Medición de la Gestión de Enfermería en el Ámbito Clínico, Discusión

Dos panoramas diferentes se evidencian en los resultados obtenidos, uno positivo en el ámbito institucional y otro más crítico, dado por los expertos. Esta situación permite decir que existe una tendencia positiva en las instituciones hacia la medición y Enfermería participa de esa dinámica; no obstante, existen factores de orden personal, profesional e institucional, que interfieren en el proceso de medición y por lo tanto afectan la adquisición de una cultura fuerte en este sentido.

La discusión que se realiza a continuación resaltará algunos de estos. Los procesos e indicadores medidos muestran que los diferentes ámbitos del trabajo enfermero son objeto de medición, tanto el asistencial como el administrativo; lo mismo que los distintos momentos del proceso de atención del paciente, desde el ingreso hasta el egreso. Esta situación es positiva por cuanto la gestión integral de un servicio implica movilizar las capacidades de todas las personas y los recursos del entorno con el fin de satisfacer las necesidades de los pacientes, de ahí que las mediciones deban abarcar los dos ámbitos.

El campo de la gestión del cuidado es el que más indicadores reportó. Esto podría indicar que es uno de los más fuertes, sin embargo, se observa que se realiza medición de carácter asistencial global principalmente y no tanto de la gestión del cuidado como tal. Este tipo de medición es importante ya que la gestión de Enfermería en los servicios en gran medida se centra en coordinar los eventos de diagnóstico y tratamiento ordenados por otros miembros del equipo de salud, sin embargo, no debe quedarse ahí porque esto no le permite direccionar el cuidado y evidenciar los resultados de su propia actuación.

La debilidad manifiesta de indicadores centrados en el cuidado puede explicarse por motivos diferentes; no obstante, uno de ellos podría explicar en gran medida esta carencia. Se refiere al componente teórico relacionado con el cuidado que debe orientar la acción de Enfermería. Este elemento no se percibe claramente en la práctica, pareciera que los enfermeros no tienen claro la esencia de su rol, el valor agregado de su trabajo. Esta apreciación coincide con el concepto de la maestra canadiense Doris Grispun(9) quien señala que los enfermeros de diferentes países y áreas profesionales centran su práctica en articular una serie de actividades y procedimientos sin una base conceptual sólida que oriente su práctica, afectándose de esta forma su gestión.

Para superar esta debilidad es necesario que se realice una reflexión seria sobre el cuidado y se explore la posibilidad de orientar la práctica teniendo como base un modelo de cuidado específico acorde con los intereses de las personas y el contexto en general. Se considera que los modelos les permiten a los enfermeros centrar su pensamiento y su acción en lo propio; planificar los cuidados y proponer las intervenciones más adecuadas; decidir los resultados esperados del paciente con respecto a la atención prestada y evaluar su eficacia.(10)

De esta forma, si el cuidado se orienta bajo los principios de Virginia Henderson, la gestión del mismo se centraría en mejorar el nivel de dependencia – independencia de la persona en función de la satisfacción de sus necesidades, y su medición, se centraría en este mismo sentido, esto es, en la valoración de estas mismas necesidades, las ejecuciones empleadas para su satisfacción, y sobre todo, en los logros obtenidos. Este es el motivo por el cual es posible pensar que si se orienta el cuidado de acuerdo con los lineamientos de un modelo específico, se facilitaría su medición.(11,12)

De acuerdo con lo anterior, es necesario contar con un enfoque teórico relacionado con el cuidado para orientar la práctica; no obstante, esto no basta, pues la teoría enfermera debe complementarse con la teoría de procesos y de la calidad para enfocar la gestión del cuidado en estos términos.

Por ejemplo, es necesario considerar el cuidado como un proceso y medirlo de manera integral considerando indicadores de estructura que den cuenta del engranaje que se tiene para cuidar; indicadores de proceso que permitan monitorear periódicamente los criterios de calidad que debe reunir el cuidado (integralidad, seguridad, oportunidad, entre otros); e indicadores de resultados que muestren si hubo logros en la independencia de la persona, su capacidad de autocuidado, la adaptación a su proceso, entre otros, según el modelo adoptado. De esta forma, las teorías administrativas modernas entran a enriquecer el componente teórico de Enfermería y hacen posible la gestión del cuidado.

