Obituario, Carlos de Vivero Amador (1929- 2017)

Académico de Número

José Lacouture-Dangond1 

Carlos de Vivero AmadorAgradezco profundamente a la honorable Academia Nacional de Medicina y a su Junta Directiva, muy especialmente a su distinguido presidente Dr. Herman Esguerra Villamizar, la honrosa designación para escribir estas sinceras palabras y rendirle así un merecido homenaje como médico, educador y académico, al Dr. Carlos de Vivero Amador. La amistad entrañable de nuestras familias se acrecienta lacerando en este momento mi alma para que, a manera de pincelaje pletórico de afecto y reconocimiento, proporcione el aliento para mostrar ante esta Academia algunos rasgos de su firme personalidad.

A Carlos de Vivero lo recordamos como un hombre sencillo, sincero y culto. Venido de las lejanas tierras de Corozal (Sucre) a Bogotá, al abrigo del estudio, el trabajo diario y presto al desarrollo de la medicina colombiana, le rendía tributo a la amistad.

Fue así como cinceló su personalidad y labró su nombre para bien de la urología colombiana al lado de sus grandes maestros: Dr. Jorge Cavelier Jiménez, Pablo Gómez Martínez, Héctor Pablo Barreto, Alfonso Latiff Conde en el Hospital de La Samaritana. Fue un hombre feliz por los éxitos alcanzados en su profesión médica.

Como amigo, testigo de sus vivencias, en sus mejores horas llena mi alma de entrañable afecto, para expresar ante ustedes las más altas consideraciones de Carlos de Vivero. Nuestro premio Nobel Gabriel García Márquez plasmó en uno de sus tantos mensajes periodísticos aquel célebre chispazo que tantos comentarios despertó «en la costa Atlántica el que es bueno es bueno y el que es malo es malo». Carlos se encontraba entre los buenos. Así lo sentíamos.

Sus padres fueron José Manuel de Vivero Olmos y Ana Amador de Vivero. Fue el cuarto hijo entre 12 hermanos: Julia, Hernando, Ana Jota, Albertina, José Manuel, Carmen, Lucy, Jairo, Mario, Cira y Orlando.

Su matrimonio con Lucía Arciniegas, dama discreta, inteligente y virtuosa discurrió con abnegación y amor a toda prueba. La vida que compartieron fue una hermosa guía y ejemplo para sus hijos y sus amigos. Su recuerdo será imborrable.

Con ella y sus hijos Clemencia, Felipe y Juan Carlos; y sus nietos Daniel, Natalia, Jerónimo y Paulina, formaron un bello cuadro familiar lleno de verdadero cariño. Sus amigos de infancia Humberto y Jaime Espinosa, Francisco Pérez y José María De Vivero se encuentran tristes hoy por su dolorosa partida.

Sus estudios los inició en el colegio de las Madres franciscanas Corazón de Jesús, Corozal (Sucre) y el bachillerato, en el Colegio San Ignacio de Medellín (Antioquia). Se formó como médico egresado de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá en abril de 1957 con la tesis de grado Alteraciones de la coagulación sanguínea en los prostáticos. (Lea también: Novedad bibliográfica, Fisiología Endocrina)

Se especializó en urología en los Hospitales San José (1953- 1956) y la Samaritana (1956- 1959). Sus mejores amigos en la Facultad de Medicina fueron los doctores Efraím Otero Ruiz, Julián Bustillo Yepes, Jaime García Moreno y Roberto Suárez Castellanos.

Se recibió como cirujano asociado en el servicio de urología del Hospital la Samaritana en 1974 y cirujano Ad-honorem en 1980. Ejerció como catedrático de urología en la Universidad Nacional y titular en la Pontificia Universidad Javeriana y en el Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario. Recibió el título de profesor emérito en el Hospital La Samaritana (1992).

Realizó varias investigaciones que terminaron en la publicación de los trabajos Contractura vesical y reflujo en T.B.C., Carcinoma primitivo de uréter, y Manejo actual del trauma uretral. Como reconocimiento a su vida y su obra se le concedió la Orden Jorge E. Cavelier en el Congreso IXL celebrado en Cartagena en el 2004.

Participó en numerosos certámenes científicos de su especialidad en el país y en el exterior en compañía de sus amigos y colegas Dr. Jorge Cavelier Gaviria, Hernando Liévano Perdomo y Adalberto Daza Nieves. Ingresó a la Academia Nacional de Medicina en 1980 con el trabajo, Colocistoplastia: análisis de 29 casos y ascendió a Miembro de Número en 1985 con Derivación Urinaria. Durante los periodos de 1990 a 1992, 1992 a 1994, 2006 a 2008 y 2008 a 2010, ejerció las funciones de tesorero de la Academia con diligencia y celos encomiables, dignos de imitar.

También fue miembro de la Sociedad Colombiana de Urología de la cual fue elegido en dos ocasiones como Vicepresidente para los periodos 1978-1980 y 1980-1982 y como presidente de 1984-1986. Formó parte de la Sociedad Internacional y de la Confederación Panamericana de Urología como directivo.

Tengo la convicción profunda que esta Academia Nacional de Medicina se siente verdaderamente reconocida, al registrar para la historia médica nacional la brillante trayectoria de Carlos de Vivero, y encuentra que sus realizaciones la enaltecen y honran a la patria colombiana.

Perteneciente a esa generación del medio siglo que con su estudio, dedicación y coraje, permitió el salto adelante para situar a la urología colombiana entre sus pares a nivel continental, su ejemplo como educador eximio lo hacen merecedor al bronce y al recuerdo entre todos nosotros y constituye un ejemplo a seguir para las generaciones médicas presentes y futuras.

En esta hora aciaga de nuestra historia, cuando todo parece oscuro, cuando los principios se encuentran controvertidos, solo se rinde venia y memoria a la algarabía populachera y se desconoce ese trabajo silencioso, tan ejemplar como el del Dr. Carlos de Vivero Amador y el de tantos otros nombres similares a él, debemos elevar nuestra voz de aliento para enaltecer a los estudiosos que verdaderamente merecen nuestro reconocimiento y amor que solo la patria puede estimular para ser grande entre sus hijos.

Dios guarde su memoria por siempre.


1 Miembro de Número, Academia Nacional de Medicina de Colombia.

Anterior Siguiente

CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *