La Conquista Española, Historia del Trauma Institucional en Colombia

FEDERACIÓN MÉDICA COLOMBIANA

Capítulo XIV

Fernando Guzmán Mora, MD

Introducción

La historia de la conquista española es una historia de violencia, infamia y trauma, la cual golpeó y destruyó gran parte de los cimientos de las culturas indígenas.

Aunque nuestros indios de hace 500 años, no vivían en estado de permanente paz, tuvieron que enfrentar no solamente la avalancha material y espiritual que llego de Europa a destruirlos, sino una terrible combinación de armas desconocidas para ellos, que hicieron verdaderos estragos en su composición militar y bélica: El caballo y las armas de fuego.

¿Por qué eran los españoles tan violentos? ¿Por qué se formaron estos híbridos de Soldado-Monstruo? ¿Qué nos ligó de la península ibérica con tanta furia y odio?.

Quizás tengamos que darle a las palabras de Miguel de Cervantes un lugar preponderante cuando debamos juzgar lo que vino en los primeros años del proceso, cuando el connotado escritor decía: “La Indias son el refugio de la canalla”.

Los españoles constituyen una curiosa mezcla de razas y pueblos:

Los Fenicios, del Medio Oriente, llegan a sus costas hacia el 1100 AC y fundan las ciudades de Cádiz y Málaga, entre otras.

Los Celtas arriban entre los años 900 y 800 AC, y se repliegan progresivamente hacia el norte, en el país Vasco.

Los Griegos fundan Hemeroscopium y Manake por los años 700 AC y Ampurias y Rosas en la mitad de los años 600 AC.

En 237 AC llegan los Cartagineses y fundan Alicante y Cartagena (Cartago Nova). Y en 218 AC, con el desembarco de Escipión, toman posesión de la península los Romanos.

En 409 de nuestra era, la España de entonces es invadida por Suevos, Alanos y Vándalos.

Luego viene la supremacía de los Visigodos, quienes a su vez son derrotados por las huestes Musulmanas de Yabal Tarik, en la batalla de Guadalete. Conviven en forma pacífica una multitud de Arabes, Cristianos y Judíos por espacio de varios siglos.

Los bárbaros visigodos, convertidos desde hacia siglos al cristianismo, comienzan la resistencia contra los musulmanes y logran liberarla de su dominio en forma definitiva en 1492, justo antes del descubrimiento de América.

En la España de fines del siglo XV tenían efecto eventos históricos de una trascendencia inusitada: La expulsión de los moros por parte de los Reves Católicos y el descubrimiento de América por su Almirante, Cristóbal Colón, sumado a las herencias múltiples en Europa, llegan a convertir a los Ibéricos en la potencia militar más sofisticada del mundo.

Un descendiente de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, Carlos V hijo de Felipe el Hermoso y de Juana la Loca, esta última hija de los Reyes Católicos, hereda tal cantidad de tierras y estados, que llega a decirse que en su Imperio “Jamás se pone el sol”.

Los conflictos entre los conquistadores Portugueses y Españoles obligan al Papa Alejandro VI a promulgar el tratado de Tordecillas, por el cual se delimitan sus áreas de influencia en la recientemente descubierta América. Este Papa Alejandro VI, un Borgia, estremece al mundo europeo con sus escándalos familiares y coloca al Vaticano en el lugar más bajo de opinión popular.

En su misma época tienen lugar los intentos de anexión de su hijo, César Borgia, a quien Nicolás Maquiavelo intenta inmortalizar en su libro “El Príncipe”.

La reacción al boato de la Iglesia y a su predilección evidente por los bienes terrenales, es causa del movimiento religioso y político de mayor trascendencia en la Historia Moderna:

La Reforma Protestante, encabezada por el monje alemán Martín Lutero, quien expone sus tesis en la Iglesia del Castillo de Wittenberg en 1517. A Lutero lo acompañan en su rebelión hombres de la talla de Zwinglio, Melanchton y Calvino. Cinco años después de la exposición de Lutero, estallan las famosas Guerras Campesinas en Alemania.

La Reforma lleva a extremos el ánimo de los católicos y el fervor protestante, los cuales no se han detenido aun en nuestros días (Léase: Guerras de Religión en Irlanda del Norte).

Y ponen de manifiesto las pasiones más bajas del poder en episodios de psicopatía social tan sangrienta y deplorable como lo que se observa en la Noche de San Bartolomé en 1572 en Francia; en el asesinato de Miguel Servet por parte de Calvino; y, obviamente, en el Tribunal de la Inquisición, la peor vergüenza histórica que la Iglesia Católica haya sufrido.

Prácticamente toda Europa se mancha con la sangre de Protestantes y Católicos y ningún país se ve libre de la influencia de los combatientes. Solamente Felipe II enfrenta durante su vida Ocho Guerras de Religión en el continente.

