Derecho a Morir Dignamente

Bogotá. “Para lograr morir bien, con nuestra dignidad preservada, con decisiones propias sobre el curso del final de la vida y con la paz interior es indispensable haber tenido el valor de permitirnos una aproximación previa al tema”, dice Isa de Jaramillo sicóloga especialista en tanatología y editora del libro Morir bien (Editorial Planeta) que acaba de llegar a las librerías. Sí, aunque el tema sea sobrecogedor, impactante y genera rechazo tampoco se puede ignorar. De vez en cuando, vale la pena pensar en ella, sin las presiones de una enfermedad grave de por medio, ni con la emotividad de los momentos trascendentales, ni con la pasión de los sentimientos alborotados, y sobre todo, estando en sano juicio y en pleno uso de las facultades mentales. “Decidir sobre la muerte es adueñarse de ella, al igual que decidir sobre la vida es hacerse activamente responsable de sí mismo”, dice el libro. Dice Isa de Jaramillo que “nos preparamos para muchos eventos, también hay que prepararse para la muerte. Hay que mirar el final de la vida, aunque produzca temor por lo desconocido”.

Según la Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente morir bien “es la muerte oportuna sin dolor o con el menor dolor posible, con información adecuada, que ocurre preferiblemente en el ambiente familiar del paciente en circunstancias que respetan sus deseos y preservan su dignidad.” Partiendo de la base que esa muerte se producirá por una enfermedad o deterioro irreparable del organismo ante el desgaste de los años, hay que preguntarse qué tipo de calidad de vida se quiere tener en un momento final. Hay que proyectarse un poco en el futuro para determinar qué cosas está dispuesto a padecer y cuáles no (dolor, incapacidades, depender de aparatos, depender de terceros). Dónde quisiera estar (casa u hospital). A qué cuidados o tratamientos extremos accedería a someterse. Quiénes quisieran que lo rodearan o cuidaran. Una vez ha muerto, cómo le gustaría que fuera sus exequias (si quiere que lo entierren o lo cremen, que haya música o no, flores o no, etc.). También se puede determinar si, en el momento de un diagnóstico, quiere saber o no lo que tiene. Qué tantos detalles quiere conocer a cerca de la enfermedad, en qué momento y quién se lo informe (el médico, un familiar, un religioso). Si conoce el diagnóstico, se puede anticipar el posible final: qué tipo de incapacidades generará (no poder trabajar, caminar, respirar, tener que depender de un tercero, etc.) y así pensar en las posibles soluciones o necesidades.

Una vez al tanto, hay que tratar de prever las complicaciones y cómo manejarlas (quiere oxígeno para evitar los ahogos, inyecciones contra el dolor, hospitalizaciones, estar en cuidados intensivos, que tratamientos y cuáles). Tiene todo el derecho a informarse y una vez enterado, aceptar o rechazar el tratamiento, decisiones que deben ser respetadas por el médico y sus familiares. También hay que pensar en los momentos de crisis, si quiere ser reanimado, suspender o abstenerse de iniciar medidas de soporte artificial, realizar nuevas cirugías, etc. Una vez piense en esto y decida qué hacer, lo más importante es comunicarlo a la familia con claridad y precisión. “Sino no quiere que decidan por usted sea explícito y déjelo por escrito. Que su esposa, hijos, padres, hermanos conozcan esos deseos, tengan una copia de ese documento, lo mismo que su médico. También puede hacer que se incorpore a su historia clínica”, recomienda Ana María De Brigard, abogada especialista en derecho médico. Además, porque en un momento dado, la única voz que debe predominar sobre las demás, médico, familiares, hijos, prima neuróloga, es la voz del paciente, concluye Isa de Jaramillo.

Hace 27 años se creó en Colombia la Fundación Derecho a Morir Dignamente con la idea de difundir la idea y la conciencia del derecho que tiene todo paciente a participar en cada una de las decisiones que deben tomarse durante el tratamiento de una enfermedad terminal, con el objeto de evitar la prolongación inútil de la vida y el sufrimiento innecesario. También creó el documento ‘Esta es mi voluntad’ en el que una persona puede dejar por escrito sus deseos sobre atención que desea recibir en caso de enfermedad crítica o terminal, eliminando así la responsabilidad decisoria que pueden tener tanto familiares como los médicos. Ya 22.000 personas en todo el país han firmado este documento, que reza “que no se utilicen tratamientos, medicamentos o medidas extremas que tengan por objeto prolongar sin razón e inútilmente mi vida o mantenerla por medios artificiales, lo cual no excluye que se me suministren los cuidados necesarios para aliviar mi sufrimiento. Como medidas extremas, y a título de ejemplo, entiendo las siguientes: resucitación cardiopulmonar, respiración mecánica o artificial, medidas invasivas de nutrición, diálisis renal…” Tiene una adicional, en la que se manifiesta que en caso de “accidente vascular cerebral, hemorragia, derrame, oclusión vascular, infarto a consecuencia de la cual quede con limitaciones físicas o mentales que me hagan dependiente de otras personas, no deseo ser resucitado, reanimado, ni apoyado artificialmente, porque prefiero morir que estar en tales condiciones”. Estos textos pueden ser un punto de partida para dejar ese testamento vital, de cómo quiere ser tratado en momentos de una enfermedad grave. Tenga en cuenta que el paciente es el único dueño de las decisiones sobre su salud. Dos sicólogas, dos médicos, una abogada y un sacerdote escriben desde sus especialidades sobre la forma de prepararse para asumir el momento de la muerte, ya sea la propia o la de un ser querido en el libro ‘Morir bien, un compromiso personal’, de editorial Planeta.

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VER 1 comentario

  1. Daniel Medina dice:

    ola soy Daniel tengo 29 años sufro de artritis de formativa juvenil y en suficiencia renal crónica toda mi vida e estado enfermo desde niño asta la edad actual mi comentario es que me gustaria poder ser inducido en coma y que no me sometieran amas dialisis gracias.