Esófago de Barrett

Bogotá. Desde que se estableció la endoscopia digestiva como un método costo-efectivo para el diagnóstico y seguimiento de las enfermedades del tracto gastro-intestinal, la mención del Esófago de Barrett (EB) se ha vuelto frecuente entre médicos y pacientes. Se trata de cambios histológicos metaplásicos (reemplazo del epitelio escamoso normal del esófago por epitelio columnar metaplásico más resistente al ácido), usualmente ocasionados por un reflujo gastroesofágico crónico (entre el 4 y el 10% de estos pacientes lo presentan) y se debe probablemente a un proceso de lesión/ regeneración mantenido. La edad de presentación es muy variable, situándose la media sobre los 55 años, con dos picos, uno en la adolescencia y otro entre los 40 y 80 años. El predominio es masculino en la proporción de 4:1. Un paciente puede presentar uno o más aspectos histológicos con distribución en mosaico o por zonas, siendo el patrón más frecuente el de un epitelio cilíndrico caracterizado por células caliciformes intercaladas entre las células columnares. Menos frecuentemente se encuentran células de tipo cardias que se asemejan a las del cardias gástrico normal, con glándulas mucosas o a las del epitelio fúndico con células parietales y basales, que se encuentran solamente en los tres centímetros distales del EB.

Endoscópicamente, el epitelio columnar es rojizo, como el de la mucosa gástrica, mientras que el epitelio escamoso es de color rosa pálido. La transparencia epitelial es notable y se pueden observar habitualmente la red vascular de este aspecto esofágico. También es característica la ausencia de pliegues en la porción esofágica cubierta de epitelio columnar.

La importancia diagnóstica del EB estriba en su carácter premaligno. Se estima que el riesgo de desarrollar un cáncer de esófago es cincuenta veces superior en estos pacientes. Este proceso se establece a través de la secuencia metaplasia -> displasia -> neoplasia. Por este motivo es fundamental realizar un seguimiento periódico de estos enfermos, para establecer su riesgo individual en cada momento. El riesgo de adenocarcinoma en pacientes con EB es desconocido; parece ser de 0,2 a 2,1% por año para un paciente sin displasia, lo cual es 30-125 veces la de la población general. El EB casi invariablemente precede al desarrollo de adenocarcinoma esofágico y es histológicamente análogo a la metaplasia intestinal del estómago y con frecuencia expresa sulfomucinas. El tratamiento del EB sin displasia o con displasia de bajo grado es el del reflujo gastroesofágico grave; es decir, inhibidores de la bomba de protones. Cuando se ha confirmado la presencia de displasia de alto grado, el tratamiento ha de ser la resección esofágica. De hecho, hasta en la mitad de los pacientes se encuentra un carcinoma cuando se realiza la esofagectomía. En todos los pacientes se debe hacer seguimiento evolutivo con endoscopias periódicas cada 12 meses si hay displasia de bajo grado y cada 24 meses si no hay displasia.

La prevalencia del EB en los pacientes sometidos a endoscopia por cualquier indicación clínica -no solamente reflujo- es del 0,3 a 2%. El promedio de edad de diagnóstico es de cincuenta y cinco años. Los síntomas son los mismos que los del reflujo gastroesofágico: pirosis, acidez, regurgitación, epigastralgia. La cirugía antirreflujo logra beneficios porque restaura la función del esfínter esofágico inferior, inhibe el reflujo de contenido gástrico y duodenal al esófago, mejora el peristaltismo esofágico en los pacientes con hipomotilidad del cuerpo esofágico, mejora el aclaramiento esofágico al prevenir la exposición prolongada de la mucosa esofágica al contenido gastroduodenal y mejora también el vaciamiento gástrico.

Melguizo M. Esófago de Barrett y su manejo. Rev Col Cir 20 (4) 2005.

CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *