Masacres en Colombia por el conflicto interno armado

Masacres en Colombia

Se estima que las masacres en Colombia, como parte del conflicto interno armado, ha dejado más de 24500 víctimas, la mayoría de ellas son víctimas civiles. Éstas han sido perpetradas por los diferentes grupos insurgentes y sus disidencias, otras son atribuidas a las Fuerzas Militares colombianas, al Cartel de Medellín; y otros actores del conflicto interno y no identificados.

Lamentablemente, se tiene el registro de más de 730 masacres perpetradas en Colombia, de acuerdo con cifras entregadas por Rutas del Conflicto y el Centro de Memoria Histórica. Estas masacres han tenido diferentes finalidades, han sido como consecuencia del narcotráfico, el despojo de tierras, enfrentamientos entre los grupos armados o venganza por colaborar con sus enemigos. (Ver también: Constitución Política de 1.991 de Colombia.)

Masacres en Colombia de las FARC-EP

Al ex grupo guerrillero de las FARC-EP se les atribuyen al menos 12 masacres que dejaron más de 330 víctimas mortales. Se encuentran la masacre de la Chinita en Apartadó, la masacre de Río Manso en el departamento de Córdoba, las masacres en Antioquia de Urrao, San Carlos y Puerto Valdivia y la masacre de indígenas Awá en Nariño.

También la masacre en el cañón del río Ata en el Tolima, la masacre en La Gabarra en Norte de Santander, la masacre en Tame, Arauca, la masacre en Cumaribo en Vichada y la masacre en el Timba, en el departamento del Cauca.

La más cruda se podría considerar la masacre de Bojayá en Chocó, en donde se estima que murieron 119 personas y 98 resultaron heridas. Allí un “cilindro bomba” lanzado por el Frente 58 de las Farc explotó dentro de la iglesia.

Masacres de las AUC perpetradas en Colombia

A las AUC se les atribuyen al menos 23 masacres cometidas en territorio colombiano, dejando un saldo de más de 635 personas muertas, 17 heridos y al menos 600 desplazados. En la masacre de El Salado en Bolívar murieron más de 200 personas, la masacre de Bahía Portete en La Guajira dejó 12 víctimas y 600 desplazados; y en la masacre de la Gabarra en Norte de Santander se estima que murieron cerca de 43 personas.

Otras de las masacres perpetradas por las AUC son en Antioquia la masacre de El Aro, la masacre de la Chorrera y la de San José de Apartadó. En Arauca la masacre de Tame, en Bogotá se les atribuye la masacre en la Cárcel La Modelo; por el departamento de Bolívar, además de El Salado, la masacre de Macayepos; en el Cauca, la masacre de el Alto de Naya, en el Cesar, la masacre de Santa Cecilia en Astrea y en el Chocó la masacre de El Triunfo.

Además, en La Guajira, las masacres de la vereda El Limón, Punta de los Remedios y Bahía Portete; en el Magdalena las masacres de Masacre de Playón de Orozco y Nueva Venecia, en el Meta la masacre de Mapiripán; también en Nariño, la masacre de Llorente, en el Putumayo la masacre de El Alfilador, en Puerto Asís; en Santander la masacre de Barrancabermeja, en Sucre la masacre de Chengue y en Buenaventura en el Valle del Cauca las masacres de Sabaletas y Punta del Este.

Masacres del ELN

Al ELN se le atribuyen 4 masacres que dejaron 118 víctimas mortales; las masacres fueron: la masacre de Machuca en Segovia, Antioquia, la masacre de Magüí Payán en Nariño; la masacre de Palmarito en la frontera de Colombia y Venezuela y la masacre de Cararabo en Venezuela.

Masacres en Colombia de los paramilitares

A los paramilitares se les atribuye 7 masacres en Colombia como parte de conflicto interno armado. Éstas dejaron un saldo de al menos 162 personas muertas y 43 heridos. Las masacres fueron en Antioquia, la masacre de Currulao, Segovia y Pueblo Bello. En el Meta las masacres de Puerto López y Caño Sibao. Y en el departamento de Córdoba la masacre de El Tomate y La Mejor Esquina.

Masacres del Cartel de Medellín

Al Cartel de Medellín se le atribuyen 4 masacres perpetradas en Colombia. La masacre de Sasaima que dejó 18 muertos, la masacre del bar Oporto en Antioquia que dejó 23 muertos, y las masacres en Cali en la finca Los Cocos y el balneario Las Brisas que dejaron 27 y 15 víctimas respectivamente.

