El Proceso Salud, Enfermedad

MEDICINA FAMILIAR
EDUCACIÓN CONTINUADA PARA EL MEDICO GENERAL

Es innegable la necesidad de dar una gran dimensión social a las áreas de la salud a través del conocimiento y la comprensión del concepto de salud ‑ enfermedad.

Este conocimiento implica una aproximación al marco histórico, socio ‑ económico y biológico involucrado en el proceso de estar sano y continuar así, o, entrar al denominado estado de enfermedad.

El desarrollo del conocimiento respecto al concepto salud ‑ enfermedad y por lo tanto la manera de aproximarse a la explicación de las patologías, está íntimamente ligado con los paradigmas del pensamiento humano. Este pensamiento se ha venido desarrollando a través de la historia de la humanidad y se corresponde con momentos históricos importantes del hombre.

Es así, como el paradigma del pensamiento hipocrático galénico aporta la necesidad de observar y percibir al individuo a través de los sentidos de quien intenta realizar un diagnóstico y desarrolla en estos mismos observadores la imaginación para tratar de explicar los acontecimientos que ocurrían al interior del ser biológico y que explicarían los hallazgos externos.

El diagnóstico de un médico sobre una enfermedad era un proceso eminentemente mental que combinaba la observación y la experiencia casuística y que llevaba a la elaboración de hipótesis.

Posteriormente, gracias al paradigma moderno, se aportan los conceptos anatomoclínico, flsiopatológico y etiopatológico, que permiten redondear de una manera bastante aproximada y profunda las causas, consecuencias y comportamiento de las enfermedades.

Gracias al aporte del pensamiento sydenhamiano, la enfermedad es conceptualizada como un resultado causal y repetitivo en los individuos, de la conjunción de noxas. Esto permite iniciar la sistematización, recolección y ordenamiento de los síntomas observados en un individuo, para compararlos con registros similares de otras observaciones y, finalmente, determinar un comportamiento similar de enfermedades y por lo tanto la subsecuente clasificación.

Adicionalmente, es necesario tener en cuenta, el desarrollo de la industrialización en la evolución del hombre moderno, con la cual, se pretendía básicamente dar solución a problemas puntuales de la sociedad, a través de la producción de bienes de consumo.

La salud, como problema y producto, no podría estar ajena a este proceso. Es así como las necesidades en salud, se enfocan desde el punto de vista de un bien con connotación anatomopatológica, etiológica y funcional muy individual en cada ser.

Con el advenimiento de la era de la informática, en donde todos aquellos conceptos individualistas de las necesidades del hombre se vuelcan hacia lo social, la salud es vista como un servicio por el hombre y para el hombre dentro de su contexto social.

Después de la segunda guerra mundial, el avance científico con el aporte del concepto molecular, el pensamiento de Freud sobre las neurosis y sobre las enfermedades llamadas orgánicas, hacen que el concepto de salud ‑enfermedad oscile entre la visión biomolecular simplista y la visión socio antropológica de este proceso.

El modo de vivir y la interacción de un individuo con el ambiente, pasan a ocupar un papel primordial en el análisis del desarrollo de la enfermedad.

Dentro de este marco, se entiende como la salud es un componente importante del desarrollo social. La estructura económica de una sociedad, el nivel cultural y el grado de bienestar, determinan procesos de salud enfermedad en los individuos.

Esta interacción dinámica del hombre con el medio y la sociedad dan como resultado diferentes estados de salud.

El hombre dentro de su contexto social no se encuentra aislado, establece relaciones biológicas y ecológicas con su medio ambiente (flora, clima, temperatura, humedad, fauna y otros hombres), formando un sistema organizado de interacciones dinámicas de intercambio energético.

Así mismo, realiza relaciones sociales, psíquicas y emocionales que lo llevan a satisfacer las necesidades propias, a través del comportamiento individual.

Esto le permite adquirir conciencia y desarrollo intelectual, relaciones estas, que marcan la diferencia entre el hombre y otros seres vivos.

La supervivencia del hombre está dada por la capacidad del mismo para generar transformaciones positivas de su entorno originadas a partir de imaginar cambios, lograr una adaptación armónica de sus contextos biológicos, psíquicos y sociales.

Cuando surge una incapacidad para comprender, adaptarse y transformar armónicamente al medio ambiente, o así mismo, se rompe el equilibrio necesario y aparece entonces la enfermedad. ” Muchas patologías modernas, se encuentran más asociadas a problemas sociales que a problemas biológicos (cáncer, hipertensión arterial, diabetes)”.

La relación ecológica establecida entre el hombre y su entorno, implica la interacción de componentes de la denominada tríada ecológica (agente, huésped y ambiente).

Cuando se logra una interacción equilibrada entre estos tres componentes, el resultado es la salud.

La salud, entonces se traduce en una lucha permanente por mantener un equilibrio entre el huésped que aporta las fuentes genéticas, físicas y mentales, con el agente (fuentes biológicas) y el ambiente (fuentes sociales).

A pesar de que el objetivo primordial de las acciones en salud es la preservación de la vida, la salud es un proceso continuo entre el estado denominado “sano” y el opuesto; “enfermo”, entre los cuales no existe una línea fácilmente identificada.

Cualquier acción emprendida con el fin de preservar la vida debe estar encaminada a promover la salud positiva y óptima, prevenir un mal estado de salud, realizar un diagnóstico y tratamiento lo más precoz posible, prevenir estados de incapacidad y lograr rehabilitación social y física.

