Estrés Laboral en Profesionales en Enfermería, Autocuidado

Autocuidado

Al indagar con las entrevistadas acerca de prácticas o actividades y recursos protectores tanto personales como so­ciales e institucionales se hace referen­cia en primer lugar a la importancia de la estabilidad laboral, la relevancia de la seguridad social y el manejo de fac­tores asociados a la remuneración y la formas de contratación. Condiciones que son referenciadas como factores desencadenantes, no generadores de estrés por sí mismos.

Desde el discurso se hace alusión al autocuidado, como práctica que inte­gra las dimensiones biológica, psico­lógica y social. Sin embargo al solicitar su operacionalización se observa un fuerte predominio de prácticas puntuales que más que acciones de auto cuidado se significan como es­trategias de manejo para atenuar la tensión.

Al interior del campo laboral:

Tomar tinto, encerrarse en el baño, fumar, fuera de éste hacer ejercicio, ir al gim­nasio, salir a hacer compras, comer, ver televisión son las más menciona­das, es reiterativa la alusión a dormir y la importancia otorgada a que su sueño sea respetado: “no me importa si me despiertan con la disculpa de que se cayó el mundo o para invitar­me a cine… igual me molesta” (N3P16).

Al indagar en un nivel mayor de pro­fundidad, se hace alusión a una serie de actividades relacionadas con las dimensiones psicosocial y espiritual. “Encargarme a Dios”, “Pedir a Dios que me ilumine”, “pasar por la capilla y hacer una oración” sin embargo, se identifica que estas actividades se realizan en un determinado momen­to, que no tienen continuidad, por lo tanto no se consideran prácticas des­tinadas a reducir factores de riesgo en la aparición del estrés laboral o a fa­cilitar su manejo. Se dimensionan como acciones coyunturales pero no estructurales.

En diferentes momentos de las entre­vistas se señala la importancia de acudir a la familia como red de apoyo efectiva:

Para desahogar la tensión generada en el trabajo, su relevancia radica en la posibilidad de encontrar contingencia emocional, recibir apro­bación y ser un espacio de escucha atenta. Si bien es cierto que se señala que la demanda de atención de la fa­milia es una constante, refieren que contar con este apoyo para enfrentar una determinada situación estresante, es fundamental, reconocimiento que se hace extensivo además a los ami­gos en quienes encuentra consuelo y tranquilidad, y a la pareja.

“Llego a mi casa y me olvido de mi trabajo, me preparo algo rico para comer, realizo las cosas pendientes de mi casa y dejo todo listo para el otro día me baño, veo televisión y me acues­to a dormir, no hay nada más deli­cioso que eso” (L2P21).

La labor de cuidado con miembros de la familia se relata como forma de autocuidado:

“yo pienso que estamos en un mundo que va tan rápido y nada de lo que nos inventemos va a funcionar, en­tonces uno lo tiene que manejar des­de el punto de vista familiar, mane­jarlo en la casa, por ejemplo, con las tareas del colegio aprender a manejar el estrés que genera como madre ofre­cerles apoyo y confianza para que no se estresen tanto (F2P27), es importan­te explorar esta dimensión con miras a identificar los ámbitos en los que se implementa el cuidado y si esta labor supera el desempeño laboral y se con­solida en un estilo de vida.

Se hace referencia en el plano de los posibles escenarios de autocuidado a actividades grupales lideradas desde la institución, sin embargo se valoran como de mayor efectividad las imple­mentadas de manera individual, es­pecialmente aquellas que contribuyen a alejarse de la fuente de estrés que es el lugar de trabajo: salir al parquea­dero de la institución, fumar, hacer mala cara y evitar el contacto con otros, hasta programar vacaciones aún pa­gando turnos, no hacer nada fuera del horario laboral con personas de la ins­titución y ocupar la mente en cosas diferentes a las laborales.

Se identifica que no hay mayor ex­pectativa frente a la implementación de actividades de autocuidado, se es­pera que sean las instituciones las que las desarrollen, paradójicamente al mo­mento de brindar educación al pa­ciente y/o la familia para su manejo se expresa la importancia de asumir una actitud proactiva, corresponsable y de autogestión frente al mismo.

Men­cionan la importancia de desarrollar estrategias, lideradas por la institu­ción: salidas ecológicas, ofreciendo bonos o descuentos para gimnasios. Brindar capacitación en ejercicios pos­turales, mejorar la mecánica corporal para el mejorar el clima laboral, sin embargo como afirman “da pena de­cirlo pero tienen que ponerlas como obligatorias si no… no vamos” (N2P16).

Se hace referencia también a la nece­sidad de respetar y obligar el respeto de los turnos y días de descanso:

“Es que tenemos la costumbre de doblar­nos, porque siempre el salario no al­canza y eso a veces es lo que más nos pone tensas… imagínese noche y ma­ñana… como sale Usted?, pues sería terrible pero tendríamos que ser como todos los humanos trabajar ocho ho­ras” (F2P17).

Es de anotar que la tendencia a iden­tificar tanto la causa como la solución al problema fuera de sí mismas es la constante y que a pesar de reconocer que es necesario su compromiso en la generación de estrategias de ma­nejo y mitigación de estrés, la renuen­cia persiste a tal punto que recomien­dan que estas actividades o bien sean obligatorias o conduzcan a una ga­nancia secundaria, más allá del efec­to positivo que se espera lograr en el aspecto de bienestar.