En segundo lugar, la gestión en Enfermería se enfoca hacia el talento humano. En éste se valoran los diferentes procesos que tienen que ver con la gestión humana, lo cual se valora de manera positiva. De forma mayoritaria se mide lo relacionado con la capacitación, aspecto indispensable para el logro de los objetivos planteados con los pacientes. Lo que debe replantearse, en este caso, es el tipo de indicadores empleados ya que la mayoría son indicadores de estructura o de proceso (número de cursos, número de asistentes, entre otros), no se emplean indicadores de resultado que den cuenta del aprendizaje alcanzado y del impacto logrado con la capacitación, orientado al mejoramiento continuo tanto personal como institucional.

Con respecto a la gestión de personal ocurre lo mismo que con la gestión del cuidado, ya que ambos son procesos humanos centrados en la interrelación. En este caso los indicadores cuantitativos se quedan cortos y hay entonces que pensar en indicadores cualitativos que muestren cómo está el campo de las relaciones con los pacientes, la familia, los compañeros del equipo de trabajo, entre otros.

En materia de gestión de personal se observa una carencia, puesto que no existen indicadores que muestren cómo se está dando la organización del trabajo en el equipo de Enfermería, por ejemplo, aspectos relacionados con la división del trabajo, con el tipo de trabajo que desarrolla el personal profesional y el auxiliar en términos de calidad y cantidad. Estas mediciones son importantes ya que representan un punto crítico para Enfermería y sirven para demostrar carencias en este sentido.

El tema de la organización del personal, trae a consideración otro campo débil en materia de medición. Se refiere al impacto que tiene el cuidado profesional en la prevención de infecciones y complicaciones, en la disminución de días estancia y en la disminución de los costos hospitalarios.(13) Este asunto que cruza la gestión del cuidado y de personal debe empezar a evidenciarse a través de los procesos de medición cotidianos, y validarse, mediante procesos de medición más elaborados de carácter investigativo.

El impacto de la intervención enfermera en los resultados de salud está por desarrollar.(14)

La medición que desarrolla Enfermería en función de los servicios de apoyo está centrada en la oportunidad del servicio, aspecto de gran importancia en cuanto a calidad se refiere; sin embargo, su inclusión se pone a discusión por cuanto se considera que cada servicio debe medir lo propio. Enfermería no debe desgastarse midiendo indicadores que no le competen, sino enfocar todos sus esfuerzos a medir y valorar el proceso de cuidado que imparte y coordina.

En el campo de la medición de la gestión estratégica se observa carencia de indicadores que permitan monitorear el plan a medida que avanza su ejecución o verificar su grado de cumplimiento al final del mismo. Este hecho indica que Enfermería debe fortalecer los procesos de planeación, direccionamiento, proyección; a su vez, los procesos de seguimiento y evaluación del plan.

Los resultados relacionados con indicadores admiten una discusión complementaria. Un buen número de ellos son indicadores institucionales que inciden en la gestión de Enfermería, mas no representan los resultados de su propia gestión; el porcentaje ocupacional es uno de ellos. Otro tanto, son indicadores globales cuyos resultados están determinados por la acción de diferentes personas que participan en el proceso integral de atención. Las infecciones, la satisfacción del usuario, las glosas, son eventos medidos de esta forma. En este caso Enfermería debe diferenciar el indicador y ver qué parte le corresponde. Igualmente, se encuentra un grupo minoritario de indicadores propios de Enfermería, centrados en el cuidado, los cuales deben fortalecerse para poder mejorar la calidad e impacto de su práctica profesional.

La relación anterior de indicadores permite pensar que en Enfermería el componente de autogestión es débil. Las personas consultadas señalaron que el proceso de medición ha sido mixto, las mediciones se han generado por iniciativa propia y por iniciativa institucional. No obstante, el análisis global de los resultados muestra que este proceso, en gran medida, ha estado direccionado y dinamizado por el sistema institucional de garantía de la calidad. Se cree que la institución se ha visto obligada a medir por las exigencias legales que tienen que ver con habilitación y acreditación y Enfermería por exigencia de la institución, no por su propia intención de autoregulación.

