El Síndrome del Maltrato del Anciano

MEDICINA FAMILIAR
EDUCACIÓN CONTINUADA PARA EL MEDICO GENERAL

A continuación se enumeran algunos de los síntomas y signos de lo que esta dando forma a lo que podría denominarse el “Síndrome del Maltrato del anciano”. Este puede tenerse en cuenta para un diagnóstico clínico del anciano:

Síndrome del Maltrato del anciano

La culpa:

Un proceso que debe centrar la comprensión de la problemática desde esta óptica es la posible identificación del anciano con su agresor. Tomando en cuenta que éste es por lo general un familiar directo suyo, un hijo, por ejemplo, inconscientemente es entendida la problemática como “esto me lo merezco por no haber sido un/a buen/a padre/madre”.

Esta situación suele perturbar mucho al anciano. que se siente culpable y hará todo lo posible por evitar ese sentimiento.

El maltrato a los demás:

Puede ser una forma de expresar la necesidad inconsciente de castigo, por el sentimiento de culpa antes mencionado.

Maltratando a los demás se logrará un castigo expiatorio. (Sería un razonamiento muy simplista el suponer que responde con violencia a la violencia recibida )

El ser bondadoso en exceso:

Con el propósito de lograr el perdón o demostraciones de afecto que signifiquen ese perdón, se convierten en extremadamente bondadosos, encubriendo de esta forma la agresividad implícita en esta conducta.

El poli-pequeño-accidentado:

Es otra forma de castigarse a sí mismo por sentirse culpable.
Representa una modalidad a través de las cuales se ponen de manifiesto la tendencia a la accidentalidad.

La terquedad:

Esta no es mas que otra opción dentro del abanico de comportamientos posibles en un momento determinado.
En uno de sus aspectos puede ser entendido como la manera de aferrarse a lo que teme perder, además es una vía de lograr que se le preste atención, ya que cada vez que es discutido a nivel familiar un aspecto que lo implica directamente, es necesario comunicarse con él.

Es una de las pocas defensas “la de plantar bandera” que le quedan. El anciano no logra comprender que lo único que logra es realimentar el círculo vicioso, en donde el interlocutor, responde a su terquedad con agresión Es una “victoria pírrica” del anciano, no exenta de vetas masoquistas.

Un constante temor a ser criticado, excluido o directamente castigado:

Toda la conducta del anciano agredido, estará dirigida a evitar fallidamente esa agresión. En el intento se verá superado por su angustia (que puede ser tanto la razón de su incapacidad como factor de inhibición de actitudes adecuadas) que le permitan evadir la situación agresiva.

Esta realidad lo frustra y lo deja sometido a la situación agresiva original ya que carece de medios para modificar los motivos inconscientes de su agresor.

El temor frente a la pérdida de cariño de los demás:

Para evitar esto, el anciano es capaz de dejar de lado sus propias necesidades, y ponerse a entera disposición del deseo del agresor, intentando de esta manera mitigar la agresión.

Esta aparente sumisión genera en el anciano un sentimiento de rabia que al no poder manifestarse verbalmente, lo hará por otras vías como el caso de un ataque directo, o como son las crisis hipertensivas, accidentes vasculares, etc.

Se podrían seguir presentando ejemplos que nos remiten siempre a lo mismo por parte del anciano: evitar la angustia que la situación le genera. La dinámica de la angustia social en el anciano nos revela una personalidad que, a diferencia de la depresiva, todavía es capaz de ensayar una serie de maniobras tendientes a evitar el displacer. Podemos afirmar que simbólicamente la angustia nos señala una situación vivida como peligrosa. Esta peligrosidad estaría dada por la imposibilidad de satisfacer el impulso interno de modificar el vínculo que mantiene con su cuidador que, de ser llevado a cabo, pondría al anciano frente a un castigo.

En el discurso del anciano suelen aparecer sentimientos de ternura, comprensión y justificación para su cuidador, a pesar de la agresividad que caracteriza al vínculo.

El Síndrome del Cuidador del anciano

Los mismos síntomas y signos del “Síndrome del Maltrato del anciano”, pueden darse en su “Cuidador”, si reconocemos que se trata de una relación normalmente complicada y de un rol para el cuidador “muy sacrificado” y si además hay evidencia de que hay antecedentes de familia clínica o con alguna psicopatología.

