Artículo de Revisión: Basura Electrónica
Cuando el Progreso Enferma al Futuro
Hernán Urbina Joiro1
Es una sombría paradoja que los aparatos que surgieron para apuntalar el futuro hayan empezado a enfermar al futuro mismo: madres embarazadas, niños y jóvenes en regiones vulnerables, como son la mayoría de regiones en el mundo.
Introducción
Basura electrónica es todo desecho de un dispositivo diseñado para funcionar con energía eléctrica de redes públicas, baterías u otros campos electromagnéticos. También se conoce como Residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE)o Waste Electrical (e-Waste) (1). Los aparatos electrónicos funcionales, en estado íntegro, no son basura electrónica ni fuentes activas de residuos peligrosos, que en ese estado de funcionabilidad están convenientemente empaquetados y en estado no dispersivo. Habría que destrozar e incinerar estos aparatos funcionales, tal como se hace en el reciclaje primitivo, para que sean liberados esos residuos peligrosos que en ese estado de funcionabilidad están convenientementes empaquetados y en estado no dispersivo. Había que destrozar e incinerar estos aparatos funcionales, tal como se hace en el reciclaje primitivo, para que sean liberados esos residuos peligrosos.
¿Qué son los residuos peligrosos -la gran amenaza que encarna la basura electrónica-? El Convenio de Basilea (2) establece que son residuos peligrosos entre otros, los desechos que contengan retardantes de llama policlorados y polibromados; metales pesados como el cromo hexavalente, cadmio, plomo, mercurio, o cobre, también tóxicos derivados de la incineración como los dibenzofuranos y dibenzoparadioxinas –todos típicos de la basura electrónica – e incluso señala como residuo peligroso a la basura con montajes eléctricos y electrónicos –incluidos los cables eléctricos. De modo que toda basura electrónica contiene y genera residuos peligrosos y debe manejarse toda como tal: como basura peligrosa. Por ello la Directiva vigente de la Unión Europea sobre residuos eléctricos y electrónicos (3) exige que todos los aparatos eléctricos y electrónicos lleven un símbolo que impida que vayan al cesto de la basura (figura 1).
Advierte la Directiva Europea que en los residuos electrónicos seguirán presentes durante muchos años, sustancias peligrosas como el mercurio, el cadmio, el plomo, el cromo hexavalente y los policlorobifenilos (PCB), que la recogida separada de estos residuos es condición previa para asegurar el tratamiento y reciclado específicos para alcanzar el nivel deseado de protección de la salud humana y del medio ambiente, que debe informarse a los usuarios sobre cómo deshacerse responsablemente de sus aparatos electrónicos y sobre los efectos potenciales sobre el medio ambiente y la salud humana como consecuencia de la presencia de sustancias peligrosas en los aparatos eléctricos y electrónicos (4).
Sin embargo, los residuos peligrosos son susceptibles de reciclar y de comercializar. Hasta un 90% de los componentes de los aparatos eléctricos y electrónicos son reciclables y comercializables (5). Tal como lo acaba de expresar la Organización Mundial de la Salud, en su Declaración de Ginebra de 2013 (6), razones comerciales o políticas –o temores infundados– no deben imponerse sobre las acciones que debemos desplegar para defendernos de la basura electrónica, y hay que agregar: que la basura electrónica reciclada debidamente puede convertirse en buena fuente de recursos económicos y no ser el problema global que hoy representa.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) estimó en 2010 que la basura electrónica crecía a un ritmo de 40 millones de toneladas al año, que la cantidad anual crecía 3 veces más rápido que el resto de desechos sólidos y que apenas se reciclaba entre un 5 al 10% (7). La iniciativa de la Universidad de Naciones Unidas para resolver el problema de la basura electrónica –StEP E-waste– proyecta que en el año de 2017 se generarán alrededor de 65 millones de toneladas de basura electrónica en el mundo (8). En los países en desarrollo no hay estudios satisfactorios sobre la dinámica y el impacto de la basura electrónica. Los Laboratorios Federales Suizos para Pruebas de Materiales e Investigación (EMPA) proyectaron en el año 2008 que en Colombia habría una acumulación de cerca de 140.000 toneladas de basura electrónica para 2013 (9). Más recientemente se difundió una proyección encargada por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) que estima un aumento de esa acumulación a un millón de toneladas en 2018 (10).