Los resultados relacionados con el procedimiento de medición muestran un panorama general positivo en las instituciones. Los siguientes hechos dan cuenta de ello: se realiza el procedimiento con regularidad en cuanto a frecuencia se refiere, se observa una tendencia a la sistematización en el procesamiento de los datos, los resultados se comunican a las personas involucradas en los procesos a través de diferentes medios y además se analizan con ellas. Estos planteamientos permiten señalar que, en las instituciones estudiadas, Enfermería tiene claridad en cuanto al procedimiento de la medición y éste se desarrolla de acuerdo con lo establecido.

De otro lado, análisis complementarios de la información cuantitativa y cualitativa permite decir que existen algunos puntos del proceso y del procedimiento de la medición que presentan debilidades, las cuales deben intervenirse para lograr que todo el ciclo fluya adecuadamente y dé los resultados esperados en términos de mejoramiento.

En primera instancia, se visualizan debilidades en lo que tiene que ver con el prerrequisito de tener procesos de Enfermería definidos y estandarizados para poder operar el ciclo de la medición. Se observa crecimiento en las instituciones en este sentido a nivel general pero no en ámbitos específicos como el de la gestión que realiza el profesional de Enfermería y especialmente, el de la gestión del cuidado. Investigaciones previas, han mostrado que falta en este sentido. Por ejemplo, el estudio realizado recientemente por Ángel y colaboradores (2005) con el objetivo de caracterizar el cuidado profesional en una institución de tercer nivel de atención, mostró un indicador bajo de sistematización del cuidado, lo cual indica que falta definir y organizar el cuidado que se imparte y coordina con un enfoque de proceso.(15)

Un segundo punto se refiere al sistema de información institucional que opera sobre bases de datos integradas y tiene como fin apoyar todo proceso de medición. En la actualidad las instituciones de salud están haciendo grandes esfuerzos en materia de sistematización y en sistemas de información, sin embargo, falta que Enfermería tenga allí un espacio propio y lo utilice en provecho de su gestión.

Las actividades que hacen parte del procedimiento de medición, entre ellas, la captación, el procesamiento, la comunicación, el análisis y el planteamiento de acciones de mejora, deben ser analizadas en cada contexto con fines de mejoramiento. Si bien los resultados institucionales muestran un panorama positivo, los expertos plantean un desarrollo desigual por lo que se hace necesario contextualizar la discusión y las recomendaciones por dar.

Mención especial merece la última etapa del procedimiento de medición orientada a la utilización de la información en la toma de decisiones centradas en el mejoramiento. Las respuestas dadas al respecto, en el ambito institucional, mostraron que la medición no siempre se traduce en acciones de mejora, lo cual debe revisarse y tener en cuenta que no es medir por medir sino medir para mejorar, de lo contrario se pierde la credibilidad en el proceso.

Para finalizar, es importante traer a discusión el tema de la cultura. Este aspecto es valorado como positivo en términos generales, lo que significa que en las instituciones consultadas, Enfermería muestra una actitud a favor de la medición. Esto es algo que debe tratar de mantenerse y fortalecerse eliminando los obstáculos personales, profesionales e institucionales identificados en cada una de estas instituciones porque de lo contrario se perdería el impulso alcanzado.

En especial, deben trabajarse los obstáculos personales que se identifican, por ejemplo, el no concebir la medición como un insumo esencial para orientar y mejorar la gestión, considerarla como una tarea más o creer que es algo que debe hacerse porque la institución así lo exige. Habrá cultura en todo sentido cuando las personan implicadas, en este caso, los profesionales de Enfermería, crean realmente en el proceso y tengan las competencias y los recursos para llevarlo a cabo adecuadamente, de lo contrario no. Las acciones por realizar habrán de empezar por esta labor de sensibilización, orientada a demostrar que el proceso sirve y permite afianzar la calidad de la práctica profesional.

Referencias Bibliográficas

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