Crisis económica y canasta familiar

Por la situación económica del país, hay productos y servicios a los que les está yendo bien, y otros que están pasando por un mal momento.

LA CRISIS ECONÓMICA POR LA QUE ATRAVIESA COLOMBIA ESTÁ LLEVANDO A LOS consumidores a modificar sus hábitos y a rebuscarse, y a los industriales o empresarios, a tratar de acomodarse a la ominosa realidad de una población con ingresos menguados. Avicultores dialogó con Rafael España González, director Económico de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, sobre la nueva estructura de costos del colombiano, dentro de la cual, la tienda, el canal tradicional, aparece jugando un papel determinante.

AVICULTORES: La crisis económica ha afectado la estructura de costos del colombiano, ¿de qué manera se expresa esto?

RAFAEL ESPAÑA GONZALEZ: La crisis de la economía ha obligado a todos los actores -empresarios y consumidores- a amoldarse a nuevas realidades. En el caso concreto de los hogares colombianos, estos han sido afectados de manera marcada por una reducción de los ingresos familiares, por un notorio aumento del desempleo y, en general, por una situación que ha obligado a una disminución de la demanda. A esto habría que agregarle que las familias han visto disminuir su valor patrimonial: quien tiene una casa en estrato cinco, sabe que hoy vale lo mismo que hace siete años.

AVICULTORES: Pero, en concreto, ¿qué ha encontrado Fenalco?

R.E.G.: Hemos visto que los protuberantes cambios en los hábitos de los consumidores están dejando productos y servicios ganadores y perdedores. Entre los productos que han ganado participación en la estructura de la canasta familiar de un hogar típico de Colombia, están: los cereales (arroz y granos, como lentejas, garbanzos y arvejas), porque son bienes básicos, de poco valor agregado y económicos, y las pastas alimenticias. Al crecimiento de estos productos han contribuido dos factores: 1) la estabilidad de los precios internacionales del trigo y el maíz, y 2) la audacia de los empresarios de estos sectores.

El segundo grupo ganador es, curiosamente, el de las carnes frías (salchichas, jamonetas, mortadelas), gracias a que los industriales han percibido rápidamente la realidad y puesto en los mercados de todas las ciudades, por ejemplo, dos salchichas empacadas al vacío, a precios muy módicos, que sustituyen una porción de carne, cuya libra vale $5 mil. En enlatados, los tarritos de Rica Ronda han tenido un éxito impresionante (una mamá hace rendir esas cinco salchichas que valen menos de mil pesos), y los importados han venido bajando de precio, en términos reales.

Los servicios públicos (agua, electricidad y gas) y combustibles (gasolina) también han aumentado su participación, pero por el notorio aumento que sus precios han tenido en los últimos cinco años. Otra categoría de los servicios que también gana es la telefonía celular, cuyos empresarios han visto una oportunidad en medio de la crisis, y han sido exitosos con el prepago, las promociones, etc.

El tercer grupo es el del transporte, dentro del cual la tarifa de los parqueaderos, que hace parte de la canasta familiar, ha crecido mucho, en razón de las normas de la autoridad de tránsito sobre recuperación del espacio público. Incluye también las llantas, el mantenimiento, etc.

Otro rubro que ha venido ganando peso en la estructura de costos de los colombianos son los huevos, gracias a que se han convertido en un excelente sustituto de las carnes rojas. De otra parte, sorprende el comportamiento del lápiz labial. Paradójicamente, las ventas de cosméticos aumentan en momentos de recesión económica, porque la mujer quiere verse mejor. Las lavanderías y zapaterías también son ganadoras, así como las loterías y, particularmente, el chance, porque todos le apuestan a salir de la pobreza.

La televisión privada, supuestamente un gasto suntuario, se ha disparado (33% de la población urbana tiene parabólica o circuito cerrado). La explicación de esto tendríamos que pedírsela a un sicoanalista, pero quizá esté en que el control remoto ayuda a desestresar a las personas (en otros países se recurre a los tranquilizantes).

AVICULTORES: Esos son los bienes y servicios ganadores. ¿Es larga la lista de los perdedores?

R.E.G.: En primer lugar figuran las carnes frescas; inclusive, en términos reales, al consumidor, no al por mayor (ahí existe un problema de intermediación curioso); en términos reales, los precios de la carne al consumidor no han bajado. Después están el vestuario y el calzado (estudios demuestran que los bogotanos que se visten formalmente ahora compran un vestido al año y medio, lo que es vergonzoso frente a Francia, donde se llega a cuatro). Ante esto, fábricas de marcas costosas, están produciendo unas mucho más económicas.