Masacres de la Fuerza Pública colombiana

A las diferentes instituciones de la Fuerza Pública colombiana se les atribuyen masacres como la cometida por el Ejército Nacional y las AUC en San José de Apartadó en Antioquia. Asimismo, al Ejército se le atribuyen también las masacres de Jamundí en el Valle del Cauca, Santa Bárbara en Antioquia, Los Uvos en el Cauca y San Juan de Arama en el Meta.

Otros militares estuvieron implicados en la masacre de La Rochela y El Trujillo junto con los paramilitares, y en la masacre en Bogotá del falso operativo en el edificio Altos del Portal.

Por su parte, a la Policía Nacional se le atribuyen al menos 9 masacres cometidas. 3 de ellas junto con el Ejército Nacional y 1 con paramilitares. Entre las masacres se encuentran la masacre de Bogotá en el año 2.020, la masacre en la Universidad Nacional, la masacre en el Nilo, Cauca.

Además, la masacre en Mondoñedo, Cundinamarca, la masacre de La Leche en Bogotá, la masacre en Villatina en Medellín, la masacre en Mocoa, Putumayo. Asimismo, la masacre en el Estadio Alfonso López en Santander y la masacre en la Universidad del Valle en el Valle del Cauca.

Al Gaula del Ejército y el antiguo Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, se le atribuye la masacre de Caño Dulce. En total, las masacres de la Fuerza Pública colombiana dejan al menos, 534 víctimas.

Masacres de las disidencias en Colombia

Entre las masacres de las disidencias de los diferentes grupos armados está la masacre de Barbacoas en Nariño por las Águilas Negras que dejó 8 víctimas. A Los Rastrojos se les atribuyen tres masacres con 27 víctimas en Olaya Herrera y Policarpa en Nariño y Tibú en Norte de Santander.

Al Clan del Golfo se le atribuyen al menos 4 masacres que dejaron 29 muertos. Se tratan de las masacres de la Unión en el Valle y en Antioquia las masacres de Yarumal, Betania y Amalfi. Adicionalmente, la disidencia de las FARC Comando Ricardo Franco perpetró una masacre con 164 víctimas en Tacueyó en el Cauca.

Impacto en las comunidades locales de las masacres y el conflicto interno en Colombia

Las masacres cometidas durante el conflicto armado en Colombia han dejado profundas huellas en las comunidades locales. Estas atrocidades han tenido consecuencias severas y duraderas, afectando diversos aspectos de la vida en las regiones golpeadas por la violencia.

Desplazamiento forzado

Uno de los efectos más inmediatos y visibles de las masacres ha sido el desplazamiento forzado. Muchas comunidades han sido obligadas a abandonar sus hogares debido a la violencia. Los desplazados han tenido que buscar refugio en otras regiones, a menudo en condiciones precarias. Este éxodo masivo ha llevado a una sobrecarga de los servicios públicos en las áreas receptoras, creando tensiones entre los nuevos residentes y las comunidades locales.

El desplazamiento forzado también ha provocado la pérdida de tierras y recursos vitales para la subsistencia de las familias. La separación de las comunidades y la ruptura de sus estructuras sociales han dificultado el acceso a servicios básicos y han aumentado la vulnerabilidad de los desplazados.

Trauma psicológico

Las víctimas de las masacres, así como los testigos y sobrevivientes, han experimentado un trauma psicológico significativo. El impacto emocional de presenciar o ser víctima de actos de violencia extrema puede causar trastornos como el estrés postraumático, ansiedad y depresión. Las comunidades afectadas a menudo carecen de recursos adecuados para enfrentar y tratar estos problemas de salud mental.

El trauma también puede afectar a las nuevas generaciones, que crecen en un ambiente marcado por el miedo y la desconfianza. El estigma asociado con el sufrimiento psicológico a menudo impide que las personas busquen ayuda, exacerbando el impacto del trauma en la comunidad.

Reconstrucción social

La reconstrucción social en las áreas afectadas por las masacres es un proceso complejo y desafiante. Las comunidades deben enfrentar la pérdida de sus líderes comunitarios, la destrucción de sus infraestructuras y el debilitamiento de sus redes de apoyo social. La reconstrucción implica no solo la rehabilitación física de las áreas devastadas, sino también la recuperación de la cohesión social.

El proceso de reconstrucción también requiere de esfuerzos significativos para promover la reconciliación y el perdón. Las iniciativas de justicia transicional, como las comisiones de verdad y reconciliación, juegan un papel crucial en este aspecto. Estas comisiones buscan esclarecer la verdad sobre los eventos pasados, proporcionar justicia a las víctimas y fomentar un diálogo que permita a las comunidades avanzar hacia la reconciliación.

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