Desnutrición Infantil

Bogotá. El 26 de abril, en cumplimiento de la Ley 724 de 2001, se celebró en Colombia el Día de la Niñez y la Recreación. Es una oportunidad propicia para llamar la atención sobre la deprimente situación que afronta la niñez en Colombia en estos precisos momentos. Aunque la Constitución reza que “los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás”, la realidad es otra y no puede ser más desoladora. Recientemente se realizó la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia y las cifras que arrojó sobre la suerte que está corriendo la niñez son sobrecogedoras. El 12% de los niños colombianos menores de cinco años, el 12.6% entre cinco y nueve años y el 16% de aquellos que tienen entre diez y diecisiete años de edad, sufren problemas de desnutrición. En muy buena medida ello obedece a los bajos ingresos familiares. Lo más grave no es la baja estatura a la que están siendo condenados irremisiblemente, sino que ello lo que denota es que todo su cuerpo ha crecido por debajo de su potencial, incluido el cerebro. Como lo afirma Ángel Facundo, director de la Asociación Colombiana de Comedores Escolares, “Esto pone a ese niño en desventaja frente a otros de su país, pero también frente a los de otros países”. Como si lo anterior fuera poco, el 33% de los niños entre uno y cuatro años de edad sufren de anemia y en el caso de aquellos cuya edad oscila entre cinco y doce años llega a niveles tan alarmantes como el 37%. Más de la mitad de los menores de dieciocho años son anémicos. Ello es tanto más preocupante, puesto que en dicha edad están en pleno proceso de aprendizaje y tales deficiencias afectan enormemente su atención, concentración y asimilación de los conocimientos. Los niños no escapan a la tragedia humanitaria que representa el desplazamiento en Colombia, el segundo en importancia en el mundo después de Sudán y el primero en Occidente según las Naciones Unidas; de acuerdo con las cifras que maneja UNICEF – CODHES, entre 1985 y 2002, un millón setecientos cincuenta mil niños sufrieron los rigores del desplazamiento forzado en Colombia. En un país así, con tan marcados como trágicos contrastes, resulta inaudito que los recursos que debieran invertirse en la mitigación de tan aberrantes dolamas, se distraigan por parte del gobierno para financiar su déficit. Como lo denunció recientemente el Contralor General, seiscientos ochenta mil millones del presupuesto del ICBF, que representan el permanecen invertidos en TES; ¡tal injusticia clama al cielo y no tiene perdón! Este hecho tan deplorable, no lo alcanzó a opacar la rueda de prensa que a renglón seguido convocó la directora del ICBF, esta vez no para controvertir la cifra, sino para denunciar la cartera morosa de la institución a su cargo por valor de ciento ochenta mil millones correspondientes al aporte parafiscal del 3% del 2005 a que están obligados los patrones, de los cuales. En este país, en el que, según la UNICEF, de cada dos niños que nacen uno es no deseado, cada año doscientos mil adolescentes son madres, la mayoría de ellas solteras y cabezas de familia, al tiempo que setecientos cincuenta mil niños abandonan la educación básica cada año, eso representa el 7% nacional en el área urbana y el 13% en el área rural. Es fundamental asegurarle a la niñez tanto el acceso como la permanencia en el sistema educativo; la Ley General de Educación consagró tres grados de educación preescolar, pero, tal y como sucedía con las Cédulas reales durante la Colonia, se obedece pero no se cumple. Ello conspira contra las posibilidades de contener los altos niveles de deserción posterior, la repitencia, en suma en la calidad de la educación que se les imparte a los niños colombianos.

Como lo afirmó el diario de la familia Santos “La situación de la infancia en Colombia da grima”, pues a la dramática situación que hemos expuesto descarnadamente, se le viene a sumar el maltrato, el abuso de que son objeto por cuenta de la depravación de los mayores. Colombia se ha convertido en un polo de atracción del turismo sexual, fomentando la prostitución infantil, la pornografía infantil y la pedofilia; los vejámenes y el ultraje de que son objeto los niños en Colombia constituyen una verdadera y conmovedora afrenta. Según la UNICEF 35 mil menores de dieciocho años son explotados de esta forma en Colombia. Estas cifras son escalofriantes: en el año 2004 hubo denuncias por veinticinco mil casos de explotación sexual y dieciocho mil por abuso sexual y en el 2005, se registraron ciento ochenta y cuatro suicidios de menores. Y para rematar, en Colombia se carece de un buen registro de la niñez, toda vez que de un millón de niños que nacen anualmente en Colombia, ciento cincuenta mil de ellos no tienen partida de nacimiento durante el primer año de vida y por lo tanto no cuentan para nada, privándolos de un derecho básico e inalienable: su reconocimiento como ciudadanos. Ello implica, además, que están por fuera de atención y protección del Estado, totalmente desamparados; ello torna nugatorias normas tales como el precepto constitucional que establece que “Todo niño menor de un año que no esté cubierto por algún tipo de protección o de seguridad social, tendrá derecho a recibir atención gratuita en todas las instituciones de salud que reciben aportes del Estado”.

Amylkar Acosta Presidente Sociedad Colombiana de Economistas Apartes de un escrito en www.amylkaracosta.com

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