El Sistema Consciente e Inconsciente; el Azar y el Determinismo

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Conceptos que se refieren a la mente y al pensamiento

Es importante aclarar los conceptos que se refieren a la mente y al pensamiento; a sus procesos, mecanismos y sistemas funcionales que ocurren en el cerebro para adentrarnos al otro espacio (micro espacio) en el cual operan las partículas subatómicas las que tienen que ver con las funciones cerebrales y obviamente las mentales o psíquicas; de ahí, que otra manera de conceptualizar la mente rs aquella que nos lleva a comprenderla como el conjunto de funciones cerebrales y no como una cosa inerte; sin embargo, las funciones a que nos referimos son la consciencia y el inconsciente, el pensamiento, la memoria, la atención, la imaginación, los sentimientos, el aprendizaje, los mecanismos psíquicos de defensa y tam­bién los sueños.

Aquí debemos anotar que en todo este funcionamiento interviene la energía psíquica o mental que en psicoanálisis se denomina libido.

En los mecanismos cerebrales se producen organizaciones moleculares a nivel de la química cuántica con sus señalizaciones e interfunciones que van a dar finalmente programas de ordenamiento los cuales emerge una decisión del ser humano para actuar con ideas, pensamientos y luego con acciones y movi­mientos voluntarios y aun entrar a la franja de lo involuntario de los sistemas “preconsciente e inconsciente”.

Inconsciente

Al referirnos al “inconsciente” (136) tengamos en cuenta que los diccionarios de la lengua española, lo definen por lo contrario, es decir, por “lo no consciente” o lo no llevado a la consciencia. Freud en su obra “El Inconsciente”, (1915), (137) lo utilizó como un “sustantivo” y también como un “adjetivo”.

El inconsciente para Freud es el “representante de las pulsiones” lo que equivaldría a un límite entre lo somático y psíquico; a la vez, lo definió como derivado de un “sistema mental opuesto al de la consciencia” y como una “instancia mental”; de tal manera, le dio una “tópica” (de espacio o lugar psíquico dinámico) ubicando en este sistema todos los contenidos reprimidos, dolorosos traumáticos, negados al acceso del sistema preconsciente y consciente por la acción de la represión (primaria y secundaria).

Sus características pueden referirse a los contenidos que son representantes de las pulsiones (energías psíquicas) y que son regidos por mecanismos específicos irracionales, especialmente por la condensación y el desplazamiento.

Estas pulsiones buscan retornar a la consciencia y a la acción (retorno de lo reprimido), más sólo pueden encontrar acceso al “sistema preconsciente-consciente”, después de haber sido sometidas a las deformaciones de la censura o lo que llamó Freud “Superyó o consciencia moral”. Estas pulsiones conllevan deseos infantiles que son experiencias con fijaciones en el inconsciente con “una sucesión de inscripciones” de signos (codificaciones) los cuales conocemos hoy día como señalizaciones cuánticas.

Por lo tanto, “como sustantivo es un sistema” y “como adjetivo es lo que califica el sentido estricto del contenido inconsciente del citado sistema”. Freud en su segunda postulación del inconsciente ubicó al “sistema inconsciente” en una estructura a la que denominó “Ello” (segunda tópica) y que lo diferencia de las otras instancias como ser el “Yo y el Superyó”.

Aparato psíquico o mental.

La palabra aparato psíquico empleada por Freud en “La Interpretación de los Sueños” (1900), (138), la utilizó para referirse a la organización inter­na de las diferentes funciones a “lugares psíquicos específicos”; a la vez, implicaba la co­existencia de los distintos sistemas que forman un conjunto de funcionamientos. La palabra “aparato” sugiere la de trabajo y fue tomado por Freud sobre su concepción de arco reflejo, según se transmite la energía recibida.