La capacitación en técnicas de relaja­ción, se identifica como un tema al que le otorgan gran importancia, en la medida en que ellas mismas lo re­comiendan a sus pacientes para el ma­nejo del estrés. Sin embargo, al pre­guntar a quienes lo recomiendan si ellas lo utilizan, responden que no y argumentan que no existe el tiempo y el lugar que garantice condiciones para hacerlo.

De otra parte se señala la necesidad de dar continuidad a las acciones que se implementen en Autocuidado:

“vienen un día, ha­blamos y ya… no eso es un trabajo permanente”, se recomienda hacer partícipes a los diferentes grupos en el diseño y ejecución de estas accio­nes, y se brindan opciones que algu­nas señalan como utópicas, relacio­nadas con la reorganización de la car­ga laboral, la designación de una se­cretaria por piso que se encargue de las funciones de “papelería”, el poder organizar los turnos de manera que, sin alterar el salario, se puedan ase­gurar por lo menos dos días seguidos de descanso, cada dos meses, entre otras.

En síntesis a pesar de su reconoci­miento y de la problemática asociada al mismo la apropiación y transferen­cia del conocimiento aplicado al ejer­cer su rol como cuidadoras es mínima al momento de hacer alusión a su pro­pia situación.

Se asume el estrés la­boral como condición inherente al que­hacer de enfermería y las acciones sobre el mismo se enfocan a los des­encadenantes no a los factores que lo generan.

Lecciones aprendidas en Autocuidado

El estrés laboral se presenta, en las participantes, como una situación cotidiana e inherente al rol profesional, que describen de manera subjetiva, es de­cir basada en su propia experiencia, sin discriminar signos de síntomas, a pesar de reconocerlo por sus conse­cuencias a nivel físico, al indagar se identifica que reconocen y experimen­tan las asociadas al componente psi­cosocial.

Se afirma que son las insti­tuciones empleadoras las que están llamadas a implementar acciones para la construcción de prácticas de auto­cuidado en los profesionales en en­fermería, según su percepción no se otorga la debida relevancia al tema. Señalan posibles escenarios de acción en los que se visualizan como parti­cipantes pero no como dinamizadoras o gestoras.

Se identifica que el afrontamiento del estrés laboral está orientado principal­mente a la emoción, de modo evitador y con el propósito de alejar la fuente de estrés.

Las estrategias implemen­tadas son producto de la experiencia, la iniciativa y el conocimiento empí­rico, tanto individual como grupal, no refieren ningún tipo de aprendizaje formal o formación para el manejo del estrés laboral, sin embargo seña­lan que la experiencia brinda herra­mientas para responder a otras situa­ciones similares.

Con relación a las prácticas de auto­cuidado:

Rerefieren que han sido adqui­ridas por aprendizaje informal, coti­diano, empírico, refieren un tipo de prácticas consideradas como protec­toras relacionadas principalmente con dormir, fumar, tomar un tinto, comer chocolates, hábitos que en su práctica profesional y en otros espacios califi­can como nocivos.

Adicionalmente se identifica que nin­guna de las participantes implementa hábitos preventivos continuos para el manejo del estrés en el ámbito labo­ral, por el contrario realizan activida­des puntuales en un determinado mo­mento con el propósito de aliviar la tensión o evadir la fuente de estrés, en este sentido no es posible plantear que las enfermeras participantes po­sean hábitos para el manejo del estrés laboral, y lo que se observa son res­puestas inmediatas frente al mismo que solo se implementan en el momento en que la tensión desborda sus capacidades de manejo habitual.

Se invita a las agremiaciones y aso­ciaciones de enfermería:

A reflexionar y generar estrategias de abordaje uni­ficadas ante una situación que cada vez cobra mayores dimensiones, que genera errores, riesgos en el cuidado del paciente que se asocia a la apari­ción de eventos adversos, que en ge­neral afecta el bienestar de los profe­sionales más allá del ámbito laboral y el reconocimiento y satisfacción la­boral del profesional.

Es unánime el llamado a realizar un ejercicio de análisis y relectura del pa­radigma de enfermería, vinculado a su deber ser y a los estilos de vida que se asumen del gremio, es evidente la paradoja de cuidadores que no se cui­dan.

El nivel institucional está llamado a sensibilizar acerca del tema a los pro­fesionales en enfermería, tanto en el campo de conocimientos como de prácticas, y a desarrollar acciones que permitan valorar los recursos psico­lógicos, sociales y de redes de apoyo, para el manejo del estrés que poseen las enfermeras.

Los programas de formación en enfer­mería:

A través de asignaturas vincu­ladas al área socio humanística están llamados a diseñar e implementar es­trategias orientadas a desarrollar en los estudiantes competencias relacio­nadas con el manejo del estrés. Aspec­to que es reconocido como elemento fundamental en la toma de decisio­nes.

Es necesario que al igual que la edu­cación que se brinda al paciente y a su familia para el autocuidado se in­centive la conciencia y corresponsa­bilidad de los profesionales frente a las diferentes situaciones que afectan su salud.

Manejar el estrés laboral a través de mecanismos que alejen de la fuente de estrés o permitan evadirlo momen­táneamente no fortalece la capacidad individual de afrontamiento y no ge­nera en el grupo dinámicas de pre­vención.

Potencializar los factores protectores, generar y vincular redes de apoyo y grupos de reflexión frente a esta temá­tica pueden plantearse a partir de esta indagación como una estrategia viable desde la que posteriormente se deri­varán nuevas alternativas.

Es necesario avanzar en el reconoci­miento del estrés laboral y desde el trabajo conjunto academia, institucio­nes y profesionales diseñar estrategias de acción que permitan prevenir y ate­nuar esta situación que se constituye en enemigo silencioso del desempeño profesional y la relación de cuidado.

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