leche humana varía para adaptarse a las necesidades del niño, según su edad. De este modo, se pueden distinguir tres tipos de leche, en los cuales hay variación tanto en su aspecto físico, como nutricional:

· Calostro:

Este es el nombre de la primera leche que se produce. Es un líquido viscoso, espeso y amarillento, por los beta carotenos. Su producción varía desde 10 hasta 100 ml/ día. Contiene menos cantidad de lactosa, grasa y vitaminas hidrosolubles que la leche posterior, pero tiene más proteínas, vitaminas liposolubles, sodio, zinc, siendo rico en inmunoglobulinas, especialmente IgA, las cuales recubren el epitelio intestinal y previenen la adherencia de bacterias, virus, parásitos y otros patógenos. Protege al recién nacido contra infecciones y alergias, pues es especialmente vulnerable durante los primeros días de su vida. Se produce desde el último trimestre de gestación y en los primeros 5 días después del parto.

· Leche de transición:

De color blanquecino, por la emulsificación de las grasas y por el caseinato de calcio. La concentración de proteínas e inmunoglobulinas es más baja que en el calostro; la grasa, carbohidratos, lactosa y vitaminas hidrosolubles aumentan. Se secreta desde el quinto o séptimo día del posparto hasta el final de la segunda semana.

· Leche madura:

Se produce a partir de la tercera semana después del parto, es más blanca y de mayor consistencia que las anteriores. Su composición varía no solo en cada madre, sino también de un seno a otro, según el momento del día y durante la misma mamada.

Proteínas

Constituyen el 1% de la leche. La proteína predominante es la alfa-lactoalbúmina, importante componente enzimático específico del ser humano; es rica en aminoacidos libres, cistina y taurina, aminoácido de altas concentraciones, necesario para la conjugación de sales biliares, favorece la digestión de grasa y desarrollo del sistema nervioso central.

La lactoferrina se une al hierro para mayor transporte y absorción, es estable y limita su biodisponibilidad para la flora patógena; la lisozima mantiene la flora intestinal; la inmunoglobulina A ejerce función protectora a nivel de la mucosa de la boca, nariz, oídos; la caseína participa en el transporte de calcio y fósforo, principal vehículo de aminoácidos, con fines estructurales. La mayoría de las proteínas de la leche humana son específicas. La concentración disminuye con el progreso de la lactancia.

Grasas

Se constituyen en la mayor fuente de energía de la leche humana. Son el componente más variable dependiendo de la dieta de la madre, prematuridad, estadio de la lactancia, fase de la mamada, de un pecho a otro, a lo largo del día y entre diferentes mujeres. Los principales lípidos son triglicéridos, fosfolípidos, ácidos grasos y esteroles.

Son de fácil absorción, aportan ácidos grasos esenciales, favorecen el desarrollo del cerebro, del sistema nervioso y de la vista. La leche madura contiene 95% de ácidos grasos de cadena larga y 5% de cadena corta, además aportan lipasa, que complementa la lipasa pancreática y mejora su digestión. La relación de ácidos grasos insaturados / ácidos grasos saturados es de 1:3, lo cual facilita la absorción del calcio.

Carbohidratos

La lactosa es el principal carbohidrato de la leche humana, aunque también hay pequeñas cantidades de galactosa, fructosa y otros oligosacaridos. Aporta 40% de la energía necesaria para el bebé, facilita la absorción de hierro y promueve colonización de lactobacilos bifidus.

Vitaminas 

Contiene todas las fundamentales. De todos modos, es necesario que el bebé tome sol por el aporte de vitamina D. En la leche madura hay mayor cantidad de vitaminas hidrosolubles, los folatos aumentan, la vitamina K y la riboflavina disminuyen.

Cuando la madre ingiere una alimentación adecuada, su leche posee cantidades suficientes de vitaminas, tanto hidrosolubles como liposolubles. El requerimiento del niño de alguna vitamina específica, dependerá de las costumbres alimentarias de la madre; así, habrá que vigilar si hay deficiencia de B12 en los hijos de madres que amamantan y son exclusivamente vegetarianas, y deficiencias de vitamina D en los hijos de madres que viven en áreas con poco sol, como en las grandes ciudades.