El proceso reflejo sigue siendo el modelo de todo funcionamiento psíquico” (Op. cit., Freud, S., 1900). Sin embargo, desde el punto de vista psicoanalítico, el aparato psíquico no debe interpretarse en el sentido neuro-anatómico con localizaciones cerebrales específicas, pues implica diversos sistemas psíquicos; en cambio, el aparato cerebral o sistema nervioso central nos indica una serie de interconexiones neurona­les de funciones, en el cual ocurren los procesos psíquicos y que conllevan la energía interna, las transformaciones de la misma para los diferentes fenómenos y acciones y entre ellos la de la fantasía consciente e inconsciente, el pensamiento, la representación, la elaboración psí­quica y todos los psicodinamismos.

Por lo tanto Freud, según aparece en su obra “Compendio del Psicoanálisis” (1938), este término tiene una connotación más de modelo conceptual; sin embargo, para Freud tiene también una connotación física y aun biológica, puesto que él se refería a: “la vesícula protoplasmática” (esta referencia aparece en el capítulo IV en “Más allá del principio del placer”, (1920), (139). A la vez puede también interpretarse como una metáfora.

Inconsciente freudiano

Por lo expuesto concluimos que la noción de “inconsciente freudiano” nos lleva a pensar no solamente en la tópica (lugar) sino en una dinámica que se mueve o dinamiza en todo el aparato mental con diferentes mecanismos. Tengamos en cuenta que el inconsciente conlleva representaciones en forma de “fantasías” (“fantasmas con escenarios imaginarios”) que con­llevan funciones y que pueden concebirse como verdaderas escenificaciones del deseo; esto lo observamos muy fácilmente en los sueños, que son la “vía regia al inconsciente”.

Existen fantasías provenientes de la filogenia y ontogenia y que se van fraguando en el desarrollo de la mente a través de los años y aun pueden no aparecer a través de la vida.

Podemos decir que el “inconsciente freudiano es algo que se constituye, incluso aunque la primera fase de la represión primitiva, pueda considerarse como mítica” (140). Otra de las maneras de detectar el inconsciente son los actos fallidos, las equivocaciones orales, las actuaciones en donde se denota la realización de deseos, con cargas de energía (catexis) y que tienden a emerger a la consciencia.

Tengamos en cuenta además que existe una “energía psíquica inconsciente” con fuerzas de atracción y retracción ejercidas sobre las representaciones y oponiéndose a la toma de consciencia, y solamente observada por sus derivados a la consciencia y que se observa en la psicología de la vida cotidiana, esta temática se planteará en el capítulo correspondiente de esta obra.

De estos textos podemos concluir que existen afectos o emociones inconscientes con car­gas instintivas y con representaciones que permanecen fragmentadas o no transformadas, suprimidas por la represión, mas el impulso queda internamente dinamizándose topográfica­mente e intersistémicamente.

A la vez, debemos tener en cuenta que el inconsciente conlleva la “antítesis consciente-inconsciente”, la “contradicción interna”, el proceso primario irra­cional, el reemplazo de cargas energéticas físicas o psíquicas, otras fantasías y representa­ciones, contenidos latentes y las que pueden transformarse en forma cualitativa diferente, en especial en ansiedad y angustia o ser suprimidas con inhibiciones en la descarga para quedar hundidas en las profundidades del inconsciente.

Existe sí una comunicación entre los dos sis­temas (inconsciente-consciente), el cual lo observamos, como ya se anotó, a través de los de­rivados, de los sueños, de los síntomas de organizaciones mentales patológicas, permanentes o no, y aun en los mitos que conllevan toda la fantasía inconsciente. Nótese que en la misma psicopatología de la esquizofrenia, por ejemplo de la paranoia, en ella observamos toda una serie de fantasías persecutorias, inconscientes.

El psicoanálisis en realidad es la ciencia del inconsciente, lo no consciente y que hace parte de los fenómenos de la física ondulatoria con sus energías (catexis) que operan el sistema nervioso (neuronas) y más específicamente en la biología molecular en y con las diferentes funciones cuyo producto sólo estudia la neurop­sicología y el neuropsicoanálisis de hoy día en que avanzamos gracias a las investigaciones del psicoanálisis y las neurociencias desarrolladas en el Siglo XX y ahora en el siglo XXI.

La fantasía consciente e inconsciente (141).