Desde el punto de vista económico, los pensadores mercantilistas primitivos identificaron riqueza con dinero. Para ellos, lo más importante era exportar, con el objeto de vender la mayor cantidad de mercancías en el exterior.

Para los pensadores económicos del momento, lo único que puede enriquecer al Estado es el Comercio Exterior.

Por lo anterior, recomendaban enfáticamente en vender más de lo que se compraba, con el objeto de introducir más metal precioso y dinero en la nación.

Los mercantilistas avanzados, aunque identifican riqueza con dinero, ya no plantean únicamente su acumulación sino su circulación, con el objeto de aumentar aun más las reservas de Capital. Estos creen, más que en el balance monetario en el balance comercial.

Ambas escuelas defienden la intervención del Estado en la vida económica del país, con el objeto de asegurar un balance positivo monetario y comercial.

Fueron los primeros en descubrir el efecto de la cantidad de dinero sobre el nivel de precios. Trataron, además, de entender las relaciones entre ahorro, inversión, empleo y renta nacional.

Tratados con desprecio por los pensadores contemporáneos, fueron en realidad los precursores de la economía moderna.

El objetivo esencial era acumular oro, riqueza y ganancias. El oro llega a Europa en enormes cantidades y se vuelve el objeto final de la economía de la nobleza. La cantidad de metales preciosos acumulados en Europa se multiplica ocho veces.

Nace la teoría del Crishedonismo (La felicidad esta en el oro). Asimismo, tiene origen la política Bullionista (Bullion=lingote), esencialmente de protección y defensa monetaria, se colocan todo tipo de trabas y penas, incluyendo la pena de muerte a quien promueva la exportación de metales preciosos.

Se establece el trabajo obligatorio para huérfanos y mendigos, se fijan salarios bajos y se castiga la pereza y la vagancia.

Se consideran trabajos productivos la industria y el comercio, se consideran improductivas todas las carreras liberales, en especial la literatura y la medicina.

Y se fomenta el aumento de la población, con el objeto de aumentar la mano de obra y disminuir así los salarios.

El colonialismo tiene un solo objetivo: Enriquecer al conquistador. Se prohibe por lo tanto la industria colonial y se deja al país conquistado únicamente como proveedor de materia prima. Se aplastan las civilizaciones indígenas v aborígenes de América, Asia y África.

El proteccionismo del Estado se centraba en los productos manufacturados de exportación, a los que favorecía ampliamente. Asimismo, eximía de impuestos a las materias primas importadas. En cambio, gravaba enormemente la exportación de materias primas y la importación de productos manufacturados.

Por otro lado, con el fin de estimular la creación de capitales nacionales, se expropiaron grandes posesiones de tierra y medios de producción, que se concentraron en manos de unos pocos empresarios.

Las circunstancias nacidas en 1492 con la expulsión de los árabes y judíos, sumada al Descubrimiento de América, provocaron funestas consecuencias económicas en España: Cien mil comerciantes y manufactureros de origen árabe dejaron la península en los siguientes cien años. Miles de campesinos entraron en quiebra y los campos fueron abandonados, originando enormes latifundios.

Por otro lado, el enriquecimiento de la nobleza con los metales expoliados al Nuevo Mundo, aplastaron a la naciente burguesía española, que pudo haber sido mucho más poderosa que la flamenca o la misma francesa.

Además, la entrada de esos metales preciosos a la península ibérica, fortaleció las finanzas bancarias de países diferentes a España, los cuales pudieron entonces traficar con el Oriente, desarrollando la economía mercantil y el naciente capitalismo de esas naciones.

La vida se encareció en España. La usura proliferó como nunca. La economía española se vino al suelo. (Lea También: Aspectos Históricos del Trauma en Colombia)

El Descubrimiento

Los primeros marinos que acompañaron a Colón en sus viajes eran, en esencia, delincuentes, presidiarios, aventureros y sociópatas de toda índole, con las honrosas excepciones de un puñado de botánicos, religiosos y científicos, entre ellos un médico y un cirujano. De hecho, Colón no era muy pulcro en sus actuaciones.

Los españoles de aquella época, que vivían en ciudades amuralladas de un desaseo y hedor patéticos, poco tenían de refinados: El baño publico era mixto y poco utilizado; comían con las manos; coexistían con vacas y ovejas en las casas y vivían infestados de pulgas y Piojos en todo el cuerpo.

El objetivo esencial de los conquistadores no era exactamente filantrópico. Los aventureros, comerciantes y fracasados que inicialmente vinieron a las Indias Occidentales traían en mente una idea clara: Poder y riqueza. Y en esto se centraba su actividad.

Desde su punto de vista económico lo encontraban justificado por varias razones.

