Comportamiento Sexual en Estudiantes

Cali. Hace poco tuvo repercusión en los medios una afirmación de PROFAMILIA (Asociación Pro-Bienestar de la Familia Colombiana) que decía que los programas de educación sexual habían sido un fracaso en el país. Uno de los puntos más destacados fue el bajo control del embarazo adolescente, que además de ser de alto riesgo, conlleva una posibilidad mayor de aborto provocado, problemas psicológicos, económicos (con perpetuación en el ciclo de la pobreza) y de rechazo familiar.

En el país vienen realizándose varios estudios que abordan la problemática sexual, no sólo como un factor que puede ser destructivo del tejido social -si se usa irresponsablemente, o si está permeado por el hacinamiento, el alcohol o la droga- sino porque se constituye en un marcador sobre la diseminación de las enfermedades de transmisión sexual, e indicador del uso y clase de anticonceptivos, la autoestima y el conocimiento de la sexualidad humana, el consumo de licor, drogas y la percepción de masculinidad o de sentimientos de maternidad.

Esto último –quien lo creyera- es factor muy importante en el embarazo adolescente, ya que muchas púberes se sienten importantes al tener un bebé, adquiriendo un sentido de ganancia social, y no perpetuación de pobreza e interrupción del proceso de escolarización.

Un grupo de investigadores de la Universidad del Valle –encabezados por Fernando Urrea Giraldo- publicaron un estudio que apareció en la revista brasileña Cadernos de Saùde Publica. Tuvo como objetivo el hacer una evaluación cualitativa de los comportamientos o prácticas sexuales, y la incidencia de los programas de salud sexual y reproductiva en los usuarios adolescentes y post-adolescentes escolarizados de la ciudad de Cali, Colombia; se llevaron a cabo dos muestras por cuotas, una en colegios de sectores populares de la ciudad y otra en la Universidad del Valle. Además, se realizó un número limitado de doce entrevistas abiertas en dos grupos de población estudiantil diferentes, colegios y universidad.

El estudio aborda los comportamientos sexuales de adolescentes y post-adolescentes, los métodos anticonceptivos y prevención de ETS y VIH/SIDA, y los usos de los programas de salud sexual y reproductiva que ambas poblaciones hacen, controlando los factores de clase social (estrato socioeconómico), género y raza. Dos programas de salud sexual y reproductiva se tomaron de referencia: el de PROFAMILIA y el programa de salud sexual y reproductiva del Servicio Médico Universitario.

Los resultados muestran cómo los comportamientos y las respuestas a los programas de salud sexual y reproductiva están mediados por las múltiples categorías sociológicas que orientan el análisis, como el género, el estrato socioeconómico de residencia del hogar del joven en cuanto proxy de clase social, el color de piel (dimensión racial) y el ciclo de vida (adolescente y post-adolescente).

Se pudo observar también la incidencia desigual que tienen diversos programas institucionales de salud sexual y reproductiva en las poblaciones juveniles de adolescentes y post-adolescentes en la capital del Valle del Cauca. Comparado este estudio con otros realizados en el país reveló una edad de iniciación sexual más temprana en Cali que en Bogotá, quizá debido a una formación escolar algo mejor en el altiplano, y tal vez en relación con aquel paradigma de que hay mayor sensualidad en los climas calientes, que llevan al uso de ropas más ligeras, más tendencia a bailes que estimulan el erotismo, ferias y fiestas, etc.

Un hallazgo registrado en las entrevistas en profundidad sobre el comportamiento sexual masculino a nivel de representación estereotipada, es que él está atravesado –como decíamos- por el color de piel, aunque esto se pudo observar mejor en la universidad.

La edad de iniciación sexual es más temprana en los hombres negros (con un estereotipo de hiper-masculinidad) y menos en las mujeres negras, posiblemente a nivel de estigma, y el de privilegiar ellas el proyecto escolar sobre el ejercicio libre de la sexualidad. La iniciación sexual tendió a ser más temprana en colegios que en los universitarios, y mayor en los estratos más bajos.

En esto tienen que ver los siguientes factores: núcleo familiar más sólido, mayor control de los padres sobre la sexualidad de los hijos, mayor conocimiento de la problemática sexual (en donde se mira más la anticoncepción –uso de anticonceptivos orales- y menos la transmisión de enfermedades infecciosas (poco uso del condón), basándose en una relación con un solo compañero sexual o novio. Hace poco comentaba el ginecólogo Fernando Sánchez Torres en su habitual columna del diario capitalino El Tiempo, que –en relación con el fracaso de la educación sexual en Colombia- quizá estábamos en mora de enfatizar programas que fortalezcan el núcleo familiar y la importancia de la abstinencia, algo que en los Estados Unidos ha sido estimulado a nivel presidencial y de líderes educativos.

Hace más de medio siglo eso era de la mayor importancia, sobre todo en clases medias y altas, donde había mayor presión en la familia y un gran temor de estigmatización social en los jóvenes, quienes podían también verse abocados a un matrimonio prematuro (a veces bajo el padrinazgo de los señores Smith & Wesson, famosa marca de un revólver). Ver Comportamientos estudiantiles y VIH y también, Programas de abstinencia sexual. Es importante observar que aunque en Cali, la edad de maduración sexual (aparición de caracteres secundarios) es algo menor que en otros países del tercer mundo, es unos seis meses más tardía en estratos bajos que en los medios y altos (Edad sexual en escolares)

Urrea-Giraldo F, Congolino ML, Herrera HD, Reyes JI, Botero WF. Comportamientos sexuales e incidencia de los programas de salud sexual y reproductiva en estudiantes de secundaria de sectores populares y de la universidad pública en la ciudad de Cali, Colombia. Cad Saude Publica. 2006 Jan;22(1):209-15

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