Fantasía consciente es la representación de imágenes en el consciente, a la vez se representa y detecta en los sueños, las imaginaciones y ensueños diurnos, las novelas, la poesía, las ficciones, los proverbios, los mitos, las leyendas, el folclor y el arte en general.

La fantasía inconsciente es la expresión mental de los instintos, y funciona como una unidad operativa del aparato mental, y es la capacidad de suscitar imágenes de representa­ción del objeto; ésta opera a la vez como el mecanismo de defensa de la realidad interna y externa; así mismo funciona al servicio de las necesidades, los deseos y la creatividad (142).

Existe una interacción constante e inevitable de la fantasía inconsciente con las experiencias reales y con el mundo interno. A cada impulso le correspondería una fantasía y son múltiples las clases de fantasías inconscientes que operan de acuerdo con las necesidades, los objetos y las ansiedades.

Cuando nos referimos a la “fantasía inconsciente”, tenemos que hacerlo también con respecto a otros fenómenos psíquicos que ocurren y que hacen parte de la misma y esta a su vez, para el psicoanálisis y para la teoría posicional kleiniana. Es el elemento que funciona como intermediario o agente entre los instintos y los objetos; es decir, es la expresión mental de los instintos y existe desde el comienzo de la vida.

Lo que Freud denominó “fantasía” fue lo referente a los sueños diurnos y nocturnos, a las escenas, a los episodios, a las novelas y a las ficciones que el sujeto construye y se narra a sí mismo y que está en intima relación con el inconsciente en el cual aparecen los “fantasmas” (143).

Antes de seguir adelante, es bueno aclarar lo que se entiende por imagen y por fantasía.

La primera sería la representación del objeto, mientras que la segunda involucra a la prime­ra; y a la vez sería la fuerza o facultad de suscitar y combinar libremente las imágenes en determinadas situaciones o estados de desarrollo, además de la organización en una unidad funcional; en otras palabras, sería la unidad con la que el aparato mental opera y funciona desde el inconsciente.

La fantasía está compuesta no sólo de imágenes (fantasmas), sino de impulsos instintivos que tienen su contenido, su intención, su fin, su objeto, su característica, sus cualidades y su intensidad, todo lo cual se combina deformando el sentido de la realidad externa, para existir o para configurar internamente una realidad distinta.

A cada impulso instintivo le corresponde una fantasía; por ejemplo, al deseo de comer le corresponde la imagen de algo comestible que le satisface el deseo. Es a nivel del proceso primario, como se inicia la formación de imágenes y con ellas la apariencia del objeto.

En la fantasía inconsciente intervienen diferentes clases de imágenes, las que pueden ser de orden acústico, visual, cenestésico, táctil, gustativo, olfativo, térmico, doloroso, etc. Por otra parte, los instintos intervienen en el proceso de la fantasía porque son la fuerza que da la calidad a aquélla y a los objetos.

(Lea También: Psicoanálisis y Determinismo)

La fantasía tiene diferentes funciones, una de las cuales es servir como instrumento de de­fensa de la realidad externa o interna, pero también puede estar al servicio de las necesidades y de las satisfacciones de los deseos y, aun más, de la creatividad; también hay fantasías que pueden usarse como defensas de otras; he aquí el determinismo de la fantasía consciente e inconsciente, por ejemplo las fantasías maníacas que pueden servir como protección de las depresivas; de esta manera, la fantasía sirve también para representar los ya nombrados me­canismos defensivos del Yo.

Las clases de fantasías inconscientes son múltiples, y también, como ya se observó, están de acuerdo con las relaciones objetales, con las ansiedades y con las defensas correspondien­tes, todas las cuales configuran y condicionan una posición del Yo.

Una analista postfreudiana y kleiniana, Hanna Segal (1965), (144), refiriéndose a la “fan­tasía inconsciente” da el siguiente ejemplo para explicar el funcionamiento de la misma: “El bebé somnoliento que mueve la boca con expresión placentera y hace ruidos de succión, o se chupa los dedos, fantasea que está realmente succionando o incorporando el pecho, y se duerme con la fantasía de tener el pecho que da leche realmente dentro de sí.

