Cirujanos en Peligro

Bogotá. Hasta ahora –que sepamos- el único riesgo de explosión en un quirófano radica en los gases anestésicos. Pero la Revista Acta de Otorrinolaringología & Cirugía de Cabeza y Cuello hace poco (2003. 31, Número 2) publicó un caso insólito: la remoción de una granada sin explotar, incrustada en la cara de un soldado herido. Jorge Espinosa, Camilo Fonnegra y Julio Cardona –del Hospital Militar Central- cuentan la historia de un soldado de diecinueve años que en una región central de Colombia sufrió una herida en la cara por granada de 40 mm, disparada por lanzagranadas de ametralladora M – 60, quedando el proyectil alojado en el macizo facial. Después de medidas de estabilización urgente, fue llevado al centro asistencial con un sangrado activo pero hemo-dinámicamente estable. Con la asesoría de los expertos anti-explosivos, se procedió a la extracción de la granada; para disminuir el riesgo de explosión, se decidió evitar la manipulación con instrumentos metálicos tipo pinza y no usar en el acto quirúrgico motores neumáticos, piezas de mano, martillos o cinceles.

Con el fin de disminuir el riesgo y de limitar el número de personas que participaron en el procedimiento, éste se realizó en un edificio -separado de la construcción principal- donde funcionaba la sala de procedimientos de dermatología. Los cirujanos usaron trajes anti–explosivos con blindaje de Kevlar® y se organizaron tres equipos. Uno conformado por dos cirujanos que realizaron la traqueostomía bajo anestesia local y con el paciente en decúbito lateral derecho (única posición que permitía la ventilación del paciente) y abandonaron de inmediato la sala de cirugía (¡Uff!). Luego entró el grupo de anestesiología quienes sedaron al paciente con anestesia inhalatoria y endovenosa y lo acomodaron en decúbito dorsal. Finalmente el grupo de trauma facial realizó la extracción de la granada de forma manual, a través de la boca pues la relajación de los tejidos y las múltiples fracturas no oponen mayor resistencia y se entregó el artefacto a un oficial anti–explosivos para su adecuado manejo. Inmediatamente se traslada al paciente a las salas de cirugía para continuar con el manejo de las lesiones.

Numerosas granadas disparadas se encuentran sin explotar después de las guerras y se convierten en materiales altamente peligrosos. La mayoría de los informes al respecto son de áreas de conflictos armados, actuales o pasados en zonas rurales de población campesina. El hallazgo de estos artefactos, generalmente en pastizales, jardines o cultivos tiene generalmente nefastas consecuencias por la inadecuada manipulación, siendo frecuentes las mutilaciones de extremidades, las lesiones internas por las esquirlas o la onda explosiva y la muerte.

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