La conquista de los territorios se llevó a cabo mediante el sistema de “Capitulaciones”, es decir, el conquistador conseguía los recursos para venir al Nuevo Mundo, tomaba posesión de las tierras a nombre de los Reyes españoles y la Corona les proveía de títulos y poderes políticos en el territorio conquistado.

Donde llegaban “fundaban” pueblos en los mismos sitios en donde habían funcionado por siglos y milenios las culturas indígenas.

Y el argumento de la “cristianización” aborigen no era para la mayoría sino el pretexto para reducir a los indios a la servidumbre de las Encomiendas, que producían beneficios económicos importantes a quienes se convertían, de la noche a la mañana, de basura peninsular en clase alta americana por obra y gracia del despojo americano.

Hasta 1540 habían llegado a América unos 19.000 españoles embarcados oficialmente; la mayoría pobres y analfabetas.

En América vivían entre 50 y 100 millones de indígenas antes de la llegada de los españoles.

Las enfermedades que ellos importaron dieron cuenta del 90% del número total. La primera epidemia de viruela tuvo lugar en 1519.

El solo Valle de Puben, habitado por cien mil personas, se vio reducido a diez mil indígenas en el transcurso de unos pocos años.

Los españoles masacraron a los indígenas. Se recuerdan, entre otros, el episodio genocida de 10.000 hombres a manos de los fiombres de Pizarro. No solo los atravesaban con sus lanzas, sino que competían por partirlos por la mitad de un solo tajo. Hay que anotar que el mismo Cristóbal Colón asesinó y ordenó cortar las narices y orejas de varios indios.

No solamente la violencia, sino nuevas enfermedades nos aportó el continente europeo. Tribus enteras fueron barridas por las nuevas bacterias y virus de los bárbaros españoles. Con los españoles llegaron el sarampión, la tosferina, las paperas, la difteria, el tifo, el cólera, la blenorragia y la lepra.

Esa comunidad primitiva indígena, con su comunidad de bienes, igualdad de derechos y obligaciones, y su elemental forma de democracia, dió entonces paso al esclavismo conquistador que acabó con culturas milenarias.

Con el argumento de “evangelizar” estas tierras, los conquistadores sembraron la desolación por doquier.

Pero, a diferencia de los colonizadores anglosajones en Norteamérica, que venían escapando de la presión religiosa y buscaban tierra para quedarse, los españoles no pensaron inicialmente en radicarse definitivamente en medio de los nuevos bárbaros. Su sueño fue siempre volver a la madre patria cargados de riquezas.

Por eso, mientras los conquistadores anglosajones destruyeron las culturas indígenas por completo, por considerarlas competidoras en la nueva tierra, los españoles doblegaron a los indios, los diezmaron, los humillaron y los aplastaron, pero no los destruyeron: Los dejaron sobrevivir como cultura marginal para poder explotarlos.

Y esta es la causa de nuestros problemas sociales actuales: La creación de dos historias paralelas, la de los descendientes de los conquistadores y la de los descendientes de los indígenas.

Y los mismos intelectuales de la península justificaban el abuso, como lo prueba un escrito del letrado Don Juan de Castellanos:

“…Con perfecto derecho ejercen los españoles su dominio sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales, en prudencia,, ingenio y todo genero de virtudes y humanos sentimientos, son tan inferiores a los españoles como los niños a loa adultos, las mujeres a los varones, los crueles e inhumanos a los extremadamente mansos, los exageradamente intemperantes a los continentes y moderados, finalmente estoy por decir, los monos a los hombres…”

Todo esto se vio respaldado por medidas como la provisión de Carlos y el 26 de julio de 1529, cuando convierte en hidalgos a todos los que habían acompañado a Pharro en el Perú.

La personalidad de algunos “Conquistadores”

Muchas teorías se han tejido alrededor de la figura de quien oficialmente “Descubrió” América. Cristoforo Colombo es probable que haya nacido en Génova (Italia), en 1451, hijo del tejedor Doménico Colombo y Susana Fontanarrosa. Adquirió experiencia marina y viajó por varios sitios de Europa incluyendo, posiblemente, Islandia, Irlanda y la Costa Africana.

Colon NO fue el primero que interpretó la forma de la Tierra como esférica. Los griegos Eratóstenes (S III A de C) e Hiparco (S II A de C) ya la habían calculado más de mil años antes del navegante Genovés.

Por otro lado, la idea de llegar a las Indias.

Orientales navegando por el oeste tampoco fue una idea original de Colón, sino del filósofo florentino Paolo Toscanelli.

Su idea de navegar en una tierra redonda para encontrar nuevos caminos comerciales se la propuso al Rey Juan II de Portugal (Sobrino de Enrique el Navegante) y fue rechazada. Entonces se dirige a España en 1485 y vive seis años en la corte.

