Función Endocrina de los Adipocitos
Alfredo Jácome Roca
Generalidades de la Función Endocrina de los Adipocitos
El tejido adiposo es uno de los tejidos más abundantes y representa alrededor del 15-20% del peso corporal del hombre y del 20-25% del peso corporal en mujeres.
Debido a la baja densidad de los triglicéridos -moléculas grasas que los adipocitos guardan- y a su alto valor calórico. El tejido adiposo son muy eficientes en su principal función, almacenar energía para tiempos de ayuno, o de hibernación.
Cumple el tejido graso también una función aislante, que impide la pérdida del calor generado por las combustiones internas, protegiendo de la hipotermia.
En los últimos años se ha destacado su función endocrina y metabólica. Por la producción de una serie de hormonas -que actúan de manera endocrina, paracrina y autocrina- y que en conjunto Se han llamado adipoquinas. Integran una red de señales que participan en la regulación de funciones en diversos tipos de células localizadas en órganos distantes. Tales como hipotálamo, hígado, páncreas y músculo esquelético.
El tejido graso es además receptor de una serie de hormonas y proteínas que inducen cambios en él.
El adipocito posee las enzimas que se requieren en la lipólisis y en la lipogénesis. Procesos metabólicos finamente modulados por acción de hormonas, citocinas y otras moléculas implicadas en la regulación del metabolismo energético. Es capaz de modificar su tamaño hasta veinte veces su diámetro y varios cientos de veces su volumen.
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Histología
El tejido adiposo es de tipo conjuntivo especializado. Predominantemente contiene adipocitos diferenciados –o maduros- que pierden la capacidad de dividirse, pero que son células de vida media muy larga y con capacidad de aumentar la cantidad de lípidos acumulados.
Además contiene adipocitos inmaduros o lipoblastos, células precursoras de adipocitos que –al contrario de la célula grasa madura- producen cantidades importantes de colágeno I y III, y a partir de los cuales pueden diferenciarse adipocitos adicionales, en caso de una ingesta calórica que supere las necesidades de energía, situación en que esta será almacenada.
De acuerdo a sus características, el tejido adiposo se clasifica en unilocular o tejido adiposo blanco o claro –más corriente en los adultos- y multilocular, o grasa parda (Figura 1).
La grasa parda –que sólo se ve en mamíferos- es el único tejido en el cual se puede demostrar fácilmente el desacoplamiento de la fosforilación oxidativa como mecanismo termogénico.
Sin embargo este mecanismo se ha observado también en pájaros y plantas, que carecen de grasa parda. Este tejido contiene una proteína llamada termogenina, en su abundante contenido de mitocondrias.
Esta proteína desacopladora de la fosforilación oxidativa, reduce la producción de ATP y aumenta la cantidad de energía que se disipa como calor.
La activación de este proceso se debe a la estimulación simpática de la lipasa sensible a hormonas presente en la grasa parda.
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