Andrógenos y Diferenciación Sexual

La relación entre las hormonas y la conducta es compleja. Se sabe por ejemplo que los andrógenos participan en la diferenciación del sistema nervioso central in utero. Y que en el ser humano adulto incrementan la libido, independientemente del sexo y de la orientación sexual.

Las hormonas sexuales tienen efectos activadores –caracteres sexuales secundarios y de conducta- en los adultos. Pero tienen efectos organizacionales –sobre el sistema nervioso- en las etapas fetales. Durante el desarrollo fetal temprano, los genitales y el hipotálamo son idénticos para ambos sexos. Pero la diferenciación se logra ante la exposición del sistema nervioso a la testosterona (entre el segundo y quinto mes del embarazo en humanos).

De no haber dicha exposición los andrógenos, los mamíferos se desarrollarían como hembras, independientemente del sexo genético. Estas hormonas inducen los cambios físicos característicos y activan circuitos neurales específicos que inducen conductas masculinas. Ya sean sexuales (montaje de rata macho sobre la hembra) como sociales (juego más agresivo en los hombres).

En ausencia de testosterona, los estrógenos producen un desarrollo femenino. Pero en su presencia se generarán los testículos, no importa cuál sea el sexo genético. Como los fetos masculinos sufren una masculinización en presencia del andrógeno durante ciertos periodos prenatales. Se han estudiado sus efectos en casos clínicos específicos como la administración de progestágenos para abortadoras habituales o en las niñas con hiperplasia suprarrenal congénita.

Estas pacientes –particularmente las que tienen un síndrome adreno-genital. Presentan masculinización parcial de sus genitales externos (como la hipertrofia clitoridiana) y de su conducta femenina. Más frecuentemente son marimachas (lo que se conoce como tomboyismo) y prefieren los juegos de niños. Tienen conductas poco maternales y escasas fantasías maternales. Sienten menos satisfacción con la asignación de sexo femenino. Son más robustas y despliegan más energía que niñas que sirvieron de controles. Pero aunque no se ha encontrado una orientación homosexual, ni falta de deseo de casarse y tener hijos. Posiblemente las más masculinizadas –que sienten menor atracción heterosexual-. Tendrían más posibilidades de una eventual conducta homosexual o bisexual.

Por otro lado, las enfermas de síndrome de Turner (X0) –con ausencia congénita de ovario-. Presentan una conducta femenina normal. Las ratas macho que han sido castradas al nacimiento e inyectadas con estrógenos, desarrollan conductas femeninas. Estos animales de experimentación son escogidos para estos estudios, ya que su diferenciación sexual se logra diez días después del nacimiento. El macho no castrado pero inyectado con estrógenos. No cambia su conducta sexual masculina, además de sus preferencias en el gusto y en su actitud agresiva.

Los andrógenos –como organizadores biológicos-. Promueven el desarrollo de las estructuras masculinas, suprimiendo las femeninas. El enamoramiento causa cambios transitorios en algunas hormonas como un aumento del cortisol en ambos sexos. Niveles menores de FSH y testosterona en hombres, y niveles de testosterona mayores en mujeres. Reflejando una situación de estrés aunque también un posible reflejo en la conducta ante un ambiente de estimulación sexual.

Es de anotar sin embargo que no es posible extrapolar los abundantes datos en animales de experimentación a la conducta sexual de los humanos. Aunque siempre ha habido un interés en correlacionar el efecto de las hormonas y la orientación sexual hacia el mismo sexo. Particularmente cuando aparecieron un estudios hace unas décadas que mostraron una proporción anormal de androsterona/etiocolanolona y niveles más bajos de testosterona en individuos homosexuales. Hallazgos que no han podido ser reproducidos en años posteriores.

Los andrógenos regulan la liberación de GnRH y a través de ella, la LH y FSH. Durante la diferenciación sexual –desarrollo del conducto de Wolff- forman el fenotipo masculino y promueven la maduración sexual durante la pubertad. Por acción de la 5-alfa-reductasa, la testosterona de transforma en 5-dihidro-testosterona en células blanco como en la próstata y folículo piloso.

Estos dos andrógenos actúan a través del mismo receptor, pero de manera diferente durante la diferenciación sexual. La testosterona se encarga de la diferenciación de las estructuras derivadas del conducto de Wolff. (Epidídimo, vasos deferentes, vesículas seminales y canales eyaculadores). Mientras que la 5a-dihidrotestosterona –metabolito de la anterior-. Es el ligando activo en otros órganos blanco influenciados por los andrógenos como el seno y tubérculo urogenitales. Y sus estructuras derivadas, como la próstata, el escroto, la uretra y el pene.

La interacción diferente con el mismo receptor muestra que la testosterona es dos veces menos afín con él que la DHT. Pero su disociación de dicho receptor es cinco veces más rápida. La compensación de esta actividad androgénica más débil la compensa la testosterona. Por medio de concentraciones locales más altas debido a difusión de los cercanos testículos. Aunque en los órganos más lejanos –seno y tubérculo urogenitales-. La amplificación de la acción de la testosterona se hace a través de la DHT, por acción de la enzima 5a- reductasa.

Los andrógenos interactúan con receptores nucleares que se encuentran en tejidos andrógeno-dependientes como los órganos sexuales accesorios. Y menor concentración, en músculo, hígado y corazón. Pocas semanas antes del nacimiento se produce la migración de los testículos –localizados en el abdomen- al saco escrotal. Pues los espermatozoides requieren una temperatura inferior en 4oC a la del cuerpo para poder desarrollarse.

Los niveles de testosterona suben en el primer semestre de vida a la mitad de los de un adulto. Luego descienden hacia el año y permanecen bajos hasta la pubertad. Permanecen constantes durante la adultez y descienden un 30% en la vejez (después de los setenta años).

El proceso puberal masculino se inicia hacia los siete años con la producción suprarrenal de andrógenos –adrenarquia-. Y algunos años más tarde se empiezan a presentar pulsos de GnRH y de LH, y la esteroidogénesis androgénica se activa. Con efectos sobre los órganos sexuales primarios y los accesorios. Y con la presentación progresiva de los caracteres sexuales secundarios que se pueden describir de acuerdo a la clasificación de Tanner.

Alfredo Jácome Roca, MD Editor, Tensiómetro Virtual Internista-Endocrinólogo
Jácome Roca A. Fisiología Endocrina, tercera edición. Academia Nacional de Medicina/ Editorial Kimpres, Bogotá, 2005.

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