Acerca del apoyo prestado por la Reina Isabel la Católica también debe hacerse claridad: La colonia comercial genovesa en Sevilla, que mantenía relaciones estrechas con los banqueros italianos Spinola y Di Negri, que conocían a Colón, investigó la factibilidad de la empresa de Colón, basándose en los trabajos previos de Toscanelli.

El banquero italiano Francesco Pinelli concedió entonces un préstamo de 1.140.000 maravedíes al navegante. La visión de la Reina Isabel consistió en apoyar la empresa, dándole a Colón la oportunidad de probar su teoría.

El primero en dar el aviso de “Tierra”, fue Juan Rodríguez Bermeo. De acuerdo a disposiciones reales, tenía derecho a 10.000 maravedíes anuales por el resto de su vida. Colón, sin embargo, afirmo haber visto “Una luz” la noche anterior y reclamó para si la recompensa.

El primer atropello de Colón con los indígenas es relatado por el Padre Fray Bartolomé de Las Casas en la siguiente forma:

“…Cuan lejos estaba el Almirante de acertar en el hito y punto del derecho divino y natural.. pues tan ligeramente se determinó a decir que los reyes podían llevar todos los indios, que eran vecinos y moradores de aquellas tierras, a Castilla, o tenerlos en la misma tierra cautivos…”

Y el mismo De Las Casas, mostrando la naturaleza poco belicosa de los indígenas: “…todo tomaban y daban de aquello que tenían de muy buena voluntad, más me pareció que era gente muy pobre de todo.. -Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia…”

En las subsiguientes exploraciones costeras, llegan a lo que hoy es la República Dominicana y la bautizan “La Española”. Luego del naufragio de la Santa María, el día de Navidad, construyen el primer fuerte (Llamado Puerto de Navidad) y se quedan en él 39 voluntarios al mando de Diego de Arana. Estos sinvergüenzas, que en el curso de las siguientes semanas cometen toda clase de abusos en indígenas de ambos sexos, son posteriormente derrotados y ejecutados por guerreros de varias tribus.

Colón y sus secuaces secuestran un numero de indígenas v los encierran en los barcos. En Bahía Samana atacan con espadas a un grupo de indios, para despojarlos de sus arcos y flechas.

Colón llega a Barcelona el 20 de abril de 1493 con gran pompa v acompañado, entre otros, de los seis indios que lograron sobrevivir al secuestro y viaje del ahora “Don Cristóbal Colón, Almirante del Mar Océano, Virrey y Gobernador de las islas que ha descubierto en las Indias”.

En vista de la reclamación del Rey Juan de Portugal, el conflicto entre este país y España es dirimido mediante el Tratado de Tordesillas, sancionado por el Papa Borgia Alejandro VI, de tan ingrata recordación histórica.

Colón ordena construir fuertes en varios puntos de las islas. Se recuerdan los nombres de La Isabela y Santo Tomás.

Desde la Isabela, Diego Colón (Hermano del Almirante) encarga de la recolección de oro, entre otros, al truhán Alonso de Ojeda.

El Almirante vuelve a España en 1.496 y parte en su tercer viaje en 1498. Llega a la costa norte de América del Sur y retorna a Santo Domingo, para luego volver a España con sus hermanos, por orden del funcionario real Francisco de Bobadilla, a explicar el bajo rendimiento obtenido desde el punto de vista económico.

Sus títulos son conservados, pero se le retira la autoridad. En reemplazo de Bobadilla es nombrado Nicolás de Ovando, con treinta barcos y 2.500 hombres, que masacran a la población indígena que los recibe para darles la bienvenida.

A Colón, por su lado, le autorizan el cuarto y último viaje en 1502. Otro hacaso económico, otro cúmulo de crueldades y la vuelta a España con enorme amarguraen1506.

En lo que respecta a Don Francisco Pizarro, su historia, más que hoja de vida, es un verdadero prontuario. Criador de cerdos en la zona más pobre de España (Extremadura), vino a estas tierras buscando mejorar su miserable condición social.

Luego de numerosas vicisitudes, logra convertirse en empresario de expediciones. A mediados de 1528 se encuentra en Toledo con Hernán Cortes, quién alienta al excriador de cerdos a continuar su empresa.

Pizarro se dirige entonces a Trujillo de Extremadura, en donde recluta nuevos “soldados”, entre ellos a sus hermanos Juan, Gonzalo y Hernando Pizarro.

En 1532, luego de explorar el norte del Perú, se encuentra con los refuerzos de Sebastián de Belalcazar y Hernando de Soto. Poco antes de fundar la ciudad de San Miguel de Piura, la primera “ciudad” española del Perú, hace asesinar al cacique Amotape, con el objeto de intimidar a los indios de la región.