Tradicionalmente se describe a los agentes causantes de enfermedad como elementos que con su ausencia o presencia causan deterioro de la salud. Dentro de estos se involucran agentes biológicos, químicos, físicos, mecánicos y nutricionales.

El ambiente es todo aquello que rodea y al mismo tiempo sirve de hábitat al huésped y a los agentes (ambiente biológico, físico, social y económico).

El huésped humano es donde se genera la salud o se inicia el proceso de la enfermedad. Este aporta elementos importantes como la edad, etnia, sexo, inmunidad, genética, hábitos y costumbres. La coexistencia del huésped, el agente y el medio ambiente con todos sus sub componentes, enmarcan la historia natural de la enfermedad.

Esta historia natural se puede dividir en dos periodos claramente identificables:

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Período prepatogénico

En el cual interactúan los factores de riesgo en la tríada ecológica, sin causar cambios tisulares o funcionales en el huésped, y sobre el cual se aplican todas las acciones de promoción, fomento de la salud y prevención primaria.

Así las cosas, “la promoción de la salud es aquella que está orientada a la interacción de acciones que realizan la población, los servicios de salud, las autoridades sanitarias, los sectores sociales y productivos con el objeto de garantizar más allá de la ausencia de enfermedad, mejores condiciones de salud psíquicas y físicas de los individuos y las colectividades.

El fomento de la salud hace referencia al conjunto de acciones que buscan el óptimo desarrollo de las capacidades individuales y colectivas. La prevención primaria corresponde al conjunto de acciones que tienen por fin la identificación, control o reducción de los factores de riesgo biológicos, del ambiente y del comportamiento para evitar que la enfermedad aparezca”.

Período patogénico

Caracterizado por la aparición de cambios tisulares y funcionales que pueden permanecer ocultos (etapa subclínica), o evidenciarse a través de signos o síntomas de la enfermedad (etapa clínica). Estos dos subperíodos de la etapa patogénica, están divididos por lo que se denomina el “horizonte clínico”. En el periodo patogénico son evidentes el deterioro tisular y funcional comprobable de la enfermedad, que puede llevar a la cronicidad, discapacidad permanente y muerte del individuo.

Los cambios tisulares se dan en el periodo conocido como de “incubación o latencia”, que es aquel en el que se desarrolla la primera reacción del organismo a una agresión, produciendo cambios bioquímicos y fisiológicos.

Cuando aparecen los signos y síntomas, son el indicio de la instauración de la “etapa temprana discernible” o el inicio de la etapa clínica de la enfermedad. Este es seguido por el defecto o daño caracterizado por lesiones orgánicas o funcionales tales que determinan el estado crónico y la incapacidad, invalidez, muerte o recuperación del individuo.

Es aquí, donde se realizan todas las acciones denominadas de prevención secundaria, las cuales están dirigidas a realizar un diagnóstico precoz y un tratamiento oportuno con el fin de limitar el daño. Las actividades denominadas de prevención terciaria tienen el fin de lograr una rehabilitación y una reinserción del individuo a la sociedad.

“…El grado de éxito en la prevención depende del grado de conocimiento sobre la historia natural de la enfermedad, de las oportunidades de aplicar ese conocimiento y de la aplicación efectiva del mismo…”

“…La interrupción del proceso en cualquier etapa (prepatogénesis o patogénesis), tiene su efecto sobre el proceso mórbido al prevenir su desarrollo ulterior en el curso del detrimento de la salud del hombre. Este concepto epidemiológico permite incluir el tratamiento dentro del esquema de prevención ya que este interrumpe el proceso…”.

El desarrollo de las técnicas modernas de las diferentes disciplinas de la salud está enfocado a la resolución de problemas específicos, inherentes al campo biológico, con el fin de aportar gran capacidad resolutiva para cada problema puntual, desechando cualquier vínculo relacionado con los demás componentes normales de la vida como lo son el social y el psíquico.

Así las cosas, los debates científicos están centrados en discusiones técnicas u operativas enfocadas a la innovación o mejoramiento de una técnica específica, el establecimiento de un tratamiento médico o farmacológico, el incremento de la sensibilidad o la especificidad de un medio de diagnóstico.

El reduccionismo científico, solo considera la dimensión biológico ‑ molecular del hombre, orienta a la investigación hacia lo operativo e instrumental, desviándola lejos de la aplicación social.

Un enfoque científico real de la salud debe abordar todos los aspectos que componen el objeto de estudio. En el caso del ser humano, el desarrollo de las ciencias de la salud, debe ir orientada a la optimización de los aspectos biológicos, psíquicos y sociales del individuo y su contexto familiar.

Francisco Alvarez, plasma muy claramente este concepto al enunciar:

“En la actualidad estos conceptos han tomado importancia porque superan el punto de vista tradicional de considerar al hombre solo en su condición bio ‑ típica, crono ‑biológica, y más recientemente sexual y social; si no que también considera la intransferible peculiaridad individual y desarrollo en su vida íntima y subjetiva, y que en sus relaciones dinámicas con los otros hombres, transforman la vida misma y la abre a una integral y nueva perspectiva, íntima, individual, colectiva e histórica.

Este marco de estudio permite un mejor entendimiento del complejo salud – enfermedad”.

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