El Determinismo, la Superstición y la Interpretación

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Freud en la obra citada: “Psicopatología de la vida cotidiana” (1901)

Es en donde hace mención al “determinismo, la fe casual” y se refiere también a la “superstición” en los si­guientes términos:

No creo que un suceso en el que no toma parte mi vida psíquica me pueda revelar la futura conformación de la realidad, pero sí que una manifestación inintencional de mi propia vida psíquica me descubre algo oculto que pertenece también exclusivamente a ella. Creo en accidentes casuales exteriores (reales), pero no en una casualidad interior (psíquica).

Por lo contrario, el supersticioso ignora en absoluto la motivación de sus actos casuales y funcionamientos fallidos, y cree en la existencia de casualidades psíquicas, estando, por lo tanto, inclinado a atribuir al acci­dente exterior una significación que se manifestará más tarde en una realidad y a ver en lo casual un medio de exteriorización de algo exterior a él, pero que permanece oculto a sus ojos.

La diferencia entre el supersticioso y yo se manifiesta en dos cosas.

Primeramente, el supersticioso proyecta hacia el exterior una motivación que yo busco en el interior, y, en segundo lugar, interpreta el accidente por un suceso real que yo reduzco a un pensamiento.

Pero en el supersticioso, el elemento oculto corresponde a lo que en mi es lo inconsciente416, y a ambos nos es común el impulso a no dejar pasar lo casual como tal, sino a interpretarlo”, (Sigmund Freud, Obras completas Determinismo, fe casual, Pág. 766).

(Lea También: Ejemplos del Azar Determinista)

En esta concepción se ven varios aspectos el de la interpretación del sujeto y sus motiva­ciones:

En segundo lugar la parte oculta y el “accidente” llamado “casual exterior y real” que no es una casualidad interior psíquica, en síntesis nos encontramos con el mundo interno y externo y la intencionalidad en encontrar en el exterior explicaciones con sus interpretaciones pertinentes.

Dentro de esta organización mental, en la cual participan lo mítico, lo conocido y lo desconocido, y a la vez la gran necesidad de interpretar los hechos que observamos y ocurren; aquí se pueden incluir toda una serie de mecanismos psicológicos, especialmente la identificación proyectiva, el pensamiento mágico omnipotente que se originó desde los inicios del pensamiento del hombre para interpretar sus sensopercepciones y apoyarse en lo que pensaba internamente; aquí también nos encontramos con la construcción de la realidad trascendente interna y de la psicología de lo inconsciente.

Nótese que personas aún de gran cultura y educación pueden caer en la superstición y en el pensamiento mágico omnipotente para dar explicaciones a fenómenos incomprensibles o no conocidos, pero que en el fondo desean controlar los aconteceres futuros. He ahí en el fondo la inseguridad que provoca la incertidumbre de lo que va a venir o puede ocurrir.

En la historia de las civilizaciones, en las diferentes culturas encontramos estos fenómenos como fuerzas psíquicas poderosas y de las cuales también nos defendemos con la fe y en la casualidad, más también llegamos a inter­pretaciones omnipotentes referidas a los dioses.

Presencia de la Intuición

Todo lo anteriormente expuesto implica la presencia de la “intuición”, de los mecanismos psíquicos en los que pueden observarse los “presentimientos”, los “sueños proféticos o pre­monitores”, las supuestas comunicaciones telepáticas, la adivinación, la clarividencia y otros fenómenos mentales con los que se vale también el ser humano para la explotación del pensamiento mágico primitivo como son los conjuros, la santería, los rezos, los sacrificios de animales (o humanos en tiempos remotos), la magia negra, toda una serie de doctrinas ocultas o secretas, lo esotérico, el espiritismo, la sanación, los poderes superiores con fetiches y talismanes, el poder ubicado en las joyas, en el oro, piedras preciosas, los juegos del azar, la lectura de cartas y el zodiaco, en los ruegos y oraciones, las premoniciones conscientes; todos ellos, y otros más, participan en la “psicología de la vida cotidiana” de siglos.

A todos ellos le podemos sumar una franja grande, la espiritual en la cual la mente se “predispone” para comunicarse en otras dimensiones en que se conjuga la barrera tiempo-espacio y se pasa a la atemporo-espacialidad con sus principios espirituales y así meditar (meditación trascen­dental) y en la oración con los ejercicios de relajación para facilitar el inducir la meditación en silencio o sin él; en todas ellas obra la fe que mueve imposibles racionales.

En todos ellos existe un común denominador, el deseo de control omnipotente y por ende tener el o los poder (es) espirituales sobrenatural (es) (417).

La ciencia ha tratado de estudiar todos estos fenómenos y los ubica dentro de lo paranor­mal y la percepción extrasensorial (PES) a estos fenómenos se le suman la telequinesia y la vivencia de otras dimensiones témporo espaciales o los fenómenos producidos por pulsiones instintivas deterministas y significativas en las cuales se actúa por decisiones no conscientes sino en las llamadas extrasensoriales.