El factor más importante del éxito de Pizarro fue la división del Imperio Inca y la Guerra civil que lo devastaba desde hacia varios anos. El territorio denominado Tahuantinsuyo, de más de cinco mil kilómetros (Del centro de Chile al sur de Colombia), al mando de Huayna-Capac, en campaña desde hacía varios años para conquistar la zona de la actual Pasto y Popayán, se vistió de luto en 1526 con la muerte del Inca.

La causa de esta muerte, que además diezmo al ejército indígena, es probable que haya sido la epidemia de viruela, triada por los españoles. Dos de los hijos de Huayna-Capac se disputaban el trono: Huascar, gobernador del Cuzco, y Atahualpa, jefe del Ejército Imperial de Quito. La mayor parte de la población era leal a Huascar, aunque Atahualpa tenía a su lado el apoyo del poderoso ejército del Norte y la presencia de tres brillantes generales: Chalcuchima, Quizquiz y Ruminavi.

Atahualpa, embriagado por el triunfo de sus tropas, puso poca atención al puñado de invasores del territorio de sus mayores y consintió en salir a su encuentro al encontrar emisarios de Pizarro con el mensaje de amistad que enviaban al gran cacique.

Lejos estaba de imaginar la traición española, cuando avanzó desprotegido y con sus súbditos desarmados al encuentro del europeo, quien le garantizó que venía en son de paz.

El 16 de noviembre de 1532, Pizarro apostó sus hombres en varios edificios de la ciudad de Cajamarca, sitio de encuentro con los indios y envió a un fraile llamado Vicente Valverde, quien le enseña un breviario de la religión católica, que es tomada por Atahualpa y arrojado sin mucho interés al suelo. A esto, el fraile comienza a dar gritos:

“…Salid, salid cristianos, y venid a estos perros enemigos, que no quieren las cosas de Dios, que me ha echado aquel cacique en el suelo el libro de nuestra santa ley- .. Salid a ellos, que yo os absuelvo…”

Los españoles, montados en sus caballos y totalmente armados, cargan contra los indios al grito de “Santiago”.

Utilizando sus armas de fuego, lanzas y espadas emprenden la matanza, que dura unas dos horas, asesina cada español un promedio de 15 indios, para un gran total de siete mil muertos (!), de acuerdo a las informaciones de lo hermanos de Pizarro, de Ruiz de Arce y del propio Atahualpa luego de la carnicería humana.

El Inca es secuestrado y es entonces cuando ofrece su famoso rescate:

“…de oro una sala que tiene 22 pies en largo y 17 en ancho, llena hasta una raya blanca que esta a la mitad del altor de la sala… y que esto cumpliría dentro de dos meses…”

Ocho meses dura Atahualpa cautivo en Cajamarca, sin perder su majestad e imponencia ni por un solo minuto. Se le permite ser visitado por su corte y a través de ellos imparte algunas órdenes reales, entre ellas la orden de ejecución de Huascar y su familia, al ser tomados prisioneros en el Cuzco.

Luego de acumular 6 toneladas de oro y casi 12 toneladas de plata, Atahualpa es condenado a muerte. Su cuerpo estrangulado es quemado en la plaza de Cajamarca.

El acto mismo reviste tal infamia, que muchos españoles desaprueban el asesinato, entre ellos el Oidor Gaspar de Espinosa, Gonzalo Fernández de Oviedo, Pascual de Andagoya y Juan Ruiz de Arce.

Como los pecados no vienen solos, las desavenencias entre sicarios debían estallar tarde o temprano.

Diego de Almagro, que había fracasado en su conquista de Chile, debido a la resistencia sin par de los indios araucanos, vuelve al Perú e intenta despojar a Pizarro de sus mal habidos bienes, declarándose en guerra con este último.

Luego de varias escaramuzas, Diego de Almagro es capturado y Pizarro ordena su ejecución tras un simulacro de proceso. A su vez, Pizarro es asesinado por el hijo de Diego de Almagro y este muere a manos del capital Vaca de Castro.

Los pizarristas se rebelan contra la Corona y matan al Virrey Blasco Nuñez de Vela a la entrada de Quito. El gobierno envía entonces al licenciado De la Gasca, quien en 1.548 derrota a los restos del ejercito rebelde y ordena la ejecución de Gonzalo Pizarro en Xaquixaguana.

Al respecto de Hernán Cortés, dejemos hablar al Padre De Las Casas, cuando nos dice que Cortes era: “…Natural de Medellín (De Extremadura, España), hijo de un escudero que yo cognosci, harto pobre y humilde, aunque cristiano viejo y dicen que hidalgo…”

Alcanzó a estudiar dos años de Derecho en la Universidad de Salamanca, en donde se caracterizó por ser violento y pendenciero.

Uegó a las Indias como polizón en un barco de carga y acompañó a Diego de Velázquez en operaciones de “limpieza” en costas de la recién descubierta Nueva España. Se estableció inicialmente en Santiago de Cuba y explotó en tal forma a los indios, que en corto tiempo se hizo rico.

