Pulsiones de Vida y Muerte

(Según el Psicoanálisis y la Biología)

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Desde el punto de vista psicoanalítico ¿Qué es lo que entendemos como pulsiones de vida-libido532 y muerte-tánatos? (533).

Con respecto a estos conceptos de “instinto de vida” e “instinto de muerte” y sus pulsiones, habría que entender estas últimas como algo prove­niente de lo energético biológico que, además de lo expresado por Freud; hoy en el año 2011, todavía lo referimos, desde el punto de vista de la biología molecular, a la mantención de los gradientes iónicos de la mitocondria o de la oxidación fosfórica y, por lo tanto, de la energía del ATP (Adenosin Trifosfato), en la membrana en su intercambio intracelular e intranu­clear de organización de los polipéptidos del ADN (ácido desoxirribonucleico constituido por: adenosina, tiamina, citocina, guanina, entrelazados en pares los dos primeros y los dos últimos, con sus enlaces hidrogenados).

Toda esta estructura nos hace pensar en equilibrios y ordenamientos dinámicos que luego pueden desordenarse por la presencia y actividad de otras estructuras proteínicas invasoras que cambian las formaciones vitales, y, de tal forma, se puede llegar a la muerte por apoptosis. (Sánchez Medina G., 2002a; Bachetta, MD., Richter, G., 1996; Hale, JA., et. al., 1995; Harper, H., 1977; Pert, C., 1995; Rep. M., Grivell, LA., 1996; Real Academia de la Lengua, 1992; Rizzuto, T., Brini, M., et al., 1995).

(Lea También: Diálogo Consigo Mismo y el Propio Destino)

La vida del cuerpo y la de la psiquis

La vida del cuerpo y la de la psiquis se conjugan en una y por lo tanto la vida es algo que oscila entre el interior y el exterior, entre su psiquis y su cuerpo; he ahí la vida psíquica y la corporal como unidades; éstas también corresponden a la vida social en que hace parte el me­dio ambiente.

Cuando nos referimos a la vida nos referimos a la capacidad de reproducirse, autovalerse para elegir y seleccionar lo orgánico y lo inorgánico; así se establece una armonía en la cual participa la consciencia y el inconsciente; para ello existen los órganos sensoriales, sensoperceptivos y se establecen organizaciones y sistemas de interrelación.

Entendamos aquí como también participa el macro y microcosmos en las que operan los diferentes procesos complejos; obviamente “el ser viviente no es la suma de las partes sino es mucho más que ello” porque incluye “el ser y no ser”, el ser en su tiempo y espacio y la combinación de múltiples fenómenos.

Existen diferentes pensamientos filosóficos, biológicos y mecanicistas, así como corrien­tes positivistas y espiritualistas con respecto a la vida y a la naturaleza. En síntesis la vida es algo “sui géneris” que representa el modelo por medio del cual se entienden todos los proce­sos naturales de la materia y energía y sus comportamientos.

La vida es precisamente la libertad que se inserta en la necesidad de conservar un orden témporo-espacial en el macro y microuniverso.

La vida desde el punto de vista del ser hu­mano es trascendencia en el cosmos con sus valores en los diferentes procesos evolutivos en eterno movimiento desde el principio al fin, con sus infinitas posibilidades en donde la liber­tad y la vida son ejes que rigen lo ontológico, lo biológico y lo existencial en el ser humano. Por todo lo expresado la vida es de la humanidad en un tiempo y espacio con todo lo que lo rodea en la realidad y en la fantasía.

Volviendo al concepto de vida esta se asocia a la fuerza o actividad, y, en nuestro pla­neta se conecta con la organización de la materia orgánica e inorgánica para conformar un desarrollo; he ahí la vida vegetal y animal, a la vez que una interviene en la otra.

Al fin y al cabo la interrelación de materia y energía con sus particularidades transcurren en un proceso evolutivo para constituir el ser humano, el cual es el resultado de la organización unitaria biopsicosocial, en un espacio y tiempo desde el principio.

El ser humano necesita, siente, percibe, piensa y actúa:

Cuando carece o se limita una o va­rias de esas características se produce una alteración de su estado vital y por ende se le limita su posibilidad de ser y existir y así sobreviene en algún sentido la muerte; he ahí la pérdida de la libertad y el inicio de la muerte; lo mismo ocurre cuando se restringe una de las funciones características del hombre.