Aún se ha tratado de conseguir estas capacidades men­tales a través de sustancias químicas, alucinógenas (LSD, mescalina, cocaína, tabaco, yahé, marihuana, heroína, ingesta de hongos, sustancias sintéticas alucinógenas o psico-estimulan­tes como las anfetaminas) y otras tantas buscan “trabarse”, “viajar” para huir de la realidad y anestesiarse de ella, no sentir hambre ni angustia, ni confusión y entrar en un pseudo-nirvana.

Algunos artistas para conseguir un nuevo o diferente estado de consciencia muchas veces lo intentan con esta clase de sustancias418.

Tengamos en cuenta que existen diferentes estados de consciencia o niveles del conoci­miento desde el más superficial hasta el más profundo, y del más rápido al más lento, con una percepción y comprensión rápida hasta la más aletargada.

Todos los seres humanos deciden y tienen interés en una comprensión profunda, un nuevo conocer, un redescubrimiento y re­conocimiento y en el que el deseo predomina para mostrar y demostrar, revelar y develar otro tipo de relación con el mundo exterior y el interior.

Todo esto hace parte de los procesos que oscilan entre el consciente y el inconsciente; en la franja del preconsciente es en donde opera con rapidez los procesos cerebro-mente y participa el “azar determinista”, encontrándose múltiples fenómenos y conectándose uno con otro.

Hago énfasis aquí en que estos fenóme­nos ocurren con frecuencia en los místicos, en los científicos, en los artistas, en el proceso creativo, en los grandes descubridores, que aún no saben ni cómo ni cuándo surgen ideas, las conectan unas con otras y descubren un nuevo mundo ideológico, filosófico, político social, económico o científico y aún el religioso que puede congregar un conjunto de personas con un mismo fin. He ahí el encuentro de “la creación y el inconsciente” que se supone opera para bien de todos.

En este proceso hay una tendencia a imaginar, a representar y poner en una cierta distancia (espacio) en la pantalla del sueño en el preconciente, aquellas representaciones para así co­nocer y vencer el temor a lo desconocido.

Existe un “dejarse ir” a otro estado de consciencia (mental imaginario) con menor represión e inhibición y mayor permeabilidad, sin lógica, sin control de la realidad y por ende del tiempo.

Se logra este estado cuando el Yo del sujeto ha elaborado más el complejo de Edipo y puede poner más en función el mecanismo de subli­mación, puesto que si existen puntos de fijación intensos, éstos impiden una movilidad al Yo para liberar sus fantasías edípicas y preedípicas.

El mundo interno se sale espontáneamente predominando lo simbólico y lo imaginario; por lo tanto, va mas allá del pensar lógico racional; la atención es diluida, flotante; la acción no es controlada por la razón; así mismo, las representaciones y asociaciones son libres y se liberan los mecanismos automáticos.

Aquí hay una tendencia a plasmar lo universal y atem­poral volviéndose tópicamente consciente y temporal la fantasía inconsciente.

El mismo conocimiento produce temor bíblico; con sentimiento de culpa, pecado, etc.; éste debe superarse viviéndolo o pasando temporalmente por él, sintiendo la angustia por el despertar de las cargas tanáticas, lo que implica un nuevo conocimiento de la misma sensa­ción de la muerte y de la nada; si esto ocurre, entonces puede llegarse a la sensación de lo nuevo y de la creatividad.

Es tal estado se puede partir de lo patológico o de la parte sana para luego ir a lo objetivo acelerándose los procesos mentales. El resultado de todo el fenómeno y proceso intermedio terciario es que se consigue un orden diferente, en un ordenar preliminar, con los deseos de vivir y sacar de la penumbra los objetos; existe a la vez la necesidad de encontrar esencias profundas del mundo interno, sin embargo, no hay en el Yo metas fijas; el objetivo es el mismo proceso en donde se encuentra y descubre lo nuevo pero sin lograrlo siempre.

Si se logra encontrar, reencontrar, descubrir un nuevo objeto (el perdido) y se puede integrar, reparar, es posible que se llegue a lo “original”. El descubrimiento, lo nuevo, lo original, surge sin proponérselo conscientemente.

De tal frustración y dolor se sale con el conocer doloroso ubicando en un “afuera” (espacial) consciente controlado por la realidad temporal; todo esto se hace en una discronía y diacronía con respecto al Yo y no-Yo.

En este conjunto procesal hay un predominio de las tendencias sublimatorias, reparato­rias de la curiosidad y del instinto epistemológico, así como del impulso a “llenar vacíos”, a “completar” incompletos (lo que falta-la carencia) y así crear. El proceso, obviamente, hace también parte de los procesos psicodinámicos, del descubrimiento, del artístico y del creativo en general.