En el crecimiento temible de la basura electrónica no sólo ha incidido el aumento de la producción y el mercadeo mundial de aparatos electrónicos (11), sino también el acortamiento de la vida media útil de estos aparatos (12), el hecho de que para la población resulte más barato sustituir que reparar un aparato (13), pero también ha incidido a falta de alternativas para la destinación de los dispositivos electrónicos inservibles (14), cuestión que hasta estimula la exportación de la basura electrónica a países subdesarrollados, pese a las prohibiciones (15-16) como lo denuncian estudios que estiman que entre el 50% y el 80% de los desechos electrónicos de EEUU, Japón y la Unión Europea se transporta a vertederos localizados en China, India, Nigeria, Pakistán y Gahna (17). Hoy se considera a la ciudad china de Guiyu, de unos 150.000 habitantes en estos días, como el mayor basurero electrónico del mundo, en donde cerca del 95% de sus habitantes trabaja en el reciclaje primitivo de la basura electrónica (18).
Otro fenómeno preocupante lo ha señalado Naciones Unidas: la alta acumulación de basura electrónica en los hogares, que en algunas regiones puede llegar a corresponder hasta el 80% del total de estos residuos (19). Para agravar el estado de cosas, la basura electrónica además puede llegar como aparatos recertificados o productos de segunda mano de muy corta vida (20) y el control en países en desarrollo es más difícil por la entrada de productos electrónicos de contrabando y la comercialización de aparatos copiados o «clones». Pero el factor más ominoso es que, fuera de ser la basura que más crece y que crecerá en el mundo, la basura electrónica se intenta reciclar en casi todo el planeta por métodos primitivos (21), lo que agrava su poder contaminante por una mezcla de más de mil residuos peligrosos que amenazan especialmente a mujeres embarazadas, niños, recicladores de todas las edades y población cercana a los vertederos y sitios de reciclaje informal (22). En esta mezcla tóxica se cuentan no sólo metales pesados como mercurio, níquel, cadmio, cromo o plomo, sino además diversos metaloides, centenares de retardantes de llama polibromados y policlorados, dioxinas y carbohidratos poliaromáticos que se liberan con la incineración, ésteres de ácido ftálico utilizados en la plastificación de los aparatos (23-24) entre otros residuos peligrosos no biodegradables y de larga vida media (25). Ya se sabe que muchos de estos residuos peligrosos pueden contaminar lugares distantes, a decenas de kilómetros del depósito original, por transporte atmosférico y bioacumulación (26).
Otro agravante del problema es la poca o nula información que tienen el público y las personas que manipulan basura electrónica. En julio de 2013 la ONU publicó la primera gran encuesta entre recicladores de basura electrónica y se apreció que, de momento, los computadores y los televisores son los principales componentes de la basura electrónica, son desmontados a mano y quemados para separar el plástico del metal y que el resto es arrojado al medioambiente con otros residuos;; la mayoría de los recicladores encuestados no es consciente del impacto negativo de la basura electrónica en el ambiente o la salud de los seres humanos (27). La Fundación Humanidad ahora entrevistó en julio de 2014 a tres recicladores primitivos de basura electrónica en Cartagena de Indias, que dejaron claro que desconocían el poder contaminante que tiene la basura electrónica. «Nadie me ha dicho que esto es peligroso», fue la frase original expresada por uno de ellos y parafraseada por el resto de los entrevistados. Los tres se mostraron muy inquietos tras conocer la capacidad tóxica de la basura electrónica (28).
Otro aspecto aciago lo constituye el tráfico ilegal y el pillaje de basura electrónica para alimentar subterráneamente a las industrias. El periodista español Antonio Cerrillo ha denunciado que transportistas y recogedores clandestinos desvían residuos electrónicos del circuito oficial, que hacen acopio de ellos, los desguazan y venden por su cuenta, que los asaltos a los puntos limpios de acopio de basura electrónica son continuos, que incluso los robos nocturnos han obligado a recurrir a la protección con guardas (29). La Revista Humanidad Ahora publicó en su primer número una denuncia de presunto tráfico de basura electrónica en Cartagena de Indias.
¿Por qué el tráfico ilegal y el crimen están asociados a la basura electrónica? La respuesta es: porque el comercio ilegal de basura electrónica es un enorme negocio. De acuerdo al sitio en internet especializado en reciclado, Recycler´s World, en 2005 los circuitos impresos valían US$1.080 por tonelada, los circuitos impresos seleccionados se cotizaban en US$26.832 por tonelada y las tarjetas inteligentes de móviles o SIM Card se vendían a US$33.000 por tonelada. Por otra parte, Business Communications Company calculó que en 2009 el mercado mundial de residuos electrónicos era de 11.000 millones dólares.
1 MD. Reumatólogo. Miembro de Número de la Academia de Medicina de Cartagena y de la Academia Nacional de Medicina.
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