Por ejemplo, cuando se le limita en la acción, en el pensamiento, en la percepción o en el sentimiento o en las necesidades básicas; supongamos que se le limite la ingesta de agua o comida (necesidades para la vida) el sujeto va a sentir merma en su capa­cidad de sentir y actuar, aun cuando pueda representar o fantasear, lo que necesita no lo hace en la realidad; he ahí que se origine falsas percepciones, cuando no alucinaciones y delirios o en el mejor de los casos se resigne, conforme y renuncie adaptándose a la supervivencia con lo que la realidad le pueda suministrar. (Sánchez Medina, G., 2002b).

Un camino a la pérdida de la libertad

Si bien el ser humano está determinado y vive en un campo de azar y transita en la vida, por uno o varios caminos con cierta libertad (libre albedrío) también es cierto que está res­tringido por ciertas características temporo espaciales genéticas, familiares, socio-políticas-económicas y educativas en que vive de acuerdo con las posibilidades y oportunidades, y a la vez todas ellas con sus limitaciones, las cuales también pueden conectarse con el destino.

En muchas ocasiones nos encontramos en que no hay libertad de pensamiento y de cons­ciencia, puesto que la sociedad crea patrones de presión, los cuales marcan las decisiones, pues obran no todo en el consciente sino en el inconsciente, es así como existen los caminos en que se pierde la libertad; sin embargo, le queda la libertad de protestar por no tolerar la frustración que también tiene sus límites, de ahí puede originarse la queja en la palabra ha­blada, escrita o en la actuación y actitudes; con ello, aparece la esperanza para un cambio en beneficio colectivo y para defender los derechos a la vida, la propiedad y a la libertad de ex­presión.

De la misma manera, se origina el polo opuesto con las violaciones correspondientes.

La historia nos enseña que hay ciclos de pérdida de libertad y de vida, a la vez que etapas en que se observa el desarrollo, el rescate de la libertad y del cambio del propio destino, no sin aceptar que todo no es o puede ser una continua fortuna sino un continuo rescate del ser y de la existencia en el mundo terrestre.

Aquí podemos concluir, cómo aparecen nuevamente los ejes y los límites de la libertad, el poder, el deber, los derechos, el necesitar, el desear y el querer para poder decidir y actuar.

Cuando nos referimos a la libertad social lo hacemos al Estado, a los Gobiernos que han sido elegidos supuestamente libremente por los ciudadanos; sin embargo, existe una serie de­limitantes en los cuales se incluye la contaminación, el pensamiento dirigido por los medios de comunicación o por el simple discurso, en el cual se incluyen sofismas, demagogia o los llamados populismos en que se plantean soluciones fáciles a las grandes necesidades de las masas.

Allí no hay libertad de pensamiento y de consciencia pese a que puede haber libertad de prensa y de reunión; sin embargo, al ciudadano se le repite ciertos “eslogan” o pautas que le marcan su consciencia con resonancias en el inconsciente y así la pérdida de su propia li­bertad de pensar, decidir y actuar.

A la vez cuando no se tolera la frustración se inicia la queja, la protesta y es allí cuando nace la violencia verbal, la cual puede ser manipulada en forma racionalizada a favor de una franja social, por líderes ansiosos de poder y con estructuras nar­cisísticas y por ende mágicas y omnipotentes; es también así como se ofrece a la masa satis­facciones primarias necesarias y con ello la esperanza de un cambio, el cual significa caminar fuera de la democracia y entrar en la autocracia, con pérdida de derechos a la propiedad, a la vida, a la libertad de expresión; es así cuando ocurren violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario en los cuales se consigna la libertad.


532 Eros: concepto proveniente de/léxico griego amor, sinónimo en psicoanálisis de “pulsión de vida”.
En el mito de Aristófanes, en el banquete de Platón, es “lo que tiene por fin […] la vida, reuniendo la sustancia viva, disgregada en partículas, para formar unidades cada vez más extensas, y, naturalmente, mantenerla en este estado” (Freud, S. 1921).
Freud asimila el término Eros al de Libido o energía o pulsiones sexuales que son las que mantienen la cohesión de todo lo que vive (Laplanche, J; Pontalis, JB, 1971). Para Anaxágoras sería una parte del “Nous” que está como un “ordenador”.

533 Tanatos: Esta palabra proviene también del griego, y el concepto es utilizado por Freud para designar las energías o pulsiones de muerte como opuesto a Eros; por lo tanto su concepción era dualista, vida- muerte o destrucción

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