Se casó a la fuerza con Catalina Juárez, luego de haber probado la prisión en la isla y en uno de los buques españoles, de donde también escapó.

Para su primera expedición, se apropia mediante hurto de las provisiones de los habitantes de Santiago de Cuba, para luego apoderarse de un barco cargado de pan que venía a aprovisionar a la población de Xagua.

El mismo gobernador, Diego de Velázquez, quien previamente había recibido advertencias respecto de Cortés, en las que lo describen como “…extremeño, mañoso, altivo y amador de honras…”, lo declara criminal y dicta orden de captura en su contra. Cortés escapa con su expedición de SSO hombres, 300 indios y algunos esclavos negros.

Al llegar a México, se hace nombrar por los bailes jerónimos “capitán y descubrídor” de esas tierras. Luego, por parte de sus propios secuaces, se eleva al cargo de Alcalde Mayor de la Vera Cruz y Capitán General de México.

Aunque Monctezuma le envió a Cortes y a sus soldados regalos de bienvenida y mensajes de amistad, el español aprovecho el estado de guerra entre los indios mexicanos (En la misma forma en que lo haría luego Pizarro en el Perú ). Apeló a todo medio posible. Para comenzar hay que recordar la masacre de Cholula, en donde apoyados por los indios tlaxcaltecas y cempoaltecas, asesinaron sin misericordia a 3.000 indígenas cholultecas y mexicanos, tras lo cual derribaron la imagen del dios Quetzalcoatl.

El genocida llega entonces a ciudad de México, en donde Monctezuma lo recibe como huésped de honor. Tras confusos incidentes creados por el mismo Cortés, apresa a Monctezuma en el palacio de Axayacatl y ordena quemar vivo al cacique Cuauhpopoca, por su haberse atrevido a defenderse de los asesinos españoles en Veracruz.

Entretanto, el Gobernador Velázquez, envió un nuevo ejercito bajo las ordenes de Pánfilo de Narváez a México a aprehender a Cortés.

El malhechor logra seducir a los soldados enemigos con oro y promesas de riqueza. Mientras Cortes obtenía esta “victoria”, su lugarteniente Pedro de Alvarado lleva a cabo otra matanza en una ceremonia religiosa azteca, más sangrienta aún que la de Cholula, lo que por fin enfurece a los indígenas, que entran en resistencia bajo el comando del hermano de Monctezuma, Cuitlahuac.

Cortés llega de nuevo a México y es sitiado por los aztecas. Intenta convencerlos por todos los medios de sus “buenas intenciones”, pero los indios no dan el brazo a torcer. Entonces el peninsular asesina a Monctezuma e intenta escapar de la ciudad el 30 de Junio de 1520, en lo que se llamo la “Noche triste”. Los españoles son alcanzados por los indígenas y pulverizados por los ejércitos organizados de los aztecas. Cortés pierde todo: Hombres, caballos, armas, tesoros e incluso el valor. Se refugia entre sus aliados los tlaxcaltecas.

Luego de un año y con nuevos refuerzos de aventureros, criminales y condenados llegados a México, sitian la ciudad, defendida por el valeroso Cuauhtemoc, el 26 de Mayo de 1521. La batalla es extremadamente sangrienta y Cortés entra en la ciudad, con su armamento más avanzado, cuando se encuentra en totales ruinas.

Con el objeto de investigar el sitio de los tesoros reales, Cuauhtemoc y otros nobles son sometidos a tormentos tan brutales que varios fallecen durante la tortura, pero sin decir una sola palabra, bajo la mirada aprobadora de soldados españoles, clérigos y letrados peninsulares.

Posteriormente, luego de someterlo a toda clase de humillaciones, el cacique es ahorcado por orden de Cortés. Continua con sus fechorías por varios años, obteniendo del rey el título de Marqués del Valle de Oaxaca, Capitán General de la Nueva España y del Mar del Sur. Vuelve a España y fallece en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, el 2 de diciembre de 1547.

Por su parte, Sebastián de Belalcázar, también originario de Extremadura, nació en 1480, hijo de humildes labradores. Se embarca con Colón y sirve bajo las ordenes de Balboa, para luego ser parte de la expedición al imperio incaico. No se contenta con ser un simple subalterno y envía una expedición al norte al mando de Pedro de Anasco y Juan de Ampudia, a los que luego se une Belalcázar, “fundando” gran cantidad de ciudades en lo que hoy son los departamentos de Nariño, Valle, Cauca, Caldas.

El 10 de marzo recibe del emperador Carlos V, el titulo de Adelantado y Gobernador vitalicio de Popaván. De aquí en adelante toma posesión de cuanta tierra se pone en su camino. Hostiga a los indios en tal forma que estos se rebelan, le presentan batalla y lo derrotan en el Peñón de Tálaga. Por otro lado, se muestra celoso del éxito fundador de su subordinado Jorge Robledo, a quien logra apresar y asesinar el 5 de octubre de 1546.

