Historia y Modernización de la Medicina

Bogotá. A mediados del siglo XIX el país experimentó grandes cambios. La educación universitaria se resintió de manera particular con la ley de libertad de enseñanza de 1850, dictada por los revolucionarios radicales que impulsaron las “transformaciones del medio siglo”, inspirados en las revoluciones democráticas europeas de 1848 y por el ideario de los románticos franceses. Según Néstor Miranda Canal, en un artículo sobre el paso de la influencia francesa a la norteamericana, se estableció el libre ejercicio de todas las profesiones, sin requisito de título universitario, con excepción de la farmacia. (Revista Credencial Historia, Edición 29, Mayo de 1992). El caos no se hizo esperar: la Universidad Central se fue diluyendo lentamente. Muchos jóvenes viajaron a Francia a iniciar o repetir sus estudios médicos, especialmente en París, “el cerebro del mundo”, como lo llamó en 1884 Pedro María Ibáñez, primer historiador de la medicina colombiana. Ya en 1850 la clínica francesa o medicina hospitalaria de mentalidad anatomo-clínica se consolida en los dos pilares que la definen: semiología (observación, interrogatorio, percusión, auscultación, algunos métodos endoscópicos, etc.) y anatomía patológica (lesiones en los órganos características de las distintas especies morbosas). Esta medicina concibe la enfermedad como la alteración en la forma y en la estructura de un órgano (Morgagni), un tejido (Bichat) o una célula (Virchow). Se gesta en los hospitales franceses reformados por la Revolución, en particular en París (“la capital mundial del cadáver”) y puso a los médicos a nombrar en francés los síntomas, los signos, las lesiones internas y, en general, las enfermedades.

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