Un neonato a término, hijo de madre bien nutrida, tiene reservas de vitaminas. La concentración de vitaminas liposolubles en la leche depende de la dieta materna, no así las hidrosolubles. Aun en bajas condiciones nutricionales, la leche materna es óptima, solo en casos extremos de desnutrición esta se afecta y puede disminuir el volumen.

El contenido de vitamina A en la leche humana es mayor que en la leche de vaca. Pero es aún mayor en el calostro y en la leche de las madres de prematuros. La fuente principal de la vitamina D es la exposición al sol y no el aporte dietético. En los niños exclusivamente amamantados no se manifiestan deficiencias.

La leche materna proporciona niveles suficientes de vitamina E, mucho más elevados que los que proporciona la leche de vaca. El calostro provee alrededor de 3 veces más vitamina E que la leche madura. Esto es importante, ya que el neonato tiene reservas bajas y necesita un porte adecuado los primeros días de vida.

La concentración de vitamina K es mayor en el calostro y en la leche de transición. Se recomienda que todos los recién nacidos reciban vitamina K al nacer, independientemente del tipo de lactancia, para prevenir la enfermedad hemorrágica del recién nacido por falta de vitamina K. Una vez que la flora intestinal se desarrolla, el riesgo desaparece.

Minerales

La concentración de calcio, hierro, fósforo, magnesio, zinc, potasio y flúor no es afectada por la dieta materna, está adaptada para los requerimientos nutricionales y capacidad metabólica del bebé. Uno de los puntos más trascendentes en cuanto a los minerales existentes en la leche humana, por ejemplo calcio, magnesio, hierro, cobre, zinc, es su alta biodisponibilidad, cuando se la compara con leche de vaca o fórmulas.

El contenido total de sales de la leche de vaca es tres veces más alto que el de la leche humana. Por tanto, la carga renal de solutos de la leche de vaca es considerablemente más alta que la materna.

La absorción del hierro de la leche materna alcanza al 50% del hierro disponible, comparado con el 10% de absorción de la leche de vaca. El niño amamantado en forma exclusiva durante los primeros 6 meses tiene mucha menos probabilidad de padecer anemia ferropénica. La alta biodisponibilidad del hierro de la leche humana es el resultado de una serie de complejas interacciones entre los componentes de la leche materna y el sistema digestivo del lactante.

Los niveles de calcio y fósforo son menores en la leche humana, pero como la relación calcio/fósforo es mayor (2:4) que en la leche de vaca (1:3), el calcio es mejor absorbido. La leche materna contiene zinc biológicamente disponible.

El flúor está en bajas cantidades en la leche materna. Su papel contra las caries se evidencia en niños alimentados al pecho, entre quienes las caries son menos frecuentes en comparación con los niños alimentados con biberón.

Otros componentes

Factores inmunológicos: los mecanismos de defensa del huésped, a nivel intestinal en el recién nacido, son inmaduros, por lo que los componentes del calostro y de la leche madura son de gran importancia, brindando protección contra la penetración de la mucosa intestinal por gérmenes patógenos.

Las propiedades antiinfecciosas de la leche humana están dadas por la presencia de componentes solubles como las inmunoglobulinas (IgA, IgM, IgG), así como las lisozimas, lactoferrina, factor bífidus y otras sustancias inmunorreguladoras. Los componentes celulares incluyen macrófagos, linfocitos, granulocitos y células epiteliales.

La IgA secretora se empieza a producir hasta la 4a o 6a semana de vida, por lo que antes de ello el recién nacido necesita obtenerla de la leche materna.

También hay hormonas como la oxitocina, prolactina, esteroides ováricos, adrenales y prostaglandinas y otras más, así como enzimas sumamente importantes como la lisozima y otras con acción y funciones inmunológicas.

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