Luego de otra serie de fechorías en serie, Belalcazar es juzgado por el Licenciado Francisco Briceño, quien encuentra tal evidencia de criminalidad, que condena a muerte a Belalcázar. Este apela ante el Consejo de Indias y emprende el camino de regreso a España para su juicio definitivo, falleciendo en el viaje, en la ciudad de Cartagena, en 1551.

Por último, nuestro querido Don Gonzalo Jiménez de Quesada, era originario de Granada, estudio Leyes y se embarcó con Fernández de Lugo hacia América.

De este mismo recibe la orden de seguir las márgenes del Magdalena. Llega con sus “soldados” a Hunsa (Tunja), en donde efectúan un saqueo total de la ciudad y apresan al cacique Quemuenchatocha, ya anciano. Continúan hacia Suamoz (Sogamoso), que en la misma forma arrasan, quemando además el Templo del Sol.

Posteriormente, en Bacatá, ataca y asesina al Zipa. Aprovecha la guerra entre los Chibchas y los Panches y derrota a estos últimos en la Batalla de Tocarema. En la celebración del triunfo, que tiene lugar en Bcjacá, traiciona a sus aliados y aprisiona a los jefes muiscas, a quienes manda luego colgar. El nuevo príncipe chibcha, Sagipa, es sometido a torturas para revelar los sitios del tesoro real y fallece en el proceso.

Posteriormente, su hermano Hernán Pérez de Quesada, igual o más sanguinario que el Adelantado, ordena la ejecución del cacique Aquiminzaque y de los jefes indígenas de Samacá, Suta, Truequé, Toca, Motavita y Boyacá.

Viejo, cansado, empobrecido, fallece en Mariquita en 1579.

El aporte traumático de los conquistadores

El segundo viaje partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493. Llegan de nuevo a Sur América y en la isla de San Martín tiene lugar uno de los centenares de miles de episodios que revelan las verdaderas intenciones de los españoles: A un indio que trató de defenderse de sus captores y quién había sido herido con espada en el abdomen, lo lanzan por la borda de uno de los barcos; el nativo, sosteniéndose los intestinos con la mano, logra llegar a nado a la orilla, de donde lo atrapan de nuevo y lo vuelven a arrojar al agua, esta vez con las manos amarradas.

Como el indio logro desatarse, es entonces asesinado a tiros.

El delito de prostitución es establecido por el mismo Colón. El cacique Guacanagarí, quien había ofrecido su amistad a Colón, comienza a su vez a sentir las consecuencias de haber apoyado a los bárbaros ibéricos.

Colón exige que le mande seis indias para descargar sexualmente a su tripulación.

El racismo es oficialmente instaurado por el Descubridor, quien se dedica a cazar a los indios con perros y espadas y los encierra en corrales en La Isabela. Embarca a 500 seres humanos, de los cuales sobreviven el viaje solamente 200, que a su llegada a Sevilla son puestos a la venta en el mercado de esclavos por el Archidiácono Juan de Fonseca.

También se lo debemos a los españoles el genocidio.

La administración de los hermanos Diego, Bartolomé y Cristóbal Colón, cobra en dos años la suma de casi medio millón de indios asesinados. La cacería continua y en 1515 va no queda un solo indio en la isla. La forma preferida de asesinar a los indios era colgándolos con los pies cerca del suelo, para poder quemarlos con madera verde, en grupos de trece, “En memoria de Nuestro Redentor y sus Doce Apóstoles”.

Los españoles masacraron a los indígenas. Se recuerdan, entre otros, el episodio genocida de 10.000 hombres a manos de los hombres de Pizarro. No sólo los atravesaban con sus lanzas, sino que competían por partirlas por la mitad de un solo tajo. Hay que anotar que el mismo Cristóbal Colón asesinó y ordenó cortar las narices y orejas de varios indios.

De las Casas denuncia las múltiples formas de muerte, incluyendo la de quemar a los indios lentamente en parrillas, tasajear los restos y venderlos a los españoles en paquetes para alimentar a los perros, para entrenarlos enseñándoles el placer de comer carne de indio.

Y, bajo estas premisas, se registraron eventos como los descritos en la “Pacificación de Fusagasugá”:

“…Unos quemando y a otros apedreando y a otros matando de diversas maneras, y a otros echándolos a los perros para que los comiesen y matando otros y haciéndolos tasajos para dar a los penos, y a otros muchos indios cortándoles las narices y las manos…y a las niñas pequeñas forzándolas…”

Todo esto se vio respaldado por medidas como la provisión de Carlos V el 26 de julio de 1529, cuando convierte en hidalgos a todos los plebeyos que habían acompañado a Pizarro en la conquista del Perú.