Podríamos decir que el maltrato es mutuo, aunque siempre el anciano es el que lleva la peor parte. La personalidad del anciano no cambia como se ha demostrado en las investigaciones psicológicas, sin embargo tienden a ser más “rígidos”, “poco flexibles” y “tercos” y quieren continuar ejerciendo sus roles de padres, de autoridad y liderazgo de la famila e imponer sus ideas a veces reevaluadas y perjudiciales en un mundo que se ha transformado y cambiado y no aceptan que sus hijos que ya son adultos maduros, tengan sus espacios, establezcan sus propios límites y puedan tomar decisiones en la casa o el hogar que comparten con ellos.

(Lea También: Psicogeriatría de la Sexualidad)

Esto complica aún más la situación para el “cuidador”.

Según Luis Delgado: por el lado no conflictivo están los sujetos que aceptan la idea de un ciclo vital normal y esperable y se atienen a hacer lo que corresponde a su edad. Al fin de cuentas, la identidad se sostiene en la capacidad de elaborar los duelos y dar respuesta positiva a renunciamientos impuestos por el curso de la vida. Ayer fue tener que dejar la casa paterna, circunscribir los proyectos juveniles en atención al trabajo y cuidado de los hijos, y ahora será asumir la disminución de las energías y despuntar del climaterio y la estrechez de la jubilación. Si el sujeto piensa y actúa con criterio pasará en lugar de una crisis que desorienta, a una comprensión de la psicología del tiempo para la cual ya está medianamente preparado. Sabe que pronto habrá de alcanzar la tercera edad y se trata entonces de ir preparándose hacia una senilidad exitosa.

Una oportunidad de servir, crecer y terminar un proyecto de vida…?

Aunque parezca el panorama de esta relación muy desalentador, cabe preguntarnos si no es posible aliviar de alguna manera esta situación y mejorar la calidad de vida tanto del anciano, como de su cuidador. Afortunadamente hay nuevas herramientas tales como la prevención de una senencia conflictiva. Y si ya se trata de una senencia conflictiva: el desarrollo de la inteligencia emocional, el crecimiento personal, la psicoterapia geriátrica o gerontológica, el aprendizaje de resolución de conflictos y afrontamiento de las crisis con nuevos recursos psicológicos y familiares y el descubrimiento y realización de nuestro proyecto de vida y la ayuda que aprendamos a dar al anciano para crecer y terminar exitosamente su propio proyecto de vida. Solo con sabiduría, salud mental, inteligencia y ánimo de “servir” a alguien a quien le debemos todo, el “cuidador” y el “anciano” podrán crecer juntos en esta situación, crisis o encrucijada transitoria que ocupa tan solo un pequeño lapso en nuestra corta existencia.

Recomendaciones al cuerpo médico y profesionales de la salud

La Asociación Médica Mundial presenta las siguientes recomendaciones a los médicos que tratan a los ancianos y exhorta a todas las asociaciones médicas nacionales a dar publicidad a la Declaración entre sus miembros y la opinión pública:

Recomendaciones médicas

  • Identificar al anciano que pueda haber sufrido maltrato y/o abandono.
  • Proporcionar una evaluación y tratamiento médico por los daños producidos por el abuso y/o abandono.
  • Permanecer objetivos y no emitir su opinión.
  • Intentar establecer o mantener una relación terapéutica con la familia (por lo general, el médico es el único profesional que mantiene un contacto duradero con el paciente y la familia).
  • Informar toda sospecha de casos de maltrato y/o abuso de ancianos, conforme a la legislación local.
  • Utilizar un equepo multidiciplinario de tratantes de las profesiones médica, servicio social, salud mental y legal, cada vez que sea posible.
  • Estimular la generación y utilización de recursos comunitarios de apoyo que entreguen servicios domiciliarios, reposo y disminución del estrés, a las familias de alto riesgo.

Si el adulto mayor denuncia explícitamente el maltrato que sufre:

En caso de denuncia del anciano

  • Creer en su palabra
  • No culpabilizarlo en ningún caso
  • Investigar la verdad
  • Consultar a profesionales especializados
  • Recurrir a las autoridades competentes

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