A nivel del conocimiento produce un “insight”, un comprender interno profundo, un nuevo conocer, un redescubrimiento y reconocimiento en el que se muestra y demuestra, se revela y devela una relación.

Eso hace parte de la “anagórisis” de Aristóteles, o de la “Epi­fánesis” de Platón (visión nueva), o de la “Iluminación” de San Agustín, o de la “Revelación” de la religión, o de la “trascendentalización” de Kant o del “pensamiento intuitivo discursivo” o del llamado “proceso intermedio terciario mental”.

En éste existe, como ya se expresó, una témporo-espacialidad distinta a la común, y es en ésta donde funcionan los creadores y donde hay una percepción diferente del espacio y tiempo, existe, por decirlo así, una atemporalidad y una atopía móviles y cambiantes, con sensación de unidad y distinta dimensión, (G. Sán­chez Medina, 1987)419.

Esa otra dimensión témporo-espacial, que no es otra que el preconciente, funciona, como ya lo anoté en otro lugar, en lo que denomino proceso terciario o intermedio y que está ubi­cado entre el proceso primario irracional, ilógico, absurdo, irreal, inconsciente, atemporal, atópico, y el secundario racional, lógico, cuerdo, temporal, concreto y real; entre estos dos se ubica el intermedio terciario, el cual no es ni irracional ni racional, ni absurdo ni cuerdo, ni inconsciente ni consciente, ni atemporal ni temporal, ni irreal ni real; es el intermedio entre uno y otro, es, repitámoslo, la transición del primario al secundario o viceversa, es lo que se denomina preconsciente.

En este proceso el Yo debe estar preparado para la reparación y por lo tanto para la integración y elaboración de los objetos (parciales y otros); sus relaciones tienen como consecuencia el descubrimiento y encuentro de nuevos objetos.

Fritjof Capra en su obra “Las conexiones ocultas” escribe:

Artistas y científicos han descrito frecuentemente esos momentos de maravilla y éxta­sis420 en que una situación confusa y caótica cristaliza milagrosamente y proporciona una idea novedosa o la solución a un problema previamente intratable. Puesto que el proceso de emergencia es absolutamente no lineal, e implica múltiples bucles de retroalimentación, no puede ser analizado por medio de nuestras formas convencionales de razonamiento lineal, y tendemos a experimentarlo como algo misterioso”, (421)

Como se ha visto en varios textos anteriores, a estos fenómenos comúnmente se les acha­caba, desde el punto de vista psicoanalítico y/o de la psicología cotidiana, a la “capacidad intuitiva” del sujeto que percibe o “al inconsciente”; si bien lo anteriormente puede ser cierto y participa en el fenómeno es necesario adentrarnos más profundamente en los mecanismos de la intuición o lo que se llama presentimiento, percepción, imaginación, significaciones pre-verbales, preconscientes indicativas, obviamente con pre-signos (señales codificadas con significado).

Un fenómeno o hecho mental que puede presentarse antes del conocimiento es el de la intuición o el presentimiento, el cual pertenece a lo que podríamos denominar “pre-conoci­miento” o “conocimiento intuitivo”, el cual plantearé en capítulos siguientes.


416 La negrilla es mía

417 “Lo espiritual no se refiere o significa comunicación en otras dimensiones, es simplemente un plano superior al plano físico, al biológico y al psíquico; en el plano espiritual colocamos los espiritualistas como principios y logros como lo que se traducen en ciertas filosofías, en el arte, la poesía, la belleza en general. No se refiere a determinada confesión religiosa” (A. De Francisco, 2010).

418 “No es lo corriente pensar que se alcanzan esos ‘estados’ mediante estímulos químicos de cualquier orden que sea; los místicos cristianos y los religiosos budistas no se valen de ellas para alcanzarlas” (A. De Francisco, 2010).

419 No se entienda aquí que el proceso creativo conlleve de todas formas la participación de la “diosa-razón” y la lógica y la necesidad impresión de un conocer lógico para descubrir el afuera, por lo contrario, en el sujeto creador existe por lo contrario un estado mental especial al cual le he denominado “proceso intermedio terciario” que no pertenece al proceso irracional primario, ni al lógico secundario, sino está en una dimensión temporo espacial intermedia en que participa la intuición (Ver capítulo XV).

Es aquí en donde aparecen mu­chos sujetos considerados geniales y que todavía tiene innumerables incógnitas; he ahí la incógnita del genio artista cualquiera que sea, científico o filósofo, los cuales a la vez en la realidad han roto paradigmas, normas, reglas más pueden cambiarlas y crear nuevas visiones armonías, relaciones, sin anular toda la razón. He ahí también el mundo de la imaginación y de la creación al servicio de la vida y de la paz con cierta felicidad.

420 La negrilla, la bastardilla y comillas son mías.

421 Fritjof Carpa, “Las conexiones ocultas”, Editorial Anagrama, Barcelona, 2002.

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