El peculado y la mala administración tienen también su origen en los conquistadores. El Almirante vuelve a España en 1496 y parte en su tercer viaje en 1498. Uega a la costa norte de América del Sur y retorna a Santo Domingo, para luego volver a España con sus hermanos, por orden del funcionario real Francisco de Bobadilla, a explicar el bajo rendimiento obtenido desde el punto de vista económico.

No solamente fue el mismo Colón el que arrebató de sus tierras a varios centenares de indígenas para enviarlos a su amo el rey Fernando. El delito del secuestro tiene antecedentes muy claros en nuestra historia, pues fue instituido por los españoles mediante la famosa figura del “Rescate”, por medio del cual se exigía un tributo para liberar a los jefes indígenas capturados y en poder de los europeos.

El delito de extorsión también fue inventado por los peninsulares al organizar la esclavitud de los indígenas mayores de 14 años, hombres y mujeres, se los presiona a buscar oro para los europeos.

Se conceden “Salvoconductos” de tres meses, al cabo de los cuales el indígena debía llegar provisto de una cantidad determinada del metal precioso. A quienes no cumplen, el Señor Almirante da la orden de seccionar las manos. Comienzan entonces a presentarse suicidios masivos de indígenas arawaks.

La usurpación y el robo se inspiraron asimismo en los conquistadores, pues una vez agotados los recursos obtenidos por secuestro y extorsión, simplemente se ocupó la tierra y se colocó a los indígenas a trabajar como esclavos. Hablando de los delitos contra el pudor, hay que mencionar a todos y cada uno de los soldados españoles, quienes conservaban sus armaduras por meses enteros y se desprendían de ella únicamente para cometer toda suerte de atropellos carnales contra unas indías que veían en la relación con el conquistador una salida a su miserable condición, soñando en que el hijo tuviera los mismos rasgos de los “semidioses” peninsulares, para poder tener la posibilidad de un mejor futuro generacional.

Los inolvidables sermones de Fray Antonio de Montesinos (A quien Latinoamérica todavía no ha reconocido su dimensión espiritual y su valor humano), hicieron brotar en toda su dimensión la protesta contra la injusticia española que hoy, cinco siglos después, todavía estamos pagando los colombianos.

Decía Montesinos en su primer discurso:

“…Que todos estáis en pecado mortal y en el vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas gentes inocentes.

Decid, ¿con qué derecho y con que justicia tenéis tan cruel y horrible servidumbre aquellos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas penas, con muerte y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dadles de comer ni curadlos en sus enfermed’ades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día?.

¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amadlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Como estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto, que en el estado que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo…”

Al finalizar la misa, la turba que poblaba La Española, se dirigió a la casa de quien entonces los dirigía, Diego Colón.

Este, a la cabeza de sus maleantes, se dirigió al Convento y exigió que Montesinos se retractara de sus palabras. Con esto nace otro de los crímenes que aquejan hoy a nuestra nación: La amenaza para quien denuncia el crimen.

Al domingo siguiente, amenazado y vituperiado, llega Montesinos con la cabeza en alto y les repite, en tono aun más airado, lo que ya había predicado el domingo anterior.

Los españoles escriben entonces al rey, quien manda llamar al provincial Dominico de Castilla, advirtiéndole que Montesinos había predicado en contra suya v que lo hiciera callar de una vez por todas. Este es el engendro de la negociación con los criminales y la mordaza para quien dice la verdad, como se confirma en un aparte de la Historia de Las Indias:

“…Veis aquí cuan fáciles son los reyes de engañar y cuan infelices se hacen los reinos por información de los malos ycomo se oprime y entierra que no suene ni respire la verdad…”

Bibliografía

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  6. Colón, C. Los Cuatro Viajes del Almirante y su Testamento. Espasa-calpe. Madrid, 1971.
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  11. Eslava, J. El Enigma de Colón y los Descubrimientos de América. Ed Planeta. Bogotá, 1992.
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  14. Canessa, M. Las historias Nacionales Frente a su Pasado Colonial. Correo de los Andes 1987; 46: 56-63.
  15. Guzmán, F América 500 años. La Creación de das Historias Paralelas. Actualizaciones lhdiatricas. Fundación Santa Fé de Bogotá, 1993; 3: 38-43.

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VER 2 comentarios

  1. William dice:

    Gracias por este artículo de la conquista española y la violencia en Colombia. Me gustaría saber la fecha de publicación. La necesito para citarlo en un artículo que estoy haciendo.

    1. encolombia dice:

      Buenas tardes William, en este enlace puedes encontrar la bibliografía del contenido: https://encolombia.com/libreria-digital/lmedicina/fmc/fmc-trauma-vol1-14/3/
      Saludos.