En forma simi­lar, el bebé hambriento, furioso, fantasea desgarrándolo y destruyéndolo y sus propios gritos lo desgarran y lo lastiman como el pecho desgarrado atacándolo en su propio interior. Por consiguiente, no solamente siente una necesidad, sino que puede sentir que sus contracciones de hambre y sus propios gritos son un ataque persecutorio en su interior. Desde el momento del nacimiento, el bebé se tiene que enfrentar con el impacto de la realidad que comienza con la experiencia del nacimiento mismo y prosigue con innumerables experiencias de gratifica­ción y de frustración de sus deseos.

Estas experiencias con la realidad influyen inmediata­mente en la fantasía inconsciente, que a su vez influye en ellas. La fantasía no es tan sólo una fuga de la realidad, sino una concomitante constante e inevitable de las experiencias reales, en constante interacción con ellas”.

Es muy importante la interrelación de la fantasía inconsciente con la realidad externa y el ambiente; tiene mucha importancia sobre los efectos en la infancia y la niñez; sin embargo, sin que haya mal ambiente también pueden presentarse fantasías agresivas persecutorias.
El psicoanalista en realidad se dedica a descubrir la fantasía subyacente, tras las producciones del inconsciente como en el sueño, el síntoma, físico o psíquico; el actuar, la asociación libre, los actos fallidos. Es importante tener en cuenta que cuando el deseo se articula con la fanta­sía, también se operan una serie de procesos defensivos de los cuales ya nos ocupamos.

Es necesario resaltar en la forma como una mala experiencia se vuelve más importante si el bebé ha tenido fantasías y sus experiencias adversas solo le confirman lo que en su in­consciente está funcionando. Por otra parte, las experiencias buenas tienden a disminuir, a modificar las malas y a estimular el amor y la gratitud.

De todo esto se deduce la importancia de que el bebé tenga un adecuado ambiente en sus primeros años. “Cuando un niño hace una fantasía de realización de deseos, no está evitando solamente la frustración y el reconoci­miento de una realidad de su propia hambre sino de su propia ira contra su realidad interna” (Segal H, 1965), (145).

Realidad interna y externa desde el punto de vista psicológico, son espacios que se inte­gran en las relaciones objetales vinculares y que tienen una serie de vicisitudes.

Deseo hacer énfasis en que es necesario tener en cuenta todo el funcionamiento del aparato mental en relación con el exterior y con otros aparatos mentales, los cuales también tienen sus funcio­namientos particulares de acuerdo con cada individuo y cada situación En la fantasía consciente se presenta la representación de imágenes en el consciente (pan­talla de la consciencia) y dentro de este concepto de las funciones del pensar están las fun­ciones en los cuatro ejes señalados anteriormente (integrador, lingüístico, discursivo y con­ceptual) para llegar a la comunicación, al pensamiento analítico o sintético, formal, lógico, científico con los métodos deductivo e inductivo y así obtener un pensamiento abstracto, el conocimiento y finalmente la creación.

Es aquí en donde opera el aparato de pensar y los procesos para conocer que incluye funciones intelectuales, las reacciones sensomotoras, las de placer displacer, los procesos sensoperceptivos, las regulaciones del Yo corporal con los instintos, con el “sí mismo” y con la realidad.

Mundo externo e interno tienen sus fronteras a la vez que sus contactos con percepciones conscientes, manejos de la ansiedad, capacidad de disminuir la frustración, elaboración de las fantasías, sensación de autoestima, acceso a la motilidad, mediaciones con el Superyó, mecanismo de defensa y adaptación, funciones sintéticas específicas y generales del aparato de pensar; todas estas funciones pertenecen a lo que denominamos Yo.

Sugiero al lector consultar la obra del autor: “Arquitectura y Dinámica del Aparato Mental” (Modelos psicoanalíticos), 2002.

Volviendo a la fantasía consciente en donde se presentan representaciones e imágenes en la consciencia; estas se expresan también en sueños y ensueños, en todas las novelas, ficciones, mitos, leyendas y en el arte cualquiera que este sea.