También han perdido los textiles (lencería, alfombras), los colchones y las comidas fuera de casa. Esto último es un fenómeno que va en contravía de las tendencias mundiales, y que se observa particularmente en ciudades distintas a Bogotá, donde es imposible que la gente vaya a almorzar a la casa. Es igualmente notoria la baja en el servicio doméstico, no porque la gente no esté contratando muchachas, sino porque en términos relativos se cayó la remuneración de ellas, debido a un aumento de la oferta, que se origina en la crisis del país (desplazados, desempleados).

Los lácteos también pierden. ¿La explicación? Por malos precios de la leche, los campesinos están utilizando la leche para hacer cuajadas, que venden en todas partes, lo cual ha perjudicado las ventas de los supermercados de la Costa Atlántica y de Popayán hacia abajo.

A los servicios de salud y a los productos farmacéuticos también les ha ido mal: por la existencia de las EPS y el Sisben es muy difícil que uno pague una consulta médica o compre medicinas; los genéricos, además, están haciendo mella. Igual situación la están viviendo los productos de aseo del hogar, campo en el cual los genéricos también están cobrando importancia (30%, fenómeno único en el mundo). Los libros, los periódicos y las revistas han venido bajando dentro de la canasta familiar. El corte de cabello pierde, no porque la gente se haya vuelto descuidada con su presentación personal, sino porque los peluqueros han bajado sus tarifas.

AVICULTORES: ¿Qué lectura debería hacer los industriales sobre todo este fenómeno?

R.E.G.: Que en medio de una crisis siempre hay oportunidades

AVICULTORES: ¿Es cierto que hoy por hoy a la gente le da temor ir a los supermercados?

R.E.G.:Sí. Por el efecto de la policromía, del neón, de la degustación, de las piernas de las mercaderistas, que hacen que uno compre más de lo que tenía previsto.

AVICULTORES: Y entonces, ¿en dónde se están haciendo las compras?

R.E.G.:La gente está yendo a las denominadas “tiendas de conveniencia”, que son los pequeños autoservicios, o a la tienda de barrio. Contrario a lo que ocurre en otros países del mundo, los canales tradicionales mantienen una enorme cuota de mercado (50%).

AVICULTORES: ¿La crisis está estimulando la creación de esos pequeños establecimientos?

R.E.G.: Sí, porque tienen una capacidad de acomodo de la cual carecen los supermercados. Ahora bien, como efecto del desempleo, vemos, por ejemplo, que hoy 8% de los tenderos son profesionales, cuando en el 80 no había ninguno.

AVICULTORES: Pero se supone que no es conveniente para la industria que haya tanta tienda de barrio.

R.E.G.:Obvio, porque eso encarece notoriamente los costos de distribución. Pero no hay nada que hacer porque con una tasa de 20% de desempleo, el abrir una tienda es algo así como un refugio. Es cierto: la tienda no tiene futuro desde del punto de vista empresarial, pero brinda sobrevivencia. Y podría suceder que, en ausencia de esa opción honrada, haya una persona más en el monte. Por otro lado, es un hecho que los pobres no pueden ir a las grandes superficies, que no están diseñadas para vender un huevo o una toalla sanitaria.

Se equivocaron quienes preveían que en el 2002 las tiendas iban a representar apenas 20% de las ventas en Colombia, pues hoy estos establecimientos hacen la mitad de las mismas. Ojo, pero ese 50% es en ciudades de más de 20 mil habitantes, que es 70% de la población; en el otro 30% no hay canales distintos a las tiendas.

AVICULTORES: ¿Qué deben hacer los industriales para abaratar los costos de es distribución?

R.E.G.:Meterle tecnología. ¿Por qué si en Montevideo o Ciudad de México hay proveedurías virtuales para las tienda, en Colombia no? Fenalco está en ese cuento, y ya estamos haciendo pruebas piloto en Bogotá, con doscientos tenderos.

AVICULTORES: ¿Ha bajado la frecuencia de las compras?

R.E.G.:Lo que se ha observado es que la gente va cada tercer día al supermercado, pero en cada visita compra $20 mil, y no como antes que iba cada ocho días y pagaba $100 mil.

AVICULTORES: Existe la impresión de que pese a lo importante que es el canal tradicional, la industria no hace mayor cosa por el tendero, en virtud de lo cual las tienda de hoy se parece mucho a la de hace diez o más años.

R.E.G.:No estoy tan seguro de que no estén haciendo nada. Empresas tan importantes como Alpina y Unilever han asignado un vicepresidente para este canal, lo cual se refleja en un mantenimiento a las tiendas, costoso pero necesario; se refleja también en un mayor poder de negociación. De otro lado, a las industrias les conviene no depender de dos o tres empresarios, aparte de que venderles a las tiendas es un excelente negocio: pagan de contado; no exigen mercaderistas -que son costosas-, ni degustaciones; para el tendero es un honor vender ciertos productos, y la rentabilidad unitaria es mayor.

Me parece que por razones sociales, económicas y hasta políticas, los industriales deberían ocuparse más del canal tradicional, que reditúa.

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