Humanismo y Medicina de los Siglos XIX y XX en la República de Colombia

ADOLFO DE FRANCISCO ZEA, M.D

Con el triunfo de los patriotas en la Guerra de la Independencia y la instauración de la República:

Se dio comienzo a un nuevo período histórico en el cual se hicieron evidentes progresos de todo orden en el campo administrativo, en el económico y en el de las relaciones humanas, cambios, que a pesar de las continuas guerras civiles y de los conflictos que nos han afligido, han permitido sin embargo avanzar en la consolidación de un Estado y de unas Instituciones que han sido motivo de orgullo para la democracia colombiana.

No podía la medicina ser ajena y estar apartada de los desarrollos que trajo consigo el cambio de las instituciones coloniales por las más adecuadas de la organización republicana.

Los médicos del siglo XIX y los del siglo actual se empeñaron en adquirir conocimientos científicos acordes con el estado de la ciencia en otras latitudes; muchos de ellos descollaron también en campos diferentes a la medicina, cuyo cultivo les permitía desarrollar mejor sus cualidades particulares a la par que ejercer mejor su profesión de médicos.

A partir de una medicina primitiva como la de los aborígenes, y la que prevaleció durante la conquista y la colonia hasta el nacimiento de la medicina científica iniciada por don José Celestino Mutis en el Colegio Mayor del Nuestra Señora del Rosario, se hizo el tránsito hacia la medicina más moderna y más adecuada de los dos últimos siglos, con todas sus ventajas y sus vicisitudes, con todos sus progresos y todos sus errores.

Cuáles fueron los elementos que pudieron influir en los desarrollos modernos de la medicina de esos últimos dos siglos?. Cuáles los factores que permitieron la eclosión magnífica de un nuevo tipo de medicina después de casi trescientos años de penuria científica?.

(Lea También: Doctor Ezequiel Uricoechea)

Corresponde a los sociólogos el estudio de los factores determinantes que ejercieron su influjo en nuestra sociedad a partir de la Independencia:

Que lograron modificarla, y que pudieron favorecer la aparición de condiciones propicias para que los nuevos profesionales formados en las Universidades y los autodidactas encontraran el terreno adecuado para desarrollarse intelectualmente y producir resultados eficaces en sus actividades profesionales.

Llama la atención que en campos diferentes a la medicina, como es el caso de las letras y en general en el de los estudios filológicos y de estructura del idioma español, en la segunda mitad del siglo XIX se produjeran figuras tan descollantes como las de don Rufino José Cuervo y don Miguel Antonio Caro, seguidas en el siglo siguiente por las no menos importantes de don Baldomero Sanín Cano y el profesor Luis López de Mesa, para mencionar sólo algunas de las más importantes.

Caro y Cuervo brillaron en nuestro idioma en una época en la que las figuras de las letras españolas pertenecían a una generación evidentemente decadente.

Basta con leer las Memorias de la Academia Española de fines del siglo para apreciar la gran distancia que separaba a nuestros intelectuales de los de la España de entonces. La reciente publicación del “Diccionario de Construcción y Régimen”, cuyo valor para las letras españolas es inigualable, es el monumento más importante a la gloria de sus autores.

Por su parte, Sanín Cano y López de Mesa en el siglo actual, fueron exponentes del más alto nivel intelectual en sus múltiples y variados campos de acción.

Indudablemente, uno de los principales factores que modificó nuestra sociedad del siglo pasado fue la educación, como lo ha señalado acertadamente Pilar Moreno de Angel en su Biografía del general Santander (1989).

Estimulada desde un comienzo por gentes del genio y del estilo del Libertador y del general Santander, a quienes se debe en buena parte el desarrollo inicial de los sistemas y reformas educativas del país, la educación fue el motor más importante del desarrollo.

El estímulo para que al país ingresaran profesionales formados en otras partes que con sus conocimientos contribuyeran a preparar eficientemente a los nuestros, y las facilidades que se dieron para traer a nuestro territorio libros, publicaciones y enciclopedias que pusieran a nuestra disposición los avances más recientes en todos los campos del conocimiento que por entonces existían en Europa, fueron factores determinantes que contribuyeron, en el caso de la medicina, a la formación más adecuada de nuestros estudiantes y maestros.

Por otra parte, las modificaciones acertadas de los planes de estudio, que se iban adaptando cada vez más a los existentes en centros avanzados de Europa y Norteamérica, se constituyeron también en factores de importancia en el progreso de las ciencias de la salud.

Con el correr del tiempo se facilitaron además los viajes de estudio al continente europeo. Fue especialmente en Francia en donde los médicos del siglo pasado estudiaron de nuevo sus carreras e hicieron estudios avanzados en los campos de su interés, con lo cual la influencia de la medicina francesa se hizo predominante, como lo han señalado recientemente Fernando Serpa Flórez y otros. (F. Serpa Flórez. “Páginas de Historia de la Medicina”. 1992).

Después de la segunda guerra mundial disminuyó sin desaparecer la influencia europea y los médicos viajaron con mayor frecuencia a Norteamérica con la intención de adquirir allí mayores conocimientos y coronar en buena forma sus estudios especializados.

Fueron muchos los profesionales de la medicina del siglo pasado y de comienzos del actual, que no solamente dedicaron su interés a la profesión misma sino que abrieron el compás de sus espíritus para abarcar áreas más amplias del conocimiento y cultivar y recolectar en otros terrenos los frutos de su dedicación y de su empeño.

A estos médicos, humanistas en el amplio sentido de la palabra, se les debe reconocimiento especial por las generaciones actuales, cuyos miembros muchas veces se ven abrumados por el tipo de medicina tecnológica y social que están en el deber y en la necesidad de practicar, factores en ocasiones adversos que les impiden dedicarse, además de la medicina, a otros campos de interés humanístico.

Me ha parecido oportuno en este escrito, hacer la semblanza de algunos de esos médicos humanistas colombianos del pasado, que a manera de ejemplo, señalen las formas diversas como vivieron sus vidas admirables uniendo a la ciencia médica, que les era fundamental, otras disciplinas del espíritu y del quehacer humanos.

Intentaré hacer breves recuentos de la vida de algunos de los que, en mi concepto, han representado mejor la Medicina y el Humanismo en los últimos dos siglos de nuestra historia médica.

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