A su vez la fantasía inconsciente, como ya se mencionó, es la expresión mental de los instintos como una unidad operativa inconsciente del aparato mental, el cual tiene la facultad de suscitar y combinar imágenes, a la vez que se utiliza como un instrumento de defensa de la realidad interna y externa.

Existe a la vez una interacción constante e inevitable de las experiencias reales con el mundo interno, y a cada impulso le corresponde una fantasía, a la vez múltiples clases de fantasías inconscientes se presentan de acuerdo a las necesidades instintuales, a las relacio­nes objetales y a las ansiedades.

He aquí todo un determinismo psíquico el cual opera para producir la acción psíquica o somática dentro del medio ambiente en que se vive.

Téngase aquí en cuenta nuevamente, que el psicoanálisis es la psicología del inconsciente y éste tiene sus determinismos de acuerdo a cómo funcione el aparato mental tanto en calidad como de cantidad con sus psicodinamismos en los cuales participan los mecanismos de de­fensa, y éstos a la vez, tienen un sustrato neuro-quìmico-eléctrico en los que se incluye las señalizaciones cuánticas las cuales todavía no se han podido clasificar.

Entendemos que todos los dinamismos tienen una base en el funcionamiento de la materia-energía estudiada por la física ondulatoria; de tal forma que la misma energía psíquica y la libido conceptos prove­nientes de las conceptualizaciones de Sigmund Freud podrían entenderse gracias al estudio ya mencionado de la física ondulatoria o de la física cuántica en la que intervienen “el azar y el determinismo”.


___, (1920). “Beyond the pleasure principle”. Standard Edition. Hogarth Pres. London. Vol XVIII, pág. 11-258.

136 Los textos pertenecen al libro “Cerebro-Mente”. El Pensamiento Cuántico, 2009.

137 S. Freud, (1915). “El Inconsciente”, Standard Edition, Volumen XIV, Hogarth Press, London.

138 S. Freud, (1900). “La interpretación de los sueños”, Standard Edition, Volumen II y IV, Hogarth Press, London.

139 S. Freud, (1920). “Más allá del principio del placer”, Standard Ed, Vol. XVIII, Hogarth Press, London.

140 Laplanche J., Pontalis, JB., “Diccionario de Psicoanálisis”, Editorial Labor Barcelona, España, Pág. 201, 1971

141 Tomado del libro: G. Sánchez Medina, “Modelos Psicoanalíticos. Arquitectura y Dinámica del Aparato Mental”, Cargraphics, 2002.

142 Consultar la obra: “Creación, Arte y Psiquis”, (2003).

143 Dentro de este contexto se llama “fantasma” a la escenificación imaginaria en que se halla presente la representación deformada o no, que realiza el sujeto, provocada por un deseo inconsciente. Se presenta como fantasías conscientes o sueños diurnos o nocturnos, o representaciones inconscientes.

Es el “fantasma”, una producción alucinada, fuera de lo real; se presenta en la vida cotidiana en novelas, cine, teatro y arte en gene­ral, y pertenecen al objeto del deseo o a la necesidad de placer o del temor.

Este fenómeno de la fantasía cons­ciente e inconsciente puede relacionarse con los fenómenos psicofísicos, los cuales se organizan por energías cuánticas u ondulatorias, las cuales pueden configurar acciones o hechos físicos, produciéndose fenómenos psíquicos.

Téngase en cuenta que no se debe confundir el “fantasma” con un objeto real concreto material, así como la ilusión con la alucinación y esta última con objetos reales deformados u objetos, o mejor movi­mientos que pueden construirse por la ya nombrada física ondulatoria.

La deformación de un objeto puede asociarse con la pseudología fantástica y con las deformaciones en las ilusiones producidas por la fantasía; otro aspecto a diferenciar en el “fantasma” proviene del inconsciente y otro de la imagen representada como fantasma del consciente.

144 Segal, H., (1964). “Fantasy and other mental processes”, Symposium on fantasy. Int. Jour. Of Psychoan., Vol. 45, No. 2, 3, pág. 191.

145 Segal, H., (1965). “Introducción a la obra Melanie Klein”, Editorial Paidos, pág. 32, Buenos Aires – Ar­gentina.

 

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